martes, 24 de julio de 2018

Una señorita que se arroja desde la torre de Catedral

Esta es otra historia, textual, que cierra mi libro Crímenes y horrores en el México del Siglo XIX, publicado por Ediciones B.













¡Sensacional y terrible noticia!

El día 31 de mayo del presente año de 1899 y como a las once y treinta minutos de la mañana tuvo efecto el lamentable y terrible acontecimiento que vamos a narrar.
            Una bella señorita huérfana que contaba veinte años de edad conocida con el nombre de Sofía Ahumada, vestida con gran elegancia, subió a las torres de la catedral acompañada del relojero Bonifacio Martínez, su ayudante Vicente Estrada y otras dos personas de apellido Aguilar una y otra Martínez.
            Realmente no sabemos qué protestaría la desventurada mujer para lograr subir a aquella prominente altura; pero el caso fue que hallándose dicha Sofía en el segundo piso de la torre que mira al poniente, se arrojó hacía el suelo con extraordinario y veloz impulso. En el acto y al escuchar el enorme ruido que produjera al caer, agrúpose infinidad de personas de todas clases sociales al lugar donde quedó la mencionada suicida. Dieron parte a la policía y presentáronse inmediatamente el inspector Muñoz acompañado del personal correspondiente. Allí practicáronse las primeras diligencias y lleváronse en una camilla el cadáver a la inspección que corresponde.
            El aspecto que presentaba la joven desdichada era pavoroso y horrible; los ojos saltados completamente de sus órbitas o lugares; la mandíbula o quijada inferior quedó fuera de la cavidad de la boca y el cráneo enteramente deshecho y en fragmentos horripilantes. Gran parte de la masa encefálica o sean los sesos, quedó pendiente en la cornisa del primer piso de la torre, que fue donde chocó el cuerpo fuertemente al venir dando vueltas en el aire cual si fuera esquila o volantín.
            Multitud de gente deseosa de contemplar el lugar de tan terrible desgracia, se agrupa, se apiña anhelante en el atrio de catedral, comentando cada cual el hecho a su manera y dando sus opiniones respecto al acontecimiento que tanta y tanta sensación ha causado.
            - ¿Por qué se mataría? dice uno de tantos.
            - ¡Pues quién sabe! responde otro.
         - ¿A poco porque su novio le dio calabacitas? ¿O tendría acaso alguna deuda?
            - No, eso no, tan joven y ya con drogas.
            - ¡Ha de haber sido por su novio! ¡Qué guaje! ¡Pobrecita!
            - Yo no me suicidaba, poco más o menos añade una vieja. Vean ustedes, a mí ya van más de seis veces que mi señor me la pega, y ¿qué por eso me he matado? ¡Qué esperanzas! Yo por taruga... A ver como no me la pega mi marido todos los días.
            - No, no, dice otro de los curiosos: puede muy bien haber sido esa caída por puro accidente, la desgracia que ya se le había llegado la raya, porque sólo los guajolotes se mueren a la víspera de Corpus. Esa pobre niña tal vez subió inocentemente y sólo por el placer de disfrutar de la hermosa vista que se figuró presentaría la ciudad desde esa altura. Pero ya vio mucho más que eso. ¡Ya lo creo! ¡Ya lo creo!
       
     Y así por este estilo todos hablan y todos comentan la fatal muerte de la señorita Ahumada, sin saber realmente la verdad de la causa de semejante desgracia. De todas maneras, lo que sí es ciertísimo es que el tal añito de 1899 se ha ido presentando desde su principio del más feo que pueda haber. Ya ve, como que en él va a tener lugar el fin del mundo, el día del Juicio Universal. Estos no son más que los preparativos. Suicidios a granel en esta capital, temblores, mucho calor, excediendo el de otros años, quemazones, pestes, homicidios, atentados contra la moral nunca vistos como el de Ramón Palma, etc., etc.
            En fin, un sinnúmero de calamidades que escandalizan y hacen abrir la boca al más indiferente. Pero ahora el acontecimiento actual es el de la joven Sofía Ahumada, estrellada en el Atrio de la Catedral, cuyo acontecimiento es pasto de conversación en todas las casas y grupos de transeúntes por las calles de la ciudad en este día memorable.

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