
Este artista del lápiz ejerció su
oficio durante siete décadas, a los veinte años ya estaba haciendo monos, al
ganar un concurso convocado por el periódico El Universal, y
de ahí nunca se detuvo.
Estuvo en la revista Fantoche, dirigida
por Ernesto García Cabral; también participó en Sucesos para todos,
e hizo una historieta muda llamada EGA, con sus iniciales al
revés.

Con un desenfadado estilo, creo a un par de personajes clásicos del la historieta mexicana: Chicharrín, un niño travieso, y el Sargento Pistolas, un militar abusivo y manipulador. Son personajes que trascienden, con un humor blanco, despolitizado, a veces machista, a veces inocente.
Armando Guerrero Edwards obtuvo numerosos reconocimientos a los largo de su vida: en 1935 ganó el primer premio en un concurso de carteles; en 1971 el Circulo de Tlacuilos de México le concedió una mención honorífica; en 1975 recibió un diploma en la Exposición Nacional de Caricatura Deportiva.
En 1976 obtuvo el “Huevo de Onix”, del Club de Caricaturistas; en 1978, el gobierno del estado de Hidalgo lo homenajeó con una charola de plata y un diploma.
En 1994 la Sociedad Mexicana de Caricaturistas, de
la que fue fundador, le otorga el Premio a la Trayectoria Artística.
Falleció un año después, el 26 de septiembre de 1995 en la ciudad de México.
Falleció un año después, el 26 de septiembre de 1995 en la ciudad de México.
Hace poco más de diez años, publiqué el libro Guerrero
Edwards: Imagen y perseverancia (2003); y, tiempo después, ese
mismo texto se reprodujo en el libro Póquer de ases. Caricaturistas del
Estado de Hidalgo (2009)