domingo, 16 de agosto de 2020

Antoniorrobles: genial, irónico, tierno y surrealista

Mi texto de este domingo en Confabulario, de El Universal. Un homenaje a Antoniorrobles, uno de los grandes creadores de literatura infantil y excepcional humorista, que llegó exiliado a México, en 1939.


Antoniorrobles con su gato Zapato y su perro Violín. Circa 1950.
 Familia de Antoniorrobles

Antoniorrobles: genial, irónico, tierno y surrealista

AGO 15 • DESTACAMOSPRINCIPALESREFLEXIONES • 34 VIEWS • NO HAY COMENTARIOS EN 

Este 18 de agosto se cumple el 125 aniversario del  caricaturista Antoniorrobles, exiliado español, quien sumó a la cultura mexicana un humor superrealista, y desde su trinchera como escritor, guionista y editor de diversas publicaciones, fue un renovador de la literatura infantil
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POR AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ
Érase una vez un niño llamado Antonio Joaquín Robles Soler. Su cuna fue Robledo de Chavela, donde nació hace 125 años, el 18 de agosto de 1895. Su infancia transcurrió en esa región cercana al Monasterio del Escorial, una de las maravillas del mundo moderno.

En esa zona natural, mágica, creció y ello alimentó la creación de quien es considerado uno de los renovadores de la literatura infantil.

Desde pequeño mostró sensibilidad e inteligencia y comenzó a destacar por su originalidad: de 1918 data su primera publicación en La Tribuna, de Madrid, donde colaboraban Ramón Gómez de la Serna, Ramón Pérez de Ayala y Bagaría, uno de los genios del humorismo gráfico español.

Años después, se integró a Buen humor, un semanario satírico donde colaboraban una pléyade de artistas como, de nuevo, Gómez de la Serna, que para entonces ya era la gran figura de la vanguardia literaria y sus greguerías eran famosas; Enrique Jardiel Poncela cuya presencia habría de destacar dentro del teatro del absurdo, así como los humoristas José López Rubio, Édgar Neville, Kato, K-Hito, Tono o Mihura, quienes, aglutinados en torno al creador de greguerías formaron un grupo innovador y de vanguardia.


En 2002, en el Museo Reina Sofía, de España, se presentó Los humoristas del 27, una de las pocas muestras en el mundo en donde el humor es el núcleo central, reivindicando el trabajo de este grupo que representaba una vertiente diferente a la llamada generación del 27, de los poetas Dámaso Alonso, Rafael Alberti, Jorge Guillén, Federico García Lorca, Luis Cernuda o Pedro Salinas.
En 1983, López Rubio fue admitido como parte de la Real Academia de la Lengua y pronunció un discurso en torno a ambos. En una parte, cita a Pedro Laí que escribió: “hay una Generación del 27, la de los poetas, y otra generación del 27, la de los “innovadores” –los creadores, más bien– del humor contemporáneo”.

Este conjunto de humoristas fue partícipe de revistas como Buen humorGutiérrezLa Ametralladora y La Codorniz. Todas de humor, girando en torno a Gómez de la Serna, quien había sentenciado: “El humorismo es una anticipación, es echarlo todo en el mortero del mundo, es devolvérselo todo al cosmos un poco disociado, macerado para la paradoja, confuso, patas arriba. Cuanto más confunda el humorismo los elementos del mundo, mejor va”.


Robles formó parte de este grupo pero, a diferencia de la mayoría de ellos, su obra quedó en el limbo (López Rubio ni siquiera lo menciona). Su presencia fue borrada por la historia oficial del franquismo depredador.

Su extensa bibliografía parte de 1922, con La guerra de lo humano; en 1923, Tres (Novela de Pueblo), y al año siguiente El archipiélago de la muñequería (Novela de colores), con 18 greguerías de Ramón Gómez de la Serna. Así comenzó una innumerable lista libros.

Su hemerografía también es vasta. Desde el periódico El Triunfo, pasando por las revistas mencionadas y otras como MacacoGente Menuda, hasta llegar a México y publicar en PaquínRompetaconesDon TimoratoExcélsior y El Nacional.

Si bien la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes le otorga un espacio digno, se hace necesario compilar una biblio-hemerografía lo más completa posible, tanto de su obra en España, como en México.



El renovador de la literatura infantil
En 1925 Antonio Robles colabora en la revista Pinocho, que dirigía Salvador Bartolazzi; a la par, el humorista K-Hito lo estimuló para que mantuviera esa línea infantil y con él, hizo Macaco, para mantener presencia en publicaciones para los infantes, como las mencionadas antes.

Dirigió la revista El perro, el ratón y el gato, en 1930, donde conjuntó a los mejores ilustradores y humoristas; al año siguiente obtuvo el Premio en el Concurso de Libros Infantiles, con Hermanos Monigotes; en el prólogo, Ramón Pérez de Ayala lo señala como “El primer escritor infantil, incluso en el sentido del único”.

En El País, en la nota que habla de su muerte, el 23 de enero de 1983, Rosana Torres escribió: “El motivo que le llevó a escribir para niños fue un inicial rechazo por los cuentos de fantasía, en los que se narraba a los niños atrocidades y hechos, escabrosos. El descubrió que la fantasía no necesita de seres imaginados y que puede personificarse en personajes contemporáneos, lo que significó en su época una nueva concepción de la literatura infantil. Su obra, llena de humor superrealista y rica en juegos de palabras, está impregnada de bondad y amor por las cosas, objetos y animales, verdaderos protagonistas de sus libros, en los que falta la figura del niño, y de rechazo total a la violencia y crueldad”.

Antonio Robles fue un intelectual militante y en 1937 fue electo diputado por Izquierda Republicana. Su espíritu combativo, su compromiso con la cultura y su idea de que la literatura podría combatir al fascismo y a la ignorancia, sinónimos al fin y al cabo, generó que al triunfo del franquismo debiera abandonar España.

Llegó a México en abril de 1939 y de inmediato se integró al mundo cultural en la revista Paquín, escribió la historieta “Los mosqueteros vuelven”, ilustrada por José Luis Benlliure, según rescató recientemente Raquel Peña. En el número 2 de la revista El Cuento, de ese mismo año, publicó “La princesa, los bombones y el concurso de los aviones”. Comenzó un recorrido que duró 33 años en México: EDIAPSA editó Rompetacones, en un semanario tamaño tabloide y luego Los jueves en el Colegio de don Ramón, según consignan Juan Manuel Aurrecoechea y Armando Bartra en tomo II del clásico Puros cuentos.

Dado su prestigio de escritor de temas infantiles, se abrió una plaza para que impartiera la clase de literatura infantil en la Escuela Normal de Maestros. Desde ese espacio educativo fue comisionado para impartir charlas y conferencias a profesores de diverso estados de la república durante el tiempo que vivió en nuestro país.

Su presencia en el mundo editorial mexicano es vasta. Publicó más de una docena de títulos: 20 volúmenes de Aleluyas de Rompetacones. Cien cuentos y una novela, con ilustraciones de Ramón Peinador; Un gorrión en la guerra de las fieras, con dibujos de Gabriel Fernández Ledesma; 8 estrellas y 8 cenzontles (Novela de sueños infantiles)Rompetacones y 100 cuentos másCuentos para la escuela primaria y La bruja Doña Paz, entre otras. Esta última, fue premiada por el Comité Anglo-Norteamericana de las Naciones Unidas.

Su obra periodística se encuentra dispersa en diversos medios: más de doscientos cuentos en la revista Mañana, su columna “Zig-Zag”, en Jueves de Excélsior, que a la postre se recogió en un volumen, cuya portada la hizo Freyre; decenas de crónicas de humor y nostalgia por la patria perdida en su columna “Columpio”, del periódico Excélsior.

En Se comió el lobo a caperucita recoge las conferencias impartidas en Bellas Artes con temas de literatura infantil, presentado por Alfonso Reyes, que lo ubica al lado de autores como Perrault, Lewis Caroll o Stevenson. “La literatura infantil, escribió Reyes, sólo puede lograrla quien sea poeta y hombre bueno en el grado de Antoniorrobles”.

Destaca el libro José Guadalupe Posada: Monografía, cuyo tiraje de miles de ejemplares en la colección “La Honda del espíritu”, de la Secretaría de Educación Pública, en 1969, que tuvo un gran impacto y que fue el eslabón entre las primeras versiones de Posada y los estudios recientes sobre el creador de La Catrina.

Participó como guionista en Los cuentos del Tío Polito, que transmitía XEW, cuyo éxito se debió, entre otros, sin duda, a sus textos; además, realizó unas cincuenta comedias infantiles, hoy extraviadas debido a que no existe memorias de la radio, dado el carácter efímero que tiene y a que, técnicamente, no era posible mantener grabaciones de todos los programas que se transmitían.

Su obra como humorista en México, lo más desconocida hasta ahora, apareció en la revista Don Timorato, donde realizó diversas secciones mezclando textos humorísticos con ensayos fotográficos, con una mirada desde lo absurdo. Sus colaboraciones son una lectura de humor vanguardista, utilizando fotomontajes y jugando con la realidad de la vida cotidiana.

“Un minuto a damas… sección del Vizconde del amor”, muestra a un autor que deja perplejo a sus lectores debido al absurdo lenguaje aunado a una imagen irracional que genera y evoca el surrealismo con que Luis Buñuel muestra la navaja que corta un ojo de mujer en El perro andaluz.


Justo un vanguardista poco conocido de la caricatura mexicana, RAM, logró una caricatura magistral dedicada, justamente, “al excelentísimo señor Don Vizconde del amor “. “La multitud de puntitos que cubren este dibujo, no son de RAM, son de mosca. Lo cual no deja de ser una animalada poco cultural”.

En “Animaladas”, otra sección, texto e imagen son un juego donde consolida el concepto del trabajo que desarrollaba desde la España y se refleja su visión del arte, del humor, del juego absurdo de la vida, la cotidianidad y la presencia del hombre como parte del reino animal.

Treinta años después de haberse publicado estas obras, seguramente poco entendidas pues no volvieron a publicarse, en 1972, Antonio Robles Soler regresó a Madrid. Tenía 77 años y una gran nostalgia después de tener que abandonar su tierra. Por entonces, poco se sabía de su obra.

A pesar del olvido, Carmen Martín Gaite lo puso en circulación de nuevo. Lo calificó de “genial, irónico, tierno y surrealista” y que detrás de mis mejores cuentos late la sombra de Antoniorrobles”.
Murió en 1983, en El Escorial, donde había fijado su residencia. Desde entonces, la recuperación de su obra ha sido paulatina en su tierra.

En México, en cambio, aún se espera la historia de un hombre bondadoso que acogió a este país como parte de su vida y de su proyecto educativo, para entregarnos una obra que tenemos que recuperar y asumir como parte de nuestro historia cultural y de la educación infantil que, hoy en día, parece una utopía.

FOTO: Antoniorrobles con su gato Zapato y su perro Violín. Circa 1950./ Familia de Antoniorrobles

miércoles, 12 de agosto de 2020

Posada: El triste destino final del ilustrador. Entrevista La Nación, de BAs.

Una entrevista que ofrecí para el diario
La Nación, de Buenos Aires 



Carlos Manzoni
10 de agosto de 2020 
José Guadalupe Posada murió tan pobre como había llegado al mundo. Sus ilustraciones, que años después se convertirían en un símbolo de México, estaban en todos los hogares y llenaban las páginas de los periódicos; pero la muerte de su único hijo, el misterioso destino de su esposa y la llegada de la revolución lo empujaron a la bebida y lo arrastraron hacia la ruina.
José Guadalupe Posada Aguilar, tal su nombre completo, había nacido el 2 de febrero de 1852, en Aguascalientes, capital del estado del mismo nombre, en el centro de México. Hijo de un panadero y de un ama de casa, se crió en la pobreza en el barrio de San Marcos, junto con cinco hermanos.
No pudo ir al colegio por lo que aprendió a leer y a escribir gracias a su hermano mayor, Cirilo, que era maestro. Desde muy chico demostró tener dotes artísticas, por lo que al ver su gran habilidad para dibujar su hermano lo inscribió en la Academia Municipal de Dibujo de Aguascalientes.
El historiador y escritor mexicano Agustín Sánchez González, el hombre que más sabe sobre Posada, destaca que desde muy chico fue una persona con una enorme lucidez y que, más allá de que tuvo cierta educación formal en dibujo, fue por sobre todas las cosas un autodidacta. "Es más, mientras el profesor atendía a un grupo, él entretenía al resto de los alumnos con sus ilustraciones", comenta el especialista.
A los 19 años, comenzó a trabajar como aprendiz de José Trinidad Pedroza, donde aprendió el arte de la litografía y en pocos años se convirtió en una pieza fundamental de ese taller. Se destacó pronto como caricaturista político y comenzó a ilustrar para el periódico el Jicote; pero, al morir su padre, decidió acompañar a su editor a la vecina ciudad de León, en Guanajuato, donde había mayor campo de acción para una imprenta.
Allí, en una ciudad más grande y más industrializada, trabajó un tiempo con el dueño de la imprenta que también se había mudado desde Aguascalientes, pero luego ya abrió su propio taller. Fue también en León donde conoció a su futura esposa, María de Jesús Vela, con quien tuvo a su único hijo, Juan Sabino.
Aunque era autodidacta, gracias a su extraordinaria calidad, se lo invitó a ser profesor de litografía en la escuela secundaria. Pronto se alejó de la sátira política y se enfocó en un retrato más costumbrista y comercial. Las cosas marchaban de maravillas hasta que, en 1888, una inundación destruyó su taller y tuvo que mudarse nuevamente, esta vez a Ciudad de México.
Llegó a la capital invitado por Ireneo Paz, abuelo del poeta Octavio Paz, que sería años más tarde reconocido con el Premio Nobel de Literatura. Las obras de Posada se vendían como pan caliente, porque era una época en la que buena parte de la población mexicana no sabía leer ni escribir, por lo cual, sus ilustraciones expresivas eran inigualables a la hora de atraer la atención de la gente. "Él no se sentía artista, era más un artesano que hacía trabajos para quien se lo pidiera. Era lo que hoy se llamaría un free lance", comenta Sánchez González.
Hizo más de 10.000 ilustraciones en toda su vida, pero su sello distintivo fueron las famosas calaveras, que hoy son un ícono del dibujo mexicano en el mundo entero. Tal como explica Sánchez González, "Don Lupe" solo las dibujaba el día de los Santos Difuntos y no las hacía para plasmar la solemnidad de la muerte, sino que eran figuras llenas de vitalidad, que bailaban, jugaban, andaban en bicicleta, montaban a caballo y se reunían en fiestas.
Sánchez González precisa que las calaveras no son ni siquiera el 1% de su obra, pero que son ellas las que lo hicieron destacar y las que se convirtieron en un símbolo de México en todo el mundo. "Muchos han relacionado las calaveras con lo prehispánico, pero la influencia de Posada viene más por el lado medieval y por la parte de los autores europeos vinculados a la Iglesia. Tiene más de Pieter Brueghel, llamado el Viejo, de Goya o de El Bosco, que de lo prehispánico", explica el especialista.
En un momento, llegó a trabajar con el gran editor Antonio Vanegas Arroyo, para el que hizo sus ilustraciones más conocidas, que se siguieron comercializando hasta la segunda mitad del siglo XX. "Prácticamente no había hogar de un mexicano, pobre o rico, que no tuviera una imagen dibujada por Posada. Su obra estaba en todas las casas, porque él ilustraba juegos de mesas, cancioneros, estampas religiosas, anuncios publicitarios y, por supuesto, las noticias más importantes", detalla Sánchez González.
Aquel chico que había aprendido a leer y escribir gracias a su hermano, era ahora el mayor ilustrador de México, había dejado su sello distintivo con sus trazos y personajes, y era tan requerido que había tenido que abrir dos talleres más. Estaba en su mejor momento. Tocando el Cielo con sus manos. Pero... siempre hay un "pincelazo" que lo estropea todo.
Posada y sus calaveras, en una ilustración
El 18 de enero de 1900, su único hijo murió de tifus, a los 17 años. Tiempo después, también perdió a su mujer, aunque los historiadores no han podido averiguar aún si lo abandonó, murió o regresó a su ciudad natal. Esos golpes lo hundieron en la depresión e hicieron que se volcara a la bebida, aunque, como opina Sánchez González lo que más lo destruyó fue la soledad.
En medio del mal momento que atravesaba, estalló la revolución mexicana, que fue para él como el golpe de gracia: debido a la convulsión general, su trabajo empezó a escasear, se llenó de deudas y terminó en la ruina absoluta, viviendo en una pocilga en Tepito, uno de los barrios más bajos de la capital mexicana. "La revolución generó mucha desazón y una gran crisis, con carencias alimenticias y laborales. Todo esto, sumado a la soledad en la que vivía, profundizó aún más su depresión", relata Sánchez González.
Finalmente, el 20 de enero de 1913, el genial ilustrador murió solo y tan pobre como había llegado a este mundo, a punto tal que debió ser enterrado en una fosa común. Se terminó así, a los 61 años, la vida del hombre que se convirtió en inspiración para las futuras generaciones de ilustradores y pintores, entre ellos Diego Rivera, quien promovió su obra para que trascendiera las fronteras de su país.
Ocho meses después de su muerte, en noviembre de 1913, se publica su ilustración de la calavera llamada Catrina, que fue su creación más emblemática y se convirtió en un fenómeno mundial de la mano de Diego Rivera. "Esta gran obra maestra le da fama universal no solo a Posada, porque la Catrina es el símbolo mexicano por excelencia en todo el mundo y en México es el segundo símbolo en importancia, después de la Virgen de Guadalupe", concluye Sánchez González.

https://www.lanacion.com.ar/economia/el-triste-final-del-ilustrador-convirtio-calaveras-nid2413336

miércoles, 5 de agosto de 2020

José Guadalupe Posada en Madrid (2014)


Esta muestra se realizó en el Instituto de México, en la ciudad de Madrid, en noviembre de 2014 y publicamos un libro, con el mismo nombre, con la editorial Turpin, en coedición con el Centro de Estudios Mexicanos UNAM-ESPAÑA


Posada: fantasías, calaveras y vida cotidiana



La obra de José Guadalupe Posada (Aguascalientes, 1852-1913) llega al Instituto de México en España (Madrid), donde se expone hasta el 16 de enero. Titulada 'Posada. Fantasías, calaveras y vida cotidiana', esta retrospectiva del gran ilustrador mexicano pretende acercar al visitante la figura del creador de la Catrina.
El ilustrador fue un cronista excepcional de la historia cotidiana de su país entre finales del siglo XIX y principios del XX. Por medio de sus dibujos y viñetas, el autor, a quien admiraba profundamente el muralista Diego Rivera, captó la marginalidad, la tragedia, la risa, la fe o la muerte, para transmitir una imagen de su cultura que aún hoy está presente en los artistas mexicanos de las generaciones más recientes.
En palabras de Agustín Sánchez González, comisario de la muestra, que durante más de 15 años ha realizado una profunda investigación sobre Posada, “se pretende destacar que la fama e inmortalidad de este artista radica en que su obra estaba presente en todos los ámbitos de la vida cotidiana, que fue el gran ilustrador de lo mexicano y que su obra sentó las bases del arte mexicano contemporáneo”.

Recorrido artístico
La exposición Posada. Fantasías, calaveras y vida cotidiana está dividida en 11 apartados temáticos: los primeros años del artista, sus ilustraciones de cuentos infantiles, los juegos que ilustraba, las fantasías y los horrores, las imágenes religiosas, las tragedias, lo chusco y cómico, la vida cotidiana, los personajes, las fiestas y, finalmente, sus famosas calaveras.
En este recorrido el visitante podrá observar cómo la obra de Posada está muy emparentada con la de otros artistas españoles gráficos del siglo XIX, fundamentalmente de Goya, «por ejemplo, la alegoría de Saturno devorando a sus hijos de Goya le sirvió a Posada de guía para su ilustración Manuel Sánchez que se devora a sus hijos», explica Agustín Sánchez, «pero también le influyen personajes como Mariano Fortuny, que es uno de los pintores costumbristas españoles del siglo XIX, o Leonardo da Vinci, del que versiona La última cena«.
La exposición se completa con diversos talleres de estampación y grabado dirigidos al público infantil que podrán a prueba su destreza como fichas de un juego de la oca de gran tamaño ilustrado por Posada, desde el 24 de noviembre al 12 de diciembre previa reserva en el email institutodemexico.esp@gmail.com. Y para el público general los sábados del 22 al 29 de noviembre, con inscripción en el email lorenamcdb@hotmail.com

lunes, 3 de agosto de 2020

La caricatura y su adulación al poder. El cartón del mes

Como todos los meses, presento mi Cartón del mes, en la revista Relatos e historias en México. En este número aparece uno de los presidentes más caricaturizados de nuestra historia es Sebastián Lerdo de Tejada quien, no obstante ello, fue un respetuoso gobernante quien jamás reprimió ni menospreció a la prensa ni a los caricaturistas a pesar de los retratos brutales que le hacían. NI les dijo fifi ni exigió sumisión.

José María Villasana es uno de los grandes maestros de la caricatura mexicana, un autor que en un primer momento fue un gran crítico y después se convirtió al oficialismo, terminando como diputado porfirista. Villasana es la muestra de cuando un caricaturista se convierte en retratista del poder pierde todo, hasta la vergüenza, un fenómenos que se lee en nuestros días en publicaciones afines al régimen, como El Chamuco, por ejemplo.

El trazo de Villasana es de una gran maestría y queda como un retrato que muestra la adulación al poder.

domingo, 2 de agosto de 2020

Recordando la exposición: "José Guadalupe Posada. La línea que definió el arte mexicano"/ 2

Resulta extraordinario encontrar que, tras cien años de la muerte de José Guadalupe Posada, su obra se mantenga presente en el acontecer nacional a pesar de que su trabajo nunca fue realizado para los muros de un museo ni de una galería, sino para el instante, para el hoy, y su destino era ser efímero.
Posada fue un personaje anónimo en su tiempo, del que apenas existen unas cuantas notas en la prensa de entonces. Fue el gran cronista de la tragicomedia mexicana, de esa desgarradora forma de poblar nuestro complejo imaginario colectivo, conformado por fenómenos, tristezas, alegrías, dolores, pasión, frustración; los demonios que nos persiguen y acosan, al lado del sueño y la esperanza permanente.

La obra de Posada puede leerse de una manera lúdica y cercana a lo que somos y a lo que hemos sido, como un espejo que nos refleja pues está grabada, literalmente, en cada uno de los aspectos de la vida cotidiana. Su arte trazó las coordenadas por las que transitó, y aún lo hace, el arte mexicano

La exposición "José Guadalupe Posada. La línea que definió el arte mexicano tuvo la suerte de tener un catálogo, que conjuntó a los más importantes investigadores de la obra de Posada y una buena muestra de la obra exhibida en los muros del Museo Nacional de la Estampa, puedes consultar en línea una sección de esta edición en: https://bit.ly/39OcfJz

Agustín Sánchez González, CENIDIAP/INBAL
Curador de la exposición

ADIÓS querido Ziraldo

 El 6 de abril falleció uno de los grandes caricaturistas de este mundo: Ziraldo Alves Pinto, que firmaba como Ziraldo, Premio Quevedos, 200...