sábado, 7 de julio de 2018

Caricaturista y su esposa arrollados por un tren* (1868)


En 1868, hace 150 años falleció uno de los grandes caricaturistas  de nuestro país: Constantino Escalante, a causa de un accidente ferroviario.
Esta historia aparece en mi libro Crímenes y horrores en el México del Siglo XIX.






Caricaturista y su esposa arrollados por un tren* (1868)

El 29 de octubre del presente, el caricaturista Constantino Escalante, alma del periódico La Orquesta, y su señora esposa, doña Carmen, sufrieron un terrible accidente en la estación de ferrocarril del pueblo de Tlalpan.
            El artista se disponía a volver de San Angel a México luego de un feliz convite con sus amigos; su esposa lo acompañó hasta San Angel pero no asistió a la fiesta, pues se quedó en casa de unos familiares y lo esperaría en la tarde, en la estación, para regresar juntos.

           La tragedia comenzó cuando el tren se puso en marcha y doña Carmen avanzó al estribo de un vagón, estrellándose contra uno de los postes que sostienen el techo de la estación; cuando estaba a punto de caer bajo las ruedas, Escalante se arrojó a salvarla y cayó sobre el riel.
            Gracias a las exclamaciones de la multitud, el conductor detuvo la máquina con gran destreza, pero cuando logró frenar, ya era tarde. La señora Carmen tenía roto el pecho y Escalante se había fracturado un pie. De inmediato, sus amigos se lanzaron a auxiliarlos.
            “¡Aquello fue un vértigo, aquello pasó como espantosa pesadilla!”, exclamó, más tarde, su amigo, el escritor Hilarión Frías y Soto.
            Los heridos fueron trasladados de inmediato a un sitio seguro mientras el general Vicente Riva Palacio se lanzó a toda velocidad a la ciudad de México para conseguir un grupo de médicos que atendieran a los lesionados.
            A Escalante debieron amputarle la pierna esa misma tarde. Uno de los mejores cirujanos del país, el doctor Clemente, director del hospital de Belem y especialista en autoplastias hizo un gran esfuerzo por salvar la vida de Escalante, pero fracasó en su intento, pues el caricaturista fue atacado por la gangrena en un muñón y falleció pronto, creyendo que en realidad había salvado a su esposa. Cuando sentía que iba a morir, comentó:
             “¡Perder la vida cuando iba a la mitad de ella!... Sólo un consuelo tengo, haber salvado a mi esposa”
            Sin embargo no fue así, pues su cónyuge falleció cuarenta y ocho horas después.
            El entierro de Escalante ocurrió en el panteón de San Fernando, hasta donde lo acompañaron decenas de amigos, sus compañeros de las lides periodísticas, políticos, artistas y toda clase de personas; su esposa fue enterrada a su lado, apenas dos días después.
            En el periódico El Siglo Diez y Nueve, del 31 de octubre, se leía:
            Ayer los restos del malogrado artista fueron conducidos al panteón de San Fernando, acompañados de numerosa concurrencia en que estaban representadas todas las clases sociales.
                        La oración fúnebre fue pronunciada por el Señor don Juan de Dios Arias. El día fue triste para toda la ciudad, y todos han sentido la pérdida irreparable que acaba de sufrir el país.
                        Hoy a las cuatro de la mañana ha fallecido la señora Escalante. Sus funerales tendrán lugar esta tarde y sus restos serán conducidos al mismo sitio en que reposan los de su esposo.
            El caricaturista, cuyo nombre completo era Napoleón Constantino Ignacio Escalante y Riego, había nacido el 5 de abril de 1836. Su fama se había cimentado a partir de la publicación del periódico La Orquesta y era considerado como el artista "más popular y con más chique". Además, había participado en por lo menos dos de las publicaciones efímeras de la época: El Sombrero y El Impolítico.
  
          Cuando el gobierno de Benito Juárez abandonó la capital del país, debido al arribo de Maximiliano, Escalante se marchó a la población de Real del Monte, a ejercer su oficio de pintor.
            En 1863 fue arrestado por el gobierno Imperial acusado de hablar en contra de la intervención extranjera, trayéndolo en una jaula, como si fuera un animal, en calidad de prisionero a la ciudad de México, el 18 de agosto de ese año. Su encarcelamiento motivó una gran polémica que ayudó a que muy pronto quedara libre.
            Cinco años después, a los treinta y dos años de edad, fallecía. Con su muerte, la caricatura mexicana había perdido a uno de sus más destacados protagonistas.
            El redactor en jefe de El Globo, Manuel M. de Zamacona, señaló: "Constantino Escalante ha muerto, pero esas chispeantes caricaturas que han ilustrado La Orquesta harán inmortal su nombre entre todos los mexicanos amantes del arte".




Basado en los textos: Rublúo, Luis, "Constantino Escalante: caricaturista de La Orquesta", Boletín Bibliográfico de Hacienda, 1 de marzo de 1966; Muñoz, Daniel, "El caricaturista Constantino Escalante", El Universal, 22 de diciembre de 1954; Cortés Juárez, Erasto, "Constantino Escalante, gran litógrafo mexicano", El Nacional, 1o. de noviembre de 1953; Acevedo, Esther, Una historia en quinientas caricaturas, México INAH, 1995.


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