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jueves, 24 de diciembre de 2015

Las posadas con Posada

Hasta hace unas décadas, las fiestas decembrinas tenían un mayor carácter religioso.
La compulsión por comprar aun no era tal.
Durante 9 días, en muchas d elas calles de la ciudad de México se celebraba un ritual, una fiesta donde los niños eran los privilegiados pues se les consentía con piñatas llenas de frutas y dulces. 
Y si no alcanzaban a ganar, los organizadores les entregaban una canastita de mimbre o una bolsita  hecha con papel de china, rellena con dulces, o un cucurucho con fruta.
Este novenario era conocido como las Posadas y consistía en el ritual del encuentro de la Virgen María y San José en su peregrinar para buscar dónde nacerá el niño Jesús.

José Guadalupe Posada ilustró unos hermosos cuadernillos con las letras de las jornadas de los santos Peregrinos.

También ilustró la gran fiesta posterior al ritual de los peregrinos: la piñata llena de frutas que, al grito de dale dale dale, los chicos trataban de romperla y encontrarse con la dulzura de la fruta invernal.




domingo, 20 de julio de 2014

Le dan Posada

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 Publicado: 20 Julio 2014
Parte de la obra del genio en el arte del grabado y cronista de la realidad, se presenta en el Castillo de Santa Catalina, en Cádiz, España,
bajo el título Posada. Fantasías, Calaveras y Vida Cotidiana.
Por Rubén Arizmendi
Maestro del afiche, valiéndose de sus grabados, José Guadalupe Posada criticó la desigualdad social y las injusticias que se vivieron durante el sangriento período conocido como “El porfiriato”, con personajes como los revolucionarios, políticos, militares, bandoleros, borrachos, damas elegantes, charros, toreros y obreros, muchos de ellos en forma de calavera que se convirtió en el sello característico del artista mexicano. Cómo olvidar al Revolucionario, las Calaveras en Bicicleta o a Don Quijote, grabados representativos de Posada y su más célebre personaje: La Catrina. José Guadalupe Posada nació el 2 de febrero de 1852 en Aguascalientes. Desde pequeño, Posada se dedicaba a dibujar y lo hacía con tanta pasión que finalmente convenció a su padre de que le dejara dedicarse al arte. Y lo que mejor se le daba era hacer caricaturas. De este modo, se introdujo en el mundo del periodismo y de la prensa como dibujante, y logró publicar sus primeras viñetas cuando cumplió 19 años. En una genial expresión de la memoria heredada, siempre relacionó a los vivos con los muertos, a tal grado que se le conoció como “el novio de la muerte”.
Muy pronto se reveló como un extraordinario dibujante, contraviniendo sistemáticamente las reglas de la pintura academicista mexicana, aunque sus mejores habilidades estaban en el grabado y, sobre todo, en una nueva técnica introducida en México en 1826 por el italiano Claudio Linati de Prevost: la litografía. La obra artística de Posada permite apreciar su gran ingenio y creatividad, pues los derrocha en cada trazo. Su extensa producción gráfica, estimada en más de 20 mil grabados, realizados en litografía o planchas de metal, podría clasificarse como expresionista, puesto que recrea con extraordinaria imaginación, gran sentido humorístico y profunda capacidad crítica las lacras, miserias y prejuicios de la realidad social y política de su época.
ÉXITO
Hoy, a poco más de 162 años de su natalicio y 101 de su muerte, su magnífica obra convulsiona a los europeos. La cotidianidad del México que un siglo atrás supo ilustrar en todas sus facetas José Guadalupe Posada, toma la sala de San Nicolás del Castillo de Santa Catalina, en Cádiz, España. El padre de las calaveras catrinas que un día descubrió y popularizó Diego Rivera, inunda con su ilustraciones satíricas la fortaleza gaditana, en la primera incursión de su obra en España. Posada. Fantasías, Calaveras y Vida cotidiana, es el título de esta muestra que coordinó el investigador del Instituto Nacional de Bellas Artes, Agustín Sánchez González y que permanecerá en exhibición hasta el 7 de septiembre para luego llevarla a Alcalá de Henares.
Se trata de una selección de 150 imágenes entre las más de 20 mil obras que se calcula comprende su amplia producción, “pues nunca se ha inventariado” y que da comienzo con la exhibición de las primeras caricaturas que publicó a sus 19 años en el periódico local de su tierra natal El Jicote. Una serie de ilustraciones que dan paso al universo de este artista que en su día pasó desapercibido en su México, a pesar de que “todo el mundo, de todas las clases sociales, tenía alguna obra suya en casa sin saberlo”, apunta el investigador. “Hice una curaduría que mostrara que Posada es más que La Catrina, que las calaveras sólo son una parte muy pequeña de su obra y que el impacto que tuvo en la vida de los mexicanos es por el resto de su obra, que es una expresión de vida cotidiana”, explica Sánchez González, también historiador especialista en el estudio de la caricatura mexicana. El investigador Mercurio López, quien coordinó el libro José Guadalupe Posada. Edición conmemorativa, señala que “la vigencia de su obra continúa hasta nuestros días en el arte popular.

Seguramente su legado permanecerá por muchos años como ejemplo para grabadores, artistas y diseñadores gráficos. Buena parte de sus creaciones se han tornado en íconos de la cultura mexicana. A nivel internacional, cualquiera de sus estampas representa orgullosamente nuestra identidad”. Aunque los grabados con esqueletos y cráneos representan un porcentaje muy pequeño dentro de su obra, en Posada las calaveras constituyen su sello y el motivo de una fama que lo distingue hasta la actualidad.

Por el fin de los caudillos

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