jueves, 25 de enero de 2018

La historia de OTRO presidente legitimo


El 23 de diciembre de 2006, publiqué este artículo en Confabulario, de El Universal, es una historia que pareciera repetirse cada siglo.

CARTOGRAFÍAS 
El Presidente Chocolate

EN LA ÉPOCA PORFIRIANA, DON NICOLÁS ZÚÑIGA Y MIRANDA, abogado y científico, se colocó, en paños menores y frente a la luna de su ropero, una banda presidencial; así se autonombró presidente del pueblo. A continuación, la historia.
 AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ (c)


En 1880 un excéntrico personaje llamado Nicolás Zúñiga y Miranda comenzó una larga carrera que asombró a los mexicanos. La primera vez que supe de él fue a través de la película México de mis recuerdos (1943), de Juan Bustillo Oro, donde Joaquín Pardavé realiza una de sus grandes interpretaciones como Don Susanito Peñafiel y Somellera. En una reunión de bohemios, se anuncia la aparición del presidente y don Susanito piensa en don Porfirio, pero para su sorpresa aparece ni más, ni menos, que "el presidente" Zúñiga y Miranda, interpretado por Max Langler.
En 1931, El Universal Gráfico obsequió a sus lectores el libro Don Nicolás de México (El eterno candidato). Vida, aventuras y episodios del caballero andante, Don Nicolás Zúñiga y Miranda, una espléndida biografía de este personaje tragicómico escrita por Guillermo Mellado, autor de libros como En la Cárcel de Belén.

Zuñiga y Miranda nació en Zacatecas y era hijo de una familia "de bien"; desde pequeño alcanzó un especial talento para la lectura y el conocimiento, por lo que en cuanto tuvo edad razonable se le mandó a la ciudad de México a estudiar abogacía.
 Las matemáticas y la astronomía eran también sus aficiones. De tal suerte que en 1887 logró predecir, por casualidad o por estudios, un temblor. Tras convencer al director del periódico El Siglo XIX, se publicó la noticia que, por supuesto, causó gran alarma en la población. Ese día tembló y la fama de Zúñiga se acrecentó.
Se la pasaba leyendo día y noche tratando de adivinar nuevas catástrofes, anunciando inclusive el fin del mundo lo que, por supuesto, nunca sucedió, por lo que su fama de erudito se fue desvaneciendo, la gente comenzó a burlarse de él, llegando inclusive a mantener un duelo del que salió ileso.
Pasado ese momento se olvidó de sus predicciones y se tituló de abogado, al tiempo que Porfirio Díaz daba inicio a la campaña para su reelección. El grupo de compañeros de Zúñiga acordó formar un partido político y postular a la presidencia a don Nicolás. A partir de entonces comenzó a llamarse "el candidato del pueblo".
A pesar de sus escasas posibilidades de perder la presidencia, el dictador inició una persecución que condujo a la cárcel al candidato. A los pocos días fue sacado de Belén y marchó a su casa desde donde empezó a modificar su conducta.
Escribe Mellado: "Cierta mañana, encontrándose en paños menores, de improviso fue a sacar del cajón de una cómoda una banda tricolor, la que con todo respeto cruzó al pecho, para después ir a contemplarse en una luna que había en el ropero. Se erguía su figura, mirábase cómo le caía aquella insignia, daba paso a un lado y a otro y monologaba a sí Mismo". Entonces se percató de la presencia de doña Ramona, su casera, a quien dijo: "No se vaya usted, la he llamado porque he querido que sea la primera dama que reconozca en mí al Presidente de la República. Como ve usted, puesta la banda tricolor en mi pecho, llevo la representación más alta del país. De Porfirio Díaz no me ocupo, es un usurpador".
Añadir leyenda
El libro de Mellado es una delicia. La historia del eterno perdedor, quien "sentía nostalgia por la derrota", se repitió una y otra vez, cada cuatro años, e incluso ya concluida la revolución se postuló contra Venustiano Carranza. Esta nostalgia, para nuestra desgracia, es la misma que siempre acompaña a la izquierda.
Zúñiga y Miranda fue un hombre solo, no tenía esposa pues, según su creencia espiritista, no existía ninguna mujer que fuera "uno", como él o como "sus pares, Aristóteles, Moisés o Jesucristo".
Aquel buen hombre terminó siendo el hazmerreír de la sociedad entera, aquel distinguido científico y noble abogado se volvió motivo de risa, como es hoy otro "candidato del pueblo" que se ha autonombrado Presidente de México.

sábado, 20 de enero de 2018

Fantasías, calaveras y vida cotidiana: José Guadalupe Posada

Hace casi cinco años, comencé un proyecto maravilloso: llevar la obra de Posada a España. Todo sucedió tras un encuentro fortuito con José Manuel Martín, editor excepcional de Gráficas Almeida, que imprime las ediciones de Turpin.

En 2014 hicimos realidad ese sueño, llevamos a la exposición a Cádiz, luego a Alcalá y terminó en el Instituto México, de España, en el edificio de nuestra embajada en pleno corazón madrileño. 


Gracias al apoyo fundamental del Centro de Estudios Mexicanos UNAM-ESPAÑA,  pudimos publicar el libro cotidiana: Fantasías, calaveras y vida cotidiana. José Guadalupe Posada.


Vale recordarlo hoy, 20 de enero, aniversario 105 del deceso de esta gigante del arte mexicano. En la solapa, escribí: 

José Guadalupe Posada es el gran ilustrador de lo mexicano. Sus dibujos, mientras vivió, no tuvieron espacio en ningún museo, aunque nunca fue su objetivo; tuvieron un fin mejor: volar por los aires mexicanos, mirarse en las calles, las iglesias, las mesas para el juego, en cartas de amor, cancioneros, periódicos, anuncios... En cada casa, modesta o lujosa, había uno de sus trabajos. Su obra fue realizada para el momento, para lo efímero y sin embargo, trascendió de tal manera que hoy está más viva que nunca. Impresa en blanco y negro o en tonos multicolores que ilustraron todo lo que los ojos podían mirar.
En hojas de papel volando, retrató la tragicomedia mexicana, atrapó el silencio, la marginalidad, la tragedia, el dolor, la risa, la soma, la carcajada, el miedo, el regocijo, el pecado, la magnificencia, la fe, la miseria, el llanto, el placer, la vida, la muerte, el blanco, lo negro, lo mexicano. La obra de Posada pertenece a un artista que nunca se pensó como tal. Sus calaveras forman parte de la iconografía nacional, su Catrina es la obra mexicana más conocida en el mundo, pero Posada es más que las cala-veras, su temática es vasta. Su impacto estético fue tal, que la plástica contemporánea no se en-tiende sin sus líneas que, sin duda, trazaron el arte mexicano. Diego Rivera escribió: "Tan grande como Goya, fue un creador de una riqueza inagotable. Ninguno lo imitará, ninguno lo definirá. Su obra es la obra de arte por excelencia". 





martes, 16 de enero de 2018

JOSÉ GUADALUPE POSADA, “PADRE DE LO MEXICANO”

JOSÉ GUADALUPE POSADA, “PADRE DE LO MEXICANO”

JOSÉ GUADALUPE POSADA, “PADRE DE LO MEXICANO”
En el marco del Programa “Abril, mes de la lectura” de la Universidad
Autónoma del Estado de México, Agustín Sánchez González, investigador
 y especialista en caricatura, dictó la ponencia “Más allá de La Catrina”.
TOLUCA, MÉXICO.- José Guadalupe Posada, autor de La Catrina -una 
de las imágenes más representativas de México en el mundo, junto con la
 de la Virgen de Guadalupe-, no sólo se dedicó a dibujar a la muerte, ya que 
es autor de más de 20 mil imágenes sobre diferentes tópicos, señaló en 
la Universidad Autónoma del Estado de México, el investigador y especialista
 en caricatura, Agustín Sánchez González.
Al dictar, en el marco del Programa “Abril, mes de la lectura” de la UAEM, 
la ponencia “Más allá de La Catrina”, refirió que el grabador, ilustrador
 y caricaturista mexicano tuvo una extensa producción de imágenes en 
anuncios, caricaturas, grabados y planos, entre otros.
En la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Autónoma mexiquense, 
el experto habló sobre las importantes aportaciones de José Guadalupe
 Posada a la caricatura, el diseño gráfico y el periodismo.
Aseguró que el artista mexicano originario de Aguascalientes puede ser
 considerado el “padre de lo mexicano”, pues es autor de muchos de los
 símbolos de nuestro país e incluso, creó un diccionario de símbolos del
 lenguaje mexicano; además, ilustró el primer libro infantil en México
 y trabajó en más de 70 periódicos.
http://www.ordenadorpolitico.com/jose-guadalupe-posada-padre-de-lo-mexicano/
Luego de agradecer a la Universidad Autónoma del Estado de México la invitación para participar en “Abril, mes de la lectura”, Agustín Sánchez González exhortó a los jóvenes a investigar más sobre José Guadalupe Posada, a quien puede considerarse el iniciador de la caricatura política mexicana.


domingo, 14 de enero de 2018

Raymundo Ramos. Gran Maestro, gran poeta

El último día del año 2017, se fue el gran maestro, el poeta maravilloso Raymundo Ramos Gómez. Se marchó del mundo de una manera discreta y lejos de estridencias mediáticas.
Al enterarme me entró una enorme rabia de saberlo, de no poderme despedir pues hace mucho tiempo no lo veía. 
También me pegó la tristeza. Raymundo fue un hombre tan importante en mi vida. No he podido escribir nada original así de fuerte fue el impacto que generó en mí. Encontré en mis archivos una nota que escribí en El Universal, en 1992, cuando la ENEP Acatlán le rindió un homenaje y me invitaron a participar.




Escribir siempre es un placer, sobre todo, cuando uno lo hace recordando a un hombre que ha sabido ser maestro entre los maestros.
 A Raymundo Ramos lo conocí a finales del año de 1980. John Lennon acababa de ser asesinado; habían secuestrado a Alaide Foppa y Jomenin espantaba a los gringos. Lejos estábamos de suponer que el mundo cambiaría como cambió.
A Raymundo no lo conocí en ninguna universidad, sino en un viaje maravilloso que emprendimos juntos, allende al mar, y que por esas hermosas casualidades, por el azar que dispone, tuve uno de los hallazgos más importantes en mi vida.
Raymundo fue el primer poeta de carne y hueso que conocí, el primer gran maestro -no de literatura, poesía, historia o periodismo, que lo es también, por cierto-, sino de la vida.
Por aquel tiempo yo era expulsado del mundo proletario y no sabía bien qué haría luego de diez años de trabajar en distintas fábricas, de luchar en los sindicatos cetemistas, de intentar tomar el cielo por asalto. Por entonces no sabía bien qué iba a ser "cuando fuera grande". Y es entonces cuando el amigo se convirtió en el maestro que supo que algo podría hacer. 

Raymundo Ramos y sus obsesiones laristas (de Agustín Lara), me estimularon a tomar más en serio de la escritura.
De esta forma escribí un cuento -Amelia- basado en una canción de Lara, que obtuvo el primer lugar en el concurso "Esa no porque me hiere"; después, juntos publicamos mi primer libro de cuentos, Por si cambias de opinión.
El maestro Ramos, también, me condujo a la investigación histórica en serio, y de allí salieron cinco libros más de investigación documental. Con ello, quiero decir que Raymundo ha sido un hombre fundamental dentro de la carrera que he emprendido como aprendiz de escritor.
Pero ha sido más que eso.
Amigo entrañable con quien he reído con su fina ironía; con quien he llorado en momentos azotéricos; con quien he compartido momentos de éxito y de fracaso.
A veces ha jugado el papel de papá, otros de hermano; a veces ha sido cómplice, otras, crítico, pero siempre, aunque no está conmigo, físicamente hablando, siempre lo está.
De Raymundo aprendí lo que es la honestidad política e intelectual, la lucidez en el pensamiento, la alegría por la vida. (Aunque a veces se me azote un poco). Esta honestidad política, esta falta de mafia o grupo, lo ha llevado a que su obra no tenga el reconocimiento que debiera. Autor de una vasta bibliografía, su nombre no suele ser mencionado con la frecuencia que tendría.
Por eso hoy que la UNAM, en su unidad de Acatlán, le rinde un homenaje al maestro Raymundo Ramos, me siento muy contento de estar presente en un acto que jamás imaginé, al lado de personajes como mi admirado Carlos Monsiváis y los demás compañeros.
Sin embargo, creo que la mejor manera de rendirle un homenaje, es recomen-dar sus obras, pedir a la UNAM y a otras editoriales que difunden trabajo, mismo que este año cumple treinta y cinco años de haberse iniciado. (En 1957 publicó su libro de poesía Paloma de sur a polo). Más allá de afectos personales, creo que Raymundo Ramos es un escritor que está por descubrirse y que está más allá de cualquier moda.

Por eso hoy, reitero, siento un gusto enorme por este homenaje, por participar en él y por decirle que lo quiero de veras y que espero muchos otros trabajos más.

viernes, 12 de enero de 2018

La portentosa vida de Posada, en edición digital



El día que murió José Guadalupe Posada


En mi libro Posada, editado por Planeta en 2008 y reeditado como el nombre de La portentosa vida de Posada, por ediciones de Don Lupe, en 2013escribí una reconstrucción imaginaria de cómo fue el día de la muerte de Posada, en un oscuro cuarto de vecindad de Tepito, hace 104 años. El 20 de enero de 2013. En el primer capítulo de mi libro, escribí una recreación imaginaria de cómo pudo haber sido esa última noche.


Ahora, este libro ha sido publicado en edición digital. Se los recomiendo mucho pues además de que, creo, es un importante trabajo, es la apuesta editorial de una gran editora de Aguascalientes.







SE MUERE DON LUPE

Toda la noche ha vomitado sin parar.


La oscura habitación tiene un olor nauseabundo pues la diarrea no se detiene con el atole de arroz, ni con tés de menta o de ruda, ni con ningún otro remedio de las vecinas.


A temprana hora Juan y Manuel han ido a buscar un doctor. De cualquier manera, los dos amigos de parranda saben que ya todo es inútil.


Don Lupe se acaba.


Lleva muchas semanas metiéndole al trago. Su rostro está más que demacrado y la deshidratación por la cagalera es más que obvia.


Hay colillas de cigarro forjado tiradas por doquier.


Danzan calaveras a su alrededor, los sueños se convierten en pesadilla.


Parece una película que se regresa al principio para repasar toda su vida, un viaje a la semilla. En quince días cumpliría 61 años, veintidós mil doscientos días.


Alrededor del petate donde se retuerce de dolor zapatean monstruos fantásticos, bocas con labios rojos que enseñan unos agresivos dientes listos para devorarlo, cuerpos con formas demoníacas, diablos, brujas, gritos lastimeros de la llorona, naguales, fantasmas.


El jolgorio empezó el día de su santo, el día de la Virgencita, el 12 de diciembre, cuando la ciudad, el país, el vecindario conmemoró la aparición del indio Juan Diego; siguieron las nueve jornadas de los santos peregrinos, continuó en la Noche Buena, la Navidad y celebró el fin del año 1912. Nacía uno nuevo, justo cuando la vida, su vida, se le apagaba.


Todo le duele, pero es el alma la que le hace insoportable la existencia. La ruda hierba, la ruda vida.


Cientos de cuartos componen la enorme vecindad ubicada a las orillas de la ciudad de México: es el barrio de Tepito, en la calle de la Paz. Son trescientos miserables cuartuchos, con más de mil almas que andan en la pena y en la pepena.


Cada uno de esos cuchitriles apenas mide tres por tres metros. Los excusados son colectivos, conformados por una larga fila sin puerta y un olor repugnante; afuera una pileta de agua que a veces, con un cubo, se usa para el excusado. Y de los tendederos, que parecen telarañas, cuelgan modestas ropas.


El otrora hombre regordete, ahora de cuerpo flácido y demacrado, parece mirar bailar las calaveras que dibujó hace muchos años, a los diablitos sonrientes, complacidos por su travesura, felices porque recibirán muy pronto a un huésped de lujo, su retratista favorito: don Lupe.


Una vecina le llevó una cazuelita con caldo de gallina y lo encontró llorando, lamentando no poder cerrar los ojos de su Juan Sabino, en ese treceavo aniversario de su muerte.


“¡Don Lupe se muere!”, es el clamor en los lavaderos esa mañana fría de domingo.


Él rememora los últimos días de su vida en el barrio de Tepito, a donde llegó cuando la ciudad lo fue expulsando, primero de Santa Teresa, luego de Santa Inés, más tarde del Cuadrante de Santa Catarina, para llegar a la calle del Carmen y terminar en este sitio donde viven hombres y mujeres que sobreviven en situaciones precarias.


Don Lupe sueña, como todos los días de su vida, pero hoy esos sueños se han tornado en pesadilla, como muchas otras noches más, como casi todas sus últimas noches, como todos sus últimos años.

miércoles, 10 de enero de 2018

El cartón del mes de enero

Como cada mes, este es el cartón que publico en la revista Relatos e historias en México. No se la pierdan



“Vayan a decirle al pueblo que ya se votó”
Por: Agustín Sánchez González

En 1869 hubo elecciones para renovar el poder
Legislativo a nivel federal. En este cartón, 
el caricaturista Santiago Hernández acusa al
presidente Benito Juárez y a su ministro
y cercano colaborador, Sebastián Lerdo de
Tejada, de comprar votos con dinero de la
Tesorería para hacer ganar a sus candidatos
a diputados del Congreso.

El dibujo muestra que un artista militante,
como lo era Hernández al ser cercano 
al bando liberal, también puede ser 
crítico con quien simpatiza.

martes, 9 de enero de 2018

Las cartas de amor de ayer

Recién leí un artículo del periódico español El País, cuya cabeza dice

En el reino fulminante de lo instantáneo

Las cartas se han convertido en una extravagancia en un mundo gobernado por las nuevas tecnologías


Entonces evoqué las novelas de antaño que generaron obras de tema epistolar; grandes historias de amor como las que sucedieron en la vida real. 

Parece la prehistoria, pero hace una tres décadas, el siglo pasado ya, tuve una novia catalana que vino a México y al marcharse mantuvimos durante cerca de un año correspondencia amorosa cuya lentitud, entre otras cosas, terminó con todo; además llamar por teléfono costaba una fortuna. Recuerdo una llamada de media hora que me costó casi una quincena de mi salario como profesor universitario.

Pero la emoción de recibir una carta, la angustia diaria esperando al cartero, el nerviosismo de saber su respuesta, de saberse amado, de hacer planes a la distancia, de contar algunas historias de la cotidianidad o responder a una pregunta hecha más de un mes antes, era maravilloso.

Resulta absurdo pensar hoy que si uno escribía una carta el día 1 de enero, a ella le llegaba el 20; respondía el 22 o 23 y tenía una respuesta a mediados de febrero. 

No sé si ella conserva mis cartas, yo las quemé, una a una, con sus fotos, un día que recibí la enésima carta donde decía que no vendría a México y me sugería que yo no aceptara la beca a Barcelona pues ella vivía a dos horas de ahí y no se movería. Tras una borrachera espeluznante decidí que como las llamas de amor, como remedio homeopático, las cartas tendrían ese mismo fin: las llamas.

Hoy lo lamento, me hubiera gustado leer las cursilerías que seguramente escribía (¿quién no?), igual que las de otra novia, esa mexicana que le encantaba escribirme y nos entregábamos las cartas al despedirnos. También el fuego las arrasó.

Las cartas de amor siempre fueron parte de historias frustrantes, al menos para mi. No obstante, fue maravilloso sentir la emoción de escribir y de leer en un papel, a veces con dibujitos cursis o con un pétalo de rosa seco, esa historia, ese momento que había pasado dos o tres semanas antes.

El texto de El País, dice: "Claro que todo el mundo sabe lo que es una carta, pero ya son muchos los que no han recibido nunca ninguna, ni la van a recibir jamás. Así que no sabrán lo que significa la espera, ni tendrán ni siquiera una remota idea de los trastornos emocionales que provoca".

Y así es, así fue en otros tiempos. En el siglo XXI, el amor en tiempos de whasapp nada tiene que ver con ese mundo. Ahora ni siquiera nos pueden engañar diciendo que no le llegó el mensaje o que no pudo conectarse; lo mismo que el msm. 

Parece la historia de otro mundo, de la prehistoria y si, lo es.

https://elpais.com/elpais/2018/01/08/opinion/1515436583_381977.html?id_externo_rsoc=FB_CM

viernes, 5 de enero de 2018

Los Reyes Magos en 1993

El 5 de enero de 1993, hace 25 años, publiqué esta crónica en la sección de cultura de El Universal.
 Ya bastantes vueltas dio el mundo desde entonces.

Reyes de la noche invernal
Por AGUSTIN SÁNCHEZ GONZALEZ
A las dos de la mañana la calle de Víctor Hugo, en Portales, aún recibe coches de vecinos que vienen a hacer sus compras de Reyes.
En Tlalpan, en las cercanías del Metro, a esa hora, es fácil encontrar parejas que cargan triciclos, bicicletas, bolsas y diversos paquetes.
Los Reyes Magos, los Santos Reyes Magos se han encontrado, en 1993, con una ciudad más contaminada que nunca, proclive al enloquecimiento, sin cero alguno, sin pesos nuevos y sin, paradójicamente, tampoco pesos viejos.
 La ciudad de México está en calma a las dos de la mañana del 6 de enero, por sus calles transitan algunas personas, pero el resto de la gente espera la rosca y su muñeco que vestirá para el dos de febrero, aunque la rosca sea cada vez más para verdaderos monarcas, por los precios.
 Los Reyes que he visto, en Coyoacán y en Portales, son pobres reyes o reyes pobres, cuya vestimenta da lástima y pena, sus coronas son de cartulina con pegoste de "orito", o papel dorado, usando barbas más falsas que un billete de mil nuevos pesos, llevan ropas raídas, y sus capas parecen telas compradas en la retacería más próxima, mientras el betún del negrito apenas si le alcanzó a cubrir una parte del rostro.
Pero los niños afortunados a quienes los reyes les alcanzó el aguinaldo o la tarjeta de crédito para llevarles un pequeño juguete han preferido cargar con juegos electrónicos (del ni entiendo o el atarantadi), o con juguetes chatarra made in Taiwán, que se encuentran en esas tiendas preposmodernas que venden todos sus productos a cinco pesos nuevos (cinco mil de antes), juguetes desechables que durarán lo que dura un anochecer, pero que no hay de otra.
Esos son los regalos para miles de niños del quinto piso, pero para los de quinta categoría los santos reyes magos no existen más y no es que los padres sean republicanos ni nada por el estilo, lo que sucede es que el dinero (con ceros o sin ellos) no resistió hasta el 6 de enero.
Hay otros, los niños de la calle, los que ni categoría alcanzan, tampoco alcanzarán una fiesta que no es para ellos, como no es nada de lo que sucede en la sociedad.
De cualquier forma, la inocencia de otras generaciones que miraban el cielo a los tres reyes, se acabó, para nadie es un secreto de que los santos reyes son los papás.

 Ya no sucede como aquel viejo chiste del niño que, en vísperas de reyes, dijo a sus amigos que sabía quiénes eran. Los chicos, intrigados, preguntaron y él, con gran inocencia respondió: Melchor, Gaspar y Baltasar.

jueves, 4 de enero de 2018

98 años de la muerte de Benito Pérez Galdós

Caricatura de Loredano
Hay autores que resultan de una riqueza inagotable. Pérez Galdós es uno de ellos. 

Escritor infatigable, con una vasta obra que ya forma parte de la literatura universal y que sigue tan vigente, inspirando a muchos autores contemporáneos como Almudena Grandes que, de alguna manera, le rinde homenaje a través de su Historia de una guerra interminable.

Pérez Galdós, también, fue modelo de muchos autores mexicanos desde el siglo XIX, como Ireneo Paz, el abuelo de Octavio Paz, quien escribió sus Episodios nacionales, como lo hizo Galdós.

A mi me encanta.





A uno de los grandes cineastas, Luis Buñuel, sirvió de inspiración para crear dos joyas de la cinematografía universa: Nazarín y, o Tristana.

Este 4 de enero, se cumplen 98 años de su muerte que aconteció en el barrio de la Moncloa, a la vuelta del emblemático café Van Gogh.


Hace unos meses me encontré una placa afuera de la casa en que vivió en el Barrio de las Letras, en Madrid, al lado de la Plaza del Ángel, que Octavio Paz menciona en su magistral poema Piedra de sol. 





También me tomé una cañita en La Fontana de Oro, que sirvió de inspiración para la novela del mismo nombre. Todo Madrid está permeado de su obra.

Sean estas caóticas notas un recuerdo de uno de nuestros grandes autores que no necesita ser recordado, pues su obra lo mantiene vivo ya para siempre.

lunes, 1 de enero de 2018

1 de enero de 2018


No ha transcurrido una hora del nuevo año y como hace más de tres décadas, en esta fecha, me siento frente a mi computadora a escribir, a renovar los sueños, a extrañar a los que se han ido (hace dos años no veo a mi madre) pero también a celebrar la intensidad amorosa con que vivo desde que conozco a mi mujer, hace un cuarto de siglo, bueno, faltan tres meses aún para ello.
No creo que vivimos en el peor de los países como suelen afirmar muchos de mis contemporáneos (hoy leía a un amigo que se pitorreaba de algunos becarios del fonca que se llevan al bolsillo varios miles de pesos mientras se quejan de que el país es de lo peor).
Por supuesto, tampoco creo vivir en paraísos como Venezuela o Cuba, como creen otros de mis amigos (y de varios examigos que me han excomulgado por hacer sorna de esa idea)

Vivo en un país difícil, complicado, peligroso, rudo, con enormes desigualdades sociales, pero también en un México capaz de enfrentar la adversidad, con amorosa solidaridad, como lo mostró hace unos meses, el 19S, cuando millones de mexicanos sufrimos una de nuestras grandes tragedias, y supimos enfrentarlo sacando fuerzas del dolor. Ese país, esos mexicanos, me gustan, me siento orgulloso de ser un mexicano como ellos.
Vivo en un país que necesita cambiar, que necesita organizarse al margen de los partidos y, aunque parezca contradictorio, apoderándose de ellos; sacudirnos de una clase política anacrónica; necesitamos convertirnos en muchos líderes que nos conduzcan (y conduzcamos) hacía un mundo nuevo y diferente, pero sin mesías demagógicos, ni farsantes corruptos, ni políticos brillantes  pero sin sensibilidad y que arrastran (igual que los otros dos) el fardo del autoritarismo priista.
2018 nos enfrenta a una las mayores tragedias de la política mexicana: la lucha entre conservadores contra ultraconservadores. Por primera vez, de 1988, la izquierda fue borrada del mapa. Ello me preocupa mucho pues una buena parte de los logros sociales se los debemos a las luchas de esa izquierda que contra viento y marea se enfrentaron a un poderoso Estado, a un represor gobierno que fue capaz de encarcelar, por ejemplo, a decenas de jóvenes, hace medio siglo, en 1968, tan sólo por cuestionarlo un poco.
La utopía por un mundo de iguales murió hace tiempo, queda una realidad desastrosa, una izquierda dispersa, sin fuerza, débil y otra embelesada por un bufón autoritario y conservador.
Vienen días difíciles.

Conozco el pasado, ese queda ahí y cada quien le da la lectura que quiera, del futuro nada sabemos. Pero aun así soy optimista en que nuestro país cambiará, tomará buen rumbo, no tras las elecciones del 2018 donde nada será modificado, sino más tarde que temprano.

De cualquier manera, miro el camino que transito, observo mi trabajo y creo que, parafraseando a José Joaquín Fernández de Lizardi: hago lo que puedo por mi patria.

Felices años por venir. A enfrentarse a ellos como Don Quijote, con sueños e ilusiones.

El Museo Casa de Carranza exhibe, por primera vez, el mayor número de caricaturas dedicadas al varón de Cuatro Ciénegas

  El Museo Casa de Carranza exhibe, por primera vez, el mayor número de caricaturas dedicadas al varón de Cuatro Ciénegas La exposición &qu...