domingo, 1 de noviembre de 2020

DAVID CARRILLO: UN ARTISTA CENTENARIO

 


David Carrillo: un artista centenario

OCT 31 • /

David Carrillo fue uno de los grandes exponentes de la caricatura mexicana que hizo del dibujo su vehículo de expresión. Hoy lo recordamos a cien años de su natalicio

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POR AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ

Historiador. Premio Nacional de Periodismo 2019; Twitter: @agusanch

Villaldama es una pequeña ciudad al norte de Nuevo León. Fue fundada a finales de siglo XVII al descubrirse algunas minas. En esa población aislada y lejana de las grandes urbes nació, el 29 de octubre de 1920, uno de los caricaturistas más importantes de este país: David Carrillo González.

 

Con buena estrella desde niño, tuvo la suerte de ser sobrino del muralista regiomontano Crescenciano Garza Rivera, otro gran personaje a quien la historia de la pintura y el muralismo (y sobre todo de Nuevo León) le debe un homenaje, pues es autor de importantes obras tanto en Monterrey, como en la Ciudad de México; fue un ilustrador que, también, colaboró en los primeros años de El Gran Diario de México.

 

El tío Chano, como le llamaba, fue una estrella importante en su vida pues al reconocer el talento nato que mostraba el niño David, no sólo lo estimuló, también fue un apoyo fundamental para que se marchara a la Ciudad de México a estudiar, becado, a la Escuela Nacional de Artes Plásticas (Academia de San Carlos), donde cursó pintura, dibujo y anatomía.

 

Pocos caricaturistas han tenido una formación académica en artes plásticas, como lo tuvo David, quien fue un gran maestro del dibujo; sus trazos quedaron plasmados en decenas de cuadernos que la familia debe tener resguardados, pues es sabido que sus manos construyeron un mundo maravilloso a través del arte.

 

Sin embargo, Carrillo optó por la caricatura, por el humor gráfico y no sólo nunca se arrepintió, sino que, llegó a decir, al ser distinguido con el Premio Nacional de Periodismo, que organiza el Club de Periodistas de México, “si volviera a nacer, sería otra vez caricaturista”.

 

Tenía 19 años cuando dio un campanazo. Revista de Revistas era una de las grandes publicaciones de este país; sus portadas solían ser realizadas por Ernesto García Cabral, Ángel Zamarripa (a) Facha u otros grandes artistas. En 1939, David Carrillo realizó, para la portada del semanario, un rostro de tres cuartos de perfil, mordaz y terrible, pero no menos hermoso, como obra de arte: José Stalin.


Stalin. Primera publica























 

A pesar de los pocos espacios existentes en la prensa, debido a la censura de esos años, y no obstante la calidad de muchos autores ya consolidados, como el mismo Cabral, Audiffred, Facha, y muchos más, David Carrillo supo enfrentar el reto de ocupar un lugar en la caricatura.

 

Tal vez debido a la compleja competencia existente, se refugió en espacios dedicados a la farándula como Diversiones o en Melodías musicales, donde destacan sus trazos plasmados con tinta y una singular maestría.

 

En Melodías musicales tuvo un espacio singular y logró ejercitar diversas expresiones de humorismo gráfico, desde el retrato, pasando por la caricatura, ilustraciones en lápiz y carboncillo que daban un toque parecido al grabado en linóleo, hasta pequeñas historietas ilustrando grandes éxitos musicales que estaban en boga, como la canción “Cien años”, del maestro Rubén Fuentes.

 

Por esos años, también, ilustró diversos carteles de cine de su época de oro, un hecho poco conocido y que valdría la pena recuperar. Se sabe que hubo en México grandes autores, desde los exiliados Josep Renau, Juanino Renau, Ernesto Guasp y Francisco Rivero Gil, al lado de Ernesto García Cabral, Miguel Covarrubias, Antonio Arias Bernal o Andrés Audiffred, entre los mexicanos.
Muy joven, David hizo diversos carteles de películas como La hija del panadero, de Joselito Rodríguez, o La virgen que forjó una patria, de Julio Bracho, cuando apenas tenía 22 años.

 

También realizó carteles de teatro para Palillo quien fue un personaje que le apoyó mucho en esos años cuando el joven Carrillo buscaba la manera de dedicarse al arte, por entero, y vivir de su talento.

 

En 1992 le contó a Rogelio Agrasánchez cómo realizaba esos trabajos: “(el editor) utilizaba el sistema process de aquel tiempo, con tintas planas. Yo le hacía los dibujos en pequeño, sobre papel Ross –que sigo aún utilizando para la caricatura y que tiene superficie rugosa–, con lápiz graso. Castillo los proyectaba con un aparato al tamaño real en que planeaba imprimir el cartel. Podía meter hasta dos colores, pero para eso tenía que hacer dos tiros. Una vez proyectado el dibujo, Castillo lo calcaba sobre un cristal. Luego, ya con la imagen copiada sobre el cristal, colocaba una tela sobre éste y volvía a calcar el dibujo en el textil, usando un lápiz graso. Después tapaba los espacios que debían quedar en blanco; los cubría con cola o no sé qué; era un sistema que él había desarrollado”.

 

Aunque en ese tiempo todos los caricaturistas querían ser como el Chango Cabral, quien incluso los estimulaba diciéndoles “copia mi trabajo”, David Carrillo venía de una influencia familiar, el Tío Chano, sin embargo, nunca dejó de reconocer a estos dos grandes artistas y el impacto que tuvieron en su vida y arte.

 

Su obra se caracteriza por un trazo clásico. Construyó su propio universo, con un estilo propio, sus trazos adquirieron una personalidad y su manera de hacer caricatura tuvo su propio nombre. Alejado de la tendencia que encabezó su paisano Abel Quezada, que con trazos “sencillos” y mucho texto mostraba su mundo, generó una suerte de cauda de jóvenes que quería dibujar como él; en cambio, Carrillo, siguió una línea personal, usando el lápiz graso, la acuarela y tinta; su presencia comenzó a destacar en innumerables medios, como ZócaloAB o Novedades.

 

A la par que su presencia en la prensa nacional, colaboró en revistas como Don FufurufuMuñecosLa Vida en BromaNosotrosMañana y Opinión, entre otras.

 

En El Universal brillaba casi desde su origen el gran maestro Andrés Audiffred, que tuvo una permanencia de varias décadas. Al morir, llegó a esas páginas el “Brigadier”, Antonio Arias Bernal, quien lamentablemente sólo se mantuvo poco tiempo, pues también falleció. Entonces, Carrillo heredó el espacio de estos gigantes. Durante dos décadas su presencia formó parte de la memoria de este diario centenario. En los años setenta pasó a El Sol de México.

 

En un homenaje hay que destacar dos logros más: su lucha por la reivindicación de los derechos autorales, que lo llevo a conformar, con otros colegas, la Sociedad Mexicana de Caricaturistas, que dirigió durante muchos años, y el importante papel que jugó al resguardar la memoria histórica de la caricatura, cuando a nadie le importaba (de hecho sigue sin importar).

 

David empezó a solicitar obras a sus colegas para hacer una retrospectiva, que al final no se realizó, pero que fue la base de lo que sería parte fundamental del acervo del Museo de la Caricatura de la Ciudad de México.

 

Realizó innumerables exposiciones en diversos recintos, pero una de las más importantes fue la muestra Recordar es David, en el Museo de Historia Mexicana de Monterrey, cuya importancia radica en que fue reconocido en su estado natal, en uno de los museos más importantes de nuestro país. (Es una pena, y una vergüenza, que en Villaldama, su pueblo natal, jamás le brindaran un mínimo homenaje).

 

Murió hace apenas cinco años, en 2015.  Tenía una juvenil fortaleza de 95 años y una satisfacción enorme por haber trascendido en el mundo de la caricatura y del arte.

 

FOTO: David Carrillo por Helioflores. Colección


domingo, 11 de octubre de 2020

No escuchar, no leer. Pedir perdón o un viaje inútil

 

Leo la carta que envía el presidente mexicano al Papa y no deja de sorprenderme, una vez más, el soliloquio que vive el presidente López Obrador.

           Apenas el año pasado había pedido tanto al Papa como al Rey de España que debían pedir perdón a los pueblos originarios; de inmediato obtuvo una respuesta del papado señalado que en TRES OCASIONES, lo habían hecho. Esto fue, apenas, el 26 de marzo de 2019. 

En ese escrito, se recuerdan los tres hechos:

1.     En 1992, con motivo del Quinto centenario de la llegada de Colón a América: Juan Pablo II reconociera: “con toda verdad los abusos cometidos debido a la falta de amor de aquellas personas que no supieron ver en los indígenas a hermanos e hijos del mismo Padre Dios”, pidiendo, “en nombre de Jesucristo, como Pastor de la Iglesia”, que “perdonen a quienes los han ofendido, que perdonen a todos aquellos que durante estos quinientos años han sido causa de dolor y sufrimiento para sus antepasados y para ustedes”.

2.     En 2007, Benedicto XVI, señaló: “el recuerdo de un pasado glorioso no puede ignorar las sombras que acompañaron la obra de evangelización del continente latinoamericano:  no es posible – decía Benedicto - olvidar los sufrimientos y las injusticias que infligieron los colonizadores a las poblaciones indígenas, a menudo pisoteadas en sus derechos humanos fundamentales. Pero la obligatoria mención de esos crímenes injustificables —por lo demás condenados ya entonces por misioneros como Bartolomé de las Casas y por teólogos como Francisco de Vitoria, de la Universidad de Salamanca— no debe impedir reconocer con gratitud la admirable obra que ha llevado a cabo la gracia divina entre esas poblaciones a lo largo de estos siglos”.

3.     En 2015, el papa Francisco dijo: “Les digo, con pesar: Se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios. Lo han reconocido mis antecesores, lo ha dicho el CELAM, el Consejo Episcopal Latinoamericano, y también quiero decirlo. Al igual que San Juan Pablo II, pido que la Iglesia  -y cito lo que dijo él-  ‘se postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos’. Y quiero ser muy claro, como lo fue San Juan Pablo II: Pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América. Y junto a este pedido de perdón, para ser justos, también quiero que recordemos a millares de sacerdotes, obispos, que se opusieron fuertemente a la lógica de la espada con la fuerza de la cruz. Hubo pecado, hubo pecado y abundante, y por eso pedimos perdón, pero allí también donde hubo pecado, donde hubo abundante pecado, sobreabundó la gracia a través de esos hombres que defendieron la justicia de los pueblos originarios. Les pido también a todos, creyentes y no creyentes, que se acuerden de tantos obispos, sacerdotes y laicos, que predicaron y predican la Buena Nueva de Jesús con coraje y mansedumbre, respeto y paz, sin olvidar a las monjitas que anónimamente recorren nuestros barrios pobres llevando un mensaje de paz y de bien, que en su paso por esta vida dejaron conmovedoras obras de promoción humana y de amor, muchas veces junto a los pueblos indígenas incluso hasta el martirio”.

No dudo que alguien se los haya señalado, pero es tanta su arrogancia que, tampoco dudo, les hicieran hecho caso.

Por lo demás, la cauda de perdones debería irse con ols romanos queconquitaron iberia, ols fenicios, que hicieron los porpio, los áraba

Tal vez por ello no me asombra que la señora López Obrador, no fuera sido recibida por el Rey de España y su viaje se restringiera a Italia y Francia (en plena pandemia, por cierto).

https://www.vaticannews.va/es/iglesia/news/2019-03/tres-papas-pidieron-perdon-pecados-contra-pueblos-originarios.html


jueves, 8 de octubre de 2020

Lo que nos faltaba: la influenza española de 1918

Hoy, como hace cien años, la sociedad mexicana vive una doble crisis: la del inútilidad gubernamental y la pandemia. 

En este número de octubre, presento en la revista Relatos e historias en México, mi cartón del mes, que fue realizado hace un siglo y sigue tan vigente. 




martes, 6 de octubre de 2020

Quino: el mundo tiene sabor a sopa

 

Quino: el mundo tiene sabor a sopa

OCT 3 

El creador de las Quinoterapias fue un autor multifacético que dibujó tiras cómicas y reflexivas más allá de Mafalda. Este ensayo nos brinda un amplio panorama del humorista gráfico más importante de Argentina de la segunda mitad del siglo XX

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POR AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ

Historiador. Autor de Miradas que matan. Crónicas de mujeres asesinas (Lectorum, 2019); Twitter: @agusanch

 

El humor es una necesidad vital del ser humano.

 

El humor gráfico se inventó hace no mucho para tratar de enterarnos, para darnos razón de ser, para enfrentarnos a una realidad que, la mayor de las veces, repudiamos, nos molesta y nos incomoda; es entonces cuando solemos burlarnos de ese mundo tan desgraciado y aplastante, para darle una solución fútil que, con el tiempo, cuando se le añade arte, se convierte en una solución eterna, capaz de conmovernos, de permitirnos entender eso que nos fastidia. Pero aun cuando no logramos entender, por lo menos servirá como un paliativo a la vida, al permitirnos sonreír, sobre todo ahora, en que la sonrisa, el humor, se ha vuelto enemigo social ante los inmorales moralistas políticamente correctos.

 

En 1964, Joaquín Salvador Lavado Tejón, que firmaba como Quino, inició una tira de humor que tuvo como protagonista a una niña a quien llamó Mafalda, nombre de un bebé que aparece en la novela Dar la cara, de David Viñas (de la que también se realizó película).

 

En más de una ocasión, investigando, me he encontrado cómo la vida juega con el calendario, las historias se entrelazan de manera mágica (o a veces trágica). Tal vez por eso, cada vez me convenzo más de que la historia no es más que el cúmulo de anécdotas que se entrelazan, como una telaraña, para contarnos algo que pasó, para lamentar o para festejar.

 

Digo esto porque justamente el día que Mafalda cumplía 56 años de nacer, el 29 de septiembre de 1964, en la revista Primera plana, la madrugada del 30, pero de 2020, fallecía ese hombre al que todo el mundo conocía como Quino.

 

La historia de Mafalda, originalmente, no estaba contemplada para aparecer en una tira cómica, digamos autónoma; su destino era ser parte de una campaña publicitaria de la empresa llamada Mansfield y el nombre de los personajes, por tanto, deberían llevar la letra eme.

 

La marca lanzaría al mercado refrigeradores, lavadoras, estufas, televisores y otros productos para el hogar, pero la empresa fracasó y no se hizo la campaña y eso fue lo mejor que debió sucederle al mundo, sin duda alguna (aunque los empresarios seguramente no pensaron lo mismo).

 

Sylvina Walger, que escribió los textos para el libro Mafalda inédita, señala este proceso de creación para demostrar que ello “prueba hasta qué punto su autor nunca se pensó a sí mismo como un crítico del mundo y, menos aún, tuvo expectativas de transformalo porque, según sus propia palabras, no cree que el humor transforme nada”.

 

En efecto, el humor no transforma nada, pero nos marca un camino, una vereda, un sendero por el que transitamos de manera cotidiana, sin deambular por la vía que conduce al mundo de lo normal y lo políticamente correcto. El humor contempla y contraviene, nos da elementos de sobrevivencia, nos da pautas de cómo sobrevivir a un mundo cada vez más atroz.

 

Y Quino, con su Mafalda, generó un universo de imágenes, de palabras, de frases, sin proponérselo, gestó una de las obras maestras del humor gráfico.

 

Su genialidad fue de tal magnitud que nunca nadie logró ni siquiera imitarlo.

 

Mafalda es tal vez el único personaje infantil y femenino que transgrede, que se rebela y se adelanta a sus tiempos, al cuestionar sobre las verdades de la vida, desde el espacio familiar, hasta el espacio universal.

 

Protagonista excepcional, Mafalda cuestiona, pregunta, rechaza, define un mundo que abrió espacios en el último cuarto de siglo y que hoy nos hace falta, ante la regresión política en el mundo y, peor aún, entre los humoristas gráficos. ¿Quién habría pensado que hoy, algunos caricaturistas mexicanos, defenderían a los cuerpos represivos, que no tienen sexo, en contra de las legítimas luchas de las mujeres a las cuales, sin duda, Mafalda se sumaría?

 

Y aquí vale la pena subrayar la necesidad de cuidar a Mafalda, la eternidad del personaje rebelde que ha mostrado su crítica al poder, de manera extraordinaria y sin caer en el panfleto.

 

Cuidarla ante los usos que se le quieran dar, evitando convertirse en bandera de grupos conservadores como sucedió hace un par de años en Argentina, cuando los grupos que estaban en contra de la ley del aborto legal usaron su imagen.

 

Quino, quien ya para entonces vivía discretamente y alejado de la vida pública, salió a desmentir esa visión y dejó claro su apoyo a los derechos de la mujer: “Siempre he acompañado las causas de derechos humanos en general, y la de los derechos humanos en las mujeres en particular, a quienes les deseo suerte en sus reivindicaciones”.

 

Y es que ese entrañable personaje fue capaz de sobrevivir tantas décadas y, más aún, como toda obra clásica, convertirse en inmortal.

 

Nadie mejor que Mafalda para describir a sus compañeros de aventuras como lo hace en la carta que publicó al director de Siete días: Felipe, “él es bueno, un poco simple, tierno y, a pesar de que en las escuela está en un grado más que yo, a veces lo cuido como si fuera hijo mío”.

 

Manolito “a veces me hace enojar porque es un cabeza dura. Siempre quiere tener razón… y lo que más bronca me da es que casi siempre la tiene”.

 

Susanita “parece el premio nobel de la clase media; Miguelito nos hace reír porque piensa siempre las cosas más fantásticas”.

 

Quino construyó, así, el universo infantil de una generación que echaría para adelante nuevas aspiraciones de vida, más allá de la cotidianidad que habían vivido generaciones anteriores; y es que Mafalda es contemporánea de los grandes movimientos juveniles de los años 60. No es gratuita su admiración por Los Beatles, que son, indudablemente, expresión de la rebelión de hace más de medio siglo. “Los Beatles me gustan mucho porque son muy alegres, están de acuerdo conmigo en muchas cosas, y tocan la música que nos gusta a los jóvenes”.

 

Además, todo ello, realizado con una maestría excepcional, pues Quino fue capaz de generar tanto el dibujo como el argumento de sus tiras cómicas, contrariamente al resto de la mayoría de los grandes humoristas como Gabriel Vargas, que tenía una fábrica de dibujantes, por ejemplo (lo que no demerita su obra, por cierto).

 

 

Más allá de Mafalda
Mafalda parece, lo es, omnipotente. A Quino le sucedió lo que a Cervantes con su Don Quijote, y muchos otros autores cuya obra principal opacó el resto de su creación.

 

Hay una prehistoria de Mafalda, que comienza con el jovencito Quino, de 18 años, que tras caminar por varias redacciones ofreciendo su trabajo y sin rendirse ante los rechazos, encuentra un espacio en el semanario Esto es, una revista que buscaba la reconciliación del peronismo en crisis de la que tenemos pocas referencias.

 

Argentina es cuna de grandes humoristas gráficos, como Oscar Conti —que firmaba como Oski—, de una generación anterior a Quino y quien le inculcó la disciplina. “Él decía que si te encargaban una cosa del último diarito o del diario más importante del mundo, hay que hacerla como si fuera para el New York Times”, confesó a Rodrigo Alarcón, del Diario de Chile.

 

Oski, como muchos caricaturistas de esa época, abrevaron de la obra del norteamericano Steinberg, cuyos trazos complejamente sencillos lograron seducir a toda una generación a artistas gráficos como el propio Quino, o a los mexicanos Sergio Aragonés y Rius, entre muchos más.

 

En su primer libro, Mundo Quino, publicado en 1963, se nota claramente la influencia de Osky y de Steinberg. Este libro, por cierto, le abrió las puertas al mundo editorial, pues su tiraje se agotó a los pocos días.

 

Mundo Quino recogió una serie de dibujos humorísticos mudos, que enfrentaba al lector con el humor negro, el absurdo, la trasgresión, la inconformidad con un mundo incoherente que aplasta.
Quino estaba destinado a triunfar como humorista gráfico y su camino se habría diversificado pero… apareció Mafalda, quien apenas le dejó tiempo y espacio para hacer algo diferente. El impacto de la niña contestataria, como le llamó Umberto Eco, pospuso una obra que debió retomar al cerrar el ciclo de Mafalda, en 1973.

 

Tras ese momento, Quino realizó diversos libros, además de los millonarios tirajes de Mafalda, con títulos como Bien, gracias, ¿y usted? (1976), Déjenme inventar (1983), Quinoterapia (1985) Gente en su sitio (1986), Sí, cariño (1987), Potentes, prepotentes e impotentes (1989), Humano se nace (1991), ¡Yo no fui! (1994), ¡Qué mala es la gente! (1996), ¡Cuánta bondad! (1999) y ¡Qué presente impresentable! (2005), Quién anda ahí (2012), Simplemente Quino (2016).

 

En toda su obra, Quino manifiesta el mundo que recrea en Mafalda, sin duda alguna: el humor negro, la crítica que contraviene la realidad, el cuestionamiento del hoy y del devenir; el remate sorprendente de cada final de sus tiras, la representación del ridículo cotidiano de un mundo que se cree perfecto y resulta cada vez más impresentable.

 

Pero también expresa a un mundo nostálgico, irreverente, soñador, triste y hasta deprimente, como el cuadro del tipo que se pregunta “ser o no ser” y decide echar un volado. El resultado es un traje vacío y unos lentes quevedianos apenas recogidos en el sillón.

 

Poco se ha hablado de la tristeza que puede generar el humor, algo de lo que Oski menciona al considerar que “el humor siempre se basa en el dolor, la tristeza, el ridículo; es una manera de sobrevivir a la angustia”, cita que rescata Manuel Álvarez Junco en su libro El humor gráfico y su mecanismo trasgresor.

 

Quino había abandonado el dibujo hace más de una década. En 2009 se despidió con una carta en el Clarín, de Buenos Aires: “Como ya saben, desde hace un par de años esta querida revista viene republicando páginas mías, algunas dibujadas hace mucho tiempo, otras no tanto… Resultó interesante volver a verlas por la asombrosa actualidad que presentaban muchas de ellas —agregó—, lo que prueba que tantos problemas que hoy nos agobian vienen repitiéndose gracias al talento que pone la sociedad en reciclar sus errores”.

 

Ese adiós del dibujo, natural en la vida de todos los seres humanos, se ha convertido en una despedida eterna y hay que agradecer la herencia que nos legó: una niña necesaria que nos recuerde, pues parece que la sociedad tiene amnesia y regresiones, que el mundo está enfermo y que uno no se baja (al menos no por gusto) y se queda aquí, tratando de sobrevivir a la tristeza y a la maldad del poder, gracias al humor.

 

Para su fortuna fue un hombre muy reconocido en vida, cosa rara en un mundo donde el humor, tan vital, suele ser menospreciado.

 

Se fue Quino, se queda Mafalda, eternamente, en este momento en que el mundo se parece más y más a la sopa que tanto repudiaba.

lunes, 5 de octubre de 2020

FRENA y MORENA: la ultraderecha en el espejo

 


Las caricaturas que hacen Alarcón, en El Heraldo, y Chavo del Toro, en El Economista, donde muestran a Taibo y a Martín Moreno frente al espejo, es un retrato fiel de la realidad que se vive en México.

Mucho se ha criticado el reciente grupo de FRENA, cuya religiosidad es patente, pero creo que cada palabra de ellos, se puede poner en el espejo y decir lo mismo de MORENA.

La sociedad mexicana vive un peligroso futuro entre las locuras del empeOrador AMLO I y las pretensiones de Lozano; no existe, hasta hoy, ninguna alternativa medianamente cogerente, ya no digamos de izquierda, me conformaría con un sólido centro capaz de sacar al país del marasmo que López Obrador lo ha conducido.

Las raíces de ultraderecha se encuentran en ambos grupos: MORENA es gobernado, desde la oficina de la presidencia, por Alfonso Romo, miembro de Opus Dei y de Legionarios de Cristo, mientras el EmpeOrador sigue llenado plazas, haciendo mítines viajando irresponsablemente por todo el país. Sin cubre bocas.



La marcha del 3 de octubre es de preocupar, desde el punto de vista ideológico, pero no menos este gobierno conservador que sigue engañando con una falsa careta de izquierda.

Ni estampitas de detente ni guadalupanas nos salvarán jamás. Aunque nuestro pueblo globero siga creyéndolo.


lunes, 28 de septiembre de 2020

Contra las bibliotecas

 



Acabo de encontrar un texto que escribí hace casi tres décadas, cuando la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada cumplió 70 años, que iba a publicar hoy, pero lo dejaré para mañana.

Es un breve testimonio de la importancia que ha tenido esa biblioteca en mi vida, y en la de cientos de investigadores más.

Leo en twitter y en Facebook las molestas generadas por que el grupo conservador de FRENA puso una biblioteca en medio de su plantón, en el Zócalo capitalino y da grima los comentarios.

No comulgo, en absoluto, con ningún grupo conservador y autoritario, como FRENA o MORENA, sin embargo, esa biblioteca hace una diferencia capital.

Ignoro si tiene libros o no, ignoro si lo consultan o no, pero el sólo hecho de colocar una biblioteca en medio de una protesta, por más estéril que esta sea, me parece halagador para la cultura.

Sabemos que esos grupos conservadores lo son, entre otras cosas, por su desapego a la cultura, su ignorancia, su desdén a la lectura y, por ello, me parece, lo reitero un gran acierto.

Desconcierta pues, que universitarios, gente que se supone ama la lectura, descalifique un acto así.

De no existir la pandemia, hubiera ido a visitarla y, de funcionar, hasta cooperar con algunos libros clásicos que nunca sobran, en ningún lugar y para ninguna persona.

Que el hígado no nos haga repudiar cosas tan hermosas como las bibliotecas.




domingo, 20 de septiembre de 2020

Alfonso Romo y la censura a Carmen Aristegui


Cada vez que este gobierno se quiere mostrar como adalid de las libertades pone como ejemplo la censura a Carmen Aristegui, acusando a Felipe Calderón de sacarla de los medios.

El poder es único, cambia la manera de aplastarnos, pero al final, como en la pirinola, todos perdemos, menos ellos.

Pues resulta que desde hace años se sabe, porque así lo afirma, y lo había escrito ella misma, que fue Alfonso Romo quien en realidad la corrió de MVS.


Romo es un empresario regiomontano que en los años noventa fue acusado por el entonces combativo López Obrador como beneficiario del FOBAPROA.

Romo es el jefe de la ofina de la presidencia de AMLO, es decir, se encuentra con todo el poder, agazapado, sin que nadie lo vea, como en los tiempos del salinismo lo fue Joseph Córdova.

No sólo eso, forma parte de los grupos de ultraderecha que gobiernan en este país, ante la ingenuidad de quienes creen que AMLO es de izquierda. Forma parte de los Legionarios de Cristo y del Opusdei.

Justamente, por defender al pederasta Maciel fue que despidió a Caren Aristegui, con la complicidad de Pedro Férriz, quien ahora quiere vestirse de héroe opositor.

La Agencia Quadratin publicó este texto: 
"En 1998 acompañó a Ferriz en su migración de MVS a Grupo Imagen, pero en 2002, en el programa Círculo Rojo del Canal de las Estrellas que Carmen conducía con Javier Solórzano, ventiló el tema de los abusos de pederastia cometidos por el líder de Los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel. Eso tuvo repercusiones en la radio: “fue motivo de disputa y ruptura con Grupo Imagen. El socio capitalista Alfonso Romo se volvió loco, enardeció y maquinó las cosas para echarnos de Imagen. Terminó en ruptura porque no estábamos dispuestos a aceptar que Romo impusiera una línea editorial dirigida por Pedro Ferriz. No estuvimos de acuerdo en que nuestra posición editorial cruzara por la dirección de Ferriz ni de nadie, porque nuestro convenio indicaba que éramos directores de nuestro espacio”, dijo Aristegui a la revista Gatopardo."
https://www.quadratin.com.mx/opinion/Aristegui-una-trayectoria-que-incomodaArturo-Herrera-Cornejo/


ADIÓS querido Ziraldo

 El 6 de abril falleció uno de los grandes caricaturistas de este mundo: Ziraldo Alves Pinto, que firmaba como Ziraldo, Premio Quevedos, 200...