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miércoles, 1 de octubre de 2014

En un lugar de la Mancha

Don Miguel de Cervantes nunca quiso decirnos en qué lugar de la Mancha "vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda".
Decenas de estudios, miles de imágenes han mostrado lo que el imaginario colectivo ha querido creer.
Don Quijote y Sancho Panza son parte de la iconografía universal, sueño de muchos, encanto de quienes lo leen aunque, hay que decirlo, no son muchos los lectores de hoy. 
Claro, todos repiten la frase que no dijo, "Ladrán, Sancho", hasta el más analfabeta de los presidentes mexicanos lo repitió.
Pero no es eso lo que quería contar.
Quise buscar el lugar de la Mancha o, cuando menos, caminar, andar por los campos cervantinos, y andando por la vieja Hispania, me encaminé con dos grandes amigos, Manolo Junco, uno de los grandes artistas gráficos de España, tal vez quien más ha teorizado en el mundo sobre el diseño gráfico y el humor, y mi editor favorito de España, José Manuel Martín, quien publicó mi más reciente libro y con quien inicié el sueño de llevar a Posada a España.
Andar por la vieja Iberia con estos amigos es sentirse mimado, apapachado, casi como en casa, bueno, casi, porque no me dejan lavar trastes.
Mis amigos complacientes me llevaron a los campos de la Mancha, y muchos sitios más, pues quería andar por esos sitios mágicos, anhelados.
España siempre ha sido un sueño, una obsesión para entender mejor lo que somos los mexicanos. Recuerdo la primera vez que fui, viajaba en el tren de París a Madrid, toda la noche y desde la litera del vagón me asomaba a cada rato pues anhelaba encontrar esas tierras de donde vinieron mis otros antepasados.
Era una tierra roja. Era una llanura. 
Paisaje de fábula, de literatura, de ensueño.
Ese sábado 27 de septiembre resultó inolvidable. Rolar por la Mancha, por los campos de Castilla, andar por los montes de Consuegra donde existe un conjunto de molinos que evocan el sueño y mito de Don Quijote.
En Consuegra, también, se tiene noticias de que fue uno de los primeros sitios poblados por los iberos, ese pueblo nómada que a la postre daría nombre a toda una Nación.
Andar en la Mancha fue parte de esos sueños que uno va buscando por la vida.
La magia de José Guadalupe Posada, una vez más, me ayudó a caminar por ese mítico sitio y guardar celosamente en la memoria, ya para siempre, ese lugar.

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