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miércoles, 9 de julio de 2014

3 Posada en el periodismo. La Juventud literaria

Posada arribó a la capital del país, probablemente, en 1888, tras renunciar a sus clases de litografía en León y después de la terrible inundación de León.
Tenía una larga experiencia profesional que comenzó dieciocho años antes, en 1871; era  un grabador formado y consolidado; un profesional que había realizado diversos tipos de impresiones: la caricatura, la impresión comercial y religiosa, la ilustración y dibujos en periódicos y revistas.
En la ciudad de México se vincula con un impresor, y escritor, muy importante: Ireneo Paz, que como dato curioso, fue abuelo del poeta Octavio Paz.
Lo curioso es que el escritor Arturo Paz, hijo de don Ireneo Paz, lo llama joven promesa, en un texto donde da la bienvenida a la ciudad de México, el 28 de octubre de 1888, en La Juventud Literaria:

El Sr. Guadalupe Posada

Los dibujos que publicamos hoy en la se­gunda parte de la última plana de nuestro semanario, es debido (sic)  al magnifico lápiz del joven cuyo nombre encabeza estas líneas.
           Nuestros lectores pueden admirar cuánta idea, cuánta imaginación tiene el apreciable joven Posada quien en sus ratos de ocio ha dibujado cosas pequeñas que no son ciertamente lo mejor que él hace.
           Mucho nos complace dirigir elogios a quien lo merece, adivinamos en Posada al primer caricaturista, al primer dibujante que tendrá México.
           Próximamente esperamos dar una obra maestra de él, la que esperamos merezca los elogios de la prensa y de los inteligentes.
           Por ahora felicitamos cordialmente al Sr. Posada, deseando siga adelantando en el divi­no arte a que se ha dedicado...

Los dibujos a los que se refería Arturo Paz, que se pueden ver aquí,  tenían que ver con un hecho doloroso, sin duda, para Lupe: “La reconstrucción de León”, que apenas unos meses atrás había sido devastada por una gran inundación.

Los excelentes trazos, realizados con lápiz litográfico, muestran una gran maestría del trazo, acorde con los artistas en boga de ese momento, como el gran maestro José María Villasana.

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