En el Zócalo apareció un
palacio medieval amurallado
Agustín Sánchez González
Dicen que en nuestra
Plaza Mayor se fundó este país.
Cuenta la leyenda que
los mexicas erigieron esta ciudad en el sitio donde encontraron un águila sobre
un nopal que devoraba una serpiente. Un mito hermoso y fundacional. Desde
entonces, nuestra Plaza mayor, nuestro Zácalo es, sin duda, nuestro gran
ombligo, pero también nuestro corazón; es un espacio de lucha y libertad, de
miedo y alegría, de encuentro y desencuentro.
Es nuestra imagen y
también nuestra realidad.
Tal vez es el espacio
más fotografiado, en donde se siente la vibración de nuestro ser, de nuestro
ente. Pero de las millones de imágenes vistos o guardadas en la memoria, sólo
unas cuantas pueden ser evocadas como parte de nuestra tragicomedia. Un breve
recuento de ellas, debe partir de la gran matanza del Templo Mayor, en 1520.
Pero, hay muchas
otras más, tal vez hasta motivo de un libro. Imágenes como la quemazón del
Parían, en1828, por las huestes que peleaban en torno al futuro del país u otra
más terrorífica por lo que simboliza: el izamiento de la bandera de Estado
Unidos, el 15 de septiembre de 1847, que significó el preámbulo de la mayor
humillación a nuestro país y la aceptación tácita de su derrota y, además,
perder más de la mitad del territorio nacional.
Plaza Mayor historia y vida, fiesta y tragedia.
Por este sitio llegó Madero tras derrocar al dictador, en una gran fiesta que convocó a miles de mexicanos a saludar un cambio que terminó, tras la fiesta, en una tragedia más, por la corrupción familiar de Madero, los errores de su propio gobierno que nunca escuchó a los aliados que, a la postre se convirtieron en sus enemigos, como Zapata y lo peor, por su alianza a las manos asesinas del General Victoriano Huerta y los militares que lo acompañaron a quien Madero les dio gran poder.
Siglo XX, cambalache,
dice el tango.
En 1968, el 27 de agosto se llevó a cabo un plantón de estudiantes y el ejército llegó con tanques y metrallas ante un numeroso grupo de jóvenes que sólo pedían dialogo público y fueron expulsados de ese espacio destinado, o eso siempre se ha creído, para glorificar al poder.
Imágenes de dolor,
ajenas a las imágenes de alegría, en 1938, cuando Lázaro Cárdenas expropió el
petróleo e hizo un llamado al pueblo a apoyar esa epopeya y lo logró; o en 1982
cuando la izquierda mexicana llenó el Zócalo capitalino con el cierre de
campaña de Arnoldo Martínez Verdugo, líder histórico del comunismo mexicano, en
un evento que se llamó Zócalo Rojo, emparentado con el triunfo de Cuauhtémoc
Cárdenas en 1988, birlado por personajes que actualmente se mantienen en el
poder, y en 1997 cuando a fuerza de votos ganó la ciudad de México. Fue una
fiesta por la democracia, al igual que en 2018, cuando López Obrador ganó las
elecciones de manera contundente e iluminó el rostro de millones de mexicanos
que miraron y soñaron con un mundo diferente.
Hay muchas imágenes
más, decenas de estampas que se han convertido en históricas y que son
recordadas por los historiadores y por la memoria de la sociedad mexicana.
Hoy, marzo de 2021,
vemos una imagen deprimente, atroz: miles de metros de murallas, como las
soñaba Trump, cubren palacio nacional, o como en los viejos castillos o
palacios medievales donde se tendía un foso con cocodrilos para no ser tomado
por los infieles o por los enemigos.
Es una imagen llena
de desazón pues estas fotos, ya históricas, no se deben ni a la invasión de
otra nación, ni a una guerra, sino a una justa demanda de mujeres mexicanas que
buscan, tan sólo, justicia.
Mujeres asesinadas y
violentadas a diario a quienes no sólo no se les ha hecho justicia, sino que
son denostadas a pesar de que, muchas de ellas, celebraron la última gran
fiesta que hubo en el Zócalo, en 2018.
Tiempos de muertas y
de violencia. Tiempos oscuros que presagiaban luz y alegría y muestran un
futuro falaz, sin futuro. La casa nuestra, seguirá entre muros, el poder se
mantendrá vetado para las mujeres que seguirán, sin duda, sin ser escuchadas,
por lo menos en los próximos años.
¡Será entonces que la
leyenda fundacional no cuenta la verdad y que, en realidad, la ciudad se fundó
en el sitio exacto en donde el águila defecó con singular alegría!
*Historiador
3 comentarios:
ES increible la cantidad de cosas que escribes y tus múltiples referencias , me impresiona.
Interesante posición.
Yo di un comentario breve y aparece mi nombre en otro comentario , es decir , el primer comentario que no hice ...,,es increíble la cantidad de cosas.,,,,,,,qué pasó? Porque sale con mi nombre . No me molesta para nada más bien quiero saber si puse mal mi comentario y me metí al comentario que ya tenias .
Publicar un comentario