Limpiando la pc de archivos repetidos y/o antiguos, me encontré este texto que no recuerdo por qué no publiqué; es de hace doce años, cuando atraparon a la mataviejitas.
El Rococó de la
Mataviejitas
Agustín Sánchez González(c)
El
crimen social suele deparar sorpresas. 2006 comenzó con el descubrimiento de
una asesina serial que muestra, una vez más, que la realidad supera la ficción.
Literariamente hemos presenciado una dolorosa historia de nota roja que se
engarza con un fenómeno estético: la historia de Juana Barraza Samperio, la hoy
famosa “Mataviejitas”, vinculada a un cuadro del pintor francés Jean Baptiste
Greuze en la escena del crimen.
Desde
hace varios meses, las investigaciones realizadas desde la Procuraduría de
Justicia del Distrito Federal habían generado avances importantes en el estudio
del personaje de marras.
Hace unas semanas Miguel Ontiveros,
director del área de Investigación del
Instituto Nacional de Ciencias Penales caracterizó al “Mataviejitos” como “un
hombre de mediana edad, con preferencias homosexuales, quien pudo sufrir en su
infancia maltrato infantil o abuso sexual por una figura materna y que por ello
busca tener una satisfacción interna,
expresada en la necesidad de matar con ánimo de venganza.
“Los datos para pensar que este sujeto puede
tener preferencias sexuales de carácter homosexual, señaló Ontiveros, se
derivan de una cadena causal. Primero tenemos el antecedente, establecido en la
ciencia criminológica, de que la mayoría de los asesinos seriales han sido
maltratados, víctimas de abusos sexuales; así, el “Mataviejitas” es un hombre
que ha elegido disfrazarse de mujer y, por último, tenemos la imagen de la
pintura de Jean Baptiste Greuze, Retrato
de juventud, encontrada en la escena
del crimen en tres de los casos. Se trata de tres elementos fundamentales donde
se habla de una falta de identidad sexual”.
Ontiveros no estaba alejado de la
realidad, si bien no es un hombre, es una mujer con características masculinas
(alta, robusta, pelo corto), de 48 años, que se dedica a la lucha libre y usa
como nombre de batalla “La dama del silencio”.
“Analfabeta”,
así se declaró la asesina. Si así fue, ¿de donde provino la atracción por un
pintor poco conocido en términos populares y/o académicos?
Fuera de aquel
dogmatismo populista que habla de la sabiduría del pueblo, hay que reconocer el
gusto kitsch (o art-nacó, o charroco tardío) de la sociedad mexicana, que goza
con cuanto adorno se le presente en la vida.
Los pasteles de
las quinceañeras son una excelente muestra de ello. Entre más garigoleado, más
adornado o con más cosas amontonadas suele apreciarse más, lo mismo sucede con
las estampas religiosas que suelen enmarcarse en colores chillantes.
No hemos visto
el traje de luchadora, pero sabemos que era color fiusha, un color chillante, y
que la mujer era devota de la Santa Muerte, figura que es tratada como ícono en
diversidad de formas, casi todas kitsch.
Umberto Eco
señala que "…el mal gusto
sufre igual suerte que la que (el filósofo y esteta) Benedetto Croce
consideraba como típica del arte: todo el mundo sabe perfectamente lo que es, y
nadie teme individualizarlo y predicarlo, pero nadie es capaz de
definirlo".
El lenguaje
visual chilango es inmenso y cabe todo, hasta las obras de pintores como el que
apareció en la escena del crimen, que la Procu llamó Retrato de juventud, (cuyo nombre real es Muchacho en chaleco rojo) de Jean Baptiste Greuze, un pintor
francés que nació en Tournus el 21 de agosto de 1725 y murió en París el 21 de
marzo de 1805.
Greuze fue
ensalzado como maestro de la pintura moralizante y virtuosa. Es un artista al
que la Historia del arte de Salvat
califica como ”excelente dentro de su estilo dulzón. Muchas de sus inocentes
niñas evidencian, en el fondo, una virtud algo dudosa bajo aspecto angelical, y
es bien claro que le granjearon muchísimo éxito, tanto o más que sus famosas
escenas de familia”.
El chico que
aparece retratado en el cuadro Retrato de
juventud, se distingue por su
carácter asexual, parece un querubín al que difícilmente se puede reconocer
como niño o niña y por cierto, va vestido de rojo, como la dama del Silencio.
El Rococó de la
Mataviejitas supera, con mucho, a la invención literaria, sobre todo cuando se
mira que un cuadro del mismo Greuze (La
Jeune à l'Agneau, La joven del cordero) aparece en casa del Profesor James
Moriarty, “El Napoleón del crimen”, como le llamo Sherlock Holmes a este
personaje de ficción, creado por Arthur Conan Doyle, con el objetivo de acabar
con estas aventuras.
Así, el caso de
la Dama del Silencio, que aun dará mucho de que escribir es un fenómeno por
demás interesante y único de asesina serial.
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