Hace treinta años falleció Enrique Jorrín, el genial músico, creador del cha-cha-chá. Entonces escribí este texto que valió la primera plana de la sección cultural de El Universal.
Uno de los lugares que con más
entusiasmo busqué desde la primera vez que estuve en La Habana fue la esquina
de Prado y Neptuno, en la Habana Vieja; ese lugar que Enrique Jorrín
inmortalizara al componer La engaña-dora, un cha cha cha que ha hecho bailar a
miles y miles de parejas desde hace ya más de treinta años. La chiquita que
estaba gordita, muy bien formadita y que a todos los hombres hacía suspirar,
hoy será una linda abuela cubana que seguramente entristeció el sábado pasado
cuando el maestro Jorrín dejara de existir, al morir antes de cumplir, el próximo
25 de diciembre, sesenta y dos años de edad.
Ya en 1954 uno de los más grandes
trovadores cubanos -Ñico Saquito- le había compuesto una canción que fue,
acaso, su primer homenaje: La botaste
Jorrín, cuyo estribillo se refería a la engañadora:
Mira esa mujercita, esa es la engañadora
la del danzón, tú la ves tan gordita
y a todo el que la mira le envuelve el corazón
esa es la engañadora
la de las almohaditas
la del danzón.
La botaste Jorrín con la engañadora
Cha-cha-chá muy cadencioso
Enrique Jorrín nació en la
provincia de Pinar del Río, en una pequeña ciudad llamada La Candelaria; su
orquesta la fundó en noviembre de 1953, tenía pues, treinta y cuatro años de
grandes éxitos. Un músico enteramente comprometido con su pueblo a quien le
siguió alegrando mientras luchaban por derrocar al dictador Batista y a quien
hizo bailar mientras celebraban el triunfo revolucionario. Jorrín, aparte de
ser un excelente músico, fue un hombre comprometido con su pueblo pues sabía
que ahí estaban sus raíces. El Cha-cha-chá es junto a la conga, la rumba, la
gua-racha y el mambo, uno de los cinco pilares sonoros de la música cubana. El
ritmo creado por Jorrín es una derivación del danzón; su nombre según explicaba
el maestro cubano, se debía a que los bailadores, al coger bien el compás,
producen un sonido que dice sha sha sha, pero como en nuestra lengua esa palabra
no existe, se le puso el nombre del cha-cha-chá...
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