sábado, 2 de diciembre de 2017

Libros chatarra




En junio de 1995, probablemente, publiqué una crítica a los libros chatarra, en la sección cultural del periódico El Financiero, que dirigía Víctor Roura, uno de los grandes periodista culturales de nuestro país. 
Fue una pequeña sección llamada Esto es México.














ESTO ES MÉXICO
                                         Pazos por liebre
AGUSTÍN Sánchez González

La invención del artista es práctica cotidiana del espectáculo propagado por el canal de las barras y las estrellas (y del desagüe).
Las estrellitas televisivas, son como pompas de jabón que duran apenas un suspiro.
A raíz de que nuestro país se convirtiera en una estrella más del mundo de la nota roja, también han comenzado a propagarse, como hongos tras la lluvia, los investigadores del texto instantáneo, tan falso como el café ídem. Autores que cumplen una función semejante. La moda del libro rápido se ha impuesto ya en nuestro país.
"Sensacional, cuando salió en la madrugada, a medio día, ya noticia confirmada, y en la tarde, materia olvidada". La canción de Héctor Lavoe: Periódico de ayer.
Libros sobre la guerrilla en Chiapas, el asesinato del Cardenal Posadas, Luis Donaldo Colosio o Ruiz Massieu, se han propagado por decenas.
La cosa es bien sencilla. Se toman los periódicos y revistas del momento y comienza un trabajo de tijeras y engrudo o, de acuerdo con la preposmodernidad, de pritt con cutter. "¿Y para qué leer un periódico de ayer?"
Una breve revisión de los libros publicados en los dos últimos años, muestran más de veinte títulos, muchos reeditados y otros grandes fracasos, con temas "de actualidad", que todo el mundo conoce: Chiapas, Colosio, Ruiz Massieu, el gabinete y los cien días del doctor, etcétera, etcétera.
Cualquier chisme grueso de la política mexicana es un buen pretexto para publicar un libro y ganar buenos centavos.
Pero como las estrellitas de televisión, duran lo que un kleenex y se sostienen tanto como cuando uno lanza al aire un pañuelo de estos.
Y sin embargo, son textos que se venden por millares, lo cual no deja de ser un fenómeno interesante que muestra la avidez de la gente por saber qué es lo que sucedió. Por ello, viene la frustración. Estos libros, por lo general, no suelen decir más cosas de lo que ya se ha publicado en los diarios. A veces, inclusive, los reportajes, --como los de José Reveles, Jaime Avilés o Ignacio Rodríguez Reyna-- dicen muchas cosas más que las publicaciones escritas desde la comodidad del hogar, el estudio acondicionado o con la ayuda de la secretaria.
"Un periódico de ayer que nadie procura ya leer. Fue titular que alcanzó página entera. Por eso ya, te conocen donde quiera".
Son libros que dan gato por liebre. Mientras Jaime Avilés anduvo en la selva día y noche, Luis Pazos publicó, a menos de un mes después que comenzara la guerrilla chiapaneca, un libro bastante tendencioso y poco serio.
Pero ya no es novedad que nos den Pazos por liebre. Hace días, este señor, mostró una tramposa encuesta, al más puro estilo nacional, como aquella que preguntaba: ¿qué prefiere: los charros cantores o los charros actores?
Son libros engañosos, endebles, poco serios. La historia light que recuerda que la confusión es lo mejor para que nadie entienda.
Publicaciones que se caen de las manos de inmediato, cuya vigencia es tan corta como un comercial de la tele.
Esto es México, con artistas chatarra, propios de una sociedad que vive del engaño y la manipulación: la gente que quiere saber y se le engaña con frases de venta de fraccionamiento: "Por el bienestar de tu familia".
La industria light.
Los libros para olvidar, más que para recordar.
Por eso Héctor Lavoe tiene razón cuando canta: "Tu nombre ha sido un recorte que guardé y en el álbum del olvido lo dejé".

Por eso, en unos años, nadie los recordará.  

No hay comentarios:

Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...