ESTO
ES MéXICO
¡Qué pena que sea así todo siempre...!
AGUSTÍN SáNCHEZ GONZáLEZ
El viejo y querido León
Felipe. Reviso periódicos viejos cotidianamente. Eso hago. Luego escribo libros
de historia para divertirme y burlarme un poco de la desmemoria cotidiana.
Los mismos hombres, las mismas guerras, los mismos tiranos, las mismas
cadenas, los mismos farsantes...
Sumergirse en un mar de periódicos viejos, de
libros tan antiguos. Los muertos de otros tiempos que siempre están presentes.
La vida cotidiana es irreconocible sin ellos, pero la memoria, tan torpe, sólo
sirve para olvidar. Los sucesos del diario siempre vienen acompañados de su
pasado inmediato.
Pero
nadie quiere recordar. La vieja utopía decía que el futuro luminoso nos
acompañaría para siempre. El hombre nuevo estaba por llegar.
Pero
todo sigue igual, o peor. Seguimos sin aprender, y los tiempos preposmodernos
en que vivimos han convertido nuestro cerebro en un disco duro, pero no como el
de las computadoras; sino, tal vez, de piedra. Ahí están los votos de agosto
pasado, que lograron que por primera vez en mi vida sintiera pena por ser
mexicano. La historia, la maestra de la vida, está reprobada.
Nadie
se quiere acordar de ella, nadie quiere aprender. Todos repiten lo mismo y, como
vil canción de José José, cantan: "Ya lo pasado, pasado. No me
interesa...". Nos molesta la memoria Hoy quisiéramos no recordar lo que sucede
cotidianamente, la miseria que arrastra nuestra existencia a una situación de
suicidio colectivo, la histeria colectiva que sustituye a la historia.
Muchos
de aquellos que hablaban de un mundo nuevo, que se reconocían en el material
dialéctico, hoy se identifican, más bien, con la dianética.
Las
palabras cambiaron de sentido y la memoria sólo recuerda lo inmediato, lo que
graciosamente nos regala la televisión. Donatello, Rafael, Miguel Angel y
Leonardo son vulgares tortugas, gracias a las cuales los adolescentes de hoy
conocen el concepto de camarada.
¡Qué
pena que sea así todo siempre, siempre de la misma manera!. Otra vez,
León Felipe.
Andamos
a la deriva y todo por desmemoriados, por no recordar que lo que sucede es
producto de la irreflexión, de la creencia de que todo habrá de cambiar gracias
a la nada, gracias a que hemos olvidado todo.
La
historia sirve, decían los antiguos, para no repetir los errores del pasado.
Pero, por desgracia, vivimos en una sociedad sin memoria, que no recuerda que
la desgracia social se repite una y otra.
Quizá
por eso, Rosario Castellanos escribió: Recordar, recordemos, hasta que la
justicia se siente entre nosotros.
Quizá por eso, la gente que escribimos
de historia queremos burlar la desmemoria de un país tan desmemoriado como el
nuestro.
Esto es México, con una sociedad que a finales del segundo milenio apenas
si recuerda que nunca ha vivido bien y que por ello no quiere recordar, como
aquel borracho que se emborrachaba para olvidar lo que ya había olvidado: entre
las brumas del alcohol, tan sólo, solo sabía que brindaba por lo que ya no existía;
pero también por la cruda tan tremenda con la que se despertaría al día
siguiente...
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