viernes, 17 de julio de 2020

El mocho asesinado por un mocho


Última imagen que miró Obregón

Este 17 de julio se cumple el aniversario del crimen perpetrado por José de León Toral, al general que perdió ahí lo invicto: Álvaro Obregón.
Cuando el Llorón de Macuspana se queja de ser el presidente más atacado, no tiene idea de lo que habla.
No existe en toda nuestra historia, ningún presidente que no haya sufrido los embates de la crítica, la burla, el desprecio. Obviamente, ni siquiera él se salvará y de añorar ser el mejor presidente de la historia pasará, no tengo duda, como uno de los más despreciables.
Obregón, al contrario del Llorón, le encantaba el humor. Blasco Ibáñez cuenta que Obregón llamaba al Panzón Soto, uno de los inolvidables (y nada conocido) cómicos de carpa para contarle chistes contra sus enemigos.
Obregón era un hombre con un sentido del humor genial; estos chistes lo retratan de cuerpo entero (menos su brazo, obvio):
1. Vicente Blasco Ibáñez, en su libro El militarismo mexicano, recoge la siguiente anécdota: En la sangrienta batalla de Celaya, cuando una bomba le arrancó el brazo derecho al general Obregón, sus compañeros de batalla se afanaban por buscar el despojo heroico sin que nadie lo hallara, hasta que el amigo más íntimo del revolucionario aconsejó: ¡Levanten una moneda de oro y verán el resultado!
2. Según Demetrio Bolaños, en un artículo publicado el 16 de julio de 1983 en el periódico El Universal, esta broma fue inventada por el propio Obregón.
3. En este mismo artículo se consignan otros chistes: uno de ellos, "se popularizó en Cajeme, cuando la persecución religiosa había llegado a su clímax, se dejó correr la noticia por todo el país de que Obregón acababa de ser aprehendido. El comentario lógico se imponía:
- ¡Qué atrocidad!... Bueno ¿y por qué?
- Hombre, ¡por mocho!".
4. Cuando se dirigía al lugar de su muerte, uno de sus acompañantes le preguntó:
- General, ¿no tiene miedo de ir con nosotros?, alguien podría hacer estallar una bomba.
  A lo que Obregón respondió:
- Tendrían que ser pequeñas, acuérdese que vamos a comer a la bombilla".

         Sin embargo no hubo bombas ni bombillas, sino un mal chiste de otro mocho, lo que cortó su vida.


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