jueves, 16 de julio de 2020

López Obrador se parece a la C@ca-Cola


López Obrador se parece a la Coca-Cola: ha endulzado la vida de millones de mexicanos y ha generado una sensación efímera de bienestar y gracias a ello, hoy, es un pueblo obeso, lleno de achaques, sin ninguna opción más que aplaudir y mirar como su vida se va extinguiendo ante la mentira que ha sido el llamarse la chispa de la vida o, en el caso de AMLO, cuarta transformación.
       Durante más de un década, anduvo recorriendo pueblos y ciudades, por encimita, por donde lo han querido llevar los caciques locales, y con una prensa a la que sataniza y maldice si no le aplaude, pero que no dejó estos años de seguirlo y de propagar sus arengas y mentiras.
        Hoy, a 18 meses de haber tomado posesión como presidente legal (como presidente fantasioso lo había hecho hace doce años), ha mostrado que nos vendió espejitos, cuentas de vidrio y nos la tragamos toda a cambio de nada.
          La crisis que vivimos, antes del COVID, se muestra en el nulo crecimiento económico, después de que durante años siempre hubo crecimiento; el mayor desempleo, el desmantelamiento de la seguridad social, de la cultura, de la ciencia, de la educación, etc., etc.
       El COVID vino a dar el último empujón a un gobierno sin pies ni cabeza (aunque con las suficientes manos para desvalijar al país)
    La promesa de cero corrupción ha sido una mentira del tamaño de la estela de luz (en que participaron varios personajes cercanos a AMLO, por cierto). Ana Gabriela Guevara, acusada por la propia secretaría de la función pública (SFP) y que no ha recibido ningún comentario del presidente; o el condominio en Texas de la secretaria de gobernación, las casas de Bartlet o de Ackerman, la corrupción del exdelegado de Jalisco que debió renunciar ante las denuncias y así, una larga lista que la prensa ha denunciado sin éxito alguno.

   Lo paradójico de todo esto, es la devoción enfermiza de sus seguidores que no sólo no le ven defecto alguno, sino que lo que antaño estaba mal, hoy se le aplauden como si fuera la maravilla única; o los errores que en otro momento se satanizaban (la inolvidable corrección de la niña que dijo leer, no ler, al secretario de educación, mientras que el dijistes y muchas otras barbaridades de AMLO son pequeñeces y aplausos y maromas)
     Lo mismo sucede con asesinatos, complicidades, errores burdos, machismo, insultos y demás atrocidades de este gobierno que, también, se le aplauden.
      Es lamentable el papel de muchos caricaturistas, por ejemplo, que no lo tocan ni con el pétalo de una broza y las amenazas e insultos a la prensa de parte de AMLO que nos regresan peligrosamente a tiempos superados. Resulta inusitado pensar que ni Fox tuvo el descaro de defenderse de la crítica cuando su esposa fue imitada semana a semana, por cadena nacional, en televisa, dentro del programa El privilegio de mandar. Hoy sería impensable ver a la esposa del presidente en un programa así.

     Y es entonces cuando pienso que la nostalgia por el partido único, por el viejo, anacrónico y conservador, el peor de los PRI,  está presente en el gen nacional y está más vivo que nunca.

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