Última imagen que miró Obregón |
Este 17 de julio se cumple el
aniversario del crimen perpetrado por José de León Toral, al general que perdió
ahí lo invicto: Álvaro Obregón.
Cuando el Llorón de
Macuspana se queja de ser el presidente más atacado, no tiene idea de lo que
habla.
No existe en toda nuestra historia, ningún presidente que no haya sufrido los
embates de la crítica, la burla, el desprecio. Obviamente, ni siquiera él se
salvará y de añorar ser el mejor presidente de la historia pasará, no tengo
duda, como uno de los más despreciables.
Obregón, al contrario
del Llorón, le encantaba el humor. Blasco Ibáñez cuenta que Obregón llamaba al
Panzón Soto, uno de los inolvidables (y nada conocido) cómicos de carpa para
contarle chistes contra sus enemigos.
Obregón era un hombre
con un sentido del humor genial; estos chistes lo retratan de cuerpo entero
(menos su brazo, obvio):
1. Vicente Blasco Ibáñez, en su libro El
militarismo mexicano, recoge la siguiente anécdota: En la
sangrienta batalla de Celaya, cuando una bomba le arrancó el brazo derecho al
general Obregón, sus compañeros de batalla se afanaban por buscar el despojo
heroico sin que nadie lo hallara, hasta que el amigo más íntimo del
revolucionario aconsejó: ¡Levanten una moneda de oro y verán el resultado!
2. Según
Demetrio Bolaños, en un artículo publicado el 16 de julio de 1983 en el
periódico El Universal, esta broma fue inventada por el propio Obregón.
3.
En este mismo artículo se
consignan otros chistes: uno de ellos, "se popularizó en Cajeme, cuando la
persecución religiosa había llegado a su clímax, se dejó correr la noticia por
todo el país de que Obregón acababa de ser aprehendido. El comentario lógico se
imponía:
- ¡Qué atrocidad!... Bueno ¿y por qué?
- Hombre, ¡por mocho!".
4. Cuando se dirigía al lugar de su muerte, uno de sus
acompañantes le preguntó:
- General, ¿no tiene miedo de ir con
nosotros?, alguien podría hacer estallar una bomba.
A lo
que Obregón respondió:
- Tendrían que ser pequeñas, acuérdese que
vamos a comer a la bombilla".
Sin
embargo no hubo bombas ni bombillas, sino un mal chiste de otro mocho, lo que cortó su vida.
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