jueves, 23 de septiembre de 2021

Cien años de caricatura en El Universal

100 años de caricatura en El Universal, en Monterrey

En el marco del 105 aniversario de El Gran Diario de México, que se celebrará en octubre, abrió una exposición que reúne los dibujos y los grandes caricaturistas que han publicado en el periódico

La exposición 100 años de caricatura en El Universal, que ofrece un recorrido por la historia de la caricatura en las páginas de El Gran Diario de México, desde su fundación en 1916 y que incluye trabajos de caricaturistas como Andrés Audiffred, Helio Flores, Rogelio Naranjo, Boligán Rius, se presenta por primera vez en México en el Museo de Historia Mexicana, ubicado en la Macroplaza de Monterrey. Además ofrece un módulo dedicado a moneros neoloneses como Santiago R. de la Vega, David Carrillo y Crescenciano Garza Rivera.

La exposición surgió del libro 100 años de Caricatura de El Universal, de Agustín Sánchez, una edición conmemorativa por el centenario del periódico, en 2016.

En 2018, el Instituto Quevedo de las Artes del Humor de la Universidad de Alcalá, en España, cumplía 25 años de exposiciones internacionales y entonces invitó a EL UNIVERSAL para presentarla, ahí se ofreció una museografía con una cercanía al humor gráfico español; la misma se presentó en el Instituto de México en España, en Madrid.

Al año siguiente se presentó en el Instituto Cultural Mexicano en Washington, con un enfoque centrado en cómo los moneros mexicanos veían a Estados Unidos; caricaturas de los presidentes estadounidenses y un homenaje a la historieta.

Ahora se presenta por primera vez en México, en Monterrey, Nuevo León, con un homenaje a caricaturistas neoloneses como Crescenciano Garza Rivera y Santiago R. De la Vega. Además hay referencias a hechos históricos en Nuevo León, como una protesta contra libros de texto gratuitos, hecha por Rius. Y presenta obras del acervo del museo de caricaturistas como el Chamaco Covarrubias, del Chango Cabral y un gran dibujo de Saturnino Herrán.

Para Sánchez, especialista en el desarrollo de la caricatura mexicana, campo en el que ha publicado el celebrado Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana, en esta muestra que con variantes se ha presentado en España y en Estados Unidos, se puede apreciar en México a través del humor gráfico.

“En este momento, cuando todo es políticamente correcto, se está perdiendo el humor. Y me parece que debemos defender el humor, no todo puede ser formal, el día que se acabe el humor, se acaba el mundo. Además, me parece que hay una crisis en la caricatura y en los medios, pues los periódicos ya no imprimen la misma cantidad de ejemplares ni la misma cantidad de páginas. De modo que atravesamos por una etapa vertiginosa y no sabemos cuánto tiempo durará".

El historiador considera que aunado a ese contexto, existe una generación joven que "sigue sin aparecer". "A mí me preocupa que no estamos viendo a los más jóvenes. Sin embargo, a pesar de todo, esta exposición es una buena muestra de la salud de la caricatura. En uno de los módulos hay jóvenes que han obtenido premios y que hoy están publicando, como Waldo; tienen entre 30 y 40 años y aunque no podemos compararlos, de algún modo están tomando la estafeta de los maestros como Naranjo, quien este año cumple cinco años de su fallecimiento", explica.

Los temas nacionales, dice el investigador, están reflejados, pues muchos de los caricaturistas representados en la muestra se trasladaron desde sus lugares de origen a la Ciudad de México. En este sentido, los moneros de Monterrey cobran relevancia en esta muestra.

"Hay un módulo dedicado a cuatro grandes caricaturistas de Monterrey, como Santiago R. de la Vega, quien fue parte de la revista Multicolor, una de las grandes publicaciones; de hecho presentaremos un dibujo que Saturnino Herrán le hizo a De la Vega. También tenemos a Crescenciano Garza Rivera, un muralista con mucha obra en la ciudad, que hizo caricatura en EL UNIVERSAL en los años 20; así como a David Carrillo, a quien debemos buena parte del acervo del Museo de la Caricatura; y tenemos a Abel Quezada, que si bien no publicó en EL UNIVERSAL, es uno de los grandes caricaturistas de Monterrey", señala.
La muestra está dividida en cinco módulos. El primero está dedicado a los orígenes de la caricatura, el segundo es un homenaje a la historieta norteamericana; el tercero se centra en los grandes maestros de la caricatura; el cuarto, en los caricaturistas de Nuevo León; y el último muestra la obra de Helio Flores y Rogelio Naranjo, dos de los caricaturistas que ha tenido EL UNIVERSAL, quienes empezaron a romper con el presidencialismo. Además se abarca el periodo desde la fundación de EL UNIVERSAL hasta 2020, con caricatura sobre la pandemia.

¿La caricatura sigue teniendo el mismo impacto que años atrás?, se le pregunta al investigador. "Vivimos un momento muy interesante porque por primera vez hay una caricatura muy militante a favor del gobierno, pero también hay otra que sigue siendo crítica. Alarcón dice que los caricaturistas sólo se agachan para hacer caricatura. Sin embargo, hoy hay varios que siguen sin entenderlo. Todos tenemos simpatías hacia algún partido o tendencia, pero es de lamentar que haya una tendencia demasiado complaciente con el poder política, como nunca había pasado. En este sentido, que haya dos formas de ver al gobierno es también una muestra de la polarización que estamos viviendo en esta farsa de Cuarta Transformación".

Y añade: "Una de las cosas que se habían roto con Naranjo, con Helio Flores y con La garrapata, es la ruptura con el presidencialismo que había sido atroz. El político mexicano descubrió que podían existir caudillos sexenales, pero en 1968, con la gran crisis, empezó el cuestionamiento generalizado y subió el nivel desde Echeverría hasta Peña Nieto. Por eso lo que más me preocupa es el regreso del autoritarismo y por eso esta exposición es tan importante, porque muestra una caricatura viva".

Para Sánchez, la caricatura no sólo es crítica, también es estética. En este sentido, la exposición refleja la evolución del trazo. "El periódico siempre ha cuidado que haya calidad, una caricatura sin calidad y sin humor, no es caricatura. La caricatura es un retrato histórico, nos cuenta una historia. Uno puede ver una caricatura de hace 40 años y puedes no entender nada, pero te puede gustar por la cuestión estética y es el investigador el que da la referencia. Por ejemplo, hay una caricatura de Rius sobre una protesta por los libros de texto gratuitos, te das cuenta de que había un grupo conservador al que no le parecía. Ese momento quedó ahí, en la caricatura. De modo que la caricatura es humor, estética y es un retrato de la historia de México. Y esta exposición nos permite hacer un recorrido por la historia de nuestro país durante un siglo".

La muestra se inauguró este martes y estará hasta enero.







 https://www.eluniversal.com.mx/cultura/100-anos-de-caricatura-en-el-universal-en-monterrey

jueves, 9 de septiembre de 2021

DEL POSITIVISMO HISTÓRICO AL MANIQUEÍSMO HISTÉRICO



 

A finales del siglo, un personaje caudillesco y autoritario decidió modernizar al país en una suerte de segunda transformación. Porfirio Díaz olió que la vida francesa era chic y la norteamericana era grotesca y optó por la cultura europea.

Los Campos Elíseos llegaron a México, aprovechando el ensueño de la emperatriz Carlota, y nuestro Paseo de la Reforma llegó a embellecer a nuestra ciudad, siguiendo la norma de Gutiérrez Nájera que decía que “la ciudad de México no empieza en el Palacio nacional, ni acaba en la calzada de Reforma. Yo doy a ustedes mi palabra de que la ciudad es mucho mayor. Es una gran tortuga que extiende hacia los cuatro puntos cardinales sus patas dislocadas. Estas patas son sucias y velludas. Los ayuntamientos, con paternal solicitud, cuidan de pintarlas con lodo mensualmente...”

La lenta y gran tortuga, cien años después, se convirtió en un correcaminos que ha generado una ciudad enloquecida que se expande como en esas películas en que la lava arrastra con todo, después de una erupción.

La ciudad porfirista tuvo en el Paseo de la Reforma la oportunidad de plasmar su visión de la historia, contada a través de las estatuas; la idea positivista del progreso se planteó esa lectura, comenzando con Cristóbal Colón que, se sabe desde siempre, que no descubrió América, y que sin embargo es el precursor de una etapa en el mundo: el inicio del capitalismo y de la globalización que, nos guste o no, vivimos en la actualidad.

La segunda estatua fue Cuauhtémoc, el gran mito, el símbolo de la derrota nacional que vivimos a diario, y que por ende adoramos ser parte del equipo que perdió la historia. (Aunque únicamente fue la derrota de ese pueblo gandalla y prepotente que fueron los mexicas)

La tercera corresponde a la columna de la Independencia, en donde se plasma a un grupo de criollos que enaltece el nacimiento de la Nación mexicana.

Muy burdamente, ese el era el proyecto que hacía una pausa pare esperar la llegada del progreso, suponiendo entonces que algún día se alzara la estatua del Héroe del 2 de abril, Porfirio Díaz.

Llegó la Revolución y se detuvo el sueño de Díaz.

Cuando las aguas revolucionarias retomaron su cauce, con el conservador presidente poblano Manuel Ávila Camacho, se colocó una estatua de la Diana Cazadora (a la que se le puso taparrabo pues había que esconder esa inmundicia) El pretexto era embellecer la ciudad; Monsiváis decía que era la representación del poder: dar el trasero al norte y sin saber a qué le tira.

Después de setenta años, un ocurrente gobierno decidió, por sus pistolas, bajar a Colón de su pedestal. No sé si fue bueno o malo, sí sé que es una arbitrariedad más de la Jefa de Gobierno, que en un afán nostálgico y conservador muestra una vez más su gesto autoritario, como ya hizo al querer convertir el Zócalo en Tenochtilandia, cambiar el nombre a las ruinas de un árbol y a una de las calles más populosas de la ciudad.

Mientras el metro sigue en ruinas y sin castigarse a los responsables de la muerte de 27 personas, las calles llenas de inundaciones y baches y los niños en escuelas insalubres con el COVID encima, creo que jugar a las estatuas de marfil no es la mejor opción para quien dice gobernar la ciudad más grande del mundo.


https://www.eluniversal.com.mx/opinion/agustin-sanchez-gonzalez/del-positivismo-historico-al-maniqueismo-histerico

lunes, 8 de marzo de 2021

Enrique Fuentes: un entrañable librero

 


La muerte de Enrique Fuentes es, sin duda, el preámbulo de la gran crisis, tal vez hasta terminal, que se avecina en México, pues los libros y la cultura parecen ser lo último que le importa a este gobierno.
Fuentes es uno de los últimos grandes libreros de nuestra historia, un hombre sabio y generoso, con quien podías hablar desde los temas más complejos, hasta nimiedades.
Atravesar la puerta de la librería Madero, significaba entrar a un santuario del libro donde oficiaba un pícaro personaje, capaz hasta de señalar la errata de un libro o de encontrar el libro más complicado, y siempre con una sonrisa y una sapiencia modesta, sin alardes. Una librería que recibía a todo el mundo, desde la señora que preguntaba por un libro de primaria, hasta los grandes intelectuales como Monsiváis.
El día que acabe la pandemia y podamos volver a la calle, encontraremos una ciudad desolada que ha perdido muchas cosas, sitios, sueños; una ciudad triste pues hemos perdido a personajes entrañables como Enrique Fuentes.


sábado, 6 de marzo de 2021

Insólitas imágenes del zócalo capitalino

 


 

En el Zócalo apareció un

 palacio medieval amurallado

Agustín Sánchez González

Dicen que en nuestra Plaza Mayor se fundó este país.

Cuenta la leyenda que los mexicas erigieron esta ciudad en el sitio donde encontraron un águila sobre un nopal que devoraba una serpiente. Un mito hermoso y fundacional. Desde entonces, nuestra Plaza mayor, nuestro Zácalo es, sin duda, nuestro gran ombligo, pero también nuestro corazón; es un espacio de lucha y libertad, de miedo y alegría, de encuentro y desencuentro.

Es nuestra imagen y también nuestra realidad.

Tal vez es el espacio más fotografiado, en donde se siente la vibración de nuestro ser, de nuestro ente. Pero de las millones de imágenes vistos o guardadas en la memoria, sólo unas cuantas pueden ser evocadas como parte de nuestra tragicomedia. Un breve recuento de ellas, debe partir de la gran matanza del Templo Mayor, en 1520.

Pero, hay muchas otras más, tal vez hasta motivo de un libro. Imágenes como la quemazón del Parían, en1828, por las huestes que peleaban en torno al futuro del país u otra más terrorífica por lo que simboliza: el izamiento de la bandera de Estado Unidos, el 15 de septiembre de 1847, que significó el preámbulo de la mayor humillación a nuestro país y la aceptación tácita de su derrota y, además, perder más de la mitad del territorio nacional.


Plaza Mayor historia y vida, fiesta y tragedia.

Por este sitio llegó Madero tras derrocar al dictador, en una gran fiesta que convocó a miles de mexicanos a saludar un cambio que terminó, tras la fiesta, en una tragedia más, por la corrupción familiar de Madero, los errores de su propio gobierno que nunca escuchó a los aliados que, a la postre se convirtieron en sus enemigos, como Zapata y lo peor, por su alianza a las manos asesinas del General Victoriano Huerta y los militares que lo acompañaron a quien Madero les dio gran poder.


Siglo XX, cambalache, dice el tango.

En 1968, el 27 de agosto se llevó a cabo un plantón de estudiantes y el ejército llegó con tanques y metrallas ante un numeroso grupo de jóvenes que sólo pedían dialogo público y fueron expulsados de ese espacio destinado, o eso siempre se ha creído, para glorificar al poder.


Imágenes de dolor, ajenas a las imágenes de alegría, en 1938, cuando Lázaro Cárdenas expropió el petróleo e hizo un llamado al pueblo a apoyar esa epopeya y lo logró; o en 1982 cuando la izquierda mexicana llenó el Zócalo capitalino con el cierre de campaña de Arnoldo Martínez Verdugo, líder histórico del comunismo mexicano, en un evento que se llamó Zócalo Rojo, emparentado con el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, birlado por personajes que actualmente se mantienen en el poder, y en 1997 cuando a fuerza de votos ganó la ciudad de México. Fue una fiesta por la democracia, al igual que en 2018, cuando López Obrador ganó las elecciones de manera contundente e iluminó el rostro de millones de mexicanos que miraron y soñaron con un mundo diferente.

Hay muchas imágenes más, decenas de estampas que se han convertido en históricas y que son recordadas por los historiadores y por la memoria de la sociedad mexicana.

Hoy, marzo de 2021, vemos una imagen deprimente, atroz: miles de metros de murallas, como las soñaba Trump, cubren palacio nacional, o como en los viejos castillos o palacios medievales donde se tendía un foso con cocodrilos para no ser tomado por los infieles o por los enemigos.

Es una imagen llena de desazón pues estas fotos, ya históricas, no se deben ni a la invasión de otra nación, ni a una guerra, sino a una justa demanda de mujeres mexicanas que buscan, tan sólo, justicia.

Mujeres asesinadas y violentadas a diario a quienes no sólo no se les ha hecho justicia, sino que son denostadas a pesar de que, muchas de ellas, celebraron la última gran fiesta que hubo en el Zócalo, en 2018.

Tiempos de muertas y de violencia. Tiempos oscuros que presagiaban luz y alegría y muestran un futuro falaz, sin futuro. La casa nuestra, seguirá entre muros, el poder se mantendrá vetado para las mujeres que seguirán, sin duda, sin ser escuchadas, por lo menos en los próximos años.

¡Será entonces que la leyenda fundacional no cuenta la verdad y que, en realidad, la ciudad se fundó en el sitio exacto en donde el águila defecó con singular alegría!

 

*Historiador

 


viernes, 8 de enero de 2021

Tristeza por Trupo: Mauro Mendoza

 
Con gran tristeza, acabo de leer que murió un gran actor, director, dramaturgo; un grande la escena que formó y forjó a muchas generaciones de niños que disfrutaron con su trabajo: Mauro Mendoza, un artista que era parte esencial de La Trouppe. 

Esto escribí hace veinte años, en La Jornada.



Más de dos millones de personas los han visto en más de 6 mil 200 funciones

Somos payasos del siglo pasado: La Trouppe

Sus integrantes no sólo son actores, sino pedagogos, músicos, filósofos y comunicólogos

AGUSTIN SANCHEZ GONZALEZ ESPECIAL

Música, payasos, títeres, colores, movimiento, cámara negra, juego y mucha diversión, eso es La Trouppe, la tropa, un grupo de artistas que comenzó una aventura, un divertimento escénico, hace veinte años y que hoy han consolidado con gran calidad.

Empresarios de la cultura, en el mejor de los términos, son la compañía teatral infantil, sin duda, de mayor trascendencia en nuestro país, cuyo contenido y calidad, han ido en aumento. Para quienes gustan de las cifras: más de dos millones de personas los han visto en más de seis mil doscientas funciones, han visitado más de tres mil escuelas.

"Somos unos payasos del siglo pasado", dice Sylvia Guevara (Lady Lucas) cuando comenzamos a platicar de los orígenes e imágenes, veinte años ha, el milenio pasado, cuando nació La Trouppe.

Conejillos de indias de la Escuela Nacional de Arte Teatral, donde formaron parte de la primera generación, Mauro Mendoza (Truppo) y Sylvia son los fundadores de este grupo. "La Trouppe nació para los cuates, dice Mauro, para las fiestas, para los jardines de niños".

Mientras jugaban a ser payasos, los jóvenes actores seguían estudiando y trabajaban en el Instituto Nacional de Bellas Artes: Sylvia en asesoría pedagógica para Rompecabezas Opus No.1educación especial, en la Dirección de Teatro, y Mauro en el Centro de Teatro Infantil, coordinando el TitiriGlobo y realizando el inventario de Rosete Aranda.

"En un festival que hacía la UNAM, faltó un grupo. La Trouppe entra de emergente y vemos que funciona para teatro, no solamente para fiestecitas y cuates; en ese tiempo éramos tres nada más", cuenta Mauro.

 Antes de La Trouppe habían hecho Barrionetas, Amores más laberinto, de Sor Juana; apoyados por Emilio Carballido viajan a Nueva York para participar en el Festival Latino, con una obra montada por Santiago García de la Candelaria, en la Escuela de Teatro: Guadalupe años sin cuenta.

En Nueva York, Mauro y Sylvia, deciden fundar una compañía al regresar a México. Era apostar a lo más difícil. El primer grupo se llamó Trajinante cuya vida fue efímera. Esta ruptura los llevó a una crisis que los obligó a montar una obra a la brevedad posible: Rompecabezas Opus No. 1, y con ella se inició una larga carrera.

"El teatro infantil, los payasos y el arte de los títeres son disciplinas que exigen dedicación tiempo amor y sacrificio, sin embargo, son menospreciados y han sido considerados como artes menores, hasta por los teatreros", dice Mauro.

La apuesta de La Trouppe fue buscar darse un lugar en el teatro, en una lucha que comenzó en plazas, jardines, escuelas, pero con la obra Troupperino, los títeres y los payasos regresaban al teatro, con la misma calidad y dando el mismo valor que al teatro de adultos. Pero además, son pioneros en la técnica de cámara negra y que cuenta con un excepcional trabajo musical, completamente original, compuesto por un genial compositor: Marco Antonio Serna (Toño Canica).

Constancia y calidad han sido la clave para permanecer veinte años en el gusto del público; asumirse como trabajadores del arte significó crear una empresa cuyos miembros están profesionalizados y dedicados completamente a la compañía, recibiendo su salario haya o no funciones.

En 1996, el IMSS lanzó una convocatoria a la comunidad teatral para otorgar en comodato algunos de los teatros de esa institución; uno de ellos, el Teatro Isabela Corona, fue obtenido por el grupo a partir de la propuesta Truppe-teatro, el espacio teatral para niños y jóvenes; fue otorgado por tres años, hecho que se prorrogó un año más; actualmente se encuentran en la incertidumbre, ya que en mayo concluye el convenio.

Sin embargo es una propuesta que ha avanzado, tiene un público cotidiano; ya hay tres generaciones que los han visto. Muchos de aquellos niños o adolescentes que los vieron en sus orígenes, hoy llevan a sus hijos.

Han dejado a un lado la improvisación, la copia y el teatro como negocio, para ponderar el estudio, el análisis, el conocimiento de los niños, la actualización permanente.

Los miembros de La Trouppe no sólo son grandes actores, cuentan con alguna especialidad: Silvya Guevara es pedagoga; Mauro Mendoza estudió comunicación gráfica; Marco Antonio Serna es egresado de la Escuela Nacional de Música, y Carmen Luna (Noni Pelusa), de la facultad de Filosofía y Letras, todos miembros de la UNAM.

Galardonados y distinguidos por la crítica especializada en seis ocasiones, han participado en más de cuarenta festivales nacionales y once internacionales; cuenta con catorce espectáculos teatrales y una película: Calacan, ganadora de cinco premios del III concurso de Cine Experimental.

La Trouppe, que comenzó con dos personas, hoy cuenta con tres compañías, mientras que los payasos originales siguen trabajando para mantener la calidad del teatro infantil y de su propuesta estética.




Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...