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domingo, 26 de mayo de 2024

Por el fin de los caudillos

 



No a los caudillos, si a la pluralidad

Agustín Sánchez González

Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con los colores que asumió, como identidad, este gobierno. Los he visto reunirse, acercarse a la gente y, al mirarlos, me encuentro que algunos tienen el logo de MORENA y otros, el logo de alguna institución de gobierno, por ejemplo, la secretaría del Bienestar.

¿Cómo llegamos a esa perversidad? El viejo PRI nunca fue tan cínico de mostrarse asi, a pesar del uso faccioso de los colores de la bandera, y sobre lo que protestamos durante décadas. El alumno supera al maestro.

La historia del poder en México ha sido la expresión más acabada del autoritarismo personal; somos un país donde los caudillos siguen siendo hoy, los fenómenos más recordados: Antonio López de Santa-Anna, Benito Juárez y Porfirio Díaz, son el mejor ejemplo de ello.

Tras el asesinato de Álvaro Obregón,  presidente electo, en 1928, Plutarco Elías Calles, inventó una nueva expresión; señaló que se había terminado el tiempo de caudillos y comenzaba una época de instituciones.

Ello se tradujo en un caudillismo temporal, sexenal. Los presidentes se convirtieron en seres excepcionales cuyo poder, omnímodo, gestó una nueva forma de dominar a la sociedad a través de un país caudillista, como antaño, pero acotada por el tiempo.

 El propio Calles pensó que podría mantener en la sombra el poder y por ello se conoce esa etapa el Maximato, pues se le solía llamar “El Jefe Máximo de la Revolución”.

Tres presidentes debieron someterse a su mando: Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez; Cárdenas, otro gran mito, un caudillo más, rompió con Calles y comenzó una nueva etapa a partir de la cual, negociaron los caciques del poder y de esta manera empezaron a variar las posiciones políticas de cada presidente, desde un populista como don Lázaro, hasta un tecnócrata neoliberal como Salinas de Gortari.

El poder presidencial era tal, que podía definirse muy fácil, se decía que cuando el presidente pregunta la hora, la respuesta del coro era: la hora que usted diga, señor presidente.

Este viejo sistema comenzó a desquebrajarse, poco a poco, a partir de las protestas del 68, que buscaban una democratización, ante el poder presidencial, que tuvo al partido oficial como una falsa careta democrática y tuvo su clímax en 1988 cuando, otro caudillo, Cuauhtémoc Cárdenas rompió con el partido oficial; en el año 2000, otro caudillo, Vicente Fox, terminó la etapa del PRI y durante dos sexenios parecía el fin del priismo, por lo menos a nivel presidencial.

En 2012, volvió un nuevo-viejo PRI que ya no resistió y comenzó un traslado hormiga hacia un nuevo partido: MORENA, conformado por un caudillo, López Obrador, un personaje autoritario que hasta los 38 años militó en el viejo PRI. Es decir, mientras que los jóvenes de su generación pensaban en el cambio y militaban en una izquierda socialista, él se mantuvo como fiel creyente del PRI, inclusive el neoliberal y salinista, pues al contrario de Cuauhtémoc y de Muñoz Ledo, permaneció fiel y disciplinado al partido tricolor.

MORENA, como el primer PRI, el PNR, es un frente que admite desde la ultraderecha (con el Yunque, ProVida, Legionarios de Cristo y Opus Dei) hasta una izquierda burocrática y anacrónica (Pablo Gómez es su mejor expresión)

En 2018, vendió su proyecto como un “cambio verdadero” y su discurso esperanzador y mesiánico tuvo un impacto inusitado: treinta millones de mexicanos le creyeron y se convirtió en el candidato más espectacular de nuestra historia.

No obstante, su gobierno ha sido una tragedia. NO me detendré en la argumentación económica, de salud o educativa, sólo en lo político.

La creación de MORENA ha significado la vuelta al autoritarismo presidencial. Es penoso leer declaraciones como la del ex procurador Bernardo Batís que declaró, a propósito de la grosera actuación contra Amparo Casar (más allá de si tiene o no razón, la voraz forma de atacarla por parte de AMLO, invadiendo su privacidad) señaló: “Yo confío plenamente en la buena memoria del presidente, tiene 20 años menos que yo y tiene mucha mejor memoria, yo no recuerdo esa reunión, pero no niego que haya sucedido". El historiador Héctor Aguilar Camín, señaló, al respecto: “Siempre es posible suplir una desmemoria con una cortesanía”.

Todo esto viene a cuento para decir que el presidencialismo volvió; ya desde el destape a la candidata Sheinbaum, groseramente llamado el corcholatazo.

MORENA devolvió el sueño autoritario al priismo en declive, el mejor ejemplo, en Yucatán: el candidato a gobernador es un viejo militante del PAN (y antes del PRI). El colmo es que la formula priista de 2018 es la misma de MORENA en 2024.

En México hemos vivido la democratización como el mito de Sísifo, cargando una roca para llegar a la cima de la democracia  y cuando estaba a punto de llegar la roca vuelve a caer, un Zeus autoritario se aparece y tira de nuevo la roca y hay que volver a cargarla esa pesada carga.

Y aunque la oposición actual, tampoco es lo mejor que tenemos, hay que darle fuerza y que la mafia del poder única no se eternice.

México es una nación plural y como tal, se debe mantener y respetar todas las expresiones existentes. Tener oposición es lo mejor que puede pasar a nuestro país, no tenerla, es caer en ese hoyo negro de la dictadura perfecta.

Somos más fuertes cuando reconocemos la fortaleza del otro.

NO hay muchas opciones, votaría por un partido socialdemócrata, pero no existe.

Sólo hay dos sopas, la continuidad autoritaria o el regreso a la pluralidad.  

Por eso, mi voto, será para Xóchitl.


https://www.eluniversal.com.mx/cultura/confabulario/por-el-fin-de-los-caudillos-por-el-regreso-a-la-pluralidad/

lunes, 20 de mayo de 2024

Zocalo Rosa


Nunca estuve en Tlatelolco. 

Estos miles que somos

Agustín Sánchez González

Los andenes de la linea 2 del metro lucen, por toda Tlalpan, de color de rosa.

Apenas abordo un tren, la algarabía de la gente es enorme, gritan a favor de su candidata y lanzan consignas pidiendo fuera el partido oficial.

A pesar de la cercanía, no estuve en Tlatelolco. Tenía 12 años y en mi proletario e industrial barrio, al norte de la ciudad, poca gente sabía qué pasaba. Una vez, en los años ochenta, le decía a una novia que yo había estado en todas las marchas después del halconazo de 1971.

                Mientras miro la imponente Catedral y echo un ojo a la barrera que ha puesto el presidente López Obrador  para encerrarse, cual solitario del palacio, como diría René Avilés Fábila. Según AMLO, que se fue a vivir al palacio para estar cerca del pueblo; pero, cual monarca, ahora no permite nadie se  acerque a ese palacio, al que durante décadas podríamos entrar, pasear por él, mirarlo con orgullo y que siempre estuvo abierto a la sociedad, aun en los momentos más autoritarios, como el diazordacismo; hoy se nos niega la entrada y se prohíbe el paso por las calles de Moneda y Corregidora.

El presidente nos cierra el paso, y eso se paga, hoy lo repudian miles de personas, y le gritan, osadamente, Narco presidente.

Pero hay otras demandas mayores, escucho a mi alrededor los gritos de democracia, y me pregunto a cuántos de estos miles he acompañado en este medio siglo de protestas contra el autoritarismo  antidemocrático del gobierno en turno.

Miro a muchos miles de chilangos que hemos visto pasar un México del presidencialismo autoritario, a un México que, en un suspiro, vivió y soñó en la democracia en el  último cuatro de siglo.


Me pregunto cuántas decepciones, cuando sueños quedaron arrumbados; cuántas personajes políticos amados se convirtieron en seres despreciables.

Hoy, como ayer, estamos en el ombligo del mundo, como decían los chovinista mexicanistas. Hoy, el zócalo lucen un sinfín de colores de los partidos que, ante su debilidad, se uniceron, pero sigue destacando  el rosa mexicano, que este domingo se convirtió en los colores de México. 

Un Zócalo Rosa, podría llamar, también a esta crónica.

Son los colores que la gente portaba, rechazando el absurdo mandato de la señora Tadei, presidenta del INE y miembro de una familia cuya mejor característica es su participación tanto en la militancia del partido en el poder, como  en las nóminas de este gobierno y que, por lo tanto, carece de  respeto alguno.

Son los dedazos que nunca hemos logrado desterrar.

El sol muestra su fuerza. Unos ciudadanos llevaban una bandera gigante, muy larga, a la que nos acogimos varios para resguardarnos de él para escuchar el reclamo de Guadalupe Acosta Naranjo y lulego un vigoroso discurso de Santiago Taboada que no mostró en el debate ante Clara y que hubiera sido contundente. “La esperanza cambió de manos”.

“Quiero una ciudad en que el Gobierno y la sociedad son más fuertes que cualquier organización criminal”; el gobierno ha preferido abrazar a los delincuentes y no a la victimas, también señaló.

La gente, abajo del templete, sigue gritando, cantando; familias enteras, gente de la tercera edad, jóvenes, mujeres y niños con banderas multicolores.

Mi generación, la que no estuvo en Tlatelolco, y la sobreviviente de aquel triste 1968, nos hemos vuelto a juntar en un marcha ciudadana, más allá de la presencia de una clase política corrupta y decadente que tuvieron, al menos, la dignidad de no subirse al barco del poder de un partido que revivió y fortaleció un presidencialismo autoritario, acogiendo a los peores miembros de aquellos partidos a los cuales ahora dicen rechazar.

El zócalo se vio acotado por el enésimo plantón de la CNTE, al que la marea rosa, a pesar de gritos y proclamas aisladas de este sector.

Medio siglo de protestas contra el poder me han vuelto bastante escéptico.

Este sexenio se han ido cerca de un millón de mexicanos, el ochenta por ciento por la irresponsable manejo de la pandemia y el otro por la violencia que nos ha legado la política de abrazos.

Hace varias décadas me queda claro que el poder es un mal necesario al que hay que acotar, revisar, cuestionar.

MI generación vivió con la consigna de no criticar a los gobiernos de izquierda, por ejemplo; yo he sido un lobo solitario y hasta en los sindicatos universitarios siempre fui la oveja negra. Hay que cuestionar todo, incluso a nosotros mismo.

No sé cómo he logrado abstraerme de los discursos llenos de optimismo, llamando a cuidar las casillas, a detectar la violencia que se ciñe por todo el país, a llamar a votar y cuidar las casillas, mientras miro las redes sociales, ajenas a la vida pública de antaño, que a la par de esta algarabía,  la satanizan, rechazan la presencia de estos miles que somos, que medio siglo después, estamos en el zócalo, soñando en un México plural y democrático, recordando a nuestra añorada poeta Rosario Castellanos: “ Recuerdo, recordamos/ hasta que la justicia se siente entre nosotros”.

Hay que tumbar las barreras, esa infame y represiva muralla de un gobierno que ofreció democracia, prometió un cambio verdadero y lo que nos dio fue más atole con del dedo.


lunes, 8 de abril de 2024

ADIÓS querido Ziraldo

 El 6 de abril falleció uno de los grandes caricaturistas de este mundo: Ziraldo Alves Pinto, que firmaba como Ziraldo, Premio Quevedos, 2008. Uno de los autores clásicos de la literatura infantil y juvenil, en Brasil. Esta nota la publiqué hace unos años.


 


Me acabo de encontrar un tesoro: una caricatura que me hizo Ziraldo, hace nueve años, cuando le fue entregado el Premio Quevedo de Humor Gráfico, uno de los galardones más serios e importantes del mundo, digamos que como el Premio Cervantes, de Literatura y que han ganado artistas como Mingote, Quino o Forges.

Ziraldo cumplió 87 años el pasado 25 de octubre y hace 9, cuando recibió el premio Quevedos, el periódico El País lo presentó como El niño loco y feliz de Brasil.





Ziraldo es un gran caricaturista y un maravillo ilustrado de historias infantiles. "Soy un autor para niños, viejo. NO un viejo que escribe para niños", se presentó así, alguna vez.

Un año antes había estado con él en Barcelona, en Casa de las Américas, en un evento de humorismo gráfico en Iberoamérica, donde también estuvo otro gran caricaturista colombiano, Vladdo, que también me hizo una caricatura.



En esa semana que estuvimos en Alcalá de Henares, en 2009, fuimos a comer pollo y ahí, en una servilleta, me dibujó. 



Privilegios de la vida. 

miércoles, 18 de octubre de 2023

El Museo Casa de Carranza exhibe, por primera vez, el mayor número de caricaturas dedicadas al varón de Cuatro Ciénegas

 

La exposición "Cuando veas sus barbas cortar… Don Venus en la mirada de sus críticos". Foto: Melitón Tapia. INAH
La exposición "Cuando veas sus barbas cortar… Don Venus en la mirada de sus críticos". Foto: Melitón Tapia. INAH

La caricatura periodística es una herramienta que muestra, de manera diferente y picaresca, la realidad de un país, al tiempo que permite conocer el ingenio del autor y su postura crítica ante un hecho o personaje. A propósito de lo anterior, el Museo Casa de Carranza (MCC) presenta, por primera vez, una exposición que reúne la mayor cantidad de caricaturas dedicadas al varón de Cuatro Ciénegas.

         Titulada Cuando veas sus barbas cortar… Don Venus en la mirada de sus críticos, la muestra, organizada por la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), fue curada por el escritor e historiador del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas, del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, Agustín Sánchez González, y reúne 80 caricaturas publicadas en la prensa de su época.

         Durante el acto de apertura, el 15 de octubre de 2023, la directora del MCC, Karla Jaqueline Peniche Romero, refirió que, paralelo a la muestra, parte de esas caricaturas se imprimieron en gran formato, y fueron colocadas en la fachada de la casa, con el fin de que el público, desde la calle, las pueda contemplar.

       En tanto, el curador y autor de más de 30 libros sobre caricatura, Agustín Sánchez, refirió que “la caricatura nos enseña a mirar de manera seria y sin máscaras aquello que somos; su inmediatez, permite identificar la postura ideológica del autor y abre una brecha más amplia de estudio para los historiadores”. A diferencia de Madero, dijo, Carranza cuidó mucho su presencia en prensa, el arquetipo de la barba y la pulcritud de su vestimenta, lo que lo posicionó como un político moderno y jerarca.

        Explicó que Venustiano Carranza enfrentó momentos críticos, como el golpe de Estado a cargo de Victoriano Huerta, resistió los embates opositores de zapatistas y villistas, y afrontó la invasión norteamericana; en todos esos episodios, la prensa mexicana registró, a través de la caricatura, aquella tensión política; sin embargo, no había sido tan difundida o abordada. Ahora, gracias a la investigación realizada, se encontraron estos 80 cartones en una colección privada y en la hemeroteca del MCC.

       Las caricaturas que se presentan fueron publicadas en periódicos como El Demócrata y Monitor Republicano, y en diversas revistas, entre ellas, El Arlequín, El Gancho, Multicolor, El Motín y El Gladiador. Cabe decir que aunque en ese tiempo surgieron diarios como El Excélsior y El Universal, en sus páginas no plasmaron caricaturas del líder carrancista.

         Los cartones que integran la exposición corresponden a autores como Salvador y Álvaro Pruneda, Santiago R. de la Vega, José Clemente Orozco, Clemente Islas Allende, Atenedoro Pérez y Soto, y Miguel Covarrubias, así como algunos anónimos.


        La muestra contó con el apoyo en la curaduría y el montaje de los investigadores del MCC, Edwin Alberto Álvarez Sánchez y Laura Patricia de León González. Está dividida en dos núcleos temáticos: en la primera, están las ilustraciones correspondientes a la lucha contra Victoriano Huerta (1913-1914), periodo durante el cual, caricaturistas mexicanos afines al régimen golpista, así como periodistas estadounidenses, pintaban a Carranza como un oportunista ambicioso que había tomado las armas sin ninguna justificación.

        En la segunda, se aborda la época de los gobiernos provisional (1914-1917) y constitucional (1917-1920) de don Venustiano Carranza, en los que los caricaturistas evitaron atacarlo directamente y prefirieron ensañar su crítica en sus colaboradores civiles y militares.

        Entre las obras caricaturescas destacadas está la copia de un retrato que Enrico Caruso realizó a Venustiano Carranza durante su visita a México, en 1919, el cual estaba publicado en un portal electrónico y fue localizado por el curador de la exposición. “Algunos dibujantes fueron abiertamente lambiscones con el primer jefe del Ejército Constitucionalista, mientras que otros se burlaron de su aspecto físico, pero nunca lo enfrentaron políticamente”, concluyó Sánchez González.

      Cuando veas sus barbas cortar… Don Venus en la mirada de sus críticos permanecerá hasta el 15 de enero de 2024, en el sótano y fachada del Museo Casa de Carranza (calle Río Lerma No. 35, col. Cuauhtémoc, Ciudad de México). Horario: martes a domingo, de 10:00 a 17:00 horas. Entrada gratuita.

 

jueves, 9 de marzo de 2023

Señor, me has mirado a los ojos. Las fem del PRIMOR

Es 8 de marzo de 2023.

El Palacio Nacional, de nuevo luce amurallado, con una fosa enorme para evitar que los infieles (o las infieles, en este caso) osen brincarse y quemar esa joya arquitectónica, protestando por la muerte de miles de mujeres.





"El presidente más feminista", el más cercano al pueblo, se encuentra cada vez más lejos de ser, o cuando menos, siquiera, parecerlo.


Afuera del bunker kkiano, miles de mujeres reclaman justicia y son recibidos con gases lacrimógenos, que no son tales, según el porro que despacha en la secretaria de gobierno, segundo de la jefa de gobierno de la CDMx que unas horas atrás había calificado a las mujeres que protestan como conservadoras.

Adentro del palacio, como un señor feudal, el cretino presidente observa como un pequeño grupo de miserables burócratas se inclinan ante su llegada y, de manera vil, machista y rastrera le piden al cretino que les diga que las ama. 

Él no se hace del rogar, como Pancho Villa y sus viejas a la orilla, se los dice. Las amo a todas.

Ellas, en éxtasis, como cantando "Señor me has mirado a los ojos". 


Su comadrita, otrora reportera, que ahora vela por la seguridad de los mexicano, de manera bastante inútil, con sus aretitos con la figura del cretino, siente como la mano poderosa del señor posa sobre su cabeza y su alma se llena de gozo como si recibiera maná del cielo.

El medio centenar de miserables mujercitas, enloquecen y se desmayan pero al momento del éxtasis comienzan a gritar: es un honor estar con el cretinón

sábado, 25 de febrero de 2023

EL INE NO SE TOCA. Otro domingo en el Zócalo

Cuál Sísifo, la sociedad mexicana carga una dolorosa piedra del autoritarismo tras la espalda. No ha pasado ni medio siglo en que este país parecía liberarse, poco a poco, del autoritarismo priista, cuando llegamos ante una nueva farsa denominada transformación, con minúscula, y que obliga, de nuevo, a tratar de romper esa inercia que resucita, otra vez, del presidencialismo más arrogante de nuestra historia.

Es curioso, desde Díaz Ordaz, ningún mandatario había satanizado tanto una manifestación de rechazo a sus política golpeadores, como López Obrador. Un personaje que trata de amoldar la historia a su histeria.

Lo terrible, es la abyección de decenas de personajes que repiten como loro macuspano lo que dice el novísimo emperador.

Como sucede en la fábula del traje del emperador, el gobernante en turno viste sus mejores trapitos para gozar del aplauso fácil y rápido, cosa nada difícil de resolver en una sociedad, como la mexicana, que aplaude a sabiendas que ganará.

            Vivimos, revivimos, un presidencialismo voraz, donde el mandatario quiere sólo aplausos, solo, y suele recibirlos sin decoro, como en varias ocasiones de nuestra historia, repitiendo las grandes farsas de nuestros gobernantes en donde, a veces, se generan epopeyas que, a la postre, se convierten en hechos históricos (expropiación petrolera, por ejemplo) y otros, generando torpes sainetes que se convertirán en un fracaso contundente que conduce al basurero de la historia luego de la histeria sexenal.

 
           El fin del primer cuarto del siglo XXI es ya testigo de uno de esos momentos en que un gobierno se inventa un proyecto de Nación y se autonombra Cuarta Transformación, en un insólito hecho, una quimera histórica pues en ninguna de las gestas anteriores, que México vivió verdaderos cambios, nadie se atribuyó esa gloria ni, tampoco, se asignó ese papel mesiánico.

            Todos los gobernantes siempre quisieran ser glorificados y pocos tienen el arrojo de nombrarse transformadores, como este presidente que desde ya, se vistió de libertador de una transformación al nivel de Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas. En el logo oficial de gobierno, entre sus ensueños está aparecer junto a ellos, a la manera que Stalin se colocó al lado de Marx, Engels y Lenin.

Pero lo onírico, con demasiada frecuencia, suele tornarse en pesadilla.

Se acaba de aprobar, en el vergonzoso Senado, ¡Cómo hace falta un Belisario Dominguez!, la destrucción del INE.

Serviles, sin escuchar a la sociedad, los senadores oficiales han pisoteado medio siglo de luchas por la democracia.

Cómo hace medio, como hace cuatro décadas, como hace treinta años, como tantas y tantas  veces, estaré de nuevo en el Zócalo este domingo 26 de febrero.

Otras vez, como Sísifo, cargando una piedra para tratar de arribar a la democracia, tan sólo eso.

miércoles, 27 de octubre de 2021

¿Las películas de James Bond y "Coco" han cambiado la estética del Día de Muertos?

 


¿Las películas de James Bond y "Coco" han cambiado la estética del Día de Muertos?

Hollywood y la industria del juguete se han sumado a las celebraciones; el experto Agustín Sánchez reflexiona sobre la tradición mexicana, bajo el foco del capitalismo


El mito nacionalista que inventó a La Catrina

 


El mito nacionalista que inventó a La Catrina, también conocida como Calavera Garbancera

El historiador Agustín Sánchez cuenta cómo surgió esta imagen típica de Día de Muertos, que fue subestimada por muchos años.

Detrás de la elegancia y galanura con la que se representa a La Catrina, también conocida como Calavera Garbancera, hay una buena cantidad de mitos y leyendas que poco tienen que ver con la realidad. Se dice que esa calaca de cuencas profundas con sombrero de altos vuelos y plumaje fue creada por José Guadalupe Posada y bautizada por el muralista Diego Rivera, pero la verdad es algo distinta.

Cuenta la historia verdadera y documentada por el historiador Agustín Sánchez que a el editor de Posada le pedía siempre trabajos, así que un buen día, a finales de 1912, “Don Lupe” como era conocido el grabador, dibujó esa calavera; sin embargo, señala Agustín Sánchez que aunque no hay ningún documento, ha logrado saber que Posada publicaba calaveras sólo en Día de Muertos.

“El caricaturista realiza la zincografía, que es una placa en zinc, a mediados de 1912. Y no sabemos por qué razón el impresor no la publicó. En enero muere Posada y es hasta noviembre de 1913 cuando sale impresa La Catrina”, cuenta Agustín Sánchez, quien asegura que lo que hizo el impresor fue utilizar esa imagen de Posada “para hacer una calavera fifí, una calavera garbancera”.

La leyenda cuenta que “Garbancera” es una palabra con la que a principios del siglo XX se conocía a las personas que vendían garbanza y que teniendo sangre indígena pretendían ser europeos, y con ello renegaban de su propia raza, de su herencia y su cultura.

Sánchez precisa, tras varios años de investigaciones, que es hasta los años 20 cuando se publica la primera monografía dedicada a José Guadalupe Posada y es ahí cuando se publica la calavera, “pero no se le dio ninguna importancia y quedó como el nombre de Calavera Catrina. Sin embargo, no sabemos de dónde sacaron el nombre porque Posada ni el impresor la bautizaron”.

Pasados los años, relata Agustín Sánchez, en México empezaron a reivindicar a Posada “como un fenómeno nacionalista y revolucionario”, y agrega que Diego Rivera, como muchos otros artistas que buscaban generar una cultura nacionalista, fue uno de los creadores que empieza a impulsar a José Guadalupe Posada.

Un hecho muy importante para el gran impulso que se le dio a La Catrina o Calavera Garbancera fue que en los años 40 Diego Rivera hizo el mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central” en el que le da un lugar especial a La Catrina, ya ataviada con un elegantes ropajes, y además retoma a Posada.

“Es en ese momento que se empiezan a pintar calaveras por todas partes y empieza a reivindicarse la figura de Posada. De tal suerte que en 1952, cuando se cumple el centenario de nacimiento de Posada, el Palacio de Bellas Artes hace una gran exposición dedicada a él y en el catálogo de esa muestra ya aparece La Catrina”, afirma Sánchez.

Es entonces cuando La Catrina empieza a ser famosa e importante; es decir, solo han pasado 70 años. “La Catrina no era nada, pero para el fenómeno del nacionalismo ideológico mexicano se convirtió en un elemento muy importante y es entonces que se empieza a inventar que era parte de la cultura prehispánica”, agrega el colaborador de EL UNIVERSAL.

El escritor e historiador de la caricatura y del humor gráfico, asegura que los cartones y los dibujos de Posada no tiene nada que ver con lo prehispánico, “sino con la visión de la muerte renacentista, con las danzas macabras, más con Holbein que con los mexicas”, incluso insiste en que la visión de Posada es ante todo más occidental.

https://www.eluniversal.com.mx/cultura/el-mito-nacionalista-que-invento-la-catrina

sábado, 23 de octubre de 2021

El mito de las calaveras y de Posada

EL MITO DE JOSÉ GUADALUPE POSADA

ARTISTA DESPUÉS DE MUERTO

Agustín Sánchez González

 

 

La vida de José Guadalupe Posada parece un equívoco completo: produjo centenares de imágenes que, sin saberlo, se convertirían en el santo y seña de su época. Vivió y murió prácticamente en el anonimato y sólo fue reconocido muchos años después. Nunca llamó Catrina a una de sus calaveras, aunque sí es reconocido como el padre de esa y otras tantas imágenes que nos identifican en el mundo.

 

Su muerte, hace poco más de cien años, pareció no importar a nadie. El cadáver de don Lupe, cuya acta de defunción señaló alcoholismo como causal, salió de una vecindad marginal de Tepito con rumbo a las tumbas de sexta clase, las únicas gratuitas del panteón de Dolores. Ahí permaneció sin que nadie reclamara sus restos, quedando en el olvido en una fosa común, junto a decenas de calaveras del montón que, como él, fueron olvidadas.

Extraña historia porque, a pesar del anonimato, sus grabados se reproducían por millares en hojas volantes baratas, con noticias de la vida diaria y de la revolución, impresas en el taller del editor Antonio Vanegas Arroyo. La amarga ironía es que su obra más conocida, después llamada Catrina pero cuyo nombre original es “La Garbancera”, comenzó a circular impresa en noviembre de 1913, 11 meses después de su funeral.

Después de un siglo, Posada está más vivo que nunca y su obra sigue presente en las variadas formas en que se reproduce en México y el mundo. Un trabajo que él no hizo para los museos, sino para el acontecer efímero en la ciudad de México, con el fin de que llegara a las manos de alguien y después desapareciera. Eso es lo asombroso: son hojas de papel que, al verlas, las sentimos nuestras, tan nuestras como lo es el arte universal.

José Guadalupe Posada Aguilar nació en 1852. Desde los 19 años y hasta su muerte, a los 61, se desempeñó como impresor, grabador e ilustrador en imprentas, por lo que su vasta obra aún no ha sido medianamente inventariada, pero sabemos que consta de miles de hojas volantes, del trabajo que realizó en 70 periódicos, de las ilustraciones para los 110 libritos de la Biblioteca del Niño Mexicano (impresa en 1900 en Barcelona) y de otra docena de libros.

Posada laboró en tres estados de la República Mexicana e hizo trabajos cuando menos en otros cinco. Su primer trabajo, de 1871, es en el periódico El Jicote, donde publica 11 caricaturas; el último es la Garbancera, en 1913, obra póstuma y también la más famosa.

Su historia es un rompecabezas que está por armarse, aunque muchas de las piezas han sido manipuladas. De Posada sólo conocemos dos fotografías, pero ningún autorretrato. De su vida personal tampoco se sabe gran cosa. En 1957 el historiador Alejandro Topete descubrió muchos datos personales y apenas hace unos años desentrañé otros, al descubrir el nombre y la temprana muerte de su único hijo, Juan Sabino. Son escasas las referencias sobre un artista que está presente en nuestra vida, pero que fue muy poco mencionado mientras estuvo vivo.

En 1886 hay una mención a su trabajo en El Hijo del Ahuizote; en 1888, otra de Arturo Paz en el periódico Juventud Literaria, en el que profetiza que Posada será el “primer caricaturista, el primer dibujante que tendrá México”; y así otras líneas sueltas, como un anuncio en El Fandango, en 1892: “José Guadalupe Posada tiene el honor de ofrecer al público sus trabajos como grabador en metal, madera, toda clase de ilustraciones de libros y periódicos. Igualmente ofrece sus servicios como dibujante de litografía”.

Es curioso. Pareciera que ningún periodista o escritor lo hubiera conocido a pesar de estar en el reducido ambiente editorial, trabajar con ellos –como es el caso del famoso editor Ireneo Paz (abuelo del escritor Octavio Paz)– o en publicaciones donde colaboraban escritores de renombre. Y no es que no hubiera interés de los intelectuales por la caricatura, pero a Posada nadie lo menciona.

Sólo encontramos algunas noticias más bien personales y aisladas: en enero de 1900, tres periódicos, El ChismeEl Diario del Hogar y El Popular, le dan el pésame por la muerte de su hijo Juan Sabino; o cuando se anuncia que gana cien pesos en la Lotería, en 1908. Pero el día de su fallecimiento, 20 de enero de 1913, pasa desapercibido para todos. Así muere don Lupe. Su nombre desaparece por completo de los diarios; no así sus trabajos, que siguieron circulando en las calles por medio de la imprenta del editor Antonio Vanegas Arroyo.

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “Posada” del autor Agustín Sánchez González y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 68:

 


viernes, 8 de octubre de 2021

Este tampoco era el Mesías

 


¡Este tampoco era el mesías!

 

Hace medio siglo comenzó un lento proceso de ruptura con el presidencialismo, pero surgió un líder terriblemente seductor que ofreció la visión y una profunda convicción de que era posible otro México

 

Agustín Sánchez González

 

Dice una voz popular, que entre más rápido se llega al cielo, más veloz es la caída.

Resulta paradójico que el político mexicano que ha obtenido el porcentaje más alto de aceptación en una votación presidencial, se convertirá, a la postre, en el político más repudiado de nuestro devenir. No soy un nigromante, pero se puede visualizar claramente que, tras recorrer la mitad de su mandato, el presidente López Obrador nos ha quedado a deber, prácticamente, todo lo que prometió y a cambio, nos ha otorgado millones de palabras y ha mostrado que, en eso de la memoria, este pueblo bueno, para usar un cliché actual, carece de ella.

Cada sexenio, los presidentes nos salen debiendo. Decía un refrán "dios mío, si con beber te ofendo, con la cruda me sales debiendo". Tal cual, si con AMLO te ofendo, este sexenio me quedas debiendo.

Durante su segundo informe de gobierno, aseguró haber cumplido noventa y cinco de los cien compromisos a los que se comprometió ante miles de simpatizantes que en medio de la locura, del sueño de un país mejor y de la esperanza por ese hombre que ofrecía, si no el paraíso, algo parecido. O tal vez, sus fanáticos recordaban la canción del estado del que provenía: "Ven, ven, ven, que Tabasco es un edén".

Pero la realidad, una vez más, muestra que, como dice la canción, "todo es falso".

Según el Taller de Comunicación Política (TCP), nuestro presidente, hasta el 30 de junio de este año, "ha vertido durante su gobierno, 56 mil 181 afirmaciones falsas durante las mañaneras desde la primera el 8 de diciembre de 2018 y la más reciente el 30 de junio de 2021.

Estos estudios muestran, quincena a quincena, una serie de datos contundentes, terribles de una situación de mentira y ficción, misma que lastima y lacera, tanto o más que los propios fanáticos de este hombre.

Los testigos de Pejeohvá, se le dice, a esta masa anónima, y a veces no tanto, que agreden, violentan, aplastan y vituperan a todo el que osa criticar al presidente.

Claro, esta secta tiene en su líder un modelo a seguir. Diariamente, desde su púlpito mañanero, el presidente agrede, insulta, lástima, apoda y, como si fuera Zeus, lanza rayos a todos los opositores, los señala sin pudor alguno.

El caso más reciente es la manera en que se refirió a una escritora que había lanzado algunos tuits criticando sus mentiras y demagogia y, antes de que tomara posesión como agregada cultural, ya había sido señalada por el señor para que sus discípulos la lapidaran, cual si fuera María Magdalena.

Nuestra clase política, producto de la revolución mexicana, descubrió que a este país le seducen los caciques autoritarios, los personajes capaces de enamorar y encantar a un pueblo ávido de justicia, pero incapaz de buscarla, tan sólo esperando el milagro de la reproducción de los peces (o, en este caso, de las tarjetas bienestar), en la espera sentado del mesías que vendrá a cambiar todo lo malo de este país, y dejar lo bueno que existe.

Al resolver esta primera variante, sin caer en la torpeza de la larga dictadura, como la de otro López (Santa-Anna) o Porfirio Díaz, concluyeron que este pueblo bueno requería un personaje así, acotado por un tiempo determinado (primero fue cuatrienio y, con Lázaro Cárdenas, sexenio).

Así se inventó el presidencialismo definido de manera simple: cuando el presidente dice: ¿qué horas son? Toda la corte debe decir, a coro: la hora que usted guste señor presidente. Durante décadas México vivió así. El presidente era TODO y representaba a TODO.

Pero este presidencialismo autoritario, como todo en la vida, se agotó y a partir de la segunda mitad del siglo XX, la sociedad que empezó a mermarlo, tras una larga y sostenida lucha, donde incluso se gestó una tímida oposición que fue creciendo, no obstante la violenta represión que tuvo su clímax en octubre de 1968.

Hace medio siglo comenzó un lento proceso de ruptura con el presidencialismo pero, cuando todos pensábamos que iba quedando atrás, surgió un líder tremendo, terriblemente seductor que durante dos décadas buscó infructuosamente el poder y, hace tres años, logró su sueño e impregnó a la sociedad mexicana de una suerte de polvos mágicos que los llevó a una visión etérea, a una profunda convicción de que era posible otro México.

Y así ha sido. Tenemos otro México. Hace unos días leí una frase que me impactó: estamos peor que cuando decían que estábamos peor.

He visto una cantidad innumerable de cartones políticos, tengo un archivo con miles de caricaturas y en este momento me vienen a la mente una, en donde aparece don Pancho Madero, sudando la gota gorda, pues no sabe cómo echar andar un reloj que ha desarmado sin tener la menor idea.

La aspiración presidencial de AMLO de pasar a la historia, es ya una realidad. Deberá ser considerado como el mejor candidato que ha existido en nuestra corta vida democrática, pero también, como el peor presidente de este país, con una idea autoritaria, en donde en el teatro político, AMLO representa el autor, guionista, escenógrafo, director de escena, director de cámaras, apuntador, actor, actriz, técnico, iluminador, y hasta el barrendero.

El presidencialismo en extremo.

Chiste de nuestros días:

Dicen que los pejelagartos llegan a volar hasta 50 metros.

¡Quién dice esa burrada?

López Obrador.

Ahhh, bueno, pero no vuelan tan alto.

 Pero, el tiempo que le queda en la presidencia, no es nada. Su reloj caducó. Su gobierno fue una hermosa pompa de jabón que creció pero, como tal, se reventó y con ella, una vez más, el sueño mesiánico de los mexicanos que, como el mito de Sísifo, cargamos una roca hasta llegar a la cima de la democratización y cuando estamos a punto de llegar, la roca vuelve a caer y volvemos a levantarla aunque, a estas alturas de la historia, parece que ya el desgano será el sino y resultará muy difícil, siquiera, volverlo a intentar.

         A este país lo seducen los personajes capaces de enamorar y encantar a un pueblo ávido de justicia, pero incapaz de buscarla.  


https://www.ejecentral.com.mx/agustin-sanchez-gonzalez-este-tampoco-era-el-mesias/


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