Hace 45 años, en estos días invernales, hice un viaje
maravilloso que me cambiaría la vida.
En la Facultad de Filosofía y
letras, donde cursaba el último semestre, convocaron aun curso vivo de arte en
esos tres países.
Yo acudía sólo los viernes, pues
cursaba la carrera en el Sistema Universidad Abierta que, presumo, fui su
primer egresado en la licenciatura en Historia; mientras, en las mañanas
trabajaba haciendo chocolates y Halls en La Colonial, una fábrica filial de
Chicle Adams.
Habíamos
construido un sindicato independiente con prestaciones inigualables. Un día nos
enteramos que cerrarían la fábrica y empezamos una campaña clandestina para
evitarlo. El otrora combativo Unomásuno
jugó un papel importante y la empresa decidió cerrar de todos modos, llevándose
la planta a Puebla, pero debió ceder ante las demandas y nos indemnizó con el 30% de lo
que marca la ley.
Yo,
que veía semana a semana los carteles y ni en sueños pensaba viajar, bajo esa
alternativa no lo pensé un segundo y me inscribí y partí con un grupo de
personas a las cuales era completamente ajeno pero que me ayudaron a
integrarme a ellos.
Recuerdo a una compañera de la facultad, que con toda amabilidad me sugirió llevar café, latas, etc., para no gastar pero, por intuición fui dejando las cosas en el camino, al igual que la media docena de libros que, ingenuo, pensaba leer.
Desde la primera noche en Roma, mientras todo el grupo se iba a cenar a una hostería, yo me quedé encerrado en el hotel abriendo una lata de atún hasta que me cayó el veinte que no era así y los alcancé en un sitio mágico, que nunca olvido, El Dameo Pataca.
Las
latas fueron dejadas una a una y el vino se convirtió en mi bebida favorita.
No
haré toda la historia. Sólo que conocía Florencia, Venecia, Roma, El Cairo, Luxor,
Abu Simbel, Atenas y sus islas.
Lloré a las seis de la tarde mientras veía caer el sol, sólo solo, sobre las pirámides de Guiza, mientras se escuchaban los cantos musulmanes y unos días atrás cuando miré muy cerquita la Piedad, de Miguel Angel, antes de que fuera encapsulada, tras el atentado que tuvo.
Hace
45 años mi vida cambió radicalmente.
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| Bajando de un barco en el Mar Egeo |
Dejé el sindicato, la fábrica, y empecé una nueva vida que muy pronto tuvo sus primeros frutos:un par de publicaciones en la Facultad de Filosofía y Letras, clases de historia en el CCH, un premio de literatura y su publicación en mi primer libro de cuentos, mi tesis que fue un best seller, con 20 mil ejempares vendidos, y luego en la prensa nacional.
Cuarenta y cinco años



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