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lunes, 13 de octubre de 2025

Lejos de Cuba y en el anonimato, murió Rogelio Martínez, el genio de la Matancera

El 24 de mayo de 2001, publiqué este texto en La Jornada

https://www.jornada.com.mx/2001/05/24/18an1esp.html


Fue el descubridor de Celia Cruz y otros; tenía 97 años 

"Se oye el rumor de un pregonar". Sonora Matancera, cuna de grandes cantantes. 

- ¿Quién mira a los constructores y no al arquitecto?


 Se murió Rogelio Martínez, guitarrista y director de la Sonora, la única, y pocos se enteraron.

Fue el fin de semana antepasado, en Nueva York. Tenía 97 años y se había retirado hace tiempo. Fue un cantante discreto y un guitarrista silencioso pero, sin duda, un excelente director, pieza clave para mantener la estabilidad, organización y calidad artística de uno de los grupos musicales más grandes en la historia de la música popular.

Bastaría saber que gracias a la visión de don Rogelio, una muchachita flaca logró grabar con ellos y convertirse en Celia Cruz, y ella, ser parte fundamental de la Sonora.

El escritor colombiano Umberto Valverde, en Reina Rumba, cuenta que al presidente de la disquera Seeco no le gustaba el estilo de Celia; "Rogelio Martínez, como siempre, terco y seguro de sí mismo, la defendió". Eso fue hace medio siglo, en 1951. Celia grabó Caco Cao maní picao, por un lado, y Mata Siguaraya, por el otro. Rogelio también apoyó a Celia cuando los radioescuchas la rechazaban.

Pero eso no basta, Rogelio Martínez, el duro de la orquesta, como lo llama Valverde, se convirtió en pieza indiscutible de la Matancera desde 1940, cuando su fundador, Valentín Cané, regresa a Matanzas y Rogelio comenzara a dirigirla.

Un poco de historia

La historia de la Sonora había iniciado el 12 de enero de 1924, cuando Cané formó el conjunto Tuna Liberal; más tarde, al incorporarse Carlos Manuel Díaz Caito, cambió el nombre a Septeto Soprano. Con Rogelio Martínez pasan a llamarse Estudiantina Sonora Matancera. En 1932 toma el nombre que la inmortaliza: Sonora Matancera.

Todo el mundo sabe de Daniel Santos, Bienvenido Granda, Carlos Argentino y muchas de las otras grandes voces que pasaron por la Matancera; poco saben que Rogelio ha sido considerado como el genio de la Sonora.

Javier Martínez de Pisón escribe que "La genialidad de Martínez es muy particular: no se trata de que sea un gran cantante -aunque fue el primero que tuvo el grupo-, ni un gran guitarrista, sino de un talento especial que consiste en un gusto extraordinariamente refinado para escoger vocalistas, compositores y arreglistas, con lo que ha hecho de la Sonora Matancera una institución que no tiene paralelo en el mundo. Por sus filas ha pasado lo más selecto de varias generaciones de cantantes, desde Daniel Santos a Celia Cruz, de Leo Marini a Carlos Argentino, de Vicentico Valdés a Nelson Pinedo, de Alberto Beltrán y Bienvenido Granda a Celio González, Bobby Capó y Yayo El Indio, entre muchos otros que componen una lista que parece infinita. En el juego de la vida, el tesón y la calidad humana de Don Rogelio son igualmente características notables: sólo la combinación de todos estos atributos musicales y humanos ha podido lograr que la Sonora Matancera haya cumplido 70 años en la brecha, lo cual hace de ella la agrupación musical de más larga duración en la historia, como bien consta en el Guiness Book of Records. Un nuevo disco titulado De nuevo México, de una calidad extraordinaria, demuestra una vez más que el duende musical de este hombre, a sus 89 años, permanece intacto: tan soberbio o mejor que antes."

Porque, habrá que decirlo, sigue Martínez de Pisón, Don Rogelio escogió el repertorio musical para cada uno de estos cantantes, adaptándolo a su estilo personal, supervisó los arreglos y, en una palabra, los hizo. Por si fuera poco, la aportación musical de la Sonora Matancera no se reduce sólo a eso. La agrupación fue la primera en utilizar un timbal primitivo cuando empezó a tocar el bongó con baquetas, y la primera también en introducir vientos en la música afrocubana.matancera

Una gran orquesta, la única, por donde pasaron más de 75 grandes voces, que grabaron miles de canciones. Paradójicamente, pocos, muy pocos de ellos lograron una carrera importante como solistas, muchos se perdieron en su historia personal y apenas se recuerdan como voces gracias a sus discos con la Sonora Matancera.

A los 97 años, en Nueva York, lejos de la Isla donde nació, se fue don Rogelio, el genio de la Sonora, el que pocos, entre el público común, reconocía.

No deja de ser asombrosa la casualidad. Don Rogelio nació el 6 de septiembre, exactamente el mismo día que se celebra a la Virgen de la Caridad del Cobre, la patrona de Cuba. Cuando cumplió 75 años, en 1979, Celia Cruz le dedicó Yo quiero morir en Cuba, que lindos son tus paisajes. Elegua abre la puerta que ya comienza Obatalá, Laroyé, en ti confío. Elegua, Yemayá, la reina eres, es para ti estos cantares.


domingo, 12 de octubre de 2025

El indigenismo. Desmitificando ando

 El indigenismo. Desmitificando ando

Confabulario| 12/10/2025 |01:06 |Agustín Sánchez González


Este texto desmonta idealizaciones sobre los pueblos originarios y manifiesta la necesidad urgente de comprender la diversidad desde la cotidianidad

Hugo Aguilar, presidente de la SCJN, en la ceremonia de entrega de bastones de

mando a los nuevos ministros, el 1 de septiembre.

Crédito: DIEGO SIMÓN SÁNCHEZ / cuartoscuro

A finales de los años ochenta, del siglo pasado, me invitaron a impartir un curso de introducción a la historia, una asignatura de la licenciatura en etnolingüística, del INI. Semana a semana viajaba a San Pablo Apetatitlán y me enfrentaba, por vez primera, a una aplastante mayoría de profesores bilingües, indígenas, de todo el país, becados en esa pequeña población tlaxcalteca.


     “Dale tu mano al indio”, de Mercedes Sosa, me había decepcionado más de una vez cuando contemporáneos militantes de la izquierda histórica e histérica la cantaban, mientras se tapaban las narices cuando una “María” se subía al autobús donde regresábamos de CU, o cuando una novia que tuve, a la que le encantaba vestir con blusas oaxaqueñas, llegó corriendo a casa después de que le pidieran cargar a un niño mientras su madre se levantaba para ir por una Coca Cola a la tienda de la esquina.

Los profesores, contemporáneos míos, por cierto, tenían un sentido del humor muy perro. Lo ignoraba, no sabía si sería capaz de soltar, en algún momento, uno de mis cotidianos chistes. Pronto me di cuenta que sí sería posible, pues compartían esa “mala leche nacional”.

“Los inditos están tristes porque dejaron sus cuevas”; “¡Ese patarajada qué va a saber de los mayas, si no conoce ni Pátzcuaro!”. Y los chismes: “Cuando regresen a sus comunidades hasta sangre habrá: ellos están muy enamorados y sus pueblos se odian entre sí”.

Nunca logré conocer el apodo que debí tener; en cambio, recibí media docena de cartas al terminar el curso; una de ellas me agradecía el cuestionamiento que hacía de esa mitificación.

¿En qué momento, nuestra decadente clase media, media izquierdosa, mitificó a este complejo y diverso grupo social?

Hablar de indigenismo es hablar de una diversidad, así como los mestizos somos morenos, blancos, chaparros, altos, ojo verde, ojo café, cabello negro, sin cabello, etc. Vivimos en la Bondojo, Iztapalapa, Tepito, la Merced, en el antiguo DeFectuoso.

¿Hay pueblos originarios? ¿Quién inventó es cosa loca? Me gusta la historia, por eso llevo medio siglo investigando ese divertimento.

Hace veinte años vivo en un “pueblo originario” de la ciudad de México. Lo único que queda de ello es la maravillosa iglesia de Santa Cruz de Jerusalén, del siglo XVI. Hay varias fiestas patronales, vinculadas a la iglesia, como las de Santiago Apóstol y las de la Santa Cruz. Somos una comunidad mestiza que, creo, nada tenemos de originaria, ni siquiera el bailongo de salsa con que amenizan esas fiestonas.



Iglesia de Santa Cruz de Jerusalén, del siglo XVI. Archivo de El Universal

Vivimos en un país que es un conjunto, un abanico de culturas y nuestra existencia misma demuestra que no somos únicos. Venimos de historias antiguas, donde la conquista y el despojo es el sino de todos nuestros antepasados.

Por la península española pasaron los iberos, de origen indo-escita (nómadas provenientes de Asia Central), celtas, arios, godos, fenicios, romanos, árabes, judíos; en el territorio que hoy cubre México, las naciones y los grupos nómadas se contaban por decenas. Aún hoy, se hablan “por lo menos sesenta y ocho lenguas distintas, aunque son tan variadas entre sí, que los expertos no tienen claro cuántas son exactamente”, se lee en el libro Los pueblos indígenas de México. Una mirada en el tiempo, publicado por el INI.

Esas comunidades, minoritarias y sojuzgadas, en muchísimos casos por otros pueblos indígenas, son mexicanos; como las migraciones que llegaron de China o Japón, del Líbano o de Turquía; de los herederos de los negros que trajeron de manera cruel de África, condenándolos al esclavismo.

Desde el sexenio pasado se habla de manera formal (y como insulto) del racismo aunque, desde siempre, se les trata, de manera oficial y casi como consigna social, con un respeto en el discurso y con un menosprecio en la realidad.

Es verdad que los mexicanos somos racistas y siempre lo negamos; pero lo somos en función del poder, no de la raza.

Una de las mayores mitificaciones se realiza en estos días cuando se habla del nuevo presidente del espurio Poder Judicial, a quien se le atribuyen todas las virtudes por ser “indígena”, como si eso lo convirtiera en su ser extraordinario y él mismo, con toda impunidad, se pasea con huaraches y ropaje indígena, negando la indumentaria jurídica, cuyo significado es la neutralidad (la ejerzan o no, ese es otro problema).

Los indígenas, como los mestizos, blancos, negros o de cualquier color y sexo, son gente buena, en su mayoría; pero en toda la humanidad hay gente mala y quienes asumen el poder, difícilmente, es gente buena (aunque pueda haberla).

Flores Magón lo dijo poéticamente: “Capital, Autoridad, Clero: he ahí la trinidad sombría que hace de esta bella tierra un paraíso para los que han logrado acaparar en sus garras por astucia, la violencia y el crimen, el producto del sudor, de la sangre, de las lágrimas y del sacrificio de miles de generaciones de trabajadores, y un infierno para los que con sus brazos y su inteligencia trabajan la tierra, mueven la maquinaria, edifican las casas, transportan los productos…”.

No mitifiquemos. Buena parte de las comunidades indígenas fueron masacradas por los propios caciques... indígenas.

Me viene a la mente, ya en términos presidenciales, Victoriano Huerta, un detestable personaje, de origen huichol, que gestó el único golpe de Estado en nuestra historia, en contubernio con al embajada de Estados Unidos, y que culminó con el cobarde asesinato de Francisco I Madero.

Hay que dejar de glorificar, de mitificar. Ninguna raza es buena per se.

México es un país multicultural, esa es su grandeza.

El poder, en cambio, iguala a cualquier raza, clase social, origen o sexo.



Apollinaire en París

 

En el jardín  Laurent-Prache, adjunto a una de las grandes maravillas de París,  la iglesia de Saint-Germain de Pres, me encontré con este busto de Apollinaire.

En medio del jardín, sin que tal vez nadie se entere, asoma el rostro del poeta Guillaume Apollinaire.

Fue realizado por Dora Maar, en 1959.

Antes, Picasso había realizado una escultura que fue rechazada.

Picasso, entonces, donó la escultura de Dora Maar.

 

 Mientras miran el busto, les invito a leer uno de sus poemas.

 

El Adiós

 

Corté una brizna de brezo

Murió el otoño recuérdalo

Ya nunca más volveremos

A vernos sobre la tierra

Brezo en brizna olor del tiempo

Y recuerda que te espero


domingo, 5 de octubre de 2025

SINFONIA DE LAS CUBETAS EN LA OLLIN YOLIZTLI


 Logo eluniversal

Sinfonía de las cubetas en la Ollin Yoliztli

El Centro Cultural Ollin Yoliztli padece la falta de mantenimiento: goteras y humedad afectan salones de clases e instrumentos musicales; alumnos alertan de ello en redes sociales


Goteras en un salón de clases del Centro Cultural Ollin Yoliztli, 
imagen que compartieron usuarios en redes sociales. Especial

“Los salones y pasillos volvieron a llenarse de música, danza y entusiasmo con la comunidad artística que inicia un nuevo ciclo formativo”, dice el boletín oficial publicado en el Facebook del Centro Cultural Ollin Yoliztli (CCOY).

Quién lo escribió, con bombos y platillos, tal vez escuchaba en ese momento el cálido sonido de las gotas de lluvia al caer o simplemente leía una descripción de la Sexta Sinfonía de Beethoven, cuyo cuarto movimiento se llama “Relámpagos, tormenta”.

Y es que los salones y pasillos, a la par de llenarse de entusiastas chicos y de sacrificados profesores, se han atiborrado, por doquier, de cubetas de plástico y botes por todas partes, para atajar las decenas de goteras que invaden este edificio.

La “Sinfonía de la cubetas” podría titularse alguna obra que relate cuál es la situación de un centro de excelencia artística, ajeno a las demagógicas “utopías” o a los conciertos masivos que dan relumbrón al gobierno de la señora de los baches, Clara Brugada.

El CCOY “sigue siendo referente de la enseñanza artística. Hoy, entre zapateados y ensayos corales, el recinto afirma su vocación vivo de aprendizaje, con biblioteca, fonoteca, videoteca y aulas…”









Imagen compartida en redes sociales por alumnos del Centro Cultural Ollin Yoliztli para evidenciar la falta de mantenimiento en el inmueble. Especial

Ignoro si alguna vez la señora Brugada ha visitado ese recinto tan olvidado desde hace un cuarto de siglo, desde que nos gobiernan los mismos personajes, con un falsete tan falso como su discurso a favor de la cultura.

Por supuesto que no es la primera vez que las goteras se asoman a este lugar, pero no creo que la señora de los baches quiera adjudicar la responsabilidad al gobierno pasado, cuando gobernaba nuestra presidenta.

Las fotos de la nota de prensa parecen sacados de un conservatorio en Dinamarca, nada que ver con las fotos reales que, en ese mismo espacio, han colocado jóvenes alumnos que, además, han escrito comentarios como estos:

"Las instalaciones se están cayendo a pedazos, urge que la secretaria de cultura tome cartas en el asunto, no es posible que siendo una de las escuelas más importantes del país se encuentre en tan deplorables condiciones".

Otro más dice:

"No solo de música, también se llenan de agua con estás lluvias y tremendas goteras".

Un último:

"Me titulé hace un año y regresé a mi ex escuela hace unos días y está peor que cuando me fui".

Creo que el espíritu de los alumnos y los maestros es algo digno de admirar, ¡mantienen a esa escuela en pie! Pero favor de no ser cínicos y responsabilizarse un poco de esta gran escuela que saca a grandes artistas. ¡Repintarla cada 3 años por fuera no es mantenimiento!

Pero el problema no es solamente que se gotee, la humedad que existe por todas partes deteriora tanto a la salud de alumnos, profesores y trabajadores, como a los instrumentos musicales que se dañan.

Otra víctima es la biblioteca, donde han puesto unas toallas para evitar la humedad; partituras y libros sufren este fenómeno (por cierto, vergonzosamente han cerrado el Libro-Club fundado por Alejandro Aura hace 25 años) Los libros, generalmente donaciones por la comunidad, están puestos a quien corresponda.

La Sinfonía de las cubetas debe cesar.

“El agua llegará a toda la ciudad, vivas donde vivas”, aseguró la señora de los baches; juró que a las aulas de la Ollin no es necesario.

El agua es vida, pero en una escuela es y significa todo lo contrario.


Confabulario
| 05/10/2025 |01:00 |Agustín Sánchez González |


Lejos de Cuba y en el anonimato, murió Rogelio Martínez, el genio de la Matancera

El 24 de mayo de 2001, publiqué este texto en La Jornada https://www.jornada.com.mx/2001/05/24/18an1esp.html -  Fue el descubridor de Celia ...