Hace 25 años tuve varias semanas
una columna en la sección cultural de El Financiero, que dirigía mi amigo
Víctor Roura. El 3 de mayo de 1995, escribí este texto que juega con el futuro.
Me latió volverlo a presentar en estos días de incertidumbre
Esto es México. Ese inexistente fantasma
Anda por allí. Por más que se quiera correr,
a diario lo alcanzamos y siempre, inevitablemente, nos sorprende.
Apenas hace unos diez
años cuando preguntaba a mis alumnos ceceacheros acerca de lo que harían cuando
llegara el siglo XXI, ellos especulaban y, alguna vez, una alumna, llena de
terror, pidió cambiar de tema.
Y es que el futuro
siempre da miedo. La incertidumbre es lo más cruel. Ya lo cantaban los hermanos
Martínez Gil: "¡ay! cómo es cruel la incertidumbre".
El pasado no siempre
es mejor. Nuestro cerebro lo guarda celosamente como en un archivo de
computadora que, muchas veces, no deseamos abrir.
Claro, hay fragmentos
del pasado que uno recuerda con agrado. El primer beso, como decían los poetas
del pasado, es inolvidable.
Pero nada, lo único
que cuenta es el presente. Los letreros de las viejas misceláneas de otros
tiempos eran muy claros: "Hoy no fío, mañana sí".
Nadie puede imaginar
el acontecer, el devenir; el pasado, en cambio, puede ser manipulable para
nosotros.
"Ayer maravilla
fui y ahora ni sombra soy". La canción de "La llorona" que hoy
queda tan bien para ciertos psicópatas que no valen la pena mencionar, aunque
andan por gringolandia pregonando sus grandes éxitos.
"Nosotros somos
quienes somos, basta de historia y de cuentos". Todo sucederá este día. La
vida, tan difícil, tan complicada, acontece a veces a cuentagotas y cuando nos
damos cuenta ya es pasado.
¿Quién nos diría que
muchos de los viejos comunistas, luchadores incansables, se han replegado al
poder? Piensa en aquellos que cantaban una canción de José de Molina: "a
parir madres latinas, a parir más guerrilleros, ellos sembrarán jardines, donde
había basureros". Increíblemente, de pronto, su canto se hizo realidad y,
efectivamente, a sembrar jardines, aunque los basureros ahí quedaron.
Pensar el pasado, en
cambio, nos muestra la rudeza de una vida que ha transcurrido; con él, por
cierto, podemos jugar, imaginando cosas que nunca fueron.
Las sorpresas se
acumulan todos los días, y resulta que el pasado no es tan aleccionador y que
tampoco lo podemos cambiar. Quien la riega, la regó y ya. Lo que pasó, ya
sucedió y no hay cambio alguno.
Tampoco podemos
desgastarnos con el tiempo que vendrá. "El presente es de lucha, el futuro
es nuestro", decían las viejas consignas, pero el futuro, ese al que se
refería la frase, nunca ha sido nuestro.
El futuro es
completamente inexistente y se encuentra lleno de incertidumbre; es un fantasma
que nos espanta, se convierte en pesadilla, hace buuu por las noches y algunas
veces, sólo logra hacernos llorar, mientras el presente, lo único real, lo
olvidamos pues es tan sólo, parte de la vida cotidiana.
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