martes, 20 de octubre de 2015

Martínez Carrión en el MUNAE


Martínez Carreón retrata
 represión durante porfiriato 

Museo de la Estampa alberga una seriede imágenes publicadas entre
1903 y 1906; también expone la recuperación de las litografías
 de La Ceiba Gráfica
 
Através de la muestra Jesús Martínez Carrión y El Colmillo Público.
Del trazo costumbrista a la línea revolucionaria, el Museo Nacional de la Estampa,
 bajo la curaduría del especialista Agustín Sánchez González, da cuenta de cómo
fueron los últimos años del régimen de Porfirio Díaz.
Martínez Carreón retrata represión durante porfiriato
La mirada crítica del caricaturista, plasmada en las páginas del la revista El colmillo público,
entre 1903 y 1906, muestra la caída de ese gobierno “marcado por la persecución de los
 opositores al régimen y algunos sucesos precursores de la Revolución Mexicana, como
 la Huelga de Cananea” —protesta laboral en la mina de cobre de Cananea, Sonora,
México, contra la empresa Cananea Consolidated Copper Company—, explica en
 entrevista con La Razón, el director del recinto, Santiago Pérez Garcí.
La exhibición, compuesta por 114 obras de pequeño formato, refleja también la clase
política y gobernante del país en ese período. “Es una mirada desde el humor y desde
 la crítica ácida como lo es la propia caricatura política a este régimen”, puntualiza.
En otra parte de la exposición, el museo explora una faceta del trabajo de este dibujante
que realizó para otras publicaciones como El Semanario Ilustrado, El Mundo Ilustrado, el
Almanaque de Arte y Letras. “Hay un conjunto de piezas de corte costumbrista que produjo
en acuarela y litografía”, enfatiza Pérez Garcí.
La institución también alberga La Ceiba Gráfica: Estampas de una década, una exposición
 que recoge los éxitos de La Ceiba Gráfica, la cual se ha dedicado a la recuperación de la producción litográfica como técnica artística.
“Es un proyecto que cumple 10 años y que está establecido en Coatepec, Veracruz. Su
importancia recae en el rescate de la litografía como una de las técnicas originales de la estampa,
 que estaba en cierta medida en declive porque era muy cara en su producción: había que importar materiales como la piedra de las canteras de Alemania, las prensas de Estados Unidos”, revela
 el titular de la institución.
Gracias a la iniciativa de Per Anderson, la técnica ha tenido auge nuevamente.
“Encontró, por ejemplo, en las canteras de Tatatila, un mármol que reproduce con
la misma calidad las características de la piedra alemana. El cuero curtido lo usa para
desarrollar los rodillos e instaló una fábrica de pigmentos de tintas para impresión”, concluye.

Anuncian programa y eventos especiales
En noviembre, adelanta Santiago Pérez Garcí, se van a desarrollar distintas actividades paralelas
 a la exhibición de Jesús Martínez Carrión y El Colmillo Público. Del trazo costumbrista a la línea revolucionaria, como la presentación del libro de los diez años de La Ceiba Gráfica. Además, están programadas una serie de conferencias sobre los temas de la exposición del reconocido caricaturista mexicano.
Posteriormente, “vamos a preparar una exposición sobre la obra de Enrique Chagoya, un artista
mexicano-estadounidense que está radicando en California, y vamos a presentar también
 la carpeta Nao Now, que es un proyecto en el que participan artistas mexicanos, donde
 exponen sus trabajos realizados en una residencia en China”, anuncia el director del museo.

 



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jueves, 15 de octubre de 2015

Pascual Orozco en caricatura

Todos los meses publico en la revista Relatos e historias de México, el cartón del mes. A veces tiene que ver con el artículo principal, a veces con el mes que aparece la revista o a veces solamente porque se me antoja.
Tener un editor que entiende de esto hace que se trabaje de maravilla.
Este es el cartón del mes: un  esplendido dibujo dSantiago R. de la Vega, un señorón de la caricatura, destacado magonista que rompe con los magonistas. Participa en la revista Multicolor, una de las emblemáticas publicaciones de caricatura; entre las diez más importantes de nuestra historia.

lunes, 12 de octubre de 2015

Jesús Martínez Carrión: monero de combate

De octubre a noviembre, en el Museo Nacional de Estampa, se podrá apreciar la obra de uno de los grandes cariaturistas mexicanos: Jesús Martínez Carrión. Un artista que puede ser considerado como un precursor de la Revolución. Un hombre que echó mano de la caricatura para denunciar los males de la dictadura. Este es un fragmento del texto que escribí para la revista Relatos e historias de México, del mes de octubre de 2015.




jueves, 8 de octubre de 2015

¿Cómo se llama esa madre?

El sonsonete chilango (y también el norteño), es reconocible a miles de kilómetros.
Es una noche esplendorosa, llovió toda la tarde y el cielo es tan hermoso.
Otoño en París.

Cerca de ahí, el Sena se muestra con una gran tranquilidad. Las embarcaciones pasan llenas de turistas, algunas iluminadas, otra a media luz. Sentados en un pequeño jardín, descansando de la ruda caminata por París, volvemos a Notre Dame antes de ir a cenar al barrio Latino.

Frente a esa esplendorosa joya del arte universal, Notre Dame, Nora y yo permanecemos en silencio como muchas veces antes de empezar un largo diálogo que se ha prolongado por más de dos décadas. Un diálogo de toda la vida, que es interrumpida por una vocecita chilanga que pregunta
-          ¿Cómo se llama esa madre?
Notre Dame, me dije a mí mismo, y pensé en la odiosa fortuna que hace que un tipo ignorante como este puede pasear con ese gran analfabetismo.  Pero guardé silencio para escuchar el dialogo del trío nacional. Uno de ellos, platicaba de su padre senador con quien vino el año pasado y el otro decía que lo más chido, guey, es el arco del triunfo.

Pero bueno, no quiero decir que lo naco es nacional. 


En el Museo de Orsay, lleno de visitantes que toman fotos y jamás miran un cuadro, ni por equivocación, un tipo rubio, tipo vikingo, de cómo 1.80, acerca su mano frente a un cuadro de Monet, Regatas en Argenteuil, sin que ningún custodio lo mire. 

“¡Tonto, deja eso!", le grito y el tipo prácticamente corre con su acompañante y nada pasa, ni quien se entere del posible daño que el tipo pudiera hacer a esa obra.
Los custodios brillan por su ausencia.
Me siento héroe salvador de Monet.

Otro vinito pal susto. Salud.

martes, 6 de octubre de 2015

París bien vale un vinito



Poca gente sabe que París, no es la misma ciudad maravillosa que existe hoy. No todo es la Torre Eiffel.




Su historia se remonta apenas al siglo XIX, cuando nace esta urbe perfecta, bueno casi, asociada al Barón Haussman quien generó una revolución urbana, construyendo una red de ejes que gestan un goce estético y un asombroso encuentro permanente con el milagro urbano.

Volver a París en el Siglo XXI, fue mágico.

Hacía 22 años que no estaba ahí.

Ahora, no sé exactamente el por qué, busqué la ciudad perdida, la ciudad inexistente hoy y me encontré, casi sin querer, con ese París histórico, originario.

El París romano, la pequeña villa gala denominada Lutetia Parisiorum, más conocida como Lutecia (tal vez de la raí celta=ratón, según wikipedia)

De eso no queda nada, pero me encontré sin investigar entonces, las arenas de Lutecia, un anfiteatro romano inserto en el V Distrito de París y al que debimos caminar mucho para encontrarlo pues estaba muy escondido. 

Impresiona su presencia en medio de grandes edificios y de un jardín hermoso. 

Hoy es un redondel donde lo jóvenes juegan y se divierten, como hace cientos de años. No sé si algún colega le asuste el uso contemporáneo de un monumento histórico pero a mi me gustó que hoy se pueda seguir usando a pesar de los siglos que pude mirar y me miraron.

Llegué a Lutecia, después París.
Luego, en el barrio latino, un buen vino.
Salud.

Lo Hecho en México | México en una Imagen 2015 - GABRIEL MATEO Sánchez

Lo Hecho en México | México en una Imagen 2015 - GABRIEL MATEO Sánchez

jueves, 1 de octubre de 2015

Retrato de mujer en los cincuenta

Este texto lo publiqué hace casi dos décadas en la sección cultural de El Universal, que dirigía Paco Taibo I



¿A dónde irán las imágenes que se perdieron en el tiempo? Pienso en las miles quizá millones, de foto­grafías que tomaban los hombres que retrataban a los caminantes de San Juan de Letrán hace todavía unos veinte años y que sólo se enteraba de ello por el flas­hazo nocturno o por las tarjetas con un número que identificaba la foto.
     Tengo frente a mí una de ellas, color sepia. La his­toria oculta de ese momento nunca la he preguntado. Escrita con tinta azul, está fechada el 20 de noviem­bre de 1952 y a pesar de su borrón, se deja ver una nota: (ocho años después).
     Una mujer de pelo chino, acaso de permanente, ca­mina con garbo por la Alameda Central. Quizá viene de observar el desfile deportivo, a lo mejor se enca­mina a una cita amorosa. El grueso tronco de un árbol asoma por una de las orillas del retrato, y las ramas de otro son el fondo.
     Un policía parece seguirla, va vestido elegante­mente, lleva corbata y una enorme placa en la cachu­cha; el azul observa la cámara, mientras la mujer mira hacia otro lado o parece observar cualquier otra cosa, ignorando al anónimo fotógrafo. La mujer lleva el suéter sobre los hombros y su mano izquierda, la única que se observa, está cerrada, como aguardando un futuro que en ese momento se ignora.
Peinado con raya de lado izquierdo, evoca las imágenes de Lilia Prado.
El vestido es ceñido al cuerpo y tiene un cinturón de donde pende, a un costado, una especie de moño apenas visible. Los zapatos llevan unos cintillos alrededor del tobillo y no se alcanza a distinguir si son de punta o chatos, si no tienen tacón alto o corto.

El policía sigue atrás, sin lograr darle alcance, mien­tras dos hombres se encuentran sentados en una banca, separados uno de otro, distinguiéndose con la vestimenta de cada cual. Uno lleva traje oscuro y za­patos sin bolear, parece viejo, aunque el rostro no se distingue, mientras el otro es un trabajador del fin del sexenio alemanista, cuando se prometía un país me­jor.
Frente a la mujer camina un hombre bajito, con go­rra española, saco largo y cuya espalda quedó plasmada en el retrato, en la fotografía que ahora miro, que tiene la fecha del 20 de noviembre de 1952, en el retrato de una mujer de la que tres años más tarde yo habría de nacer.


El policía sigue atrás, inmóvil, quieto, mientras la mujer camina con garbo, con orgullo y en su rostro se mira la alegría de quien sabe que su retrato será co­mentado más de sesenta años después.

Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...