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jueves, 11 de junio de 2015

DECLARACIÓN DE ODIO de Efraín Huerta


Efraín Huerta es uno de los grandes poetas universales de México. este poema es uno de los más espléndidos cantos a la  Ciudadde México



Estar simplemente como delgada carne ya sin piel,
como huesos y aire cabalgando en el alba,
como un pequeño y mustio tiempo
duradero entre penas y esperanzas perfectas.
Estar vilmente atado por absurdas cadenas
escuchar con el viento los penetrantes gritos
que brotan del océano:


agonizantes pájaros cayendo en la cubierta
de los barcos oscuros y eternamente bellos,
o sobre largas playas ensordecidas, ciegas
de tanta fina espuma como miles de orquídeas.
Porque, ¡qué alto mar, sucio y maravilloso!
Hay olas como árboles difuntos,
hay una rara calma y una fresca dulzura,
hay horas grises, blancas y amarillas.

Y es el cielo del mar, alto cielo con vida
que nos entra en la sangre, dando luz y sustento
a lo que hubiera muerto en las traidoras calles,
en las habitaciones turbias de esta negra ciudad.
Esta ciudad de ceniza y tezontle cada día menos puro,
ciudad de acero, sangre y apagado sudor.

Amplia y dolorosa ciudad donde caben los perros,
la miseria y los homosexuales,
las prostitutas y la famosa melancolía de los poetas,
los rezos y las oraciones de los cristianos.

Sarcástica ciudad donde la cobardía y el cinismo son alimento diario
de los jovencitos alcahuetes de talles ondulantes,
de las mujeres asnas, de los hombres vados.

Ciudad negra o colérica o mansa o cruel,
o fastidiosa nada más: sencillamente tibia.

Pero valiente y vigorosa porque en sus calles viven los días rojos y azules
de cuando el pueblo se organiza en columnas,
los días y las noches de los militantes comunistas,
los días y las noches de las huelgas victoriosas,
los crudos días en que los desocupados adiestran su rencor
agazapados en los jardines o en los quicios dolientes.

¡Los días en la ciudad! Los días pesadísimos
como una cabeza cercenada con los ojos abiertos.
Estos días como frutas podridas.
Días enturbiados por salvajes mentiras.
Días incendiarios en que padecen las curiosas estatuas
y los monumentos son más estériles que nunca.

Larga, larga ciudad con sus albas como vírgenes hipócritas,
con sus minutos como niños desnudos,
con sus bochornosos actos de vieja díscola y aparatosa,
con sus callejuelas donde mueren extenuados, al fin,
los roncos emboscados y los asesinos de la alegría.

Ciudad tan complicada, hervidero de envidias,
criadero de virtudes desechas al cabo de una hora,
páramo sofocante, nido blando en que somos
como palabra ardiente desoída,
superficie en que vamos como un tránsito oscuro,
desierto en que latimos y respiramos vicios,
ancho bosque regado por dolorosas y punzantes lágrimas,
lágrimas de desprecio, lágrimas insultantes.

Te declaramos nuestro odio, magnifica ciudad.
A ti, a tus tristes y vulgarísimos burgueses,
a tus chicas de aire, caramelos y films americanos,
a tus juventudes ice cream rellenas de basura,
a tus desenfrenados maricones que devastan
las escuelas, la plaza Garibaldi,
la viva y venenosa calle de San Juan de Letrán.

Te declaramos nuestro odio perfeccionado a fuerza de sentirte cada día más inmensa,
cada hora más blanda, cada línea más brusca.

Y si te odiamos, linda, primorosa ciudad sin esqueleto,
no lo hacemos por chiste refinado, nunca por neurastenia,
sino por tu candor de virgen desvestida,
por tu mes de diciembre y tus pupilas secas,
por tu pequeña burguesía, por tus poetas publicistas,
¡por tus poetas, grandísima ciudad!, por ellos y su enfadosa categoría de descastados,
por sus flojas virtudes de ocho sonetos diarios,
por sus lamentos al crepúsculo y a la soledad interminable,
por sus retorcimientos histéricos de prometeos sin sexo
o estatuas del sollozo, por su ritmo de asnos en busca de una flauta.

Pero no es todo, ciudad de lenta vida.

Hay por ahí escondidos, asustados, acaso masturbándose,
varias docenas de cobardes, niños de la teoría,
de la envidia y el caos, jóvenes del "sentido práctico de la vida",
ruines abandonados a sus propios orgasmos,
viles niños sin forma mascullando su tedio,
especulando en libros ajenos a lo nuestro.

¡A lo nuestro, ciudad, lo que nos pertenece,
lo que vierte alegría y hace florecer júbilos,
risas, risas de gozo de unas bocas hambrientas,
hambrientas de trabajo,
de trabajo y orgullo de ser al fin varones
en un mundo distinto!

Así hemos visto limpias decisiones que saltan
paralizando el ruido mediocre de las calles,
puliendo caracteres, dando voces de alerta,
de esperanza y progreso.

Son rosas o geranios, claveles o palomas,
saludos de victoria y puños retadores.
Son las voces, los brazos y los pies decisivos,
y los rostros perfectos, y los ojos de fuego,
y la táctica en vilo de quienes hoy te odian
para amarte mañana cuando el alba sea alba
y no chorro de insultos, y no río de fatigas,
y no una puerta falsa para huir de rodillas.

miércoles, 10 de junio de 2015

Jueves de Corpus, de Orlando Ortiz. 10 de junio

Estos apuntes los leí en la 
presentación del libro de
Orlando Ortiz, hace unos días.


El jueves de Corpus de 1971 dejó una mancha roja en las efemérides nacionales. Por esos días, Leopoldo Ayala escribió un poema que, por desgracia, concluyó en panfleto.
          Hoy es jueves para el cuerpo,
          como 71 de nosotros.
Ayala, junto con otros artistas como José de Molina, Judith Reyes, los Nacos, los Mascarones cantaron y contaron los aconteceres de esos días difíciles en que los jóvenes eran perseguidos en serio.
El jueves 10 de junio, por la mañana nos sacaron temprano de clases, estaba cursando el último año en la secundaria 4, ubicada en Sn Cosme y Ciprés. El destino natural, sin recreo alguno, fue ir a las Mil Tortas y pedir una de chinitos con chipotles y una imaginaria línea de queso añejo. No hubo chance, un grupo de señores vestidos de civil nos corrieron del parque que circundaba la secundaría.
Debimos marcharnos y cada quien tomo el camino rumbo a sus casas. Mito o realidad, me lo he planteado muchas veces, en la librería Ocadiz, de la calle de Santa María la Ribera, compré el manifiesto del Partido Comunista.
Siempre he pensado que ese jueves me cambió la vida, no porque hubiera participado en la manifestación o algo parecido, no, era un muchachito solitario que intuitivamente, bueno, eso que acabo de mencionar fue la manera en que viví ese día (el siguiente no fuimos a la escuela pues sabíamos que algo grave había sucedo en esos rumbos.
Algunos años después, leí por vez primera este libro (aun no conocía a Orlando) y me sorprendió su estructura, su soltura, el manejo de una información periodística cada vez mas entrampada, una lectura entre líneas, que es la única manera de leer la información en el mundo, sobre todo en esa etapa de nuestra historia donde el periodismo estaba excesivamente controlado.
Siempre he sostenido que, a pesar de ser historiador, es en la literatura y el periodismo donde se adquiere la mejor carnita, la parte más rica para expresar los sinsabores de nuestra historia. Mejor aún, el periodismo mexicano ha sido una fuente inagotable para la construcción de la historia y su propia intencionalidad.´
La literatura, primero, y el periodismo, después, han sido fundamentales para entender muchos de los procesos históricos, conocer la historia, en muchas de sus etapas ha dependido de la literatura y del periodismo.
Me gusta una definición de literatura que da Eduardo Galeano: “abarca… el conjunto de los mencionados escritos que integran una determinada cultura, al margen del juicio de valor que por su calidad merezcan. Un artículo, una copla o un guión son también literatura, mediocre o brillante, alienadora o liberadora, como bueno o malo puede ser cualquier libro” .
Desde hace varios años vengo pensando en una historia donde la literatura juegue un papel fundamental en el conocimiento social.  La historia debe aprehender de la literatura y asumirla como una expresión histórica. La literatura se ha adelantado siempre a la historia y ello ha permitido conocer materiales como esta edición.

Recuperar las historias de violencia política, en momentos como este que se requiere de recuperarlas, es tal vez el valor más importante que tiene la serie de libros que publicó Orlando por estos años (ojalá que JUS redite también sus otros libros: La violencia en México, Genaro Vázquez y ya puestos en carta a Reyes Magos, toda la colección de antologías que publicó Diógenes en esos años)
Leer Jueves de Corpus, medio siglo después de que apareció, fue una asombrosa lectura que no ha perdido ni su frescura ni su rigor y, más aún, ha ganado consistencia al mirar un país 45 años después, un país que se resiste a cambiar, a entender, a comprender los pasos de la democracia. UN país que cada día se parece más a las quinceañeras: “Eres muy lindo, nunca cambies”. Jueves de Corpues  es una historia de lo inmediato, escrita al calor de la violencia política y social.
Es una fotografía de un momento histórico de México que llena de indignación, coraje y solidaridad. El espejo que escudriñamos en esta obra nos denota una imagen del abuso, la prepotencia que el poder y la necesidad de estudiarlo sin mitos ni leyendas, sin gritos ni estridencia, con una frialdad que sólo un gran escritor como es el maestro Orlando Ortiz pudo lograr en esos momentos de desolación informativa, de cercos, de aislamiento social.
Es curioso, hoy que vivimos la globalización, expresada en la redes sociales en donde nos podemos enterar hasta el momento en que eructa un papa, vivimos cada vez más solos, asumiendo el aplastamiento de los poderosos y con una frustración por esta soledad.
La nueva lectura de Jueves de Corpus me generó dos cosas: el ciclo de la violencia y el poder, acción que genera el desamparo, el desgarramiento social y la calma, después de una tempestad no provocada por los maltratados. Una calma social que, sin embargo, genera actitudes individuales de desesperación que promueven la derrota. Es decir, les pego y se callan, pero unos cuantos en el coraje, no se callan y son tan pocos y tan desolados que terminan sacrificados. Pareciera pues el rasgo característico de la visión de los vencidos, con el permiso del maestro León Portilla.

La otra lectura es acerca de la inscripción de la izquierda en el ámbito del poder de la derecha que hoy se ha convertido en una realidad. Decía Joaquín Sabina que la izquierda en el poder se vuelve derecha. Pienso en aquel momento represivo cuando los entonces aperturos o heberturos, personajes como Heberto Castillo, Carlos Fuentes o el mismo Rius, si Rius, el caricaturista que retrató a Luis Echeverría como el gran salvador de la Patria, pensaron que Echeverría era diferente (de haberlos conocido Herodes se los chinga bonito) Incluso Rius publicó en primera plana de los agachados “Echeverría nos lleva al socialismo?”
Ahora que escribo esto, creo que ahí comenzó la debacle de la izquierda misma, al no entender que la lucha era por la vía democrática, pero con métodos diferentes a los del PRI y no como los del PRI.
Nunca hubo mejores cornudos que este grupo que creyó en Echeverría y que creó, además, un partido político que prácticamente se construyó a la imagen y semejanza de un caudillo y que vino a desembocar en el PRD (o lo que queda de él), cuyo lema fue Democracia ya, Patriarca para todos y que para amarrar, hizo su partido a imagen y semejanza: Morena o PRIeta.
Quedan muchas reflexiones, mucho por decir y esa es la riqueza de un libro, de este libro de este gran maestro de la literatura mexicana que es Orlando Ortiz.
Un libro que nos permite dialogar y construir otro libro, otro momento y seguir tratando de entender un país que no es difícil de entender, es imposible. 


sábado, 6 de junio de 2015

Alta traición

Hoy es día de elecciones.
 Sé muy bien que poco cambiará en la vida de los mexicanos y sin embargo cambiará en una suerte de diálectica. 
Caricatura de El Fisgón

Y hoy, como todos los días, por cierto, es un excelente día para recordar un gran poema de José Emilio Pacheco

















Alta traición

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-(y tres o cuatro ríos)

México, 1966


jueves, 4 de junio de 2015

El caricaturista Castrux: el héroe olvidado de Coahuila, falleció hoy 1 de octubre




Jesús Castruita Marín nació en San Pedro de las Colonia, Coahuila, el 24 de agosto de 1929. 

   Castrux, como suele firmar sus espléndidos trabajos, es uno de nuestros grandes caricaturistas y, además un excelente pintor.

Llegó a la ciudad de México y se inscribió en la Esmeralda para estudiar pintura y escultura.

Su carrera como caricaturista comenzó al lado de dos grandes genios del humor gráfico, de quienes fue su ayudante: Abel Quezada y Bismarck Mier, oriundos de Nuevo León.


Estuvo en la revista Orbita y, durante 24 años, publicó en el semanario Impacto. Ha participado en Al Tiro y en Lapiztola, publicaciones de la Sociedad Mexicana de Caricaturistas; también tuvo una destacada presencia en Rhumor.






















Ha recibido diversos reconocimientos como el Premio Constantino Escalante, otorgado por el Club de Periodistas y, en 1995, la SMC le otorgó el Premio Nacional de Caricatura.


                         

En 2007 fue invitado a posar sus manos en Plaza Galerías de la ciudad de México, convirtiéndose en el único monero mexicano en ese lugar.

Castrux es un héroe cultural olvidado en Coahuila.

Bien dice el dicho: nadie es profeta en su tierra.

martes, 2 de junio de 2015

Cartón del mes: Cucaña política

Este mes de junio pueden encontrar en la revista Relatos e historias de México, una caricatura de Cayetano Caloca, un olvidado y esplendido caricaturista de los años treinta y cuarenta del siglo pasado y que se refiere a la lucha por el poder en 1946.

Priistas de closet

Una de las muchas razones por las cuales resulta difícil  conocer la intención real del voto, a favor del PRI, es la respuesta autoritaria de "los opositores" al PRI. 
De inmediato viene una respuesta, incluso violenta, para quien ose decir: votaré por el PRI o quien ose criticar a los santos "profesores"  dela CNTE o quien crítica a Pejeohvá (aunque su rating va para abajo) o al subcomediante Narcos, ahora Galy Galiano. 
Este silencio en cuanto a la intención del voto priista no permite visualizar a nadie un panorama real de las preferencias electorales pues, más allá de las permanente lamentaciones y lloriqueos del se los dije, hay millones de votos reales, sin consigna, por convicción o por agradecimiento. (Hace años me conocí a una combativa profesora que siempre estaba en las luchas sindicales, protestas, etc., y cuando la invité a ser representante de casilla del entonces PSUM se disculpó y me dijo que ya lo sería por el PRI.
Luego de las elecciones le pregunté el por qué de su militancia priista, ella que vivía modestamente al igual que sus padres, no perseguía ningún puesto ni nada por el estilo. La respuesta fue: mi madre me parió en el IMSS, era trabajadora y ahí, me cuenta, salí en una canastilla llena de pañales, biberones, leche, cremas, etc., como ninguno de mis hermanos; y así me fue contando muchas otras historias que tenían que ver con las prestaciones del gobierno.
- Pero eso es una obligación del Estado, le dije.
- Si, pero el PAN no lo hubiera hecho.
Aunque su reflexión no me convenció, me quedó claro la existencia de un voto priista de closet, pues resulta difícil de manifestarlo.

Y ello, paradójicamente, no es más que la expresión, de rebote a la sociedad, del propio autoritarismo priista impregnado en una sociedad que sigue pensando: si no estas conmigo, estás contra mí.

domingo, 31 de mayo de 2015

A Galopar, de Rafael Alberti

Como sus cabellos de plata, como lo conocí, a Rafael Alberti se le considera miembro de la generación de la Edad de Plata de la literatura española. Hace tiempo encontré este disco con Alberti cantando con Paco Ibañez, ¡¡una maravilla!!


Galope

Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

autógrafo

                       

El señor Embajador

  Este cuento apareció por primera vez en el libro ¿ El crimen como una de las bellas artes?, una selección de cuentos, resultado del Certam...