miércoles, 10 de junio de 2015

Jueves de Corpus, de Orlando Ortiz. 10 de junio

Estos apuntes los leí en la 
presentación del libro de
Orlando Ortiz, hace unos días.


El jueves de Corpus de 1971 dejó una mancha roja en las efemérides nacionales. Por esos días, Leopoldo Ayala escribió un poema que, por desgracia, concluyó en panfleto.
          Hoy es jueves para el cuerpo,
          como 71 de nosotros.
Ayala, junto con otros artistas como José de Molina, Judith Reyes, los Nacos, los Mascarones cantaron y contaron los aconteceres de esos días difíciles en que los jóvenes eran perseguidos en serio.
El jueves 10 de junio, por la mañana nos sacaron temprano de clases, estaba cursando el último año en la secundaria 4, ubicada en Sn Cosme y Ciprés. El destino natural, sin recreo alguno, fue ir a las Mil Tortas y pedir una de chinitos con chipotles y una imaginaria línea de queso añejo. No hubo chance, un grupo de señores vestidos de civil nos corrieron del parque que circundaba la secundaría.
Debimos marcharnos y cada quien tomo el camino rumbo a sus casas. Mito o realidad, me lo he planteado muchas veces, en la librería Ocadiz, de la calle de Santa María la Ribera, compré el manifiesto del Partido Comunista.
Siempre he pensado que ese jueves me cambió la vida, no porque hubiera participado en la manifestación o algo parecido, no, era un muchachito solitario que intuitivamente, bueno, eso que acabo de mencionar fue la manera en que viví ese día (el siguiente no fuimos a la escuela pues sabíamos que algo grave había sucedo en esos rumbos.
Algunos años después, leí por vez primera este libro (aun no conocía a Orlando) y me sorprendió su estructura, su soltura, el manejo de una información periodística cada vez mas entrampada, una lectura entre líneas, que es la única manera de leer la información en el mundo, sobre todo en esa etapa de nuestra historia donde el periodismo estaba excesivamente controlado.
Siempre he sostenido que, a pesar de ser historiador, es en la literatura y el periodismo donde se adquiere la mejor carnita, la parte más rica para expresar los sinsabores de nuestra historia. Mejor aún, el periodismo mexicano ha sido una fuente inagotable para la construcción de la historia y su propia intencionalidad.´
La literatura, primero, y el periodismo, después, han sido fundamentales para entender muchos de los procesos históricos, conocer la historia, en muchas de sus etapas ha dependido de la literatura y del periodismo.
Me gusta una definición de literatura que da Eduardo Galeano: “abarca… el conjunto de los mencionados escritos que integran una determinada cultura, al margen del juicio de valor que por su calidad merezcan. Un artículo, una copla o un guión son también literatura, mediocre o brillante, alienadora o liberadora, como bueno o malo puede ser cualquier libro” .
Desde hace varios años vengo pensando en una historia donde la literatura juegue un papel fundamental en el conocimiento social.  La historia debe aprehender de la literatura y asumirla como una expresión histórica. La literatura se ha adelantado siempre a la historia y ello ha permitido conocer materiales como esta edición.

Recuperar las historias de violencia política, en momentos como este que se requiere de recuperarlas, es tal vez el valor más importante que tiene la serie de libros que publicó Orlando por estos años (ojalá que JUS redite también sus otros libros: La violencia en México, Genaro Vázquez y ya puestos en carta a Reyes Magos, toda la colección de antologías que publicó Diógenes en esos años)
Leer Jueves de Corpus, medio siglo después de que apareció, fue una asombrosa lectura que no ha perdido ni su frescura ni su rigor y, más aún, ha ganado consistencia al mirar un país 45 años después, un país que se resiste a cambiar, a entender, a comprender los pasos de la democracia. UN país que cada día se parece más a las quinceañeras: “Eres muy lindo, nunca cambies”. Jueves de Corpues  es una historia de lo inmediato, escrita al calor de la violencia política y social.
Es una fotografía de un momento histórico de México que llena de indignación, coraje y solidaridad. El espejo que escudriñamos en esta obra nos denota una imagen del abuso, la prepotencia que el poder y la necesidad de estudiarlo sin mitos ni leyendas, sin gritos ni estridencia, con una frialdad que sólo un gran escritor como es el maestro Orlando Ortiz pudo lograr en esos momentos de desolación informativa, de cercos, de aislamiento social.
Es curioso, hoy que vivimos la globalización, expresada en la redes sociales en donde nos podemos enterar hasta el momento en que eructa un papa, vivimos cada vez más solos, asumiendo el aplastamiento de los poderosos y con una frustración por esta soledad.
La nueva lectura de Jueves de Corpus me generó dos cosas: el ciclo de la violencia y el poder, acción que genera el desamparo, el desgarramiento social y la calma, después de una tempestad no provocada por los maltratados. Una calma social que, sin embargo, genera actitudes individuales de desesperación que promueven la derrota. Es decir, les pego y se callan, pero unos cuantos en el coraje, no se callan y son tan pocos y tan desolados que terminan sacrificados. Pareciera pues el rasgo característico de la visión de los vencidos, con el permiso del maestro León Portilla.

La otra lectura es acerca de la inscripción de la izquierda en el ámbito del poder de la derecha que hoy se ha convertido en una realidad. Decía Joaquín Sabina que la izquierda en el poder se vuelve derecha. Pienso en aquel momento represivo cuando los entonces aperturos o heberturos, personajes como Heberto Castillo, Carlos Fuentes o el mismo Rius, si Rius, el caricaturista que retrató a Luis Echeverría como el gran salvador de la Patria, pensaron que Echeverría era diferente (de haberlos conocido Herodes se los chinga bonito) Incluso Rius publicó en primera plana de los agachados “Echeverría nos lleva al socialismo?”
Ahora que escribo esto, creo que ahí comenzó la debacle de la izquierda misma, al no entender que la lucha era por la vía democrática, pero con métodos diferentes a los del PRI y no como los del PRI.
Nunca hubo mejores cornudos que este grupo que creyó en Echeverría y que creó, además, un partido político que prácticamente se construyó a la imagen y semejanza de un caudillo y que vino a desembocar en el PRD (o lo que queda de él), cuyo lema fue Democracia ya, Patriarca para todos y que para amarrar, hizo su partido a imagen y semejanza: Morena o PRIeta.
Quedan muchas reflexiones, mucho por decir y esa es la riqueza de un libro, de este libro de este gran maestro de la literatura mexicana que es Orlando Ortiz.
Un libro que nos permite dialogar y construir otro libro, otro momento y seguir tratando de entender un país que no es difícil de entender, es imposible. 


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