Don Miguel de Cervantes nunca quiso decirnos en qué lugar de la Mancha "vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda".
Decenas de estudios, miles de imágenes han mostrado lo que el imaginario colectivo ha querido creer.
Don Quijote y Sancho Panza son parte de la iconografía universal, sueño de muchos, encanto de quienes lo leen aunque, hay que decirlo, no son muchos los lectores de hoy.
Claro, todos repiten la frase que no dijo, "Ladrán, Sancho", hasta el más analfabeta de los presidentes mexicanos lo repitió.
Pero no es eso lo que quería contar.
Quise buscar el lugar de la Mancha o, cuando menos, caminar, andar por los campos cervantinos, y andando por la vieja Hispania, me encaminé con dos grandes amigos, Manolo Junco, uno de los grandes artistas gráficos de España, tal vez quien más ha teorizado en el mundo sobre el diseño gráfico y el humor, y mi editor favorito de España, José Manuel Martín, quien publicó mi más reciente libro y con quien inicié el sueño de llevar a Posada a España.
Andar por la vieja Iberia con estos amigos es sentirse mimado, apapachado, casi como en casa, bueno, casi, porque no me dejan lavar trastes.
Mis amigos complacientes me llevaron a los campos de la Mancha, y muchos sitios más, pues quería andar por esos sitios mágicos, anhelados.
España siempre ha sido un sueño, una obsesión para entender mejor lo que somos los mexicanos. Recuerdo la primera vez que fui, viajaba en el tren de París a Madrid, toda la noche y desde la litera del vagón me asomaba a cada rato pues anhelaba encontrar esas tierras de donde vinieron mis otros antepasados.
Era una tierra roja. Era una llanura.
Paisaje de fábula, de literatura, de ensueño.
Ese sábado 27 de septiembre resultó inolvidable. Rolar por la Mancha, por los campos de Castilla, andar por los montes de Consuegra donde existe un conjunto de molinos que evocan el sueño y mito de Don Quijote.
En Consuegra, también, se tiene noticias de que fue uno de los primeros sitios poblados por los iberos, ese pueblo nómada que a la postre daría nombre a toda una Nación.
Andar en la Mancha fue parte de esos sueños que uno va buscando por la vida.
La magia de José Guadalupe Posada, una vez más, me ayudó a caminar por ese mítico sitio y guardar celosamente en la memoria, ya para siempre, ese lugar.
El ilustrador mexicano José Guadalupe Posada fue un cronista excepcional de la historia cotidiana de su país entre finales del siglo XIX y principios del XX. Por medio de sus dibujos y viñetas, el autor, a quien admiraba profundamente el muralista Diego Rivera, captó la marginalidad, la tragedia, la risa, la fe o la muerte, para transmitir una imagen de su cultura que aún hoy está presente en los artistas mexicanos de las generaciones más recientes.
La muestra Posada. Fantasías, calaveras y vida cotidiana, que ya fue expuesta entre junio y septiembre en Cádiz, con gran éxito, se encuentra dividida en once núcleos temáticos: los primeros años del artista; sus ilustraciones de cuentos infantiles, los juegos que ilustraba, las fantasías y los horrores; las imágenes religiosas, las tragedias, lo chusco y cómico, la vida cotidiana, los personajes, las fiestas y, finalmente, las famosas calaveras del autor.
De esta manera, en palabras del comisario de la exposición, Agustín Sánchez González, que durante más de quince años ha realizado una profunda investigación alrededor de Posada, "se pretende destacar que la fama e inmortalidad de este artista radica en que su obra estaba presente en todos los ámbitos de la vida cotidiana, que fue el gran ilustrador de lo mexicano y que su obra sentó las bases del arte mexicano contemporáneo".
De familia muy humilde, José Guadalupe Posada tuvo, desde muy pequeño, una clara afición por el dibujo. Su hermano Cirilo lo animó a apuntarse, siendo todavía un niño, a la Academia Municipal de Artes y Oficios de Aguascalientes. Con quince años ya era considerado un artista, y enseguida comenzó a colaborar en la revista El Jicote. Con 19 años creó la primera de sus famosas calaveras, y tras mudarse a León (México), diversificó su producción: trabajó en publicidad diseñando etiquetas de puros, cigarros o cerillas, y también realizó estampas religiosas. Posteriormente, se trasladó a la ciudad de México, ya como un artista de prestigio, conocido como ilustrador de periódicos y revistas, y allí comenzó a trabajar con el impresor comercial Antonio Vanegas Arroyo, casa impresora que hoy en día conserva el mayor número de sus trabajos, y en cuyo taller Posada elaboró miles de ilustraciones sobre los acontecimientos que impresionaban al pueblo mexicano: catástrofes, milagros, crímenes, escándalos... Y si bien Posada no fue un retratista político en sentido estricto, hizo caricaturas en torno a acontecimientos políticos de su tiempo, a favor y en contra de Porfirio Díaz, a favor y en contra de la Revolución.
La exposición Posada. Fantasías, calaveras y vida cotidiana forma parte del programa de la XXI Muestra Internacional de las Artes del Humor. La organizan el Instituto Quevedo de la FGUA, el Ayuntamiento de Alcalá de Henares y la Embajada de México en España, en colaboración con el Centro de Estudios Mexicanos de la UNAM y la Universidad Autónoma de Aguas Calientes. Será inaugurada el próximo 23 de septiembre, a las 13:00 horas, con la presencia de Fernando Galván, rector de la Universidad de Alcalá; Javier Bello, alcalde de Alcalá de Henares; Agustín Sánchez González, comisario de la exposición; y Roberta Lajous, embajadora de México en España. Estará abierta al público hasta el próximo 2 de noviembre en el Antiguo Hospital Santa María La Rica de Alcalá de Henares.
La muestra Posada. Fantasías, calaveras y vida cotidiana, que ya fue expuesta entre junio y septiembre en Cádiz, con gran éxito, se encuentra dividida en once núcleos temáticos: los primeros años del artista; sus ilustraciones de cuentos infantiles, los juegos que ilustraba, las fantasías y los horrores; las imágenes religiosas, las tragedias, lo chusco y cómico, la vida cotidiana, los personajes, las fiestas y, finalmente, las famosas calaveras del autor.
De esta manera, en palabras del comisario de la exposición, Agustín Sánchez González, que durante más de quince años ha realizado una profunda investigación alrededor de Posada, "se pretende destacar que la fama e inmortalidad de este artista radica en que su obra estaba presente en todos los ámbitos de la vida cotidiana, que fue el gran ilustrador de lo mexicano y que su obra sentó las bases del arte mexicano contemporáneo".
De familia muy humilde, José Guadalupe Posada tuvo, desde muy pequeño, una clara afición por el dibujo. Su hermano Cirilo lo animó a apuntarse, siendo todavía un niño, a la Academia Municipal de Artes y Oficios de Aguascalientes. Con quince años ya era considerado un artista, y enseguida comenzó a colaborar en la revista El Jicote. Con 19 años creó la primera de sus famosas calaveras, y tras mudarse a León (México), diversificó su producción: trabajó en publicidad diseñando etiquetas de puros, cigarros o cerillas, y también realizó estampas religiosas. Posteriormente, se trasladó a la ciudad de México, ya como un artista de prestigio, conocido como ilustrador de periódicos y revistas, y allí comenzó a trabajar con el impresor comercial Antonio Vanegas Arroyo, casa impresora que hoy en día conserva el mayor número de sus trabajos, y en cuyo taller Posada elaboró miles de ilustraciones sobre los acontecimientos que impresionaban al pueblo mexicano: catástrofes, milagros, crímenes, escándalos... Y si bien Posada no fue un retratista político en sentido estricto, hizo caricaturas en torno a acontecimientos políticos de su tiempo, a favor y en contra de Porfirio Díaz, a favor y en contra de la Revolución.
La exposición Posada. Fantasías, calaveras y vida cotidiana forma parte del programa de la XXI Muestra Internacional de las Artes del Humor. La organizan el Instituto Quevedo de la FGUA, el Ayuntamiento de Alcalá de Henares y la Embajada de México en España, en colaboración con el Centro de Estudios Mexicanos de la UNAM y la Universidad Autónoma de Aguas Calientes. Será inaugurada el próximo 23 de septiembre, a las 13:00 horas, con la presencia de Fernando Galván, rector de la Universidad de Alcalá; Javier Bello, alcalde de Alcalá de Henares; Agustín Sánchez González, comisario de la exposición; y Roberta Lajous, embajadora de México en España. Estará abierta al público hasta el próximo 2 de noviembre en el Antiguo Hospital Santa María La Rica de Alcalá de Henares.