José Guadalupe Posada llega a León en 1871, tenía 19 años. Existe un vacío de incursión en la prensa de diez años. En 188 hubo una gran inundación que acabó con buena parte de la ciudad y, es muy seguro que arrasó con el archivo de Posada, así como su taller dado que estaba dentro de las manzanas en donde ocurrió ese desastre.
Tengo localizados los siguientes medios
La Gacetilla (León, Gto.)
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La Educación (León,
Gto)
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El Pueblo Católico (León, Gto)
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Monitor del Pueblo
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Hace unos meses publiqué en El Cotidiano, de León, Guanajutao la siguiente nota:
Apenas leí un boletín de prensa convertido en nota “periodística” y no resistí la tentación de escribir cómo los guanajuatenses, por ignorancia, han desdeñado un gran homenaje a Posada, un hombre que les pertenecería por vivir muchos años en la ciudad de León.
El boletín, publicado en el periódico AM el 17 de julio, da cuenta de una exposición que se exhibe “en el Academus del Pueblo Mágico, en la comunidad de Jalpa de Cánovas”.
En veinticinco renglones da cuenta de la presencia de autoridades políticas y culturales del estado de Guanajuato y de la localidad, así como de Irapuato, Aguascalientes y León.
De Posada sólo mencionan las palabras del director de Museos del Instituto de Cultura de Guanajuato: “destacó que la obra se refleja en dos sentidos: retratar en sus grabados las costumbres de la época y la crítica social, especialmente del periodo del Porfiriato, al vivir entre los años de 1852 y 1913 que influyó en el trabajo de los artistas como Diego Rivera y David Siqueiros. Es un orgullo tener a Posada, en la cuna también de un genio que pudo interpretar su entorno, como es Hermenegildo Bustos, quien pintó el alma de su pueblo y de su gente”. No hay más, la nota remata una frase con lugar común.
Estoy seguro de que todos los funcionarios ignoran que Posada vivió de 1872 a 1888 en la ciudad de León, que participó en importantes publicaciones de esa ciudad, que fue profesor de litografía, que la obra de José Guadalupe Posada no se entiende si se ignora su paso por León.
Más aún, ignoran su matrimonio en León con una leonesa, María de Jesús Vela, y que aquí también tuvo un hijo llamado Juan Sabino, que murió muy joven en la ciudad de México.
Un verdadero homenaje, un inteligente homenaje, debiera partir de ese hecho: recuperar, además, la obra de Posada en León y no quedarse con las copias que les mandan de Aguascalientes de una obra, por cierto, que Posada no hizo en Aguascalientes sino en la ciudad de México.
Celebro cualquier homenaje dedicado a este genio del arte mexicano, pero no me cansaré de cuestionar la falta de contundencia, investigación e imaginación de los mismos.