En cuarenta años de publicar, he perdido la cuenta de en cuántas publicaciones, periódicos y revistas, he participado; hace unos días encontré una revista que regalaban a bordo de los autobuses que iban al estado de Morelos llamada Destino Morelos, de mayo de 2001. No recuerdo si llegué a publicar en más número, si lo encuentro, lo subiré en este rescate mis trabajos que vengo haciendo en este blog.
La calle de Madero
Por Agustín Sánchez González
La actual calle de Madero, no está de más
señalarlo, es una de las arterias principales de la Ciudad de México.
Originalmente, en la época colonial, se llamó San Francisco, luego, calle de la
Esmeralda y, finalmente, de los Plateros.
Fue conocida así, a
partir del siglo XVI en que el Virrey Martín Enríquez, mandó que todas las tiendas
de plateros dispersos en toda la ciudad se instalaran en la calle de San
Francisco y portales nuevos de frente a la Catedral. Plateros se convirtió en
el gran escaparate porfiriano.
En ese boulevard,
escribe Armando de María y Campos donde "las mujeres en auto, los tobillos
cruzados en una blanca equis de erotismo calados, bajo sus rizos blondos
parecen no pensar; pero, armoniosamente, ríen del grupo bobo de polainas que en
la puerta del "Globo" puntualmente se cansen mirándoles pasar".
En esta calle fue
instalado el Hotel de Iturbide, que fue el primer sitio de alojamiento para los
primeros turistas estadounidenses. La Casa de Borda fue muy importante por las
cosas que albergó, como el Casino Español y, a finales del siglo XIX, en 1865,
se estableció el Salón Rojo, que se convirtió en el primer cinematógrafo en
México.
Este hecho rompería con
la tradición de la ópera pues mientras la entrada al cine costaba cincuenta
centavos, el costo de aquella era de cinco pesos y, además, no exigía etiqueta.
"El pueblo maravillado observa el movimiento de una inmensa máquina de ferrocarril;
temeroso observa las olas del mar y entre admiración y admiración va descubriendo
un mundo de fantasías que le ponen al alcance de su mano una realidad vista
sólo en sueños. La fiebre del cine llegó a todos, las salas de exhibición fueron
apareciendo por toda la ciudad".
También en Plateros se instaló el Jockey Club,
justamente en la Casa de los Azulejos, donde hoy existe el Samborns, mismo
sitio que fue entregado a la Casa del Obrero Mundial, luego de que los
Batallones Rojos apoyaron a los carrancistas.
Fue en la segunda década
del siglo pasado, cuando se instaló; de este establecimiento, dice don Luis González
Obregón; "se recibe el ambiente de un bazar de drogas o mercado de
cacharros y baratijas que han establecido allí los simpáticos negociantes,
hermanos Samborns, que han profanado aquel palacio artístico y que lo mismo
sirven un chocolate que huele a oxigeno, que una bolsa de oxigeno que huele a
chocolate'.
Leyendo el poema de
Manuel Gutiérrez Nájera sobre la Duquesa Job, uno puede imaginar lo que sería
la calle de Plateros a principio del siglo: "Desde las puertas de la
Sorpresa hasta la esquina del Jockey Club, no hay española, yanqui o francesa ni
más bonita ni más traviesa que la duquesa del Duque Job".
Fernando Benítez, en su
Historia de la Ciudad de México, señala al respecto: "Platero y San Francisco
fue el gran escaparate de porfirismo, Gutiérrez Nájera, llamó a la Ciudad de
México el "París de las Américas". Pero este París americano, pocos
años después de haber sido clasificado así, entró en crisis por el movimiento
armado de 1910 Justamente, a partir de entonces, fue el pro pio Pancho Villa,
que bautizó esa calle col el nombre del prócer revolucionario Francisco I.
Madero.
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