Hace doce largos años que realicé la primera exposición dedicada a las caricaturistas mexicanas.
El Museo de la Caricatura recibió la obra de cinco mujeres: Palmira Garza, Cecilia Pego, Jotave, Guadalupe Rosas y Cintia Bolio.
Nunca en nuestra historia se había realizado un trabajo así.
La exposición fue todo un éxito, la repercusión en la prensa fue inusitada: El Universal, por ejemplo, le dio la primera plana de la primera sección, además de dos planas en la sección cultural; La Jornada publicó el ensayo que había publicado en el libro y realizó un amplio reportaje en el suplemento Triple Jornada; Reforma y Milenio dieron amplios espacios.
Además de ello, el Instituto de la Mujeres del Distrito Federal apoyó con la publicación del libro que, inclusive, fue presentado en Alcalá de Henares, en España.
Dado el enorme éxito que tuvo esa primera muestra, cuatro años después, la Secretaría de Cultura del GDF, a instancias del IMDF me pidió hacer una segunda edición del libro y, dado que habían aparecido un par de caricaturistas más, lo reeditamos el título Siete Moneras y se presentó en la Feria Internacional del Libro de la Ciudad de México.
Para entonces, empezaba a preparara lo que sería la primera muestra internacional de mujeres caricaturistas, con una visión que tendría criterios históricos y estéticos. Se llamaría Mujer que sabe reír y nunca pudo llevarse a cabo, por un lado, gracias al boicot de algunas mujeres dedicadas a este oficio y por otro, no tenía ninguna intención de pelearme.
La experiencia fue fatal. Casi casi fui linchado por una mexicana (que fruta vendía, jajaj) y con el eco de un par de caricaturistas de sendos países, y hasta Rius le entró a la descalificación (a pesar del apoyo de la entonces presidenta de la Federación de Caricaturistas del Mundo (FECO)
La segunda ingrata experiencia fue la stalinista actitud de una de las caricaturistas mexicanas que, sintiéndose víctima del pecado neoliberal, siempre ha dicho que nadie la había hecho caso en México hasta que fue publicada en España... sólo que ello sucedió cuatro años después de esta muestra y de la publicación de estos libros y de que, además, nosotros la recomendamos para que viajara a Alcalá.
En fin, como dijo una caricaturista, las mujeres siempre se quejan de que los varones no las valoran y cuando uno de ellos empieza a trabajar en torno a ello, es descalificado.
Historias de José Guadalupe Posada, notas de prensa, crónica literaria y periodística
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