viernes, 8 de febrero de 2019

150 años del nacimiento de Luis G. Urbina


Luis G. URBINA (1868-1934)

Este 8 de febrero se cumplen 150 años del nacimiento de uno de los grandes escritores mexicanos: luis G. Urbina.
      Poeta, cronista, periodista, crítico e historiador de la literatura. "Tanto como un gran poeta, escribe Carlos González Peña, es magnifico prosista en las letras patrias".
     Urbina fue un escritor precoz. A los veinte años se nombre ya figuraba al lado de los modernistas a quienes sobrevivió, pues murió cuando el siglo veinte había pasado su primer tercio.
   Es uno de los grandes cronistas mexicanos, continuador de la obra de Gutiérrez Nájera cuya lectura es imprescindible para entender el México que transitó al nuevo siglo.
     Este es uno de sus poemas:

  HUMORISMOS TRISTES


Mientras tocan Chopin el buen maestro,
o el poeta neurótico recita,
yo charlo con la hermosa señorita,
en voz baja, del último siniestro.

¡Y sufro mucho!... ¡Bah! Pero soy diestro
en sonreír y en ocultar la cuita;
mi tristeza es amarga, es infinita…
mas ¡qué apacible regocijo nuestro!

Estoy vencido al fin; cesó la lucha;
yo quedo triste y ella indiferente;
su amor fue poco y mi desgracia es mucha;

y entre tanto, burlona y sonriente,
ella, en el fondo del salón, escucha
del joven barbilindo el flirt corriente.



José Guadalupe Posada: retrato de un anarquista catalán






La obra de José Guadalupe Posada se encuentra por todas partes, es una caja de sorpresas permanente. 
Hace tiempo  publiqué acerca del vínculo que tuvo con Barcelona al publicar, en esa maravillosa ciudad, La Biblioteca del Niño Mexicano; también, en esa ciudad me topé con una escultura dedicada al maestro Mariano Fortuny, el pintor catalán del que Posada realizó algunas copias.
Pero ahí no termina todo, ahora encontré un retrato que hizo a Paulino Pallas y que publicó el el periódico El Tiempo, de Victoriano Agüeros.

Pallás fue un anarquista que realizó un atentado en Barcelona, en 1893, contra el general Martínez Campos, en las Ramblas.

El anarquista fue atrapado al instante, condenado a muerte y ejecutado diez días después del atentado.

Este intento frustrado fue el primero de una serie de hechos violentos por los anarquistas a finales del siglo XIX.

Posada hizo un espléndido retrato que muestra su maestría, como pueden ver.


sábado, 2 de febrero de 2019

El nacimiento de José Guadalupe Posada

Este capítulo forma parte de mi libro La portentosa vida de José Guadalupe Posada, que puede adquirirse en versión e-book, o en libro tradicional








De muertes y vida

En este pueblo, que con el correr de los años se convirtió en uno de los cuatro barrios de la ciudad, nació José Guadalupe, a las diez de la noche del día 2 de febrero de 1852. Llegó al mundo en una pequeña y humilde casa de la entonces calle de Los Ángeles,
Era el día de la Candelaria, cuando se celebran las candelas, las velas que iluminan de alegría al mundo pues se conmemora la presentación del Niño Jesús en el Templo, al celebrarse los cuarenta días de haber nacido, según la tradición católica. Es pues, en el ritual católico, día de fiesta en muchos lugares de México y del mundo.
Pero no había luz, sino tinieblas.
Aguascalientes era azotada por el llamado "cólera grande" que había provocado, en los últimos veinticuatro meses, cerca de diez mil muertes.
En la Historia de Aguascalientes, Agustín González anota que tan sólo en 1850 sucumbieron cinco mil personas, la quinta parte de la población. “Por lo mismo y por haber cundido el pánico, no se vieron en esta época los actos de abnegación, de caridad cristiana que hemos visto durante las invasiones de matlazáhuatl y de viruela... Algunos enfermos sucumbían en el abandono y en medio de los más intensos dolores. La vista de las montañas de cadáveres que se formaron en los cementerios era pavorosa y se llegó a decir que, a causa de la precipitación y el temor al contagio, muchas personas  fueron enterradas vivas”.

Prácticamente no hubo una sola familia que no perdiera cuando menos a uno de sus miembros; hubo casos extremos en que la familia entera desapareció.
A finales de la década de los cuarenta la cifra de muertos se había duplicado; a esa calamidad se sumó la crisis económica y comercial; el abandono de las cosechas o la pérdida de las misma debido a la propia crisis.
El periódico La Imitación, en su “Conclusión del año de 1850”,  se leía:
 “El año de 850 acaba, pero su memoria quedará  perenne en el corazón de tantos y tantos pobres que han quedado en la orfandad; hará época en los anales de la vida humana, porque sus días de execrado recuerdo serán siempre el objeto del “llanto lastimero”  de las viudas, del gemir prolongado de los huérfanos.”
Tal vez esa fue uno de esos recuerdos imborrables que quedaron para siempre en la memoria de un niño que padeció este dolor o escuchó de gente muy cercana, con tristeza.
¿Y quien explicaba lo que pasaba? ¿A quién se responsabilizaba?

viernes, 1 de febrero de 2019

Cartón del mes. La constitución y los últimos constituyentes


En este número de febrero rescato -en mi sección del "cartón del mes", que aparece publicada en la revista Relatos e historias en México-, una caricatura atribuida a Daniel Cabrera que muestra a los constituyentes sobrevivientes de la constitución de 1857, al lado de una mujer que representa la carta magna, toda parchada y pobre, como la han dejado con tantos cambios.




martes, 29 de enero de 2019

Poema anónimo de lírica tradicional


En la Antología de la poesía española. Lírica de tipo tradicional, encontramos joyas maravillosas de cómo se fue conformando el castellano, nuestra lengua nacional, como otrora se decía.

Les comparto un poema anónimo


Vayse meu corachón de mib,

ya Rab, ¿si se me tornarád?
¡Tan mal meu doler  li-l-habib!
Enfermo yed, ¿cuándo sanarád?

Versión castellana

Mi corazón de me va de mi
Oh Dios!, ¿acaso se me tornará?
¡Tan fuerte mi dolor por el amado!

Enfermo está, ¿cuándo sanará?


Cuatro atentados presidenciales

En 1995 apareció mi libro 4 atentados presidenciales, esta fue la entrevista que me hizo la revista Proceso.

El crimen político es un crimen perfecto, dice el historiador Agustín Sánchez González, autor de “cuatro atentados presidenciales”.



POR LA REDACCIÓN , 6 MARZO, 1995,
Agustín Sánchez González afirma sobre su experiencia como investigador del pasado mexicano: “cuando se estudian algunos pasajes de la historia de México, uno siente como si el Monje Loco, aquel personaje de la radio y la televisión, la hubiera escrito. `Nadie sabe, nadie supo’, solía decir”.
Historiador formado en la UNAM y el periodismo, Agustín Sánchez González es el autor de Fidel, una historia del poder, El general en La Bombilla y Cuatro atentados presidenciales. Precisamente en este último reúne las crónicas que recrean los casos de hombres prominentes de la política a quienes, siendo presidentes de la República, se les intentó asesinar. Se trata de los mandatarios Porfirio Díaz, Pascual Ortiz Rubio y Manuel Ávila Camacho (Álvaro Obregón era presidente electo). En el libro también se habla de los cuatro agresores: Arnulfo Arroyo, Daniel Flores, Antonio de la Lama, y José León Toral.
¿Quién estaba detrás de cada uno de los hombres que intentaron asesinar a los presidentes?, ¿qué hay de común entre unos y otros?
Los cuatro agresores murieron sin hablar, sin decir los móviles que los orillaron a atentar contra sus víctimas: uno fue fusilado, Toral; dos fueron asesinados inmediatamente después del atentado, Arroyo y De la Lama, y el cuarto fue muerto tiempo después, Flores.
Con excepción del general Álvaro Obregón, los demás sobrevivieron a los atentados. Miles de páginas se han escrito con muchas versiones acerca de los sucesos retomados por Sánchez González; sin embargo, como él mismo apunta: “cada crimen político se ve envuelto en una nube negra que no permite saber, como pedían los viejos historiadores positivistas, lo que verdaderamente sucedió”.
Según el investigador, “el crimen político suele ser el crimen perfecto. Nadie sabe, nadie supo”. Para de inmediato sentenciar: “nada más difícil que buscar la verdad en una sociedad, en un sistema político que se sostiene a base de mentiras”.
Entrevistado para ahondar sobre sus hallazgos y los nexos que pudieran configurarse en relación con los atentados criminales más recientes: el del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, el de Luis Donaldo Colosio Murrieta y el de José Francisco Ruiz Massieu, Sánchez González explica: “la muerte, o la intención de matar a un presidente, generó crisis, grandes o pequeñas que, sin embargo, sólo logró cambiar el país para que siguiera siendo el mismo”.
–En su libro Cuatro atentados presidenciales habla del crimen político como del crimen perfecto, ¿se refiere exclusivamente a México?
–Creo que es una situación mundial. Siempre que se trastoca el poder suele suceder así: el caso más famoso en el mundo fue el del presidente John F. Kennedy, del que nunca se supo la verdad. Lo mismo ocurrió con Gandhi y Olof Palme. Pienso que es un problema mundial y casi siempre son justamente las personas del mismo poder quienes asesinan. No es común que el poder asesine a la gente que no es parte del mismo. Es obvio que las tapaderas están entre ellos mismos.
“El caso más reciente y acabado de este tipo de crímenes políticos lo tuvimos el año pasado con José Francisco Ruiz Massieu y Luis Donaldo Colosio Murrieta. En ambos incidentes las sospechas y los rumores señalaban que los autores intelectuales habían sido personas del mismo aparato. No descarto esa tesis porque el asesinato de un personaje del poder lo efectúa una persona o un grupo del mismo poder.”
– ¿Por un lado están las víctimas y por otro, los autores materiales e intelectuales del crimen?
–Me llama la atención que los asesinos tienen una serie de rasgos en común, que incluso en los casos de los magnicidios recientes se repiten como una constante. Son individuos jóvenes y dispuestos a cambiar su vida. Conviene recordar lo que decía Obregón: “cuando alguien esté dispuesto a matarme, tendría que ser alguien decidido a cambiar su vida por la mía”. El asesino es un potencial suicida, una persona dispuesta a morir e invariablemente son solitarios. Sin lazos familiares ni convicciones políticas. Se sabe que ellos dispararon, pero no se sabe quién les puso la pistola en las manos.


– ¿Entonces el crimen político es una suerte de callejón sin salida?
–Es imposible dar una tesis única de un crimen. Cuando hablo del crimen perfecto, me refiero a que no hay elementos para resolverlo. Cuando asesinan a Obregón, había voces que acusaban a Calles, a Morones, a la Iglesia y a los hijos y parientes de las personas mandadas a asesinar por el héroe de Celaya. Sin embargo, nada estaba claro.
– ¿Cuáles han sido los contextos políticos y sociales que han rodeado estos atentados?
–Generalmente hay una crisis y lucha por el poder. El atentado contra Porfirio Díaz ocurre cuando es la cuarta reelección. Prevalece una lucha entre diversos grupos que tratan de imponer sus intereses. Incluso se descubren los vínculos entre Arnulfo Arroyo y el jefe de la policía, quien se suicida después del frustrado atentado.


“Cuando Obregón cae abatido por los disparos de Toral, se desplegaba una cruenta lucha de los caudillos revolucionarios contra Calles. Un chiste de la época es muy ilustrativo del momento; una persona pregunta: “¿quién mató a Obregón?”, y otra responde: “¡Cálles… e la boca!”
–Menciona el chiste político. ¿Qué función cumple en estas situaciones?
–Un elemento que destaco en mis crónicas históricas es la búsqueda de dar el pulso de la sociedad por medio del chiste político. En El general en La Bombilla los capítulos llevan por títulos las frases de los sketchs de la carpa del Panzón Soto. Además, es interesante constatar cómo ante la desinformación, la sociedad opta por el chiste político. En cuanto a los crímenes del cardenal Posadas Ocampo, de Colosio Murrieta y Ruiz Massieu, la respuesta de la sociedad se manifiesta a través de chistes que expresan un humor negro terrible y cruel. Sin embargo, es toda una elaboración del inconsciente colectivo que responde así a la desinformación.
– ¿Cuál es su conclusión a raíz de los últimos acontecimientos?
–El asesinato de Obregón, un sonorense, marcó el inicio de una etapa en México de un partido único y autoritario. Y el asesinato de Luis Donaldo Colosio, también sonorense, marca el fin de un partido único y autoritario. Paradójicamente, hay un elemento histórico en común. No porque la historia se repita: la historia es una especie de espejo deformante donde se ve el rostro distorsionado de otros momentos. Igual que el asesinato de Colosio Murrieta conmovió el país, el de Obregón también lo cambió. El asesinato de Luis Donaldo Colosio marca justamente el declive del autoritarismo priísta.



sábado, 26 de enero de 2019

La calle de Madero


En cuarenta años de publicar, he perdido la cuenta de en cuántas publicaciones, periódicos y revistas, he participado; hace unos días encontré una revista que regalaban a bordo de los autobuses que iban al estado de Morelos llamada Destino Morelos, de mayo de 2001. No recuerdo si llegué a publicar en más número, si lo encuentro, lo subiré en este rescate mis trabajos que vengo haciendo en este blog.

La calle de Madero
                     Por Agustín Sánchez González
La actual calle de Madero, no está de más señalarlo, es una de las arterias principales de la Ciudad de México. Originalmente, en la época colonial, se llamó San Francisco, luego, calle de la Esmeralda y, finalmente, de los Plateros.
Fue conocida así, a partir del siglo XVI en que el Virrey Martín Enríquez, mandó que todas las tiendas de plateros dispersos en toda la ciudad se instalaran en la calle de San Francisco y portales nuevos de frente a la Catedral. Plateros se convirtió en el gran escaparate porfiriano.
En ese boulevard, escribe Armando de María y Campos donde "las mujeres en auto, los tobillos cruzados en una blanca equis de erotismo calados, bajo sus rizos blondos parecen no pensar; pero, armoniosamente, ríen del grupo bobo de polainas que en la puerta del "Globo" puntualmente se cansen mirándoles pasar".
En esta calle fue instalado el Hotel de Iturbide, que fue el primer sitio de alojamiento para los primeros turistas estadounidenses. La Casa de Borda fue muy importante por las cosas que albergó, como el Casino Español y, a finales del siglo XIX, en 1865, se estableció el Salón Rojo, que se convirtió en el primer cinematógrafo en México.
Este hecho rompería con la tradición de la ópera pues mientras la entrada al cine costaba cincuenta centavos, el costo de aquella era de cinco pesos y, además, no exigía etiqueta. "El pueblo maravillado observa el movimiento de una inmensa máquina de ferrocarril; temeroso observa las olas del mar y entre admiración y admiración va descubriendo un mundo de fantasías que le ponen al alcance de su mano una realidad vista sólo en sueños. La fiebre del cine llegó a todos, las salas de exhibición fueron apareciendo por toda la ciudad".
 También en Plateros se instaló el Jockey Club, justamente en la Casa de los Azulejos, donde hoy existe el Samborns, mismo sitio que fue entregado a la Casa del Obrero Mundial, luego de que los Batallones Rojos apoyaron a los carrancistas.


Fue en la segunda década del siglo pasado, cuando se instaló; de este establecimiento, dice don Luis González Obregón; "se recibe el ambiente de un bazar de drogas o mercado de cacharros y baratijas que han establecido allí los simpáticos negociantes, hermanos Samborns, que han profanado aquel palacio artístico y que lo mismo sirven un chocolate que huele a oxigeno, que una bolsa de oxigeno que huele a chocolate'.
Leyendo el poema de Manuel Gutiérrez Nájera sobre la Duquesa Job, uno puede imaginar lo que sería la calle de Plateros a principio del siglo: "Desde las puertas de la Sorpresa hasta la esquina del Jockey Club, no hay española, yanqui o francesa ni más bonita ni más traviesa que la duquesa del Duque Job".
Fernando Benítez, en su Historia de la Ciudad de México, señala al respecto: "Platero y San Francisco fue el gran escaparate de porfirismo, Gutiérrez Nájera, llamó a la Ciudad de México el "París de las Américas". Pero este París americano, pocos años después de haber sido clasificado así, entró en crisis por el movimiento armado de 1910 Justamente, a partir de entonces, fue el pro pio Pancho Villa, que bautizó esa calle col el nombre del prócer revolucionario Francisco I. Madero.

Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...