Hace unos días, la estrella del tenis, Serena Williams, hizo todo un gran berrinche porque perdió un campeonato muy importante. Su contrincante, una jovencita de origen japonés, gran admiradora suya, por cierto, la derrotó, ante la sorpresa de miles de fanáticos del tenis.
El caricaturista Mark Knight, de Herald Sun de Australia, publicó una caricatura donde aparece Serena brincando encima de su raqueta, llena de furia, como un bebé berrinchudo (al lado aparece un chupón), mientras el juez, como un padre consentidor, le dice a la nipona: "¿Puedes dejarla ganar?".
La respuesta de varios periódicos gringos fue decir que era una caricatura sexista y racista. He visto miles de caricatura y esta nada tiene de eso. Es una espléndida caricatura de una mujer berrinchuda (pudo ser un hombre).
A los censores de todas las épocas les molesta la caricatura. Hay quien dice que a todos nos gusta la caricatura... hasta que no nos caricaturizan.
Ante la avalancha de críticas, el Herald Sun dio una gran respuesta: en su portada, volvió a publicarla, al lado de otros caricaturizados con un pie que dice: Welcome To PC World (Bienvenidos al Mundo de lo Políticamente Correcto).
En todas las épocas han existido censores de la caricatura. Ahora mismo recuerdo hace unos meses cuando Alarcón fue cuestionado por uno de sus colegas por pitorrearse de los fanáticos de López Obrador.
Vivimos una época de corrección política que no debemos permitir pues sería como caer como el viejo y decrépito monje de la novela El nombre de la Rosa, de Umberto Eco, que dice que la risa es una maldición.
Por ello, coincido totalmente con el Herald Sun, que editorializó: "Si los autoproclamados censores de Mark Knight se salen con la suya con esta caricatura de Serena Williams, nuestra nueva vida políticamente correcta será muy aburrida".
Historias de José Guadalupe Posada, notas de prensa, crónica literaria y periodística
viernes, 14 de septiembre de 2018
miércoles, 12 de septiembre de 2018
La manifestación del silencio, en caricatura, en1968.
La caricatura
es una representación de la realidad.
En la historia de la caricatura mexicana
se han hecho de lado a muchos autores y poco se conoce de ellos.
El grupo que
estuvo en el periódico La Prensa, en
1968, fu muy importante pues con críticas sutiles logran mantener informada a
la sociedad mexicana, mucho más que revistas o periódicos que leían las capas intelectuales,
como era el caso de Excélsior, por
ejemplo.
Autores como
Ochoa, Luis Borja y Juan Ramírez, con sencillos trazos mostraron una realidad en
ese momento de crisis y censura.
El cartón
de Ocho, sobre la manifestación del silencio, que este 13 de septiembre cumple
medio siglo, es muy certero y de una gran sutileza.
jueves, 6 de septiembre de 2018
1968.Palabras e imágenes que transformaron al mundo
Mañana viernes 7 de septiembre se inaugura la muestra 1968. Palabras e imágenes que transformaron al mundo, en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo (Moneda 13, al lado de Palacio Nacional).
Esta es la entrevista que me hicieron en el periódico El Universal
La invitación
a
Esta es la entrevista que me hicieron en el periódico El Universal
La invitación
a
miércoles, 5 de septiembre de 2018
Cartón del mes: México 68
Como cada número, presentamos el cartón del mes en la revista Relatos e historias en México.
En la entrega de septiembre de 2018, mostramos una caricatura anónima que circuló por miles en las calles de esta ciudad de México en aquellos días que los jóvenes salieron a buscar un mundo nuevo
En la entrega de septiembre de 2018, mostramos una caricatura anónima que circuló por miles en las calles de esta ciudad de México en aquellos días que los jóvenes salieron a buscar un mundo nuevo
sábado, 1 de septiembre de 2018
Poemas de 1968. Elegía de Tlatelolco
Elegía de Tlatelolco
Carlos Montemayor
Todo quedó en esta plaza
nuestro amor en las piedras otra noche derrumbada
el silencio vela como ataúd madre y hombre
entre las botas y escupitajos de las escoltas
y la vida se ensucia
escondida en los edificios
con el afanoso mendrugo
que nos queda del amigo que no alcanzó a huir.
Todo quedó en esta plaza:
la piedra inmemorial del sacrificio
sacerdotes que olvidaron la pureza
y ciegamente buscan nuestro corazón:
sacrificado sin astucia
espontáneo y atraído por el placer antiguo de la tierra florida
ahora conoció el engaño y la pureza
germinará en la sangre la flor de la desconfianza.
Todo quedó en esta plaza
tantas piedras lastimando el aire
tanta piedra que oyó el múltiple estertor
de muchachos y quedó en su raíz
la amargura y la dulzura de este silencio
(la luz precipitada en el cielo me descubre
y el afecto del día llega al dolor a través de la mirada
imposible olvidar
imposible quedarse muerto)
nuestro amor en las piedras otra noche derrumbada
el silencio vela como ataúd madre y hombre
entre las botas y escupitajos de las escoltas
y la vida se ensucia
escondida en los edificios
con el afanoso mendrugo
que nos queda del amigo que no alcanzó a huir.
Todo quedó en esta plaza:
la piedra inmemorial del sacrificio
sacerdotes que olvidaron la pureza
y ciegamente buscan nuestro corazón:
sacrificado sin astucia
espontáneo y atraído por el placer antiguo de la tierra florida
ahora conoció el engaño y la pureza
germinará en la sangre la flor de la desconfianza.
Todo quedó en esta plaza
tantas piedras lastimando el aire
tanta piedra que oyó el múltiple estertor
de muchachos y quedó en su raíz
la amargura y la dulzura de este silencio
(la luz precipitada en el cielo me descubre
y el afecto del día llega al dolor a través de la mirada
imposible olvidar
imposible quedarse muerto)
miércoles, 29 de agosto de 2018
Las voces de Tlatelolco. José Emilio Pacheco
Las voces de Tlatelolco
Por José Emilio Pacheco (inclui textos reunidos por Elena Poniatowska em la noche de tlatelolco, de 1971)
Por José Emilio Pacheco (inclui textos reunidos por Elena Poniatowska em la noche de tlatelolco, de 1971)
Eran las seis y diez. Un helicóptero
sobrevoló la plaza.
Sentí miedo.
sobrevoló la plaza.
Sentí miedo.
Cuatro bengalas verdes.
Los soldados
cerraron las salidas.
cerraron las salidas.
Vestidos de civil, los integrantes
del Batallón Olimpia
–mano cubierta por un guante blanco–
iniciaron el fuego.
del Batallón Olimpia
–mano cubierta por un guante blanco–
iniciaron el fuego.
En todas direcciones
se abrió fuego a mansalva.
se abrió fuego a mansalva.
Desde las azoteas
dispararon los hombres de guante blanco.
Disparó también el helicóptero.
dispararon los hombres de guante blanco.
Disparó también el helicóptero.
Se veían las rayas grises.
Como pinzas
se desplegaron los soldados.
Se inició el pánico.
Como pinzas
se desplegaron los soldados.
Se inició el pánico.
La multitud corrió hacia las salidas
y encontró bayonetas.
En realidad no había salidas:
la plaza entera se volvió una trampa.
y encontró bayonetas.
En realidad no había salidas:
la plaza entera se volvió una trampa.
–Aquí, aquí Batallón Olimpia.
Aquí, aquí Batallón Olimpia.
Aquí, aquí Batallón Olimpia.
Las descargas se hicieron aún más intensas.
Sesenta y dos minutos duró el fuego.
Sesenta y dos minutos duró el fuego.
–¿Quién ordenó todo esto?
Los tanques arrojaron sus proyectiles.
Comenzó a arder el edificio Chihuahua.
Comenzó a arder el edificio Chihuahua.
Los cristales volaron hechos añicos.
De las ruinas saltaban piedras.
De las ruinas saltaban piedras.
Los gritos, los aullidos, las plegarias
bajo el continuo estruendo de las armas.
bajo el continuo estruendo de las armas.
Con los dedos pegados a los gatillos
le disparan a todo lo que se mueva.
Y muchas balas dan en el blanco.
le disparan a todo lo que se mueva.
Y muchas balas dan en el blanco.
–Quédate quieto, quédate quieto:
si nos movemos nos disparan.
si nos movemos nos disparan.
–¿Por qué no me contestas?
¿Estás muerto?
¿Estás muerto?
–Voy a morir, voy a morir.
Me duele.
Me está saliendo mucha sangre.
Aquél también se está desangrando.
Me duele.
Me está saliendo mucha sangre.
Aquél también se está desangrando.
–¿Quién, quién ordenó todo esto?
–Aquí, aquí Batallón Olimpia.
–Hay muchos muertos.
Hay muchos muertos.
Hay muchos muertos.
–Asesinos, cobardes, asesinos.
–Son cuerpos, señor, son cuerpos.
Los iban amontonando bajo la lluvia.
Los muertos bocarriba junto a la iglesia.
Les dispararon por la espalda.
Los muertos bocarriba junto a la iglesia.
Les dispararon por la espalda.
Las mujeres cosidas por las balas,
niños con la cabeza destrozada,
transeúntes acribillados.
niños con la cabeza destrozada,
transeúntes acribillados.
Muchachas y muchachos por todas partes.
Los zapatos llenos de sangre.
Los zapatos sin nadie llenos de sangre.
Y todo Tlateloco respira sangre.
Los zapatos llenos de sangre.
Los zapatos sin nadie llenos de sangre.
Y todo Tlateloco respira sangre.
–Vi en la pared la sangre.
–Aquí, aquí Batallón Olimpia.
–¿Quién, quién ordenó todo esto?
–Nuestros hijos están arriba.
Nuestros hijos, queremos verlos.
Nuestros hijos, queremos verlos.
–Hemos visto cómo asesinan.
Miren la sangre.
Vean nuestra sangre.
Miren la sangre.
Vean nuestra sangre.
En la escalera del edificio Chihuahua
sollozaban dos niños
junto al cadáver de su madre.
sollozaban dos niños
junto al cadáver de su madre.
–Un daño irreparable e incalculable.
Una mancha de sangre en la pared,
una mancha de sangre escurría sangre.
una mancha de sangre escurría sangre.
Lejos de Tlatelolco todo era
de una tranquilidad horrible, insultante.
–¿Qué va a pasar ahora, qué va a pasar?
de una tranquilidad horrible, insultante.
–¿Qué va a pasar ahora, qué va a pasar?
lunes, 27 de agosto de 2018
Un poema desde la cárcel. Jaime Goded. México 1968
El 18 de septiembre de 1968 el ejército entró a Ciudad Universitaria. Jaime Goded, poeta-pintor, se encontraba en la Facultad de Ciencias Políticas y fue llevado a la cárcel de Lecumberri. Tenía 23 años. Unos cuantos días después, escribió este poema y realizó algunos trazos que podrán verse en unos días más en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo
UN POEMA DESDE LA CÁRCEL
Jaime Goded
Ya no pienso en la
mirada o el embuste
ni recuerdo para
siempre al enemigo;
no me hablo encerrado
ante penumbras,
venganzas muertes
retiradas.
Porque siento respirar
la vejez de las paredes
y sueño mezclas
imposibles
en el último apacible
rincón silencioso
de la suerte.
Despierta con tambores
mi amenaza
y uniformes de
tristeza;
vergüenza y silbatos
alimentan,
con la lluvia sobre el
"nailon" el vómito de una ilusoria trampa
en la banqueta.
No me besa una
conquista;
suelo sospechar ojos
abiertos por los muros
y canto de mi entierro
bajo nubes.
Es muy poco lo que
pueden decirles
cuando rompe como acero
el descalabro
cuando la memoria
militar suspira.
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