jueves, 12 de abril de 2018

Dante se detuvo en Pantitlán. Semana inglesa.


En Pantitlán la historia es otra, todo es tan distinto. Es más, hasta arquitectónicamente la estación es fea: una mole de concreto oscurecida por el smog.
Hay policías y vigilantes por todos los pisos de este inframundo al que, de haber nacido Dante en esta época, seguramente trasladaría acá su escenografía.
Pantitlán recibe a toda la gente que llega del oriente a trabajar a la ciudad; también a los desempleados, que revisan las posibilidades de chamba que ofrece "El aviso oportuno".
Mateo se siente como personaje de novela de ciencia-ficción, marcado por una clave, como autómata, avanzando por donde los ojos de un verdadero Big Brother naco, los vigilan y les ordenan los pasos a seguir, los inciertos caminos de la vida; hay largas filas para caminar, para pasar de un pasillo a otro, para comprar boletos. Todo el mundo, sin excepción alguna, se la pasa así; claro, si se quieren evitar, hay que comprar boletos más caros con los revendedores que portan gruesos fajos de boletos.
La lentitud que se percibe, contrasta con el ritmo cotidiano de estos lugares.
Las rejas que colocan los vigilantes impiden el paso, y aunque las rejas no matan, si atarantan, desesperan a los que buscan transitar rumbo a los vagones por haber cometido el error de caer en el mismo lugar y con la misma gente, y es que las señales existentes son tan confusas, tan irregulares y tan escondidas, que en esos momentos, todos los transeúntes caminan por inercia.
Ahí están, enrejados, deteniéndose a cada rato, a cada momento. Nadie voltea hacia atrás, para no correr el peligro de convertirse en estatua de sal (recordemos que es una zona lacustre). Son notorios los rostros angustiados de las personas que transitan por ahí, que deben esperar a quienes van adelante, y los miran avanzar, mientras aguardan su turno.
La separación incluye los sexos: mujeres y hombres transitan cada cual por un lado distinto. En la sección masculina, sólo hay mujeres cuando van acompañadas de su pareja.
Por una ventana, en el puente superior, pueden verse los famosos chimecos asesinos, los peseros azules que van al estado de México, los verdes "ecológicos", del Distrito Federal y la contaminación galopante.
 Al pasar los torniquetes, todos se apresuran y al mirar los vagones corren más rápido, se alejan del infierno para llegar al paraíso, a la gloria.
Sin saber qué hacer, Mateo sube (o lo suben); intenta descender dos estaciones adelante, la aglomeración se lo impide; discute con alguien y cuando logra bajar, escucha que le dicen, "Ora, cabrón, al averno".

miércoles, 11 de abril de 2018

León Felipe

León Felipe Por Ras
Un 11 de abril del año 1884 nació Felipe Camino Galicia de la Rosa, León Felipe, quien se convirtió en un ser inmortal gracias a su poesía. Este año se cumplen cincuenta años de su fallecimiento.
El mejor homenaje es leerlo.

Su poema Vencidos fue musicalizado magistralmente por Joan Manuel Serrat.


Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.

Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,
y va ocioso el caballero, sin peto y sin espaldar,
va cargado de amargura,
que allá encontró sepultura
su amoroso batallar.
Va cargado de amargura,
que allá «quedó su ventura»
en la playa de Barcino, frente al mar.

Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Va cargado de amargura,
va, vencido, el caballero de retorno a su lugar.

¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura,
en horas de desaliento así te miro pasar!
¡Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu montura,
caballero derrotado, hazme un sitio en tu montura
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar!

Ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo,
y llévame a ser contigo
pastor.

Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar..


                                   

Miércoles de lluvias, cambio de nombre Litro en vez de metro



parecen en las calles, que son todas de agua: la de Europa, admiración del mundo antiguo; la de América, espanto del mundo nuevo."
En Chilangolandia, las lluvias hacen ver lo in-creíble: automóviles nadando, grandes ríos en otros tantos charcos, derrumbes en casa de pobres, inundaciones y goteras en varias estaciones del metro, etcétera.
Pareciera que Tláloc ha andado celebrando algún cumpleaños, olvidando el control del agua, no cerrando las llaves; o que San Isidro Labrador, aquel que quitaba el agua y ponía el sol, anda ocupado en otros menesteres, mientras por estos rumbos se forman modernas acequias en la ciudad de la esperanza (inútil, como diría Daniel Santos).
Nos ahogamos. El famoso "cordonazo" de San Francisco, que se recordaba el día 4 de octubre, no sucedió. San Panchito lo olvidó y la lluvia sigue.
Andamos como sopa, los paraguas adornan las tardes lluviosas. Los vendedores ambulantes hacen su agosto con ellos. Los pobres usan sus hules azules de cinco pesos. La lluvia hace todo lento. El tráfico es brutal. Los coches, que no saben nadar, avanzan metro a metro, aunque, debiera decirse, litro a litro.
En esos días, el transporte es pesado, vaporoso, cansado, caótico. Cuando llueve, se detiene a cada rato, deja de fluir, parece que se ahogara. La gente corre a cubrirse del agua. Otros ya no se inmutan, se han mojado tanto, que ya resulta inútil resguardarse.
 Y el "¡qué bonito es ver llover y no mojarse!', es un dicho falso ya que no es nada gracioso esperar largos minutos a que el metro avance, mientras se observan los embotellamientos de Tlalpan, por ejemplo.
 La lluvia no tiene horario ni fecha en el calendario. El otro día había un sol esplendoroso por la mañana; la gente dejó el paraguas en casa, volvieron las ropas primaverales y, cuando menos lo esperábamos, vino el chubasco brutal.
 Y el humor no se hace esperar. Hay quien dice que el metro pronto cambiará de nombre y habrá de llamarse... Litro.

Para leer de boleto. Semana inglesa. Martes

Esta fue una historia genial de una niña que subió en el vagón, traté de aprenderme de memoria su choro y este fue el resultado.
La historia según el metro



lunes, 9 de abril de 2018

Semana Inglesa en el Metro

En 2005 participé en la antología Para leer de boleto en el metro, con cinco pequeñas crónicas que, agrupadas, llevaron el título de Semana inglesa en el metro, y que habían sido publicadas originalmente en el "Cronista de guardia", de El Universal. 
Las publicaré acá, de nuevo, día con día, comenzando con

Lunes de amor numérico
Y no ve televisión debido a que su misión en la vida es vigilar el orden, la seguridad y la legalidad.
—Tengo que conformarme con leer el resumen del Teleguía, se lamenta.
A mi vecino, un burócrata con aires preposmodernos, que viste saco azul, corbata de motas, calcetines blancos y mocasines negros, se le notan las ganas de intervenir en la charla.
En cada estación sube más gente. En un enfrenón, a la uniformada se le caen sus revistas de las manos (trae varias: TVyNovelas, Eres, Teleguía y otra que no distingo).
Mi vecino, ni tardo ni perezoso, las recoge y se las entrega. La oficial se le queda mirando por primera vez, y le extiende una sonrisa de agradecimiento por favor recibido.
-  Me deja ver tantito sus revistas, solicita el muchacho de corbata roja con motas amarillas.
- ¿A poco le gustan? responde la mujer policía. Yo, de mal pensado, me dije, ¡va la infracción! Pero no, la charla se torna interesante. La amiga permanece en silencio, escuchando el diálogo:
 —La otra vez fue a mi oficina Galilea Montijo, dice el hombre.
 — ¿No es muy payasa?, inquiere la uniformada.
 —ilNooombre, es rete bien sencilla y bien bonita, claro que no tanto como usted.
 La azuleja se sonroja. Jamás pensé ver a la justicia de esta manera. Cupido había lanzado su
dardo y los ojos de la mujer parecían de pajarito reprimido por guaruras.
-- ¡Ay, joven, no me vacile!
El muchacho, se acomoda la corbata y sonríe, mientras la guardiana no sabe dónde poner la cachucha que lleva entre las manos y hasta siente que le estorba su macana.
 —En serio, señorita, desde que la vi me pareció tan bonita, usted se me hace como una de los Ángeles de Charlie, ¿se acuerda de ellas?
La mujer justiciera no sabe qué contestar, todo se le mueve: las revistas, la cachucha, los guantes, la macana.
— ¿Y cómo te llamas?, pregunta el burócrata.
 —Pues soy la 14811 Iztapalapa, ¿y usted?
—Háblame de tú.
—Bueno, ¿y tú? —El 8548 9711 de Banamex.
 El "banquero" aprovecha que la amiga de la uniformada baja en San Lázaro para sentarse junto a la mujer policía. Yo me levanto rápido, pues debía bajar en Pino Suárez, para transbordar rumbo a Taxqueña.
El final pues, no lo sé, pero fue bonito ver un ligue de números. ¿Se imagina un matrimonio así: Usted 14811 Iztapalapa acepta como esposo al 8548 9711 de Banamex?... 

domingo, 8 de abril de 2018

Recordar a Picasso

Este 8 de abril se cumplen 45 años de que el cuerpo de Picasso desapareciera de la tierra, sólo su cuerpo, su alma, su obra, es eterna.
Escribí este texto hace unos años, va de nuevo:


Picasso en Bellas Artes

¿Cuál es la magia que transmite un hombre cuando traza una simple línea que es capaz de generar una emoción que hace que los ojos se humedezcan?
Mirar a Picasso es una experiencia única. Vivirlo en esta ciudad fantástica es aún mejor. 
Tan lejos tan cerca a nosotros.
Don Pablo  Picasso está en Bellas Artes.
Sus puntos que se convierten en líneas, sus trazos, sus cuadernos.
Lo he mirado en Madrid, en el Reina Sofía, lo gocé en Barcelona, en una callecita del barrio gótico.
No sé cuanto tiempo estuve frente al Guernica hace unos años, tal vez diez minutos, tal vez una hora, de cualquier manera un  largo suspiro.
Hoy en nuestro Palacio de Bellas Artes está Picasso con las fotografías de David Douglas Duncan.
     Lo miré de nuevo, me conmovió otra vez, me emocionó.
     Hoy fue una mañana genial, con una acompañante de lujo.
    Vayan a nuestro Palacio que este año, por cierto, cumple 80 años.

sábado, 7 de abril de 2018

Caricaturas sobre Fidel Velázquez


Corría el ya lejano año de 1983 cuando mi amigo Jorge Pantoja me invitó a escribir el texto de presentación de una exposición de caricatura sobre Fidel Velázquez: Y sigue tan campante. Entonces no imaginé lo que significó ese evento, hace más de tres décadas. 

En principio, mi acercamiento al mismo Museo del Chopo donde tuve uno de los trabajos más gratificantes que he realizado, teniendo como jefe a un gran artista, Arnold Belkin, además de acercarme a la curaduría de  exposiciones que, por estos años, he realizado en más de una docena de recintos en México y en España; después, el personaje que hoy deberíamos conocer para entender la historia política de nuestro país y del que nadie se acuerda: Fidel Velázquez, de quien escribí su historia en un exitoso libro publicado por Editorial Planeta y que vendió más de veinte mil ejemplares, con comentarios elogiosos de personajes como Carlos Monsiváis y Miguel Ángel Granados Chapa, además de abrirme la puertas al mundo editorial.

Después, mi acercamiento a la Sociedad Mexicana de Caricaturistas, que fueron coeditores y cómplices de la creación de un libro muy importante para la historia de la caricatura: el Diccionario Biográfico ilustrado de la Caricatura en México; además que desde hace más de dos décadas mantengo una estrecha relación con esta organización que ha procurado, con altas y bajas, mantener un museo (lamentablemente hoy cerrado) y un acervo de caricaturas importantes, y con quienes he publicado varios libros, realizado varias exposiciones y muchas cosas más.
Tal vez, una de las más importantes, fue el acercamiento al maestro David Carrillo, un gigante de la caricatura, uno de los creadores de la SMC, del Museo de la Caricatura y un entrañable personaje de quien, también, tuve la fortuna de curar una muestra en el Museo de Historia Mexicana de Monterrey, un gran recinto donde, también, he realizado un par muestras de gran calidad. La más significativa, sin duda, José Guadalupe Posada. El gran creador de lo mexicano, que ha sido, sin duda, la más importante muestra dedicada a este personaje y su obra.
Todo esto viene a cuento porque me encontré esta nota que apareció en la Gaceta UNAM y me removió toda una serie de recuerdos, de momentos fundamentales en mi vida que ha sido siempre eso: trabajar en la cultura, al margen de grupos de poder y con una obra que rebasa un largo inventario de actividades de las cuales, por cierto, me siento muy orgulloso.



Su historia inicia con el siglo

FIDEL VELAZQUEZ, PAUTA E IMAGEN DEL SINDICALISMO EN MÉXICO
* Muestra colectiva de caricaturas Y sigue tan campante en el Museo Universitario del Chopo


La historia de Fidel Velázquez se inicia con el nacimiento del siglo XX. El 12 de mayo de 1900, en San Pedro Azcapotzaltongo, actualmente conocido como Villa Nicolás Romero, nació este personaje que durante las últimas décadas ha sido el máximo dirigente del movimiento obrero oficial.
Desde niño se integró a las labores del campo; a los 14 años emigró a los campos de Apam, Hidalgo, a trabajar las tierras de su padre, que había sido asesinado por los carrancistas; dos años después, en la Ciudad de México se desempeña como ayudante de máquinas en una maderería de la Colonia San Rafael.
Posteriormente regresa al campo y, a los 20 años, se convierte en repartidor de leche; después pasa a la planta pasteurizadora de la Hacienda del Rosario, donde laborará por última vez, pues a partir de aquí empezará a destacar como dirigente sindical, afirmó el licenciado Agustín Sánchez González, el pasado 11 de mayo, con motivo de la inauguración de la muestra colectiva de caricaturas Y sigue tan campante, en el Museo Universitario del Chopo.
A los 21 años, continuó, Fidel Velázquez ya es secretario del Interior de la Unión de Trabajadores de la Industria Lechera, adherida a la CROM, que en ese tiempo era el organismo más importante. "En 1929 Fidel Velázquez rompe con Luis N. Morones, dirigente de la CROM, acusándolo de perpetuarse en el poder y de ser corrupto".
En 1933, Velázquez se une a Lombardo Toledano para formar la Confederación General de Obreros y Campesinos, que iba a ser una de las bases en que se fundaría la CTM; en 1941 asume la Secretaría General y hoy, cuarenta y dos años después, se mantiene en ese puesto.
La muestra de caricaturas que se exhibe en el Museo del Chopo se realiza en colaboración con la Sociedad Mexicana de Caricaturistas, con motivo del cumpleaños 83 de Fidel Velázquez, personaje que, a decir del caricaturista David Carrillo, se ha convertido en un personaje inolvidable para los caricaturistas que "el día que nos falte ¿qué vamos a hacer?".
La caricatura, añadió, es uno de los principales medios de la comunicación; a la mayoría de la gente le gusta la síntesis que en ella encuentra, además de que refleja un estado de ánimo y algo de humor.
Ser caricaturista tiene su chiste, asegura Carrillo, ya que se tiene que estar bien documentado e informado, leer y conocer la historia, pues de otra manera no se logra mucho en este terreno.
David Carrillo tiene 43 años haciendo caricaturas y acaba de publicar su libro Recordar es reír, en el que expone, en forma cronológica, diversas imágenes de Fidel Velázquez. De todas ellas ha hecho una minuciosa selección para presentarla en esta exposición, en la cual también participan Vadillo, Aarón, Naranjo y Romero, entre otros reconocidos exponentes de la caricatura en México.

Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...