martes, 26 de diciembre de 2017

El día que Quetzalcóatl (final)



Quetzalcóatl llegaría en automóvil a repartir juguetes. Así, el prometido retorno del hombre blanco y barbado se llevaría a cabo cinco siglos después de que se había marchado; sin embargo, ahora el Quetzalcóatl de la modernidad de los treinta tendría un poderoso automóvil que jalaría decenas de camiones con los juguetes para los niños; llegaría, además, el día 23, un día antes de que el gordo bonachón arribara a México.
El editorial del periódico oficial El Nacional reparaba en el hecho preguntando: ¿Quién representa la nacionalidad?, ¿Quetzalcóatl o Huitzilopochtli? Vasconcelos dice que Quetzalcóatl, pretendiendo una amalgama de entre mestizos e indios...", y luego sigue haciéndose bolas con una idea que, desde entonces, no tenía pies ni cabeza.
El pitorreo o la buena voluntad de la propuesta de don Pascual, nacionalista y revolucionaria, continuaron cuando se llevó a cabo una posada en casa del señor Alpuche, cito de nuevo a Taracena, quien "levantó un nacimiento en forma definitivamente nacionalista, con gradas que eran como las de la Ciudadela de Teotihuacán. En vez del portal tradicional, puso las ruinas de Mitla, y adentro, acurrucado, o mejor dicho, enroscado, el dios Quetzalcóatl con dos esclavos chichimecas, encuerados pero con plumas. Por los corredores fue paseado en parihuelas el dios indígena, seguido por los invitados que portaban cazuelas donde ardía el copal. Todos cantaban, acompañados de tambor y chirimías, el canto litúrgico de la revolución.
En nombre del Anáhuac
te pido posada
porque así lo quiere
Lerdo de Teja-
aaaa, aaaa daaada!
Adentro contestaron:
Oh, Gran Quetzalcóatl,
Dios beligerante,
Tú y el doctor AtI
pasen adelaaaaaante!

El nacionalismo, al fin, se hizo realidad antes de que llegaran los discípulos de Carlos Castañeda y los grupos chovinistas de ahora, que hubieran aplaudido la acción del "nopalito".
El gran día llegó. Quetzalcóatl volvía a sonreír a los pobres mexicanos pobres. Más de 15,000 de ellos, acompañados del cuerpo diplomático, político y de-más ociosos, se congregaron en el Estadio Nacional.
Una gran pirámide prehispánica fue colocada en el campo de juego, acompañada de decenas de árboles de Navidad profusamente iluminados con foquitos de colores. En el templo fue colocado un Quetzalcóatl rodeado de una corte de honor, sacerdotisas, tehuanas, aztecas e indias de Veracruz y de Tlalnepantla.
El presidente Ortiz Rubio llegó al estadio y al momento fue recibido por una salva, mientras la Marcha de Honor era tocada. Al arribar al sitio de honor los acordes del Himno Nacional comenzaron, interpretados por todos los presentes. Inmediatamente después, cientos de juguetes, suéteres y dulces fueron repartidos y, mientras los chiquillos celebraban el re-galo, dio principio a la fiesta: Melchor, Gaspar y Baltasar arribaron hasta el templo de Quetzalcóatl, en-seguida inició la danza sagrada de los "Voladores" y de los "Ciuntas", realizadas por más de cien señoritas de los colegios de la metrópoli.
Para entonces, el templo estaba repleto de aztecas, chinas poblanas, doncellas, sacerdotisas. Al son de tambores, flautas y demás instrumentos que usaron los habitantes del Anáhuac, todos bailaban rítmica-mente, mientras en lo alto de un palo los "Diablos Voladores" de Papantla desafiaban el peligro y suscitaban la admiración de todos los presentes, sobre todo cuando las luces de los reflectores se posaron en ellos, iluminándolos.
La festividad terminó llenando de alegría a todos los presentes que, sin embargo, habían salido sin entender nada; no obstante, los niños estaban felices, llenos de regalos.
La fiesta había concluido, pero los chistes continuaron.

El Panzón Soto, a finales de ese año, anunciaba el próximo estreno, en el Teatro Principal, de "El año HP Quetzalcóatl", mientras un caricaturista señaló el regalo que el dios prehispánico daría el año siguiente: "pura sombrilla”.

El Día que Quetzalcóatl sustituyó a Santa Claus



El 14 de marzo de 1994, publiqué en la sección cultural del periódico El Universal, esta nota que ahora se ha vuelto popular: el gobierno de "el nopalito", el presidente Pascual Ortiz Rubio decidió sustituir símbolos extranjeros por símbolos "nacionales".
Acabo de encontrar la nota y por eso la subí hasta hoy. Esta es la primera parte.

 Uno de los presidentes mexicanos más vituperados por el pueblo, es el general e ingeniero Pascual Ortiz Rubio, quien ocupó la Presidencia de México, del 5 de febrero de 1930, al lo. de septiembre de 1932.
Ortiz Rubio fue maderista, preso político durante el cuartelazo de Victoriano Huerta, diputado constitucionalista, había permanecido fuera de México durante más de siete años en que fue embajador en Alemania, primero, y luego en Brasil. Siete largos años en que el país presenció la rebelión delahuertista, el gobierno callista, la Guerra Cristera, la sublevación y asesinato de los generales Serrano y Gómez, la reelección de Alvaro Obregón y su asesinato.
Llegó a un país distinto del que había vivido. Calles, el Gran Turco, era el mero mero, el Jefe Máximo, y Emilio Portes Gil, ocupaba la presidencia provisional. Ortiz Rubio llegó a México para ser impuesto a la Presidencia tras unas elecciones donde José Vasconcelos, se dice, fue despojado de su triunfo.
El día de su toma de posesión sufrió dos atentados: el político, al serle impuesto los miembros de su gabinete, la mayoría callista, y el físico, cuando un hombre llamado Daniel Flores, lo quiso asesinar, hiriéndolo del maxilar y haciendo que por poco perdiera el hueso.
Apenas habían transcurrido dos semanas de haber asumido la Presidencia de la República, y pasar en el hospital por la herida del atentado, cuando un gran cartel fue colocado a las afueras del Bosque de Chapultepec, diciendo: "Aquí vive el presidente, el que manda vive enfrente". Calles vivía en Anzures.
Ortiz Rubio fue llamado "Pelele", "El Nopalito", "El Caracol" y muchos otros apodos más.
Dicen que para adquirir el poder verdaderamente, se dedicó a inaugurar y a inaugurar cualquier cosa, a colocar primeras piedras en todo lugar. Dos grandes obras suyas se recuerdan: el túnel de tacos, tortas y aguas frescas en la esquina de 16 de Septiembre y San Juan de Letrán, que la gente bautizó como el Túnel del Simplón y la Isla de los Monos, en el zoológico de Chapultepec.
El periodo presidencial de Ortiz Rubio, pero, ha sido poco estudiado, entrando dentro de la etapa del Maximato, llamado así pues Plutarco Elías Calles era llamado el Jefe Máximo de la Revolución.
Quizá por la poca trascendencia de Ortiz Rubio, nadie ha hecho caso y es que lo que ahora cuento es parte de esa breve historia.
 El 27 de noviembre de 1930, todos los diarios nacionales informaban que el licenciado Carlos Trejo y Lerdo de Tejada, subsecretario encargado del despacho de la Secretaría de Educación, declaraba que el señor Presidente de la República, don Pascual Ortiz Rubio había manifestado su aprobación a la orientación nacionalista que estaba dando a la educación pública.
Trejo y Lerdo señaló textualmente: "ayer tuve el gusto de comer con el señor presidente (Ortiz Rubio) y durante la comida, estuvimos acordando y me dio la idea de substituir en las tradiciones extranjeras de Navidad —la expresión que no es nuestra— cambiándola por algo esencialmente mexicano. En la fiesta que la Secretaría de Educación celebrara el 23 de diciembre en el Estadio Nacional, destinada precisamente para repartir ropa, dulces y juguetes a los niños pobres —que serán alrededor de diez o quince mil— el símbolo será Quetzalcóatl de nuestras divinidades indígenas, de nuestros apóstoles precursores de la civilización cristiana. Con esto se persigue engendrar evolutivamente en el origen del niño, amor por los símbolos, divinidades y tradiciones de nuestra cultura y de nuestra raza: Quetzalcóatl sustituirá a los Santos Reyes, Santa Claus y a Noel".
 Por supuesto que no faltó quien comenzara, de inmediato, a bromear en torno a esa gran idea de sustituir las barbas de Santa Claus por las plumas de la serpiente. Alonso Taracena, recoge un epigrama que dice:
Trejo y Lerdo de Tejada
han tenido la humorada
de cambiar a Santa Clos
 por Quetzalcóatl, que es el dios
del Aire y la Vacilada...
 (Continuará) 

domingo, 24 de diciembre de 2017

La navidad es una fiesta

La Familia Burrón, cada año, mostraba una portada con las aventuras de esta singular familia.
Gabriel Vargas es uno de nuestros autores más geniales. Esta fue la portada de hace unos quince años.
Felicidades a todo el mundo

domingo, 17 de diciembre de 2017

El humor es lo que somos: Agustín Sánchez González

Hace unos días me entrevistó uno de nuestros grandes cronistas: Humberto  Ríos Navarrete, para Milenio Diario.
Hoy domingo 17 de febrero de 2017, se publicó una de las más inteligentes entrevistas que me han hecho. 
Se las comparto.


EL HUMOR ES LO QUE SOMOS


El historiador Agustín Sánchez González, nacido hace 61 años, escudriña diversos temas, como las tiras cómicas, las caricaturas y sus autores. Tanto, que escribió un libro, entre más de 30, dedicado a Fidel Velázquez, extinto líder longevo de la Confederación de Trabajadores de México, el personaje más caricaturizado en la historia del país, y otro de Cri Cri, dos contextos que reflejan, de acuerdo con su definición, tanto el malestar social por el abuso de poder como la alegría por la vida. Este investigador, egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, hace una síntesis de lo que ha sido ese estilete en manos de dibujantes que satirizan a personajes, sobre todo públicos, o que reflejan periodos en trazos de plumas y pinceles, como Guadalupe Posada o Gabriel Vargas, autor de La Familia Burrón, obra con la que “empezó y terminó la época de oro del cómic nacional”, asegura en un ensayo publicado en MILENIO.
“He optado por una historia —explica el investigador, entrevistado en el Centro Histórico— que mira el mundo desde fuera de la academia”.
Y así es.
Sánchez González —“los dos apellidos, por favor”, pide con una sonrisa— nació en Ciudad de México, desde la que disecciona esa ruta por lo que ha transitado este país desde mediados del siglo XIX, según sus palabras, hasta el nuevo milenio: humor, nota roja, política, comedia y tragicomedia —“o la combinación de todo”— han dado como resultado varios libros “sobre la vida, la muerte, la dicha, la desdicha, el humor, el amor, el horror”.
Fidel, una historia de poder, publicado en 1991, fue su tesis para obtener la licenciatura como historiador. En el libro incluyó caricaturas del líder cetemista, nacido en 1900 y fallecido en 1997, quien fue dirigente sindical durante más de 40 años.
Años después escribió un libro de chistes de presidentes porque, dice, “el humor nos puede hacer entender lo que somos: los mexicanos somos un pueblo socarrón, un pueblo que ha sufrido mucho y que tiene el síndrome de Pedro Infante”.
—¿Y ese cuál es?
 —Cuando en la película A toda máquina le dicen “¿le duele?”, él responde: “Solo cuando me río”. Y le dicen: “Entonces le voy a contar más chistes para que le duela más”. El síndrome mexicano es ese.
Por azares del destino, relata Sánchez González, hace 20 años llegó al Instituto Nacional de Bellas Artes, pues lo invitaron a participar en un proyecto, pero les dijo que no era historiador del arte; no obstante decidió quedarse, pues le propusieron hacer el Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura en México, “que se ha convertido en un libro de culto”.
—Y a partir de ahí...
 —Desde ahí empecé a tratar de concebir cómo somos los mexicanos y la caricatura como un fenómeno periodístico, estético, crítico, histórico y psicológico que nos permite entender lo que somos.
—¿Y cómo somos?
—Según los caricaturistas, como Los agachados de Rius, somos aplastados. o Los Supermachos: la historia de un pueblo que aguanta todo, una sociedad que sigue sin liberarse, sin despertarse.
—¿Y siguen vigentes esos personajes?
 —No tan radical, pues hemos avanzado; aunque de alguna manera sigue siendo un país donde nos saquean y explotan; no creo que estemos peor que hace muchos años, diría que estamos un poco menos peor; lo que no tenemos es una sociedad donde los partidos abran espacios a los ciudadanos; tenemos, sí, grupos de poder muy fuertes, tanto en la izquierda como en la derecha. Entonces hay que romperlos.
El actual panorama de la caricatura, sin embargo, no lo convence. “Siguen siendo importantes, aunque la mayoría es militante; es decir, son personajes que hacen caricatura, pero son incapaces de criticar a sus líderes. Entonces, en ese sentido, pierde la caricatura”.
No es como antes.
Ni como en tiempos de Juárez.
 Eso dice.
La caricatura nace a la par del periodismo, dice Agustín Sánchez González, y en México surge en El Iris, una “revista para señoritas”. “En esa revista aparece la primera caricatura que se llama Tiranía: es un tirano aliado con la Iglesia y el diablo, que es el poder en 1826...”.
Y alecciona: “La caricatura viene del latín caricare, de recargar, de pasarte, toda una trayectoria que va a tener su etapa más luminosa en el juarismo, donde los grandes caricaturistas juaristas hacen crítica implacable contra Juárez. La mejor caricatura es la del siglo XX, porque son artistas que no lambisconean”.
 —¿Juaristas contra Juárez?
 —Sí, son fuertes contra Juárez a pesar de ser juaristas. Igual sucede con la Revolución: son antimaderistas; de hecho, buena parte de lo que explico es que la caída de Madero fue a partir de la crítica que le hacen los caricaturistas. Entonces, como ves, he tratado de entender la historia de México a través de la caricatura.
 La Revolución “institucionalizada”, además, es rota por la caricatura, por lo que hay una gran represión, añade. “Poca gente sabe que en 1929, con el nacimiento del PRI, y hasta el 68, prácticamente estaba prohibido hacer caricatura del Presidente. Incluso de personajes tan feos como Díaz Ordaz, que es una caricatura en sí, no hay caricatura”.
 Y es cuando surge un grupo de jóvenes encabezados por Naranjo, Helioflores y Rius, quienes hacen La Garrapata, el azote de los bueyes, una revista que rompe con todo lo que había atrás y abre un espacio que estará a la par de lo que será la democratización mexicana.
“Recordarás que hasta los años 70 —añade el historiador— no había más que cuatro partidos y todos eran el mismo, y en 76 es la gran crisis porque solamente hay un candidato del PRI y tienen que abrir la Reforma Política. Entonces en ese ámbito los caricaturistas son vitales, son muy importantes”.
—¿Y siguen siendo importantes o se diluyen con internet?
 —La caricatura debe ser crítica y autocrítica; lo que hacían los liberales del siglo XX, de criticar a Juárez, es lo que tendrían que hacer todos. Uno de los grandes defectos de la izquierda mexicana, y de la izquierda universal, fue nunca criticar a la Unión Soviética, nunca criticar a Fidel Castro; eso se sigue reflejando hoy cuando debemos ser más críticos...
Otros ejemplos de la época, asegura, son el muralista José Clemente Orozco y el dibujante Ernesto García El Chango Cabral, quienes “hacen críticas feroces” contra Madero. “Después hay un control”, dice, mientras recuerda lo que descubrió cuando escribió Cien años de caricaturas:

“Prácticamente de 1930 al 50, todas las caricaturas son de sentido social, y hay tres años donde no aparece nada, más que historietas, y la historieta es otra cosa diferente”. 

sábado, 16 de diciembre de 2017

Treinta años de la muerte de Jorrín, el creador del cha-cha-chá

Hace treinta años falleció Enrique Jorrín, el genial músico, creador del cha-cha-chá. Entonces escribí este texto que valió la primera plana de la sección cultural de El Universal.

Uno de los lugares que con más entusiasmo busqué desde la primera vez que estuve en La Habana fue la esquina de Prado y Neptuno, en la Habana Vieja; ese lugar que Enrique Jorrín inmortalizara al componer La engaña-dora, un cha cha cha que ha hecho bailar a miles y miles de parejas desde hace ya más de treinta años. La chiquita que estaba gordita, muy bien formadita y que a todos los hombres hacía suspirar, hoy será una linda abuela cubana que seguramente entristeció el sábado pasado cuando el maestro Jorrín dejara de existir, al morir antes de cumplir, el próximo 25 de diciembre, sesenta y dos años de edad.
Ya en 1954 uno de los más grandes trovadores cubanos -Ñico Saquito- le había compuesto una canción que fue, acaso, su primer homenaje: La botaste Jorrín, cuyo estribillo se refería a la engañadora:
Mira esa mujercita, esa es la engañadora
la del danzón, tú la ves tan gordita
y a todo el que la mira le envuelve el corazón
esa es la engañadora
la de las almohaditas
la del danzón.
La botaste Jorrín con la engañadora
Cha-cha-chá muy cadencioso

Enrique Jorrín nació en la provincia de Pinar del Río, en una pequeña ciudad llamada La Candelaria; su orquesta la fundó en noviembre de 1953, tenía pues, treinta y cuatro años de grandes éxitos. Un músico enteramente comprometido con su pueblo a quien le siguió alegrando mientras luchaban por derrocar al dictador Batista y a quien hizo bailar mientras celebraban el triunfo revolucionario. Jorrín, aparte de ser un excelente músico, fue un hombre comprometido con su pueblo pues sabía que ahí estaban sus raíces. El Cha-cha-chá es junto a la conga, la rumba, la gua-racha y el mambo, uno de los cinco pilares sonoros de la música cubana. El ritmo creado por Jorrín es una derivación del danzón; su nombre según explicaba el maestro cubano, se debía a que los bailadores, al coger bien el compás, producen un sonido que dice sha sha sha, pero como en nuestra lengua esa palabra no existe, se le puso el nombre del cha-cha-chá...

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Helioflores. Artista universal

Hoy miércoles 13 de diciembre, en el Museo del Estanquillo, se rinde un  homenaje al más grande caricaturista mexicano vivo: Helioflores. Este es mi texto de hoy, en El Universal


http://www.eluniversal.com.mx/columna/agustin-sanchez-gonzalez/cultura/helioflores-artista-universal

lunes, 11 de diciembre de 2017

‘La portentosa vida de José Guadalupe Posada’




‘La portentosa vida de José Guadalupe Posada’





‘La portentosa vida de José Guadalupe Posada’

La Gualdra 320 / Libros
“Toda la noche ha vomitado sin parar. La oscura habitación tiene un olor nauseabundo y asqueroso pues la diarrea no se detiene con el atole de arroz, ni con tés de menta o de ruda, ni con ningún otro remedio de las vecinas. A temprana hora Juan y Manuel han ido a buscar un doctor. De cualquier manera, los dos amigos de parranda saben que ya todo es inútil. Don Lupe se acaba”.
Así comienza La portentosa vida de José Guadalupe Posada escrito por Agustín Sánchez González. El libro narra en siete capítulos la historia del creador de una de las obras de arte más conocidas a nivel internacional y uno de los símbolos de identidad nacional más poderosos en México: la calavera “Catrina” o, su nombre original y no tan conocido, “Garbancera”.
Posada, nos cuenta Sánchez González, “durante cuarenta y dos años estuvo en la palestra. Participó como grabador, caricaturista, ilustrador de decenas de publicaciones y libros, imprimió miles de grabados, trabajó en cuando menos tres estados de la república mexicana y sin embargo [mientras estuvo vivo] nadie dijo nada sobre él o su obra”. Murió enfermo, solo, sumido en la pobreza y sus restos terminaron en la fosa común del Panteón de Dolores.
La biografía, que comienza con la muerte del grabador, nos lleva a lo largo de más de doscientas páginas y estampas a Aguascalientes, León y la Ciudad de México. Nos presenta entre muchos otros personajes a Ireneo Paz –sí, el abuelo de Octavio Paz–, editor de diversos impresos y uno de los grandes escritores liberales del siglo XIX, para quien Posada realizó un sinfín de trabajos; aparecen también otros editores de la época que emplearon habitualmente sus servicios como Francisco Montes de Oca, Antonio Vanegas Arroyo y Heriberto Frías.
Leemos y nos transportamos al México de finales del siglo XIX y principios del XX, una época en la que la imagen se anteponía a la palabra y la escritura; aproximadamente 80% de la población era analfabeta y Posada supo representar y comunicar a través de la estampa, publicada en hojas volantes y prensa impresa principalmente, los acontecimientos de la vida diaria así como las creencias y los miedos más profundos de los mexicanos. Nadie escribió en esa época sobre Posada, pero su obra circulaba “por todas las calles de la ciudad, en las iglesias, en las mesas para el juego, en las cartas de amor, en la vida de todos los mexicanos”.
La portentosa vida de José Guadalupe Posada incluye decenas de ilustraciones del propio Posada que no sólo complementan la narración pues muestran el ingenio, la riqueza y diversidad de su universo creativo, sus afamadas calaveras realmente son un porcentaje muy pequeño de su producción; incluye también las dos únicas fotografías que, hasta la fecha, se conocen de él.
Sánchez González afirma en su libro que Posada fue un “cronista excepcional que pintó la comedia humana, la tragicomedia mexicana de un siglo que terminaba y otro que nacía. Posada captó todas esas historias de la vida cotidiana: el silencio, la marginalidad, la tragedia, el dolor, la risa, la sorna, la carcajada, el miedo, el regocijo, el pecado, la magnificencia, la fe, la miseria, el llanto, el placer, la vida, la muerte, el blanco, lo negro, el pecado, el amor, lo mexicano”. Además recupera y cita algunas palabras de Jean Charlot, Luis Cardoza y Aragón, Hugo Hiriart, Thomas Gretton y Juan José Arreola, quien alguna vez escribió: “El arte de Posada consiste en que siempre se le pasa la mano, es el gran artista de la estética del disloque, las figuras están casi siempre dislocadas, sean calaveras o no, como los siete pecados contra un hombre solo”.
La publicación de este libro en formato electrónico pretende contribuir a la promoción internacional de la vida y obra de este humilde artesano. Hasta la fecha, no hay certeza de la cantidad de obras que produjo; algunos investigadores afirman que fueron miles pues a lo largo de más de cuatro décadas elaboró cientos de grabados y litografías para empresas comerciales y editoriales.
Agustín Sánchez González es autor de más de 30 libros. Se formó como historiador en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y ha optado por contar historias fuera de la academia. Ha escrito sobre la alegría por la vida, en una obra dedicada a Cri Cri; el uso y abuso del poder de personajes claves en la historia mexicana, como Fidel Velázquez o Álvaro Obregón o una forma diferente de interpretar la realidad, a través de artistas como Gabriel Vargas. Sus libros son un encuentro con la vida cotidiana y un ameno retrato de nuestro acontecer. Se especializa en la vida en México, el humor y la caricatura. Algunos de sus libros más recientes son: Los humoristas gráficos y el exilio en México100 años de caricatura de El UniversalCrímenes y horrores en el México del siglo XIX.
La portentosa vida de José Guadalupe Posada, de la editorial txto, puede ser adquirido en tiendas en línea como Amazon, iTunes, Kobo, Barnes & Noble, Gandhi y Porrúa, entre otras.

Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...