sábado, 6 de mayo de 2017

Nocturno A, de Carlos Pellicer

Un poema del tabasqueño Carlos Pellicer
Pellicer por Rogelio Naranjo


NOCTURNO "A"

Noche. Mar de silencio. Van las meditaciones 
desenrollando lentas sus claras devociones. 
El faro del espíritu clarea esas ondas suaves 
que van ampliando el círculo de sus evoluciones 
para regir el curso sereno de las naves. 
La paz del alma que sabe cantar sus horas 
vela esa vida íntima de tramas seductoras 
en que el dolor se ama. ¿Por qué? ¿Resulta acaso 
que ese dolor es sombra de un cariño? Las horas 
te dirán en silencio: camina paso a paso. . . 
Mienten las horas. Mienten. Mata la indiferencia 
que no sabe del triunfo de una linda cadencia; 
si paso a paso vas por la vida, jurando 
que has vencido, te engañas: esa pobre creencia 
guardamos los que siempre vivimos adorando. . .

Adora el desaliento de esa melancolía; 
no huyas de la grata penumbra que concede. 
El ave del crepúsculo canta la melodía 
¡de lo que pudo el alma, de lo que el alma puede! 

Alegría, una gota, que esa gota bendita 
habrá caído al vaso que gozará la flor... 
¡Bríndasela a tu alma para toda la vida
en el regio festín que presida el dolor!

viernes, 5 de mayo de 2017

Adiós A Mamá Carlota


En El Pito Real, Periódico popular escrito para el pueblo, del 5 de marzo de 1867, apareció, en Toluca, por vez primera la versión de Adiós a Mamá Carlota, escrita por Vicente Riva Palacio, esta es una copia del mismo; abajo la letra de la canción y, finalmente, la versión de Eugenia León








Adiós Mamá Carlota

Alegre el marinero con voz pausada canta, y el ancla ya levanta con extraño rumor. La nave va en los mares, botando cual pelota; Adiós, Mamá Carlota. Adiós mi tierno amor. De la remota playa te mira con tristeza la estúpida nobleza del mocho y el traidor. En lo hondo de su pecho ya sienten su derrota; Adiós, Mamá Carlota, Adiós mi tierno amor. Acábanse en Palacio tertulias, juegos, bailes; agítanse los frailes en fuerza del dolor, La chusma de las cruces gritando se alborota; Adiós, Mamá Carlota, Adiós mi tierno amor. Murmuran sordamente, los tristes chambelanes, lloran los capellanes y las damas de honor. El triste Chucho Hermosa canta con lira rota; Adiós, Mamá Carlota, Adiós mi tierno amor. Y en tanto los Chinacos que ya cantan victoria, guardando tu memoria sin miedo ni rencor, dicen mientras el viento tu embarcación azota; Adiós, Mamá Carlota, Adiós mi tierno amor. -- Vicente Riva Palaci






miércoles, 3 de mayo de 2017

Mi abuelo Librado


Mi  abuelo nunca se quejó de nada.
Tenía un tendejón que su hijo le abrió en la puerta de su casa y ahí vendía refrescos y cervezas que los parroquianos llegaban a tomarse en una banquita de concreto al lado mientras pasaba el tren de carga por la Vía Cochinera.
Desde ese changarrito, miraba pasar la gente. Tenía un don para calificar, criticar y poner apodos (mi maledicencia se la heredé, sin duda)
Yo era su lazarillo. Dos o tres veces al año viajábamos a San Felipe Torres Mochas, su tierra natal; era una maravilla llegar al rancho de los parientes y comer tunas, manzanas, elotes asados con leña, chilacas, papas miniaturas que crecían al borde de las milpas; las carnitas, el pollo como nunca lo he vuelto a saborear; tomar una deliciosa agua del río, helada, única.
Visitábamos al Señor de la Piedad y al Señor de la Misericordia en un poblado cercano llamado La Palma, (donde nació mi madre).
Mi abuelo nunca se quejó de nada, ni de la pobreza ni de la riqueza. Su sonrisa era un sol. Él determinó mi vida al darme alientos para ser alguien que sobresaliera “Será presidente”, decía a todos y presumía mis calificaciones.
Mi abuelo Librado que fue enrolado voluntariamente a fuerzas en el ejercito villista, el que fue derrotado en León por el General Obregón, y del que se escabulló a la primera oportunidad, contaba muerto de risa.
Hoy los recuerdos se acentuaron, aunque todos los días tengo presente su sonrisa y mala leche, su cariño y sus cuidados, pues es el día de la Santa Cruz y, religiosamente, cada año, mandaba hacerle un ropaje morado a una cruz.
L          Lamento tanto no tener una foto a su lado.
Religiosamente le ayudaba a ponerle esas mangas a la cruz y después, un vaso con flores del campo, flores sencillas, como su vida, su sonrisa.
Mi nombre se lo debo a mi abuela, el amor de su vida que falleció apenas unas semanas antes de que yo naciera y tal vez por eso fui su nieto favorito.
Lo extraño mucho a pesar de que murió hace casi medio siglo, pero sigo pensando en él, a diario, y más en estos días que eran importantes para el gordo Librado.
(Bueno, también me acordé pues mi primer libro publicado, del que hablé hace unos días, fue dedicado a él)

domingo, 30 de abril de 2017

Un hombre pasa bajo mi ventana y canta, poema de Louis Aragon

En tiempos de miserables, farsantes,y canallas, aún queda tiempo para ser libres, un poema de Louis Aragón quien nos dice lo que debe ser el hombre: ser libres, sin ataduras, dogmas o apuestas de "lo que hay". 


Louis Aragón por Robert  Delaunay



































Un hombre pasa bajo mi ventana y canta

Louis Aragon


Nosotros nacimos para ser libres,
nosotros vinimos para gozar,
como el cristal para la escarcha
y las misas para el Cielo,
como el tordo para estar bebido
y la primavera para enamorar,
nosotros nacimos para ser libres,
nosotros vinimos para gozar.
Tú que tenías brazos de ilusiones,
la sangre rápida y con sol
en el lindo mes de las primaveras,
donde incluso llorar es maravilloso,
susurrabas canciones en el aire,
amada del diablo y del buen Dios,
tú que tenías brazos de ilusiones,
la sangre rápida y con sol.
Mi loca, mi bella, mi dulce,
que tenías la belleza del fuego,
el dulzor del agua en tu boca,
oro coronado en tus cabellos,
¿qué has hecho de tu boca roja,
de los besos para el día de lluvia,
mi loca, mi bella, mi dulce.
que tenías la belleza del fuego?
EL tiempo que pasa,
pasa, pasa,
con su cuerda llena de nudos
girando alrededor de aquellos 
que se abrazan sin verle girar.
Marca su frente de un sarcasmo,
apaga sus ojos encendidos.
El tiempo que pasa,
pasa, pasa,
con su cuerda llena de nudos.
De su juventud sólo han sacado lo que han podido
y es tan poco… 
que si es mi culpa
que se deje vivir a quien mejor la cante.
¿Pero por qué tenemos que herirnos?
¿Quién ha matado al pájaro azul?
De su juventud sólo han sacado lo que han podido
y es tan poco…
Todo mal hay que denunciarlo:
la edad que viene, el corazón más viejo;
y no es el amor lo que se gastó
cuando el placer ha muerto.
El sol nunca rechaza 
la oración que hacen los ojos.
Todo mal hay que denunciarlo:
la edad que viene, el corazón más viejo
Y si no somos nosotros los culpables
que me enseñen a los que dirigen el cotarro.
Aquello que el cielo da a quien le mira,
quien tomó aquello que viene dado.
Señores si es mi culpa 
o es la vuestra,
¿quién gana con todo esto?
Y si no somos nosotros los culpables,
que me enseñen a los que dirigen el juego.
Nacimos para ser libres,
nacimos para estar bien,
el mundo para vivirlo
y lo demás está en chino y yo no lo sé…
Vuestras reglas,
vuestras leyes,
vuestras biblias
y la carreta antes que el buey.
Nacimos para ser libres,
nacimos para estar bien,
el mundo para vivirlo
y lo demás está en chino y yo no lo sé…








Una versión de Luis Pastor




José Guadalupe Posada para niños

La obra de Posada rebasa, con mucho, las famosas calaveras. 

Su trabajo trasciende pues en cada casa mexicana, de hace cien años y más, existía una obra de este gran autor.


Hace un siglo, los niños (y las familias) mexicanas de divertían con juegos de mesa que trascendieron como El juego de la Oca, La Gallina y el Coyote, La lotería, entre muchos otros.


Este día del niño, habrá que recordar, pues, la obra infantil que nos legó este enorme artista y que, sin duda, sigue estando presente en la educación sentimental de los mexicanos.



viernes, 28 de abril de 2017

Retrato, poema de Antonio Machado

Antonio Machado por Román Rivas




Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, 
y un huerto claro donde madura el limonero; 
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla; 
mi historia, algunos casos que recordar no quiero. 

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido 
¿ya conocéis mi torpe aliño indumentario?, 
más recibí la flecha que me asignó Cupido, 
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario. 

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, 
pero mi verso brota de manantial sereno; 
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, 
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno. 

Adoro la hermosura, y en la moderna estética 
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard; 
mas no amo los afeites de la actual cosmética, 
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar. 

Desdeño las romanzas de los tenores huecos 
y el coro de los grillos que cantan a la luna. 
A distinguir me paro las voces de los ecos, 
y escucho solamente, entre las voces, una. 

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera 
mi verso, como deja el capitán su espada: 
famosa por la mano viril que la blandiera, 
no por el docto oficio del forjador preciada. 

Converso con el hombre que siempre va conmigo 
?quien habla solo espera hablar a Dios un día?; 
mi soliloquio es plática con ese buen amigo 
que me enseñó el secreto de la filantropía. 

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. 
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago 
el traje que me cubre y la mansión que habito, 
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago. 

Y cuando llegue el día del último vïaje, 
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, 
me encontraréis a bordo ligero de equipaje, 
casi desnudo, como los hijos de la mar.



Joan Manuel Serrat musicalizó este poema

domingo, 23 de abril de 2017

El Museo de la Caricatura recibe a los humoristas gráficos del exilio

Este miércoles 26 de abril, se inaugura la muestra Los humoristas gráficos y el exilio, que recoge el trabajo de una docena de caricaturistas que llegaron a México tras la guerra civil española.


La caricatura fue vital dentro del arte del exilio y, sin embargo, poco se ha tratado dentro de la vasta bibliografía existente. Hay que decir que la primera exposición de arte que hacen los exiliados es, precisamente, una muestra de caricatura, a bordo del barco el Sinaia, cuando estaban a punto de arribar a México.


Se podrán ver una docena de obras originales, que han sobrevivido, de autores como Ernesto Guasp y Ángel Rueda, quienes fueron miembros de la Sociedad Mexicana de Caricaturistas (de donde nace el Museo de la Caricatura), así como de Francisco Rivera Gil, Lucio López-Rey y Bartolozzi.



También se podrá admirar la obra de los autores que, en mimeógrafo, hacían un pequeño periódico a bordo de los barcos en que viajaban, el Sinaia, Mexique e Ipanema, de España a México. Copias digitales que se han recobrado de esa historia.

Se presentará el libro Los humoristas gráficos y el exilio, de Agustín Sánchez González, investigador y curador de esta muestra.
Todo el mes de mayo se podrá apreciar la misma en Donceles 99, centro Histórico y a mediados de junio, viajará a Barcelona.


Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...