viernes, 20 de enero de 2017

El día que murió José Guadalupe Posada



En mi libro Posada, editado por Planeta en 2008 y reeditado como el nombre de La portentosa vida de Posada, por ediciones de Don Lupe, en 2013, escribí una reconstrucción imaginaria de cómo fue el día de la muerte de Posada, en un oscuro cuarto de vecindad de Tepito, hace 104 años. El 20 de enero de 2013. En el primer capítulo de mi libro, escribí una recreación imaginaria de cómo pudo haber sido esa última noche.






SE MUERE DON LUPE

Toda la noche ha vomitado sin parar.


La oscura habitación tiene un olor nauseabundo pues la diarrea no se detiene con el atole de arroz, ni con tés de menta o de ruda, ni con ningún otro remedio de las vecinas.


A temprana hora Juan y Manuel han ido a buscar un doctor. De cualquier manera, los dos amigos de parranda saben que ya todo es inútil.


Don Lupe se acaba.


Lleva muchas semanas metiéndole al trago. Su rostro está más que demacrado y la deshidratación por la cagalera es más que obvia.


Hay colillas de cigarro forjado tiradas por doquier.


Danzan calaveras a su alrededor, los sueños se convierten en pesadilla.


Parece una película que se regresa al principio para repasar toda su vida, un viaje a la semilla. En quince días cumpliría 61 años, veintidós mil doscientos días.


Alrededor del petate donde se retuerce de dolor zapatean monstruos fantásticos, bocas con labios rojos que enseñan unos agresivos dientes listos para devorarlo, cuerpos con formas demoníacas, diablos, brujas, gritos lastimeros de la llorona, naguales, fantasmas.


El jolgorio empezó el día de su santo, el día de la Virgencita, el 12 de diciembre, cuando la ciudad, el país, el vecindario conmemoró la aparición del indio Juan Diego; siguieron las nueve jornadas de los santos peregrinos, continuó en la Noche Buena, la Navidad y celebró el fin del año 1912. Nacía uno nuevo, justo cuando la vida, su vida, se le apagaba.


Todo le duele, pero es el alma la que le hace insoportable la existencia. La ruda hierba, la ruda vida.


Cientos de cuartos componen la enorme vecindad ubicada a las orillas de la ciudad de México: es el barrio de Tepito, en la calle de la Paz. Son trescientos miserables cuartuchos, con más de mil almas que andan en la pena y en la pepena.


Cada uno de esos cuchitriles apenas mide tres por tres metros. Los excusados son colectivos, conformados por una larga fila sin puerta y un olor repugnante; afuera una pileta de agua que a veces, con un cubo, se usa para el excusado. Y de los tendederos, que parecen telarañas, cuelgan modestas ropas.


El otrora hombre regordete, ahora de cuerpo flácido y demacrado, parece mirar bailar las calaveras que dibujó hace muchos años, a los diablitos sonrientes, complacidos por su travesura, felices porque recibirán muy pronto a un huésped de lujo, su retratista favorito: don Lupe.


Una vecina le llevó una cazuelita con caldo de gallina y lo encontró llorando, lamentando no poder cerrar los ojos de su Juan Sabino, en ese treceavo aniversario de su muerte.


“¡Don Lupe se muere!”, es el clamor en los lavaderos esa mañana fría de domingo.


Él rememora los últimos días de su vida en el barrio de Tepito, a donde llegó cuando la ciudad lo fue expulsando, primero de Santa Teresa, luego de Santa Inés, más tarde del Cuadrante de Santa Catarina, para llegar a la calle del Carmen y terminar en este sitio donde viven hombres y mujeres que sobreviven en situaciones precarias.


Don Lupe sueña, como todos los días de su vida, pero hoy esos sueños se han tornado en pesadilla, como muchas otras noches más, como casi todas sus últimas noches, como todos sus últimos años.

sábado, 14 de enero de 2017

97 años de Chava Flores

Aunque honestamente es un dibujo muy malito, Google dedica doodle a Chava Flores por el 97 aniversario de su nacimiento.


Hace un par de años, en septiembre de 2015 publiqué en el número de septiembre de la espléndida revista Relatos e historia de México, un texto dedicado al gran cronista urbano Chava Flores.


jueves, 12 de enero de 2017

El Cartón de enero de 2017






Cada número de la revista Relatos e historias de México, la mejor publicación de divulgación de la historia que hay en este país, recoge una caricatura de otros tiempos, seleccionada por quien esto escribe.




Este nuevo año contiene un cartón de hace nueve décadas que parece muy actual: Los gobernadores dan patadas de mula a ley.

Se trata de un cartón atribuido a Hugo Thilgman, uno de los grandes (y desconocidos) caricaturistas mexicanos, creador de personajes como Mamerto y sus conocencias.

miércoles, 11 de enero de 2017

MIS LIBROS: La vida en México 1910-2010

Vuelve la gustada sección Mis libros


Una serie de notas acerca de los treinta y pico de libros que he escrito y publicado, la mayoría están agotados y los H editores, por extrañas razones de la vida, no los han reeditado, a pesar de que muchos de ellos se vendieron rápidamente.


Por cierto, nunca he entendido a los editores, se quejan de que la gente no compra libros y hay muchísimos que se agotaron hace tiempo y jamás aparecen de nuevo; otros se quedaron en las bodegas ante la ineficiencia de las editoriales (o de las distribuidoras, como Colofón, por ejemplo) que jamás distribuyen como dios manda. Sé que hay muchos libros, pero no todos tienen la gracia y el privilegio de la reedición.
En fin.
Con mi amigo Humberto Musacchio que presentó
el libro en la Sala Manuel M. Ponce,
del Palacio de Bellas Artes

Hoy les cuento de uno de los libros que me han gustado más: La vida en México 1910-2010, que originalmente se había concebido como una antología de crónicas pero que al final, gracias a un estupendo editor y lector como Gerardo de la Cruz, lo convertimos en una miscelánea de textos, para que pudieran caber muchas historias.

En el prólogo señalo: "este libro no es sólo un recuento de sucesos encadenados por el mismo pretexto: convertir la memorias de la ciudad  en una gozosa lectura conformada por una colección de artículos y textos fuera de contexto; en una revista de obsesiones y encuentros de una vasta metrópoli, capaz de leerse sin caer en la tentación temática, sino en la busca de la pluralidad de su propio ser en un siglo que empezó una década después".

Este fue el boletín de prensa: 

Apunta Agustín Sánchez González en el prólogo de La vida en México (1910-2010) que fue una ardua y compleja tarea compilar las múltiples visiones y memorias que sobre la Ciudad de México tienen (o han tenido) periodistas, cronistas, escritores, músicos y poetas.

Los más de cincuenta artículos que reúne este volumen reflejan con exactitud y amenidad las muchas ciudades que conjuga la capital de la nación, espejo de un país que es muchos países a la vez. Algunos de los autores seleccionados son Federico Gamboa, Alfonso Reyes, José Juan Tablada, Ricardo Garibay, Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Juan Villoro, Fabrizio Mejía Madrid y muchos más.

El objetivo fue integrar una selección fresca rica y diversa que mostrara con viveza la cotidianidad de la ciudad durante un siglo, un siglo que comenzó tarde ─con la celebración del Centenario de la Independencia y el fin del porfiriato─ y que terminó con la conmemoración del Bicentenario. El resultado: un mirador de las transformaciones de México y el mundo.

El curioso lector encontrará en este libro lo mismo la puntual crónica de la Decena Trágica que la del culto a san Juditas, los días 28 de cada mes, en la iglesia de San Hipólito, a la que bandas de chavos acuden para cumplir con una dinámica tradición “mazahua-skatopunk”, en la que santería y drogas se juntan abigarradamente.

Se lee aquí cómo ha evolucionado el consumo de drogas y la venta al menudeo en unos cuantos años, y también cómo se ha degradado el queso, sí, el queso que se consume ahora no se compara con el que probara el periodista José Alvarado en su época.

Está en el libro la dinámica puntual que se vivió en las calles de Madero, 5 de Mayo y Masaryk, en las colonias Roma y Anáhuac, en el Hipódromo, la Merced, Lecumberrri y en Xochimilco, o en el famoso festival de rock en Avándaro y en el Centro Histórico el 19 de septiembre de 1985, a las 7:19 horas de la mañana. A fin de cuentas, este libro producirá fascinación y espanto, un efecto como el de la misma ciudad, según lo expresa Juan Villoro: México es una suerte de mujer barbuda, de cuyo abrazo sus habitantes no se pueden desprender.

viernes, 6 de enero de 2017

Un día de Reyes en una casa mexicana, la casa de los Burrón

Una de las grandes historias de este país ha sido narrada, magistralmente por don Gabriel Vargas, el gran cronista urbano, un hombre que retrató de manera excepcional la vida mexicana y que, cuando uno mira esas imágenes, nota y denota que este país no puede entenderse sin las crónicas gráficas creadas por don gabriel y, en sus últimos años, dibujadas por su sobrino Guty Vargas, a quien hay que dar también su crédito pues heredó el gran talento de su tío y supo retratar muy bien el alma de los personajes de la gran Familia Burrón .

Este retrato muestra un día de reyes en casa de los burroncitos, con una carta que lamenta que por la inflación no traerán juguetes y sólo les dejarán mucho amor.

Esta carta, escrita en 1978, muestra que las crisis de enero no son sólo de ahora, por desgracia, ni las de 2017 son las peores como la manipulación y/o la ignorancia nos quieren vender, igual que nos quieren vender que vienen cosas peores.

No quiero menospreciar la crisis de hoy, pero con datos en la mano se puede mostrar que las ha habido peores y que ahora esto que está pasando está sobrevalorado y bastante manipulado.

Así que, feliz año, y no se dejen intimidar por los agoreros del futuro, quitémonos el miedo y luchemos, desde nuestra trincheras, y con aprecio a nuestros connacionales, por tener un país mejor .

jueves, 5 de enero de 2017

Los pobres en el cine (y en la vida) de los mexicanos

La educación sentimental de los mexicanos es un dogma con una serie de brazos que determinan lo que pensamos, lo que creemos. El universo conceptual de lo que somos ha sido determinado por el cine mexicano.

Nosotros los pobres,Ustedes los ricos o Un lugar cerca del cielo, por mencionar tres películas que nos han dicho que los pobres son buenos.

"Ustedes los pobre que tienen un corazón tan grande para todo. Ustedes son buenos", dice la ricachona mala, al pedir perdón a los pobres.


ESCENA FINAL DE USTEDES LOS RICOS

Esa idea, los pobres buenos no nos ha permitido entender las reacciones históricas de una sociedad. Justificar todo lo que hacen los pobres (o los indígenas, para el caso es lo mismo) en aras de su pobreza.


Digo esto, porque de los saqueos leo y leo que son grupos pagados, lo cual coincido, aunque creo que son de todos los partidos; pero estoy convencido de que también hay un buen número de gente que se suma a la masa y al saqueo.

Los famosos científicos sociales no van a entender a este país mientras no conozcan a los pobres. Me acuerdo en mis años proles cuando llevé a un compa del pc, que vivía en el circulo rojo de Copilco, a platicar con unos camaradas de la fábrica donde yo trabajaba y estaba indignado porque la platica fue solamente de dos temas: el Necaxa que jugaba muy mal, y las nalgas de Lyn May.


Hay que romper la versión idílica de que los pobres son buenos (echen un ojito a Los Olvidados, de Buñuel) para entender este país y ver que los pobres son buenos, pero hay un buen de pobres que no lo son.

Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...