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viernes, 14 de noviembre de 2025

ONE PIECE. Las caricaturas me hacen llorar

 





Las caricaturas me hacen llorar: One Piece


Tenía doce años. En mi colonia “Patrimonio Familiar”, cerca del Monumento a la Raza, una mañana del verano de 1968, todo era una corredera. Doña Margarita, la dueña de la tienda de la esquina, contaba a todos los que querían escuchar, incluso un escuincle chismoso como yo, que le habían mandado una carta diciendo que no dejara que sus hijos fueran a las manifestaciones.

Por todas partes se atemorizaba a la sociedad, pues, decían “los comunistas nos quieren quitar a nuestros hijos, nos quieren quitar nuestra libertades”; en otro momento llegaron a decir que se iban a llevar a los niños de las escuelas a marchar. (Recuerdan la película Canoa, así merito).

Se desató una campaña en los medios de comunicación: la radio, la televisión y la llamada, entonces, prensa vendida. Los caricaturistas, por ejemplo, se mostraron timoratos y gentiles con el presidente Díaz Ordaz, mientras satanizaban a los estudiantes.

Sin embargo, los jóvenes se fueron a las marchas, a las grandes manifestaciones, aquellas que abrieron las puertas del autoritarismo para gestar una tímida democracia y el fin del priismo.

Por aquel entonces, un caricaturista que firmaba como Rius, cuyo nombre era Eduardo del Rio, nacido en Michoacán, publicaba una revista llamada Los Supermachos que, años después, cambió nombres y personajes por el de Los Agachados. Una espléndida revista que, sin embargo, asumía que todos éramos así (y siempre lo seríamos), a menos que llegara un nuevo mesías. Luis Echeverría fue, para Rius, ese salvador, así lo expresó en uno de sus números.

Las jornadas del 68 gestaron una sociedad medrosa, pero a la par, sus hijos expresaron su repudio, su rechazo a vivir aterrados ante el poder, por ello se manifestaron en grandes marchas, como la imponente del silencio. El resultado fue la represión y dar un pasito atrás, para comenzar una respuesta temerosa, pero a la vez valiente.

El 10 de junio de 1971, volvieron a las calles y los volvieron a linchar, y los medios volvieron a satanizar; muchos jóvenes a ofrendar su vida en la guerrilla y, de nuevo, fueron degradados por el poder y por la sociedad que, pese a todo, apoyó al gobierno.

Momiza contra chaviza, se llegó a decir.

Dos décadas después, se rompió el autoritarismo priista que se desquebrajó desde adentro y treinta años después, esos priistas con disfraz de izquierda volvieron por sus fueros a retomar el poder. (Más del 70% de la nomenclatura de MORENA proviene del PRI, diez por ciento de aquella izquierda claudicante y un aberrante 20% de grupos como ProVida, el Yunque, Legionarios de Cristo, la iglesia de la Luz del Mundo, es decir, de la ultraderecha).

Este 15 de noviembre, desde una suerte de anonimato, un grupo de la llamada generación Z, ha convocado a una manifestación crítica contra el gobierno de MORENA.

Tiene como símbolo una historieta, en la variante japonesa llamada anime, llamada One Piece, cuya bandera es una calavera, con un sombrero de paja.

El protagonista lleva un sombrero así y se ha convertido en un símbolo universal a partir de que miles de jóvenes de Nepal, protestaron contra la tiranía, lo mismo que en Perú, donde miles de jóvenes se organizaron para denunciar la corrupción y exigir justicia.

Como los voceros de Díaz Ordaz, personajes como Jenaro Villamil, presidente del sistema nacional de radio difusión y sus boots, o escritores oficialistas como Fabrizio Mejía tratan de espantar la calavera con el petate del muerto: “Ni jóvenes ni apartidistas, la marcha de la generación Z es promovida en México por personas de más de cuarenta años, vinculadas a la alcaldía Cuauhtémoc, al panismo o a las redes de la ultraderecha”, escribió Villamil; Mejía puso un twitt: “Al usar la bandera que se usó en Nepal lo que se está convocando el 15 no es una marcha sino la violencia extrema”.

“Jóvenes del coro fácil”, así descalificó Luis Echeverría a los estudiantes que protestaban en Ciudad Universitaria por su presencia en la UNAM. También, les llamó “jóvenes manipulados por la CIA”. Tanto Villamil como Mejía, entre otros, descalifican a los jóvenes que convocan a esta manifestación.

No tardaron, en estos días, los monero oficiales a satanizar este movimiento.

La señora presidenta, como en un sainete, se ha dedicado a diario a denostar el movimiento y a encerrarse en su palacio, cual si fuera una princesa.

La caricatura, las imágenes, la presencia, la calavera.

En un país que se desangra a diario, es sano escuchar la voz de los jóvenes.

Es triste, en cambio, mirar aquellos jóvenes que protestaban en 1968, como Pablo Gómez, o en el CEU, como la señora presidenta, o miembros la prensa oficialista, convertidos en el poema premonitorio de José Emilio Pacheco, Antiguos alumnos se reúnen: “Ya somos todo aquello/ contra lo que luchamos a los veinte años”.



https://etcetera.com.mx/opinion/las-caricaturas-me-hacen-llorar-one-piece/

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