Leo la carta que envía el presidente mexicano al Papa y no deja de sorprenderme, una vez más, el soliloquio que vive el presidente López Obrador.
Apenas el año pasado había pedido tanto al Papa como
al Rey de España que debían pedir perdón a los pueblos originarios; de
inmediato obtuvo una respuesta del papado señalado que en TRES OCASIONES, lo habían hecho. Esto fue, apenas, el 26 de marzo de
2019.
En ese escrito, se recuerdan los tres hechos:
1. En 1992, con motivo del
Quinto centenario de la llegada de Colón a América: Juan Pablo II reconociera: “con toda verdad los
abusos cometidos debido a la falta de amor de aquellas personas que no supieron
ver en los indígenas a hermanos e hijos del mismo Padre Dios”, pidiendo, “en
nombre de Jesucristo, como Pastor de la Iglesia”, que “perdonen a quienes los
han ofendido, que perdonen a todos aquellos que durante estos quinientos años
han sido causa de dolor y sufrimiento para sus antepasados y para ustedes”.
2. En 2007, Benedicto XVI,
señaló: “el recuerdo de un pasado glorioso no puede ignorar las sombras
que acompañaron la obra de evangelización del continente latinoamericano:
no es posible – decía Benedicto - olvidar los sufrimientos y las injusticias
que infligieron los colonizadores a las poblaciones indígenas, a menudo pisoteadas
en sus derechos humanos fundamentales. Pero la obligatoria mención de esos
crímenes injustificables —por lo demás condenados ya entonces por misioneros
como Bartolomé de las Casas y por teólogos como Francisco de Vitoria, de la
Universidad de Salamanca— no debe impedir reconocer con gratitud la admirable
obra que ha llevado a cabo la gracia divina entre esas poblaciones a lo largo
de estos siglos”.
3. En 2015, el papa
Francisco dijo: “Les digo, con pesar: Se han cometido muchos y graves pecados contra los
pueblos originarios de América en nombre de Dios. Lo han reconocido mis
antecesores, lo ha dicho el CELAM, el Consejo Episcopal Latinoamericano, y
también quiero decirlo. Al igual que San Juan Pablo II, pido que la
Iglesia -y cito lo que dijo él- ‘se postre ante Dios e implore
perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos’. Y quiero ser muy
claro, como lo fue San Juan Pablo II: Pido humildemente perdón, no sólo por las
ofensas de la propia Iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos
originarios durante la llamada conquista de América. Y junto a este pedido de
perdón, para ser justos, también quiero que recordemos a millares de sacerdotes,
obispos, que se opusieron fuertemente a la lógica de la espada con la fuerza de
la cruz. Hubo pecado, hubo pecado y abundante, y por eso pedimos perdón, pero
allí también donde hubo pecado, donde hubo abundante pecado, sobreabundó la
gracia a través de esos hombres que defendieron la justicia de los pueblos
originarios. Les pido también a todos, creyentes y no creyentes, que se
acuerden de tantos obispos, sacerdotes y laicos, que predicaron y predican la
Buena Nueva de Jesús con coraje y mansedumbre, respeto y paz, sin olvidar a las
monjitas que anónimamente recorren nuestros barrios pobres llevando un mensaje
de paz y de bien, que en su paso por esta vida dejaron conmovedoras obras de
promoción humana y de amor, muchas veces junto a los pueblos indígenas incluso
hasta el martirio”.
No dudo que alguien se los haya señalado, pero es
tanta su arrogancia que, tampoco dudo, les hicieran hecho caso.
Por lo demás, la cauda de perdones debería irse con ols romanos queconquitaron iberia, ols fenicios, que hicieron los porpio, los áraba
Tal vez por
ello no me asombra que la señora López Obrador, no fuera sido recibida por el
Rey de España y su viaje se restringiera a Italia y Francia (en plena pandemia,
por cierto).
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