Mil años hace que el sol pasa
reconociendo en cada casa:
el hijo que acaba de nacer,
que el monte dibuja perfiles
suaves, de pecho de mujer,
que las flores nacen discretas
y las bestias y la luz también.
Mil años para nuestro bien.
Ciudad majestuosa, tan antigua que resulta imposible leerse en ella, entender cómo construyeron esa admirable catedral encima de un basamento de decenas de metros.
Su nave gótica, de la que presume ser la más grande del mundo, no deja lugar a sentirse pequeño ante su grandeza.
Es una construcción milenaria, que comenzó en 1005, hace 1012 años, que han mirado pasar a muchas generaciones y ahí está, inamovible, increíble.
Las calles de la vieja Girona estan ahí, mirándonos pasar, como escribe Serrat, "para nuestro bien"
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