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Evocan los Judas la historia
Reforma
(11-Abr-1998).-
"¿A quién vendiste, Judas, que traes tanto oro?", dice uno de los personajes
de Los Agachados, la revista que realizaba el caricaturista Rius en la década de
los 70.
Judas es sinónimo de traición, maldad e ingratitud desde tiempos lejanos en
nuestro país.
El Sábado de Gloria es la tradicional quema de los Judas, figuras
de cartón con armazón de popote, rellenos de pólvora y con una larga
mecha que,
año con año, por diversos rumbos de la ciudad, son quemados por la gente como
una muestra de repudio al traidor que vendió a Cristo por 30 monedas.
Estas figuras, por lo general, simbolizan los males sociales: el político
corrupto, el policía, el agiotista, el coyote, el abarrotero, etcétera.
No es
gratuito que hoy día, la figura de Carlos Salinas de Gortari ocupe un lugar privilegiado en la iconografía del Judas.
Allá en el siglo pasado, en el Sábado de Gloria era una costumbre esperar el
repique de diez campanadas en todas las iglesias, a la diez de la mañana, que
anunciaba la ejecución del Judas. En ese momento, empezaban a descorrerse los
velos y por diversas calles tronaban cohetes y música, anunciando la ejecución
del traidor.
Es Guillermo Prieto quien señala que "los coheteros, que también tienen su
genio, como que pertenecen al humo y a la industria, hicieron una aplicación
arbitraria, personalizando en los Judas los entes ridículos y aborrecidos
universalmente, forman muñecos de cartón encohetados y vendiéndolos después de
sacarlos a la vergüenza en luengos morillos".
Uno de los sitios preferidos para la quema ha sido la Plaza de Santo Domingo,
acaso como evocación de los tiempos en que la Inquisición sentaba su reales ahí.
Otro lugar privilegiado para la quema de Judas fue el Jockey Club, en la Casa
de los Azulejos que hoy ocupa el Sanborns, en la calle de Madero. En 1890, se
cuenta, hubo una gran tragedia debido a que se quemaron tres figuras que
representaban: un "ricachón", que portaba
tres monedas de oro de uno, cinco y
diez pesos; un charro, elegantemente vestido que llevaba lo mismo que el
anterior, tres monedas, pero de plata, además de una botonadura con pequeñas
monedas y cadenillas de plata, anillos en todas las manos y un reloj
"Remomtoir"; la tercera figura representaba a un "pelado", que cargaba
reluciendo monedas de cobre, de distinta denominación y en cantidades
abundantes.
Grandes multitudes se congregaron en ese sitio, atraídos por la posibilidad
de llevarse a casa algunas monedas; la policía fue incapaz de contener la
avalancha en que muchas personas, niños y adultos, perdieron la vida aplastados
por
los ambiciosos que se lanzaron, como si fuera piñata, a atrapar alguna de
las monedas.
A pesar de la tragedia, el resultado, según consigna Germán Andrade
Labastida, en su libro México a fines del siglo pasado, fue la absolución de los
responsables de ese acto, dado que quienes formaban parte del Jockey
Club eran
personas influyentes.
No obstante, todo este pasado histórico, la quema de Judas, es una costumbre
que se ha ido perdiendo, entre otras cosas, debido a la prohibición de quemar
cohetes y "palomas" en la calle, para evitar una mayor contaminación. |
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