Rafael Freyre:
Toda una vida retratando a un país
Agustín
Sánchez González
Varias
son
las vertientes
que circundan a la caricatura.
La más obvia es el
periodismo, en donde se la ubicado como uno de sus géneros; dentro del campo de
las artes visuales, cada vez es mayor su presencia.
En este sentido, el lenguaje
plástico, tan comúnmente certero, nos muestra un metalenguaje que contiene
varias aristas: es una crónica que interpreta el momento histórico, estético y
social; pero va más allá, al mirar con frialdad la cotidianidad, es una
reflexión, un análisis profundo que nos permite leer la realidad, cual si fuera
un ensayo.
Las
crónicas que leemos visualmente, es una fotografía del momento, una
microhistoria, una historia de lo inmediato, que es base y sustento para el análisis
histórico. Visto así, no resulta extraño que en los últimos años han sido
galardonados un importante grupo de humoristas gráficos, como también suele
llamársele.
No
es fácil tener calidad en la caricatura. No todos los que ejercen como tal
tiene la trascendencia ni la calidad para permanecer en la historia. Son pocos
los elegidos, uno de ellos se ha ido hoy: Rafael Freyre.
Se
puede decir que Freyre nació con un lápiz en la mano. Su presencia en los medios de comunicación se
remonta a 1931, cuando comenzó a publicar en El Dictamen, del puerto jarocho.
Pocos
artistas pueden vanagloriarse de participar en tan diversos medios con una
soltura propia de un genio. Rafael Freyre pertenece a esa minoría de hombres
cuya obra ha sido plasmada lo mismo en periódicos y revistas, que en la
televisión. Es, además, el decano de TODOS
los medios de comunicación.
Ni
las canicas ni los trompos le divertían más que tomar su lápiz e ilustrar a los
personajes con los que se encontraba a diario. La mirada de niño travieso lo ha
acompañado toda su vida. Su mirada, ha mostrado el acontecer diario.
Con
su lápiz generó miles de imágenes. Tal vez resulte imposible calcular el número
de obras realizadas por Freyre pues como prácticamente todos los caricaturistas
nunca llevó un inventario, ni le importó, ni le era posible.
Seguramente
muchas de sus obras quedaban en la mesas de cafés, bares y restaurantes, y
muchos otros, se perdieron en las redacciones de periódicos y de revistas;
otros más, fueron cartones efímeros, como los que realizó para la televisión en
las diversas etapas en las que participó.
En
la geografía del humorismo mexicano, el estado de Veracruz lleva medalla de
oro. Justamente, Rafael Freyre nació en el puerto jarocho, el 13 de noviembre
de 1917. Artista precoz, comenzó a publicar apenas tenía trece años. No tenía
quince cuando ganó el Premio Pro Bellas Artes de estado natal.
Autodidacta,
llegó a la ciudad de México con la idea de ingresar a la Academia de San
Carlos, pero la calidad innata que mostraba en su trabajo hizo que muy pronto
estuviera trabajando y nunca llegara a la academia, empero, auto critico, buscó
en los diarios del pasado, respuesta y enseñanza. En la Hemeroteca Nacional
miró La Orquesta, La Tarántula y Multicolor, entre otras.
Justamente
en esta última, conoció la obra de Ernesto García Cabral de quien habría de
convertirse, a pesar de la diferencia de edades, en su amigo y maestro
entrañable.
La
obra de Freyre ha pasado por un sinfín de publicaciones, desde periódicos como Excélsior, donde realizó una columna con
Carlos Denegri, hasta El Sol de México, cuyo
cabezal es de su autoría. Aquí se uniría al cronista Salvador Novo para que
escribiera una prosa rimada que acompañara a su cartón.
México al Día, Hoy, Don Timorato, Excélsior,
Jueves de Excélsior, Ultimas Noticias, Revista de revistas, Siempre! y Ja-já, son otras
de las publicaciones entre las que ha participado. En 1945 fue contratado por The
National Editor Asociation, de los Estados Unidos.
Fue
uno de los pioneros de la televisión mexicana, al realizar, junto con Cabral,
Alberto Isaac y Ernesto Guasp, Duelo de
dibujantes, en 1953. Años más tarde, participó en el Noticiero cultural, de Canal 22, así como en 24 horas.
La
obra de Freyre, es vasta; su estilo, no tiene parangón en nuestra historia. Su
trayectoria, durante todo el siglo XX, es un enlace con el siglo XIX y un
puente en el XXI. Su propio sobrenombre, proviene de Ranilla, un personaje de historieta y así quedó la Ranita.
Freyre
es hoy reconocido, pero su presencia ha sido hace tiempo aprobada mediante las
publicaciones y exposiciones presentadas desde hace tres décadas; en 1966 el
INBA le rindió un primer homenaje y su obra fue presentada en el Salón de la
Plástica.
Freyre,
con su lápiz ha dibujado a un país de caricatura y su obra es parte ya, de
nuestra historia gráfica.
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