viernes, 25 de marzo de 2016

Los Judas en la historia

Esta nota la publiqué en el periódico Reforma, en abril de 1998. 
Las ilustraciones son de Jesús Martínez Carrión y de José Guadalupe Posada y no aparecieron en la nota original


Evocan los Judas la historia
Reforma
(11-Abr-1998).-


"¿A quién vendiste, Judas, que traes tanto oro?", dice uno 
de los personajes de Los Agachados, la revista que realizaba el caricaturista Rius en la década de los 70.
      Judas es sinónimo de traición, maldad e ingratitud desde tiempos lejanos en nuestro país.
      El Sábado de Gloria es la tradicional quema de los Judas, figuras de cartón con armazón de popote, rellenos de pólvora y con una larga
mecha que, año con año, por diversos rumbos de la ciudad, son quemados por la gente como una muestra de repudio al traidor que vendió a Cristo por 30 monedas.
Estas figuras, por lo general, simbolizan los males sociales: el político corrupto, el policía, el agiotista, el coyote, el abarrotero, etcétera.
   No es gratuito que hoy día, la figura de Carlos Salinas de Gortari ocupe un lugar privilegiado en la iconografía del Judas. 
    Allá en el siglo pasado, en el Sábado de Gloria era una costumbre esperar el repique de diez campanadas en todas las iglesias, a la diez de la mañana, que anunciaba la ejecución del Judas. En ese momento, empezaban a descorrerse los velos y por diversas calles tronaban cohetes y música, anunciando la ejecución del traidor.
    Es Guillermo Prieto quien señala que "los coheteros, que también tienen su genio, como que pertenecen al humo y a la industria, hicieron una aplicación arbitraria, personalizando en los Judas los entes ridículos y aborrecidos universalmente, forman muñecos de cartón encohetados y vendiéndolos después de sacarlos a la vergüenza en luengos morillos".
   Uno de los sitios preferidos para la quema ha sido la Plaza de Santo Domingo, acaso como evocación de los tiempos en que la Inquisición sentaba su reales ahí. 
     Otro lugar privilegiado para la quema de Judas fue el Jockey Club, en la Casa de los Azulejos que hoy ocupa el Sanborns, en la calle de Madero. En 1890, se cuenta, hubo una gran tragedia debido a que se quemaron tres figuras que representaban: un "ricachón", que portaba
tres monedas de oro de uno, cinco y diez pesos; un charro, elegantemente vestido que llevaba lo mismo que el anterior, tres monedas, pero de plata, además de una botonadura con pequeñas monedas y cadenillas de plata, anillos en todas las manos y un reloj "Remomtoir"; la tercera figura representaba a un "pelado", que cargaba reluciendo monedas de cobre, de distinta denominación y en cantidades abundantes. 
    Grandes multitudes se congregaron en ese sitio, atraídos por la posibilidad de llevarse a casa algunas monedas; la policía fue incapaz de contener la avalancha en que muchas personas, niños y adultos, perdieron la vida aplastados por 
los ambiciosos que se lanzaron, como si fuera piñata, a atrapar alguna de las monedas. 
A pesar de la tragedia, el resultado, según consigna Germán Andrade Labastida, en su libro México a fines del siglo pasado, fue la absolución de los responsables de ese acto, dado que quienes formaban parte del Jockey 
Club eran personas influyentes.
    No obstante, todo este pasado histórico, la quema de 
Judas, es una costumbre que se ha ido perdiendo, entre otras cosas, debido a la prohibición de quemar cohetes y "palomas" en la calle, para evitar una mayor contaminación.  

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