domingo, 14 de agosto de 2016

El cartón del mes

Un personaje históricamente olvidado, a pesar de su enorme importancia, es Jesús González Ortega, expulsado del santoral nacional.

Mi cartón de agosto en Relatos e historias de México, lo muestra frente a Juárez, abriendo el teatrito donde aparecen Prieto y Zarco pitorreándose de Juárez tras renunciar a su gabinete.

Una espléndida caricatura de Constantino Escalante.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Medallistas Olímpicos

Hace dos años, en el Museo de la Caricatura realizamos una muestra dedicada a la Olimpiada del Humor.

Invitamos a los Medallistas Olímpicos mexicanos a la inauguración y ahí ocurrió la feliz idea de hacer un libro con las caricaturas de los deportistas ganadores a lo largo de nuestra historia.

El resultado fue maravilloso: 54 caricaturas realizadas por caricaturistas contemporáneos, la mayoría, pero además, de mi archivo personal rescaté otras caricaturas de antaño, de autores como don Ernesto Guasp, o de Ras, dos espléndidos caricaturistas del exilio.

Hace cinco años repetí la experiencia en Guadalajara, no se logró reeditar el libro, pero hicimos una exposición y sumé a los nuevos medallistas y a los grandes moneros de Jalisco, como Qucho, Alejandro y Osvaldo. 

Nuestros brillantes críticos nacionales han denostado a nuestros atletas sin ningún rubor, con el síndrome de la derrota. Al contrario, aplaudamos a nuestros atletas, pero cuestionemos una vez más la pésima estructura directiva, con una mafia que tiene años apoderada del sector y un representante del gobierno que fue incapaz de encontrar un cuerpo de una niña en una espacio de 2 metros cuadrados.

domingo, 7 de agosto de 2016

Magú Olímpico

En 1968, diez después de la matanza del 2 de octubre, se celebraron en México los XIX Juegos Olímpicos.

Más allá de la sangrienta historia de Tlatelolco, habría que recobrarla historia de esa generación que nos legó un nuevo país que, por cierto, la sociedad sigue empeñada en denostarlo, en decir que estamos peor que nunca, por ejemplo.
Momentos de terrible represión, de control mediático, de monopartidismo, de persecución política fue ese. De hecho, muchos jóvenes debieron lanzarse a la guerrilla ante la cerrazón política del Estado Mexicano.


Recobro un par de cartones de Magú, entonces un joven de 24 años que había ganado un concurso de caricatura convocado por El Universal, dos años atrás, y que en 68 hacía cartones para la revista Sucesos para todos.

Recordar esos años para, creo yo, en vez de sólo denostar lo que tenemos, empujar hacía lo que nos hace falta:una democratización que involucre a toda la sociedad y no sólo a las burocracias partidistas, por cierto, atascadas de ex-priistas.

 Claro, siempre y cuando nos quitemos el síndrome de pueblo derrotado que nos hemos cargado hace siglos.

@agusanch

domingo, 31 de julio de 2016

Las siluetas de Audiffred.

Tengo casi cuatro décadas publicando en la prensa nacional. Mis palabras se han perdido (o ahí están) en La Jornada, Milenio, El Financiero, Reforma y sobre todo, en El Universal


Viene a cuento pues me emociona, aún me emociona, estar en las páginas diarias de un medio. 

Me emociona más cuando aparece un texto mio en primera plana y con un despliegue maravilloso. 

Lo consideraré como un regalo de mi próximo cumpleaños y como otro regalo para alguien más, cuya estela de luz me acompaña a diario y que en este día cumpliría años, también.

Les comparto mi texto dedicado a  Andrés Audiffred.




martes, 12 de julio de 2016

El día que se volvió noche. 25 años del eclipse

Y cómo pasa el tiempo, que de pronto son años. Un cuarto de siglo de esta historia que publiqué en El Universal, en 1991, hace 32 años.


Un día fue noche. 11 de julio de 1991.
En menos de dos minutos sucedieron ambos momentos, cuando sobrevino el eclipse más esperado y más temido de los últimos tiempos; la gente, los mexicanos, desafiaron a quienes nos inculcan la cultura del miedo.
Los concheros llegaron en bola, paseaban un Quetzalcóatl ejecutado con dulce, con alegría, en sentido alimenticio y en estado de ánimo. Anunciaban una nueva era en este lugar que, a decir de ellos, es el sitio más cósmico del mundo.
Es el Zócalo, lleno de aventuras, de hechos históricos, que se vistió de gala.  Nunca había visto tanta gente junta mirando al cielo desde tan diversas formas, la mayoría con su filtro, pero los hubo quienes, osados, miraron de reojo sin protección alguna; otros, tenían escafandras o goggles.
 “Lástima que tengamos que verlo así, los filtros son como condones para ver el sol”, comenta un joven.
Los ecos de Salvatore Quasimodo, el poeta italiano: “Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra traspasado por un rayo de sol, y de pronto es noche”. 
A las trece horas las campanas de Catedral repiquetearon con timidez.  El sol es atrapado espaciosamente. Como en la fiesta de Año Nuevo, la gente observa su reloj con ansiedad, con cierto temor, un temor natural, producto de la sabiduría de la espera de un nuevo momento, en que seremos testigos de un fenómeno que no sucede frecuentemente.
Las nubes cubren por completo al sol y la gente ruega por que aparezca. Las luces de las calles se encienden, el día empieza a oscurecer.
           “Y de pronto es de noche”.
Ya viene a la ciudad, ya pasó por otras partes.
“Una rayita, se ve una rayita, se ve una rayita”, grita un adolescente emocionado. 
Vuelan las palomas, las luces están encendidas por  todas partes.
Ya es de noche, la gente grita de júbilo mientras una señora mayor se persigna, se hinca y se pone a rezar un rosario, seguida por su familia.
Pero los demás estamos encantados.
“Ahorita se puede ver, sin bronca, con gusto”. 
“Arrepiéntanse de todos sus pecados”.
Pero nadie se arrepiente de nada.
“Échale güero”.
El sol está ahí, se puede mirar, observo directamente a un sol hermoso, lleno de vitalidad, aún cuando está cubierto por las nubes y no deja ver muchas cosas.  Sin embargo, de ahora en adelanta ya nadie me contará que es un eclipse.
La negra noche cubrió a la ciudad y la gente aplaude.
Siete minutos que transcurrieron aceleradamente.
Las luces de las lámparas que iluminan el Zócalo están encendidas.
El júbilo permanece.
Las campanas de catedral vuelven a repicar tímidamente.
Son las trece treinta en la Plaza Mayor, el centro cósmico del mundo empieza a clarear,  las palomas revolotean, de nuevo el sol, de nuevo la vida.
De nuevo vemos la claridad propia del medio día.
Recordamos entonces a Quasimodo: 
“Cada uno está solo 
en el corazón de la tierra,
traspasado por un rayo de sol
y de pronto es de noche”.

viernes, 8 de julio de 2016

Tres figuras para un domingo, en color


La segunda vez que aparecí en caricatura en El Universal, fue en 1996, hace casi veinte años , el 26 de octubre, cuando estaba por aparecer mi  libro  José Guadalupe Posada. Un artista en blanco y negro, publicado por CNCA, que lleva cuatro ediciones y que, sin duda, marco una ruta importante en mi vida.
Posada me ha conducido por caminos maravillosos de aprendizaje, de investigación, de encuentro con el ser del mexicano. 
Gracias a Posada, he caminado por todo el país mostrando su obra. Mejor aún, hace un par de años lo llevé (o me llevó) a España en una de las mejores experiencias que tengo.
La caricatura fue de Apebas y el gran gozo fue para mi pues, por si fuera poco, aparecí al lado de el cantante a quien amo y que ha sido un baluarte en mi vida, con quien he gozado, llorado; un hombre que me enseñó a creer y conocer y a ser mucho de lo que soy.
Y bueno, qué decir del otro gran personaje: Carlos Fuentes. Curiosamente en esos días releía Aura y caminaba por esas calles por donde transcurre.
Buena mañana, excelente sentir y vivir otro domingo inolvidable.





martes, 5 de julio de 2016

Tres figuras para un domingo

Corría el año de 1993 cuando editorial Planeta publicó mi libro El General en la Bombilla, en la colección Circulo de Arte, al lado de autores como José Agustín, Cristina Pacheco, Paco Ignacio Taibo I, entre otros.
Era el segundo libro que publicaba en esa coleccción, el anterior, Fidel. Una historia de poder, llegó a vender 20 mil ejemplares en cuatro ediciones y hubo una quinta, con otro título, Los primeros cien años de Fidel, y otra editorial, Nueva Imagen.
El domingo 5 de diciembre de 1993 tuve mi primer y mejor regalo pre-navideño al abrir las páginas de cultura de El Universal, y mirar esta caricatura que me hizo Apebas y estar al lado de un gran director de orquesta y un excelente escritor español.
Esa mañana fue de las más felices de mi vida.
 Años después, hubo otra caricatura, ya les contaré.





Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...