martes, 1 de enero de 2019

Felices años por venir



Jorge Drexler, el médico-poeta uruguayo, dice en una canción "la vida es más compleja de lo que parece" y así es; quien haya vivido pocos o muchos años lo sabe.
Como cada año nuevo, apenas unos minutos o un par de horas después, inicio el año escribiendo, pensando, reflexionando en torno a la vida que me toca vivir en un país que, como ya vislumbraba hace un año, se torna de un tono tan incierto, como nunca había vivido en seis décadas que he caminado por este mundo.
Me preocupan muchas cosas, pero sobre todo el autoritarismo mostrado hasta ahora, por poner un ejemplo.
Sin embargo, como todos los años de mi vida, respiro. Mientras, esta madrugada de principio de 2019, escucho a Luigi Boccherini y su Música notturna delle strade di Madrid.
Es un deleite, una hermosura que permite visualizar y tener claridad en el pensar y entonces, sé muy bien que habrá de amanecer y que este país resistirá, como lo viene haciendo hace siglos, a todo mal.
Mientras mi mente vuela a Madrid, a través de esos sonidos emanados antaño, recogidos por Boccherini pienso que el futuro será mejor, con toda su complejidad, cuando menos para mí y espero que para todos mis lectores, también.
Con una estampa de mi admirada José Guadalupe Posada, espero tengan el mejor de los mejores años por venir.



lunes, 31 de diciembre de 2018

Temas de historia. (Cuarenta años de publicar)


Este 2019 cumplo cuarenta años de publicar, digamos, profesionalmente, ya que antes había escrito para revistas y periódicos estudiantiles y en la  fábrica donde trabajaba (ahí gané un premio por escribir una leyenda de seguridad industrial)

No obstante, en el número 1, de enero-abril de 1979, publiqué en el Boletín de Filosofía y Letras un par de reseñas de sendos conferencistas que impartieron charlas en un ciclo llamado Temas de historia.

Este fue el primero

Gabriel Vargas: Estructuralismo e historia

“Hablar de estructuralismo es hablar de un tema extemporáneo, ya que en la actualidad no queda nada de él", afirmó el Mtro. Gabriel Vargas en su ponencia sobre Estructuralismo e Historia que inició el ciclo de conferencias "Temas de Historia", organizado por el SUAFYL.
La plática se inició planteando el origen del estructuralismo. Este se inicia con Ferdinand de Saussure primero, y luego con Lévi-Strauss. Afirma Vargas que "el estructuralismo clásico, a partir de la lingüística saussureana, hace un análisis de las sociedades primitivas; el procedimiento de Lévi-Strauss consiste, pues, en construir un modelo o patrón de comportamiento de diversas sociedades, ya que para él los sistemas sociales son del mismo tipo que los sistemas lingüísticos, así la cultura es un conjunto de maneras simbólicas".
El conferencista hizo una distinción respecto a la noción de estructuralismo; habló de un estructuralismo genético que nada tiene que ver con el de Lévi-Strauss y un estructuralismo no genético en donde se marca el no considerar el proceso de génesis, esto es, "mientras en Marx el concepto de estructura es un sistema de relaciones que implica un precepto de contradicciones, para el estructuralismo el conjunto de estructuras es un sistema de oposición binaria y combinada"; este mismo estructuralismo dará una prioridad a lo sincrónico sobre lo diacrónico y junto con el análisis exhaustivo establecería sus propios principios fundamentales.
 Vargas señaló a Lévi-Strauss como "weberiano" en el sentido de que para Weber el mundo empírico es incompresible y solo es posible captarlo mediante una estructuración que es producto de la mente del investigador, pero que no se verifica en la realidad.
Respecto a los problemas que el estructuralismo plantea a los historiadores, Gabriel Vargas enfatizó la negación del progreso en la historia y el partir de oposiciones binarias y complementarias, por el contrario, la ciencia de la historia, el materialismo histórico, plantea la idea de progreso y la de formas complejas de relaciones; además, para esta visión el análisis debe ubicarse en la dialéctica de lo consciente y lo inconsciente, mientras que Lévi-Strauss señala que lo segundo está muy por encima de lo primero.
Godelier, como teórico de la historia, nos dice que Marx es estructuralista, señaló Vargas, y que su concepción estructural es similar a la de Lévi-Strauss y señala dos estructuras irreductibles, la de fuerzas productivas y la de relaciones de producción; el Mtro. Vargas rechazó esto afirmando que si bien es cierto que están diferenciadas, lo cierto es que poseen una interrelación; hizo notar que la interpretación "cruda" de Godelier es mecanicista, fatalista y con consecuencias políticas funestas.
Respecto a Althusser, Vargas mencionó que participa de algunos rasgos del estructuralismo, por ejemplo el antihumanismo teórico que rechaza una concepción humanistas de la historia: para Althusser no hay individuos ya que estos son expresiones de una estructura que es la que hace la historia.
El Mtro. Vargas terminó su conferencia planteando que ya no queda nada del estructuralismo como metodología; sin embargo, señaló que su contribución a diversas áreas como la lingüística, la antropología, etc., ha sido muy importante.



domingo, 30 de diciembre de 2018

Esto es México: ¡Qué pena que sea así todo siempre!

Debí escribir este texto en 1995; fue publicado en la sección cultural de El Financiero, que era dirigido entonces por Víctor Roura.
¿Quién lee diez siglos de Historia y no la cierra al ver las mismas cosas de siempre con distinta fecha?"
El viejo y querido León Felipe.
Reviso periódicos viejos cotidianamente. Eso hago. Luego escribo libros de historia para divertirme y burlarme un poco de la desmemoria cotidiana.
"Los mismos hombres, las mismas guerras, los mismos tiranos, las mismas cadenas, los mismos farsantes..."
 Sumergirse en un mar de periódicos viejos, de libros tan antiguos. Los muertos de otros tiempos que siempre están presentes.
La vida cotidiana es irreconocible sin ellos, pero la memoria, tan torpe, sólo sirve para olvidar. Los sucesos del diario siempre vienen acompañados de su pasado inmediato. Pero nadie quiere recordar.
 La vieja utopía decía que el futuro luminoso nos acompañaría para siempre. El hombre nuevo estaba por llegar. 
Pero todo sigue igual, o peor. Seguimos sin aprender, y los tiempos pre posmodernos en que vivimos han convertido nuestro cerebro en un disco duro, pero no como el de las computadoras sino, tal vez, de piedra.
 Ahí están los votos de agosto pasado, que lograron que por primera vez en mi vida sintiera pena por ser mexicano. La historia, la maestra de la vida, está reprobada. Nadie se quiere acordar de ella, nadie quiere aprender. Todos repiten lo mismo y, como vil canción de José José, cantan: "Ya lo pasado, pasado. No me interesa...".
Nos molesta la memoria. Hoy quisiéramos no recordar lo que sucede cotidianamente, la miseria que arrastra nuestra existencia a una situación de suicidio colectivo, la histeria colectiva que sustituye a la historia.
Muchos de aquellos que hablaban de un mundo nuevo, que se reconocían en el material dialéctico, hoy se identifican, más bien, con la dianética. Las palabras cambiaron de sentido y la memoria sólo recuerda lo inmediato, lo que graciosamente nos regala la televisión. Donatello, Rafael, Miguel Ángel y Leonardo son vulgares tortugas, gracias a las cuales los adolescentes de hoy conocen el concepto de camarada.
 "¡Qué pena que sea así todo siempre, siempre de la misma manera!". Otra vez León Felipe.
Andamos a la deriva y todo por desmemoriados, por no recordar que lo que sucede es producto de la irreflexión, de la creencia de que todo habrá de cambiar gracias a la nada, gracias a que hemos olvidado todo.
La historia sirve, decían los antiguos, para no repetir los errores del pasado. Pero por desgracia, vivimos en una sociedad sin memoria, que no recuerda que la desgracia social se repite una y otra Quizá por eso, Rosario Castellanos escribió: "Recordar, recordemos, hasta que la justicia se siente entre nosotros". Tal vez por eso, la gente que escribimos de historia queremos burlar la desmemoria de un país tan desmemoriado como el nuestro.

Esto es México, con una sociedad que a finales del segundo milenio apenas si recuerda que nunca ha vivido bien y que por ello no quiere recordar, como aquel borracho que se emborrachaba para olvidar lo que ya había olvidado: entre las brumas del alcohol tan sólo sabía que brindaba por lo que ya no existía; pero también por la cruda tan tremenda con la que se despertaría al día siguiente... 

domingo, 23 de diciembre de 2018

AMLO: el holandés


Hace mucho frío en Amsterdam, al menos eso percibo desde el avión del que saldré corriendo para no perder la conexión a México.

La pista es hermosa, nunca había visto una así, con árboles y pasto, en un paisaje inusual en aeropuertos.

El aeropuerto viene a mi mente. Es un tema que nos marcará durante varias décadas, debido a la deuda que dejará el Pejeproa por su necedad.

Quince días de gobierno y parece que ha pasado una eternidad.

El Pejeproa me recordó un viejo chiste aplicable al gobierno actual: AMLO es holandés.

O la anda regando con el aeropuerto,
o la anda regando con el tren maya.



jueves, 13 de diciembre de 2018

Caricatura como premonición. Bolitas para robar

La caricatura es un retrato de la realidad y, muchas veces, resulta premonitorio. Vean esta foto de esta nueva mafia del poder:


Y vean lo que dibujaba Abel Quezada. Cambiamos en circulo y siempre volvemos a lo mismo.

Como dice la canción: "nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismos errores".

Mi país.

martes, 11 de diciembre de 2018

Andrés Audiffred. Tesoros del Registro Civil

En 2010, ante el 150 aniversario del Registro Civil me invitaron a escribir un libro que sería una joya, Tesoros del registro Civil, que recogía las actas de nacimiento, matrimonio y defunción de los caricaturistas mexicanos. 

Entre estos, sobresalía la figura de Audiffred, una de las grandes estrellas de la caricatura mexicana. 

Estas son las dos páginas que se publicaron en el libro, en la primera localizamos el acta de defunción de don Andrés, que sucedió hace sesenta años, en 1958.

Por cierto, fue el único de los biografiados que en su acta se denominó caricaturista.



domingo, 9 de diciembre de 2018

Andrés Audiffred: una gran estrella de la caricatura

Este 8 de diciembre de 2018, se cumplieron 60 años del fallecimiento del genial Andrés Audiffred. Este texto lo publiqué hace un par de años en El Universal, el periódico en el que colaboró, prácticamente, toda su vida.

Las siluetas del emblemático Audiffred

POR AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ
@agusanch; Autor de José Guadalupe Posada, Fantasías, calaveras y vida cotidiana(Madrid, Ediciones Turpin, 2014)
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Celestino Andrés Audiffred Jiménez es el nombre completo del caricaturista más emblemático y prolífico que tuvo EL UNIVERSAL durante la primera mitad del siglo XX. Sus primeros cartones en esta casa datan de 1922, el último apareció el mismo día que falleció, en 1958.
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Descendiente del grupo de barcelonetas, franceses de los Alpes Bajos, nació en la Ciudad de México el 30 de noviembre de 1895; desde niño tuvo una gran habilidad para dibujar.
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Las ganas de hacerlo lo empujaron a El Heraldo, de Luis Reyes Spíndola, donde insistió tanto hasta que, a pesar de su corta edad, lo aceptaron como meritorio. Ahí se acogió a las órdenes de Álvaro Pruneda, Jr.; sus primeros compañeros fueron Juan Arthenack y Mariano Martínez. En este inter falleció su padre y lo que era una diversión y aprendizaje, lo llevaron a laborar en forma. El caricaturista Carlos Alcalde lo acogió como ayudante en El Imparcial, donde se convirtió en “su discípulo favorito”.
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Audiffred es otro caso de niño genio, como Gabriel Vargas. Apenas tenía 17 años y en 1912 ya estaba haciendo monos en el periódico maderista Nueva Era, donde firmaba como Audi. Estudió artes plásticas en la Academia de Bellas Artes y participó en las Escuelas al Aire Libre, fundadas por Alfredo Ramos Martínez. En plena revolución marchó a Estados Unidos en busca de trabajo, donde pasó dos cortas estancias. Gracias a ello conoció de cerca el nuevo periodismo que se ejercía en ese país y que estaba generando una industria con fuerte impacto político, comercial y cultural, y donde las historietas vivían una expansión universal.
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En 1919, de vuelta a México trabajó en Policromías. Semanario Humorístico de Estudiantes, y un año después en Zig-Zag. Semanario Popular ilustrado, donde participó en la página de “Sánchez filmador”, misma que trasladaría a EL UNIVERSAL al año siguiente y que era ilustrada, primero, por Santiago R. de la Vega y, después la retoma Audiffred.
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En Zig-Zag compartió espacio con Ernesto García Cabral, quien firmaba sus colaboraciones como “Equis”, mientras que Audiffred firmaba con su apellido sus “Muñecos”, que a la postre titularía “Siluetas”, nombre que conservaron hasta su última colaboración en vida. Ilustró alguna portada y realizó retratos de algunos beisbolistas, con lo que se convirtió en precursor de la caricatura deportiva. Por esos años, en 1919, realizó una importante contribución al humorismo gráfico al crear la historieta Lipe, donde quedó clara la influencia de su viaje allende la frontera.
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“El Míster”, como le apodaron sus colegas, logró un impacto importante al incorporar el discurso visual de la historieta norteamericana a la realidad nacional. Lipe es la historia de un chino en México y apareció en El Heraldo Ilustrado. En este mismo diario nació Don Catarino y su apreciable familia, escrita por Hipólito Zendejas y dibujada por Salvador Pruneda, que se convirtió en una historieta clásica y que logró sobrevivir por más de veinte años.
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Toda una vida en El Universal
El 10 de agosto de 1922 Andrés Audiffred inició su trabajo en El Universal Ilustrado, donde realizó un sinfín de portadas y contraportadas de una gran calidad. Aunque de corta duración, su primera tira cómica, Kid Cáscaras, apareció el primero de diciembre de 1924, y se centró en el tema del boxeo.
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Kid Cáscaras, publicada el 1 de diciembre de 1924 en EL UNIVERSAL.
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Lo mejor llegó en 1927 con el concurso de Historietas cómicas ilustradas, donde obtuvo el segundo premio con Don Odilón, un trabajo por el que el jurado argumentó que “dejó correr el tiempo, ocupado en los dibujos de otras publicaciones, antes de dedicarse a forjar las historietas que habría de presentar al concurso”. La simpatía por Audiffred era obvia: es “uno de nuestros mejores dibujantes y el que más siente de entre todos esperó a los dos últimos días para emprender el ataque al primer lugar. Obtuvo sólo el segundo, pero por haber hecho su trabajo en menos de 48 horas, Audiffred puede envanecerse de un triunfo legítimo”. Don Odilón apareció en blanco y negro, pero no tuvo el impacto de la historieta ganadora: Mamerto y sus conocencias, de Hugo Tilghmann.
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Además de las señaladas –Lipe, Kid Cáscaras y Odilón-, Audiffred publicó Tito Melcocha, o melcochadas, Toribio Santiag El Sr. Pestaña, esta última su gran éxito, y sobre la que escribieron Armando Bartra y Juan Manuel Aurrecoechea en su libro Puros cuentos: “La ‘obsesión’ de Audiffred; el personaje que siempre sobresale en sus cartones, es precisamente el hombre de corbata. Sus actitudes apocadas cuando es regañado por el jefe o la esposa, sus hambrientas miradas a las torneadas piernas de las flappers que se desempeñan como secretarias o cajeras”.
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Audiffred mostró también una nueva mirada en un país que emergía de la revolución. Sin duda, era la misma la sociedad que había descubierto con nuestros vecinos del norte cuando anduvo por esos lares.
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El Sr. Pestaña, publicada en El Universal, el 6 de enero de 1929. Ambas tiras cómicas fueron creación de Andrés Audiffred.
El Señor Pestaña fue concebido por Hipólito Zendejas, seudónimo de Carlos Fernández Benedicto, actor, escritor, periodista que aparecía siempre en las mejores obras de teatro, entre ellas México nuevo, precursora de las revistas teatrales políticas. A pesar de que poco se conoce sobre su vida, participó en grandes publicaciones de caricatura, como Multicolor, Moheno o Caricaturistas, y en las grandes historietas de nuestro país: Don Catarino y su apreciable familia y en, SM Segundo I rey de Moscabia, entre otras.
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Aun cuando Audiffred abandonó la historieta, muchos de sus dibujos contemplaron viñetas múltiples, es decir, cartones con una historia subdividida en cuadros, innovación original, única en esos días, y se concentró en la ilustración, la caricatura y retratos para EL UNIVERSAL ILUSTRADO, hasta su desaparición, y EL UNIVERSAL hasta el último día de su vida.
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El costumbrismo
La grandeza de Andrés Audiffred se debe a que durante toda su vida profesional modificó su proyecto estético acorde a los espacios, visiones, sensaciones y expresiones que vivía. Discípulo de Carlos Alcalde, Audiffred comenzó a describir al mexicano medio que existió entre siglos, así como la angustia y los sueños de sus connacionales que padecieron la revolución. Sus monos en Nueva Era, a los 17 años, son una muestra de la excelencia artística que revelaba a un jovencito que a la postre se convirtió en uno de los más grandes caricaturistas de nuestra historia./
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El pequeño problema del agua. El Universal Ilustrado. 6 de junio de 1929.

Su estancia en Estados Unidos resultó vital para modificar su visión del mundo y gestó un proceso cuyo resultado hizo notorio, por un lado, la influencia de la historieta norteamericana, con Lipe, y por otro, el art-nouveau que expresó en publicaciones como Policromías, pero sobre todo, en sus portadas e ilustraciones de El Universal Ilustrado, desde 1922.
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Después, en los años veinte, su arte se acercó al nacionalismo en boga, una visión que conservó prácticamente hasta los últimos cartones que publicó. El retrato de las escenas de la vida cotidiana, los nuevos habitantes que llegaban a la ciudad, campesinos que buscaban una mejor vida y a veces se transformaban en los “peladitos” que buscaban su identidad; o la clase media pretenciosa, vestida con traje, sombrero y corbata, y con sus mujeres modernas, las pelonas, damas anatómicamente perfectas -imágenes, sin duda, heredadas de su paso por Estados Unidos-, mientras que las otras mujeres, las del pueblo y vecindades, seguían manteniendo el rebozo y las trenzas. Eran las “changuitas” de barrio, que buscaban a su “tarzán”, a su catrín, a su “fufurufu”.
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Pero Audiffred también retrató a los caciques, los políticos abusivos, los que imponen su ley a fuerza de pistola y labia, o los abusivos comerciantes. Los tipos nacionales se convirtieron en una constante y se exhibieron tal como eran concebidos en el imaginario del estereotipo. Los cuadros de costumbres mostraban a una “guapa muchacha tapatía de la clase humilde”, al “charro joven y apuesto”.
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Su mundo fue un microcosmos que iba creciendo, como un gran monstruo que retrató una ciudad que se fue poblado por miles de mexicanos que la invadían amorosamente y construyeron con sus imágenes el país que la modernidad exigía. Andrés Audiffred fue el gran creador de lo mexicano en nuestra caricatura. Su obra artística fue de una gran originalidad. Fue uno de los caricaturistas que generaron y desarrollaron un estilo propio, único e inimitable.
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Cabe destacar que vivió una época en donde el control en los medios y la crítica política, sobre todo presidencial, era una constante. Desde el nacimiento del Partido Nacional Revolucionario, en 1929, la caricatura política estuvo proscrita, en los hechos y era una osadía realizarla. Por eso resulta común la escasez de una crítica política personalizada en la obra de Audiffred. Un dato interesante: es muy pequeño el número de caricaturas dedicadas (y personalizadas) a los políticos de entonces. Tal vez, como piensan algunos caricaturistas, retratar al “maloso” es una suerte de homenaje que nunca merecería.
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Su obra se inscribe en la crítica social, en la observación de la vida cotidiana, en el retrato de lo que somos y por ello, es considerado un símbolo de la caricatura nacionalista. Carlos Monsiváis señaló que Audiffred “forja la estética del peladaje, expresa divertidamente el hambre sexual de la gleba, destruye con trazos la invisibilidad social de sus personajes y produce por acumulación el gran mural (tierno y satírico) del costumbrismo urbano”.
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Aunque la mayor parte de su obra se desarrolló en EL UNIVERSAL, también colaboró en publicaciones como Vea, Todo, Don Timorato, entre otras, además de ilustrar algunos libros como Cajeme, publicaciones como Mundo Musical, partituras para Casa Wagner y un sinfín de trabajos más.
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Murió el 8 de diciembre de 1958. Como un homenaje apareció la última silueta de Audiffred. Durante casi medio siglo estuvo sin soltar su lápiz. Al morir, sus colegas le retrataron una y otra vez, queriendo que “El Míster”, que don Andrés, que Audiffred, no se fuera nunca.
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FOTO: Retrato de Charles Chaplin, por Andrés Audiffred/ Publicado el 7 de enero de 1932 en El Universal Ilustrado.

Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...