martes, 16 de octubre de 2018

Llega a España la historia de la caricatura en El Universal


Llega a España, la historia de la caricatura en EL UNIVERSAL

El Instituto de las Artes del Humor, en Alcalá de Henares, expondrá 75 piezas que reflejan la importancia de este género durante un siglo de historia de El Gran Diario de México
SONIA SIERRA

Un siglo de caricatura en las páginas de EL UNIVERSAL que es un siglo de la historia de México. Esa premisa define la exposición que el 18 de octubre inaugurará el Instituto Quevedo de las Artes del Humor, en Alcalá de Henares, España. Es una muestra de 75 caricaturas de alrededor de 45 autores, publicadas en las páginas de El Gran Diario de México, a lo largo de su historia. Cien años de caricatura en EL UNIVERSAL es una exposición curada por el historiador Agustín Sánchez González, autor de una investigación sobre el género en este diario, que se publicó como libro en el marco de su centenario, en 2016. "Sin duda la obra de los caricaturistas de EL UNIVERSAL es muy importante porque prácticamente todos han pasado por ahí. La gran mayoría de los grandes caricaturistas mexicanos estuvo en el periódico. Y, sobre todo, en los últimos 30 años estuvieron dos de los pilares de la caricatura contemporánea: Helio Flores y Rogelio Naranjo. La historia de EL UNIVERSAL es la historia de la caricatura en México, y es un retrato de lo que pasaba en México", explica Agustín Sánchez.
En esa idea coincide Juan García Cerrada, secretario ejecutivo del Instituto Quevedo de las Artes del Humor, quien dice en entrevista telefónica: "Es una selección fantástica, el trabajo realizado por el comisario, Agustín, es espléndido. Hay que tener en cuenta que el elenco de autores que ha publicado en EL UNIVERSAL es de un nivel enorme".
"Ningún periódico ha publicado tantas caricaturas como EL UNIVERSAL, sobre todo en los años 80, fue impresionante; entonces en todas las secciones del periódico había caricaturas", dice el curador.
A partir del libro 100 años de caricatura de El Universal, surgió el interés del Instituto Quevedo de las Artes del Humor por hacer la exposición: "Ante la invitación de la Fundación, que este año cumple 25 años de hacer exposiciones internacionales en Alcalá de Henares, se empezó a concretar la idea de la muestra", detalla Sánchez.
La exposición se realiza con el apoyo del Museo de la Caricatura México, la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Asociación Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo, la Universidad de Alcalá, la Fundación General Universidad Alcalá, y el Instituto Quevedo de las Artes del Humor.
Los caricaturistas. La selección de las piezas que se encuentran en la exposición fue hecha por el curador con base, en primer lugar, en criterios estéticos, históricos, políticos y periodísticos. Después tuvo que buscar qué obras existían. El problema aquí —reconoce Agustín Sánchez— es que "los archivos de caricatura en todo el mundo están perdidos, y lamentablemente en el periódico tampoco hay archivos". Esta situación hizo más difícil la búsqueda para la exhibición. Aunque en algunos casos el departamento de Diseño hizo versiones de las piezas —porque no existían ya los materiales y porque por su relevancia histórica era importante incluirlos—, la gran parte de las obras en la exposición —65— son originales y pertenecen a colecciones como las del Museo de la Caricatura en México; cartones de los propios autores —como Helio Flores— u otros que conserva el periódico —como algunos de Rogelio Naranjo—, materiales de la colección del propio curador y piezas prestadas por otros coleccionistas. "Se buscó tener un equilibrio con los primeros y los contemporáneos.
Toda antología es arbitraria. Partimos de mi conocimiento y pasión por la caricatura. Los tres que son base son Helio Flores, Naranjo y Andrés Audriffred. Además, Rius, Terrazas, Trizas, Magú. Están los contemporáneos: Carreño, Boligán, Waldo que ganó el premio que organizó el periódico. Deben ser como 45 autores; de varios hay una pieza; de otros incluimos varios ejemplos".
En la muestra se puede ver desde la primera caricatura que se publicó en el diario, el 22 de octubre de 1916, a tres semanas de su fundación, firmada por J. M. Peña, hasta ejemplos de historietas, en las que este diario fue pionero, como ha documentado el curador. La exhibición presenta también dos dibujos de caricaturistas españoles muy importantes: Mingote, que, como lo señala Juan García, fue el primer presidente honorifico del Instituto Quevedo de las Artes y el Humor; y el otro es Bagaría, un catalán exiliado, que en los años 20 fue publicado.
 Al hacer la investigación que precedió la exhibición, Agustín Sánchez encontró que hay muchos temas por contar aún en la historia de este género en el país, por ejemplo, lo que implicó para la caricatura el control de los medios en los años 70: "De hecho, durante varios años no hubo caricatura en México.
EL UNIVERSAL mismo tiene un caricaturista muchos años que es Clemente Islas Allende que hace un humor blanco, sin crítica política; era el único, con Audiffred. Luego EL UNIVERSAL abre un espectro que no tenía ningún periódico, cuando llegan Helio Flores y Naranjo y se rompe en buena medida con el presidencialismo porque ellos le empiezan a pegar al presidente por primera vez.
Rius había hecho, en los 60, caricaturas sobre Díaz Ordaz pero en la revista Política!, que era muy marginal. EL UNIVERSAL es el que abre un espacio a la caricatura y no sólo política sino estética".
El Instituto Quevedo de las Artes del Humor, que depende de la Fundación General Universidad de Alcalá, cada año organiza un encuentro de caricatura. Este 2018 se cumplen 25 años de su Muestra Internacional de las Artes del Humor.

La exposición se presentará en su sala La Fábrica del Humor, del 18 de octubre hasta el 18 de noviembre. El Instituto se encuentra ubicado en el casco antiguo de Alcalá de Henares, cerca de la Casa de Cervantes. • 

sábado, 13 de octubre de 2018

Cartón del mes. Carreño en Siempre!

Este mes de octubre he publicado, gracias a la familia Carreño Limón, el cartón que apareció en la revista Siempre, de octubre de 1968. Un cartón impecable, con la maestría de don Jorge Carreño.


domingo, 7 de octubre de 2018

La gráfica del 68

Mi artículo de este domingo 7 de octubre



De pronto, las imágenes grabadas

La gráfica del Movimiento estudiantil se nutrió de varias influencias, reelaboró obras del Taller de Gráfica Popular y retomó el estilo del arte Op. Su motor creativo fueron los estudiantes de arte que, con pocos recursos, crearon propuestas que desbordaron los canales de difusión tradicionales bajo la consigna de “la imaginación al poder”
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POR AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ
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La historia nos alcanzó.
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Hace medio siglo el mundo dio un vertiginoso giro en torno a la vida cotidiana y a todas sus expresiones. Aunque en algunos países apenas si se notó, en otros, irrumpió de una manera excepcional.
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Muchos sucesos hicieron notable aquel 1968.
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La proliferación de imágenes fue uno de ellos: la psicodelia hippie de Estados Unidos, la fotografía checa, los carteles y pintas parisinas, las reconfortantes imágenes mexicanas, entre otras, abrieron un sendero del cual el arte contemporáneo y algunas de sus vertientes callejeras, como el grafiti, se convirtieron en un legado, así como la proliferación de representaciones gráficas, antecesoras de la multiplicación de las imágenes, los millones de ilustraciones que circulan diariamente en las páginas de internet, sobre todo en redes sociales.
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Las imágenes del 68 simbolizan la lucha de una generación por transformar un mundo que había marcado a los jóvenes de entonces, nacidos a finales de la Segunda Guerra Mundial, y sellados por la represión macartista, en occidente, y por la soviética, del otro lado.
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El despertar de esa sociedad se dio en todo el mundo. Desde París hasta Japón, desde Praga a México. Aunque no existen datos precisos, se calcula que por lo menos hubo movilizaciones en 52 países, hecho histórico inusual, sobre todo porque se gestó en todos los continentes del planeta. Fue una crisis que explotó en todo el mundo, tras decenas de consignas, de gritos como “la imaginación al poder”.
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Tal vez esa consigna retrate de manera sobresaliente lo que fue esa vorágine.
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Imaginar un mundo mejor a través de imágenes, de puntos que se convirtieron en líneas, líneas que conformaron cuadros y que nos legaron retratos, palabras, dibujos, consignas.
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En México hubo una extensa producción de obra gráfica plasmada en mantas, volantes, pegas, pintas y bardas; todo estaba al margen de los canales públicos (periódicos y revistas) cuyo control y censura resultaba casi infranqueable.
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La tradición de los carteles emanados del Taller de la Gráfica Popular (TGP) fue un modelo, tal vez inconsciente, que los estudiantes utilizaron para promover su lucha.
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No es gratuito que uno de los carteles más famosos, Libertad de expresión, de Adolfo Mexiac, un grabado realizado en 1954, al amparo del TGP, alcanzó notoriedad universal en el 68, tanto en París como en México. Este grabado es un fiel retrato de la represión no sólo a los medios de comunicación, sino también a una sociedad que había enmudecido muchas décadas atrás.
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La obra de Mexiac es la muestra de la tradición, continuidad y ruptura entre la gráfica del nacionalismo revolucionario y la gráfica del 68. Ésta responde fielmente a las demandas enarboladas por el Movimiento estudiantil; cada punto del pliego petitorio tuvo su respuesta gráfica pero, a diferencia de la obra del TGP, muchas de las imágenes del 68 carecían de la calidad estética de aquellas. Había múltiples razones, además del uso efímero, estaba la inmediatez del suceso, la vertiginosidad del propio movimiento que en menos de tres meses logró cimbrar a todo el país.
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Estos cientos de dibujos anónimos fueron realizados con esténcil y en linóleo, impresos en papel revolución, materiales que parecían hojas de papel volando y que revolotearon por miles y miles por toda la ciudad.
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Aunque son difíciles de reconocer, muchos otros grandes artistas pusieron su talento a disposición de la lucha estudiantil aunque, a decir del maestro Alejandro Alvarado Carreño, en realidad fueron básicamente los alumnos quienes se dieron a la tarea de grabar las imágenes para que hoy, medio siglo después, sean el testimonio de aquel momento. Desde las dos escuelas más importantes de artes visuales, San Carlos y la Esmeralda, se incorporaron casi de inmediato a la lucha estudiantil y comenzaron a producir obra gráfica que habría de reflejar el momento que vivía nuestro país.
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El presidencialismo autoritario que gobernaba México, en donde la figura del mandatario era intocable, tuvo en uno de los carteles que circularon, que llevaba por título Exigimos deslinde de responsabilidades, su desacralización al dibujar, en primer impacto, el perfil del presidente Gustavo Díaz Ordaz, cuya figura estaba al frente de un gorila con casco de granadero. Cabe señalar que desde que se fundó el PNR, en 1929, hasta estos años, resultaba una osadía caricaturizar al presidente, inclusive muy pocos caricaturistas se atrevían a realizarlo ante riesgo de la autocensura de los propios medios (el caso de Rius fue excepcional pues retrató con frecuencia tanto a Díaz Ordaz como a su antecesor, Adolfo López Mateos).
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A propósito de los caricaturistas, se sabe que varios de ellos participaron en la realización de dibujos para carteles y volantes, pero lamentablemente no los firmaron ni se atribuyeron su autoría. Tal es el caso del propio Rius o de Rogelio Naranjo.
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Pero la autoría carecía de importancia. La imagen del 68, en el inconsciente colectivo, corresponde a un grupo de rostro anónimo, hombres y mujeres jóvenes y vigorosas (después asesinadas y encarceladas) que marchaban y protestaban en bola y con dignidad.
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Además, dada la represión existente y la zozobra, era preferible el anonimato, como sucedió en otras épocas cuando el temor de ser aplastado hacía desaparecer al autor.
Una parte importante de la gráfica del 68 son los arquetipos que desde un par de años atrás la sociedad mexicana conocía de sobra: los aros olímpicos, la paloma de la paz, la identidad de la propia olimpiada (diseñado a partir de “una fusión de elementos del arte huichol con un movimiento de arte Op, la tendencia mundial de la década de los sesenta famosa por sus figuras geométricas, líneas convergentes y divergentes, y contrastes cromáticos audaces”, señala Sara Hidalgo en su texto “La identidad olímpica de México 68”.
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Esa identidad se plasmó en todas partes: en cada una de las disciplinas deportivas, en el mobiliario, los anuncios, en los atuendos de las edecanes, etc.
De esta manera, se sucedieron carteles que intervenían esas imágenes y les daban un sentido de crítica, como el tanque de guerra que transita no con ruedas sino con los aros olímpicos, la paloma atravesada por una bayoneta, el gorila con uniforme de granadero o de soldado. La violencia quedó plasmada en esos años, las imágenes circularon profusamente y se han convertido en el testimonio de la barbarie gubernamental.
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Por eso, en los carteles aparecieron las imágenes de la represión. Cual si fuera lotería, se puede decir: el tanque, la bayoneta, la granada, el casco, la mordaza, el puñal, la cadena, la bota, la cárcel. A la par, se exponían los rostros de los represores, dibujados cuan desagradables resultaban para los estudiantes: el presidente Gustavo Díaz Ordaz, el jefe de la policía, Luis Cueto Ramírez; el regente de la ciudad, Alfonso Corona del Rosal; el jefe del Ejército, general Marcelino García Barragán.
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Como contraparte, los presos políticos (Demetrio Vallejo y Valentín Campa, fundamentalmente) o personajes emblemáticos como Ernesto Che Guevara (asesinado un año antes), así como los héroes de la revolución, Emilio Zapata y Francisco Villa.
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Escribe Arnulfo Aquino: “La producción de propaganda gráfica fue realizada en prácticamente todas las escuelas en huelga, pero las imágenes que rebasaron el sentido panfletario puro fueron principalmente de escuelas de artes plásticas San Carlos y La Esmeralda”.
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Ello explica el impacto visual y estético que tuvieron (y tienen) dada las formas artísticas que fueron conformándose a través de grabados impresos en carteles ejecutados en linóleo, serigrafía y metal para prensa plana, realizados a vuelapluma.
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La mayoría de los carteles son panfletos, esa era su función, dibujos rápidos, nerviosos, infantiles, sin mucha malicia, que eran hechos desde la clandestinidad pues se repartirían por miles, a diario, para difundir una lucha que fuera del entorno universitario era poco conocida, ya que no aparecía en los periódicos pues la censura gubernamental no lo permitía.
“Los carteles que aluden al 2 de octubre son sangrientos. Las líneas parecen haber sido dibujadas por manos que temblaban, informes, sin seguridad”, escribe Julio César Schara en “la Gráfica del 68”, publicado en el revista Zurda.
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El maestro Alejandro Alvarado cuenta que muchos de los volantes de San Carlos se hacían de madrugada para evitar que las autoridades de la escuela los vetaran, por ejemplo.
Lo mejor de todo esto es la demostración de un colectivo estudiantil sin cabeza, pues a pesar de existir una dirección colectiva, los jóvenes ejecutaban las acciones sin dar cuenta a nadie y conseguían recursos (el boteo en las calles fue fundamental) para comprar materiales para las impresiones, mientras otro grupo esperaba ansioso que secaran los papeles, los periódicos, el esténcil, para plasmar esa imagen en paredes, autobuses, páginas de periódicos y un sinfín de sitios que sólo la imaginación, que sólo la imagen, que sólo el entusiasmo por una nueva vida, lograría.
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El trabajo desarrollado en 1982 por el grupo MIRA, La gráfica del 68, es una esplendida recopilación de estos carteles y cualquier análisis debe partir de este libro. Así se señala en el texto de presentación: “la importancia de la producción gráfica del Movimiento radica en su carácter testimonial y en las particulares condiciones en que se realizó sin otras intenciones que las de responder a las necesidades inmediatas de propagandización”.
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El tiempo debe reposar, enfriarse, para poder entender la historia. Ha pasado medio siglo. Cientos de imágenes grabadas en medio siglo. Es tiempo de releer estas imágenes, abrirse a un análisis estético, político e histórico para comprender ese periodo doloroso, parto de un nuevo país que, lamentablemente, parece volver al presidencialismo absoluto.
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FOTO: El cartel fue una de las expresiones que desacralizaron la figura presidencial./ Colección Agustín Sánchez González

sábado, 29 de septiembre de 2018

EXPO DEL 68 MOSTRARÁ IMÁGENES INÉDITAS DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL EN TODO EL MUNDO

EXPO DEL 68 MOSTRARÁ IMÁGENES INÉDITAS DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL EN TODO EL MUNDO

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El próximo 7 de septiembre en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, será inaugurada la exposición 1968: Palabras e imágenes que transformaron al mundo que recopila la producción gráfica de 1968, producto de movimientos que surgieron en París, Estados Unidos, Japón y México.
Dividida en seis temáticas, la exposición temporal conmemora el 50 aniversario de los levantamientos sociales de 1968, a través de diversas imágenes producidas por los jóvenes de la época, los movimientos contraculturales en Estados Unidos, la primavera de Praga, el mayo de París, el México del 68 y la obra artística del mexicano Jaime Goded.
La exposición fue curada  por el historiador Agustín Sánchez González, especialista en caricatura mexicana y producción gráfica nacional, con ensayos que abracan la de José Guadalupe Posada hasta los “moneros” contemporáneos. Egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, ha colaborado con trabajos periodísticos para El Universal, El Financiero, Milenio y La Jornada.
El objetivo central es “mostrar la cultura de una manera lúdica. Más que dolor y fuerza, es una búsqueda de la expresión cultural de lo que significó el movimiento de 1968, que de buena manera transformó a todo el mundo”.
La exposición donde se muestra el movimiento estudiantil en México se muestran dibujos del artista mexicano Jaime Goded, creados en Lecumberri, cuando estuvo como preso por su participación en el movimiento del 68. “Son una expresión directa, en vivo, del momento de un joven que estaba viviendo la cárcel en México”, afirmó el curador.
En palabras de Sánchez González, exponer los dibujos de Goded nació de la necesidad de ver los sentimientos de los jóvenes. “Esta expresión de lo cotidiano. Qué hacía un chico con la angustia, el dolor, las ganas de vivir, el anhelo por la libertad”, con el objetivo de que las nuevas generaciones se acerquen a las expresiones de los jóvenes de hace 50 años.
Además, como parte de las actividades en el marco de la exposición se llevará a cabo la presentación editorial de Adiós al 68, el jueves 13 de septiembre a las 17:00 horas. Escrito por el autor Joel Ortega, militante del movimiento de 1968, quien narra su experiencia entorno a los acontecimientos del 2 octubre.
Joel Ortega, licenciado en  Economía por la UNAM y maestro en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, compartirá con el público los hechos detrás del libro y las consecuencias del movimiento en la vida política del autor y el país. Asimismo se contará con los comentarios de Agustín Sánchez González.

1968: Palabras e imágenes que transformaron al mundo







Exhiben imágenes que transformaron al mundo en 1968 en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo
  • La muestra de la producción gráfica del movimiento del 68, desde París hasta Tlatelolco, será inaugurada el próximo viernes 7 de septiembre a las 13:00 horas.

  • El jueves 13 de septiembre, a las 17:00 horas, se presentará el libro Adiós al 68, de Joel Ortega, con los comentarios de Agustín Sánchez González





La exposición 1968: Palabras e imágenes que transformaron al mundo que recopila la producción gráfica de 1968, producto de movimientos que surgieron en París, Estados Unidos, Japón y México, la cual será inaugurada el próximo viernes 7 de septiembre, a las 13:00 horas, en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo.
Dividida en seis temáticas, la exposición temporal conmemora el 50 aniversario de los levantamientos sociales de 1968, a través de diversas imágenes producidas por los jóvenes de la época, los movimientos contraculturales en Estados Unidos, la primavera de Praga, el mayo de París, el México del 68, en Tokio, Japón y la obra artística del mexicano Jaime Goded.

La exposición fue curada  por el historiador Agustín Sánchez González, especialista en caricatura mexicana y producción gráfica nacional, con ensayos que abracan la de José Guadalupe Posada hasta los “moneros” contemporáneos. Egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, ha colaborado con trabajos periodísticos para El Universal, El Financiero, Milenio y La Jornada.
1968 representó para el mundo “uno de los momentos claves en las historia contemporánea, hubo una renovación, una ruptura… buscando nuevas expresiones, mayores libertades”, explicó el curador. Una década protagonizada por la lucha de los jóvenes de aquella generación, quienes levantaron la voz con la convicción de cambiar el control político, social y cultural de su país.
“Fue un movimiento mundial, una expresión política, pero también una expresión cultural” afirmó. Es por ello que el museo, como espacio que acoge a las culturas del mundo, es ideal para exponer el año de 1968 y sus expresiones globales. La exposición contará con una amplia selección de copias digitales de la gráfica internacional, “una reproducción casi escenográfica” de las imágenes que invadieron las calles, comentó Sánchez González.
El objetivo central es “mostrar la cultura de una manera lúdica. Más que dolor y fuerza, es una búsqueda de la expresión cultural de lo que significó el movimiento de 1968, que de buena manera transformó a todo el mundo”.
El primer bloque mostrará un periódico mural y una serie de material gráfico donde se ubica a los países precursores de los movimientos juveniles, así como las expresiones de libertad de otros sitios que se unieron poco a poco a la lucha.
La segunda parte está dirigida a las protestas pacíficas de los jóvenes en Estados Unidos, con el título de Hacer el amor y no la guerra, se presenta una serie de ejemplos del movimiento hippie, la música folk-rock, las manifestaciones para terminar con la guerra de Vietnam, así como la literatura contracultural conocida como “beatnik”.
En el tercer bloque se podrán ver las imágenes de La primavera de Praga, recabadas por el fotógrafo checoslovaco Josef Koudelka. Nacido en 1938 e ingeniero de carrera, este fotógrafo pasó a la historia gracias a su valentía y audacia para documentar en imágenes devastadoras la invasión soviética a Checoslovaquia, la cual inició un 20 de agosto de 1968.
Sus fotografías representan uno de los principales testimonios de los hechos de aquel tiempo. Una mirada expuesta fuera del país con el propósito de darle a conocer al mundo los rostros, las calles, los tanques y las multitudes de ciudadanos checoslovacos que se resistieron a la dictadura soviética.
El cuarto tema de la exposición será el movimiento gestado en París, Francia. Carteles, volantes y pintas ubicadas en las paredes de las calles parisinas serán expuestas para  dar a conocer los mensajes de los jóvenes estudiantes y obreros que se movilizaron para revolucionar su cultura.
Para finalizar, la exposición se contextualiza en México, a través de la gráfica del artista mexicano Jaime Goded, quien para esta exposición prestó algunos de sus dibujos creados en Lecumberri, cuando estuvo como preso por su participación en el movimiento del 68. “Son una expresión directa, en vivo, del momento de un joven que estaba viviendo la cárcel en México”, afirmó el curador.
En palabras de Sánchez González, exponer los dibujos de Goded nació de la necesidad de ver los sentimientos de los jóvenes. “Esta expresión de lo cotidiano. Qué hacía un chico con la angustia, el dolor, las ganas de vivir, el anhelo por la libertad”, con el objetivo de que las nuevas generaciones se acerquen a las expresiones de los jóvenes de hace 50 años.
Asimismo se mostrará un cuaderno donde el joven Jaime Goded, entonces estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, dibujó durante su estancia en Lecumberri. Algunas de esta imágenes del también se presentarán de manera digital, además de las historias que escribió en las páginas de este cuaderno.
Todas las imágenes fueron recopiladas a través de la investigación de Agustín Sánchez, además de la colaboración del periódico Eje Central, que también ha realizado trabajos relacionados con el 68, así como el préstamo de originales de Jaime Goded.
Como parte de las actividades en el marco de la exposición se llevó a cabo la presentación editorial de Adiós al 68, el jueves 13 de septiembre. Escrito por Joel Ortega, militante del movimiento de 1968, quien narra su experiencia entorno a los acontecimientos del 2 octubre de 1968.
Joel Ortega, licenciado en  Economía por la UNAM y maestro en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, compartirá con el público los hechos detrás del libro y las consecuencias del movimiento en la vida política del autor y el país. Asimismo se contará con los comentarios de Agustín Sánchez González.
La exposición temporal 1968: Palabras e imágenes que transformaron al mundo  permanecerá en exhibición hasta diciembre de 2018 en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, ubicado en Moneda 13, Centro Histórico, a una cuadra del Metro Zócalo. Más información a mncprensa@gmail.com y al 5542-0422 /1097/ 0165 ext. 414237.

jueves, 27 de septiembre de 2018

Mi Metro Balderas en una antología



Acabo de encontrar mi cuento Metro Balderas, en la antología 3 años leyendo en libertad. Como aún estamos en el rudo septiembre y el tema es ese, se los dejo









jueves, 20 de septiembre de 2018

Leopoldo Ayala. Yo acuso. Poemas de 1968

Hace unos meses falleció Leopoldo Ayala. este fue su poema dedicado a 1968



YO ACUSO
Leopoldo Ayala
degüella la cabeza
que estremecen los gritos.
Y yo acuso.
Yo acuso a los oídos de gruta resonante
convertidos en puentes, hechos de un puño,
sordos a la vida que lanzan los agonizantes.
Yo acuso a las miras exactas, idiotas de nacimiento
creyendo tomar el partido de perdonar a la naturaleza,
vomitando vivamente su profecía de antropofagia.
Yo acuso a los muros que equivocaron el futuro
y fueron la agonía,
haciendo nupcias entre la luz pétrea del obús
y las espadas rodeadas de carne adolescente.
Yo acuso al cemento donde se cumplieron
las puertas de la muerte boca abajo,
y a las azoteas panteones de enterrados vivos.
y bramidos de ciervos.
Yo acuso a la fosa común y a los incineradores
y a la piedad sobre los ojos;
yo acuso al hoyo como un lobo sobre la esperanza
y siempre solo en busca de su imagen completa.
Ay, oigo
y alguna vez vendrá al campo
el olor del jaguar por su misma sangre,
el mismo Dios con su cara de ídolo
y su paño de lujuria y todas sus verdades,
por el dos de Octubre que quiso ser
dos de Noviembre mexicano.
Yo acuso al dos de Octubre.
Yo acuso al laurel del poeta
porque hace mucho que la poesía carece de flores
y se forma en el grito y en la coagulación de la sangre
que es la muerte de la sangre.
Yo acuso a las páginas de los diarios,
vaya un carcelero para despedir el recuerdo largo terrible
y arreglar la época de nuevo.
Yo acuso a las iglesias
porque te bendigo hermano y te maldigo
en expresión del oro, y no te quedan cabellos
porque sucede que la divinidad se encierra
y Pedro niega; ¡y vete!
y no te gloría el Agnus Dei de Pascua.
Yo acuso a los planes sobre el escritorio
y al ruido de la silla ejecutiva
Atornillada a la emboscada y a la desesperanza.
Yo acuso al edificio seco de piedra donde se renueva la palabra legal
Y el último pensamiento y el grito que dijo:
”el responsable soy yo”
y la garganta y la lengua y la pareja que lo engendra
y lo hizo posible.
Yo acuso a la lista de desaparecidos,
a los proyectiles, a los vehículos,
a los frigoríficos, a los heridos con su carga,
al campo que custodia la paz convertido
en campo de concentración 68;
y a todo lo que va de pleno al golpe.
Yo acuso a las cárceles y a las celdas duras
como latidos de mortero
para dar cabida a los perseguidos
y no agrandarlos y no esconderlos.
Yo acuso a mi país por no lanzar sus cuerpos
como cuchillos afilados
y acometer como mariposas heridas por las calles.
Yo acuso todo lo que vendrá si a mi suelo el odio cincela
perforaciones y las enciende,
y porque rueda castillos de cohetes de la infamia.
Yo acuso.
Yo acuso.
Yo acuso a mi siglo donde se baila.
Yo acuso a mi siglo donde se bebe.
Yo acuso a mi siglo donde se hace
el amor voraz en diez minutos.

Yo acuso a mi siglo donde se apila a los vivos
y se abren las esclusas que queman los párpados
y se grita a los muertos
y se mata y se derriba al hombre.
México, 1968

Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...