Hace unos once años me invitaron a colaborar en un suplemento dedicado a la industria petrolera; ahí publiqué unos tres o cuatro artículos con este tema. El primero fue este dedicado al General Lázaro Cárdenas, ahora que es tan vilipendiado, bueno siempre, por un reaccionario y ultraderechista ex-presidente del PAN (llamado Germán Martínez) que ahora es un militante de MORENA
Lázaro Cárdenas:
un presidente muy mono
Agustín Sánchez González (c)
La tradición de la caricatura mexicana se remonta a
1826 cuando el italiano Claudio Linnati publicó en la revista El Iris una litografía llamada
“Tiranía”, una imagen reconocida por los especialistas como la primera
caricatura publicada en nuestro país.
Esta caricatura, la crítica al
poder, de alguna manera señaló la ruta de lo que sería hasta hoy, el humor
gráfico mexicano. La caricatura ha cuestionado al poder incesantemente. Cada
error político ha contado con un cuestionamiento a través de los monos.
Ningún gobernante se ha salvado del juicio crítico, ni
siquiera aquellos personajes como Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro
Cárdenas, tres de los presidentes más reconocidos (y hasta venerados) en nuestra historia.
En el caso de Cárdenas, a quien hoy recordamos por ser
una de las fechas más importantes en nuestra historia, se le ha retratado de
innumerables formas. Hay versiones sumamente críticas, en sentido político,
como las realizadas por Caramelo, en el periódico El Tornillo, o versiones amables que destacan alguna característica
física, como el retrato de Salvador Pruneda.
En el inventario de estudios por hacer en México,
falta la iconografía del cardenismo (y del poder en general) que rescate obras
como el excelente dibujo de Ricardo W. Martínez, un hombre cuya familia entera
se dedicó o vinculó con la caricatura: su hijo Matz fue monero (murió en el
terremoto de 1985) sus dos hijas se casaron con Rius y con Heras.
Don Ricardo, nacido en nos legó una caricatura que
comienza en una línea que sigue y sigue hasta concluir el rostro del general.
El caso de Pruneda es muy interesante pues, también,
pertenece a una estirpe de caricaturistas que viene desde el siglo XIX, con su
padre Alvaro y su hermano mayor, del mismo nombre y que firmaba como Gasolini.
Salvador fue uno de los primeros historiadores de la
caricatura, es autor de La caricatura como arma política (1965), Periódicos y
periodistas, entre otros. El perfil de Cárdenas es un excepcional cuadro.
La tercer imagen que hoy presentamos corresponde a uno
de los grandes artistas mexicanos José Chávez Morado, quien hizo caricatura en Combate con el seudónimo de Chon. Su
retrato, hecho caricatura, muestra el retroceso del país cuando el sucesor de
Cárdenas, Manuel Ávila Camacho le corta la cabeza.
La caricatura es una lectura muy seria de la realidad.
Si bien nos lleva a la risa franca, nuestro inconsciente el guarda el mensaje,
lo procesa y asume la crítica del monero que pocas veces se queda con la ganas
de decir lo que piensa a través del lápiz, pero además, la caricatura produce
un goce estético lo cual le da un doble valor a pesar de que por lo regular
suele ser efímera y se pierde entre las miles de las página del diario que no
vuelve a abrirse, pero también va a la Hemeroteca, a colecciones particulares y
a veces hasta al Museo de la Caricatura,
en donde podemos ver estas caricaturas, junto con otras más que forman parte
imprescindibles de nuestra historia.