Lo que pasa estos primeros días de enero no es nuevo ni raro. Los demonios andan sueltos. Alguien quiere terminar pronto el sexenio, sin medir las consecuencias.
Es verdad que el gasolinazo es muy grave y afectará seriamente los bolsillos de los mexicanos, pero también es verdad que hemos vivido peores momentos de enero. Sólo por recordar uno cercano, en 1995 cuando la moneda cayó y se generó un desempleo brutal.
Hay situaciones de peligro, donde se quiere empujar hacía la represión. Sugiero mantener la calma, no promover noticias falsas que ayuden a desestabilizar.
Es claro que hay grupos que encabezan estos saqueos y hay un montón de gente que los secunda, como los mosquitos, sólo por joder.
Pero los primeros traen consigna.
Ojo.
Historias de José Guadalupe Posada, notas de prensa, crónica literaria y periodística
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miércoles, 4 de enero de 2017
domingo, 1 de enero de 2017
Feliz año, con una imagen de José Guadalupe Posada
El tiempo, nuestro tiempo, se rige
por un calendario que siempre está presente para que sepamos cuándo pasa
(o cuándo debe pasar) algún o algunos sucesos de nuestra vida.
Hoy es noche vieja y mañana será Año Nuevo. Y como cada fin de ciclo, haremos rituales, prometeremos, ofreceremos, cambiaremos, pero todo seguirá igual.
Por lo menos unos días, sino es que siempre.
Decía el poeta Antonio Machado
Todo pasa y todo queda
pero lo nuestro es pasar
pasar haciendo caminos
caminos sobre la mar.
Que los años
por venir les sean leves.
No se azoten
tanto, hagan lo que tengan que hacer, pero haganlo.
Y con la
tambora de Posada, les deseo de verdad el mejor de los feliz años por venir.
sábado, 31 de diciembre de 2016
Epidauros. El teatro y el sueño de la vida. Fin de año 1979
Uno de los regalos excepcionales que me ha dado la vida, es estar un fin de año en Epidauros, hace ya varias décadas.
Eran los años proles, ya medio conté que me acababan de despedir de una fábrica por ser integrante de la dirección sindical. Eran años oscuros para hacer política de oposición. Cuando hoy se quejan de falta de libertades, de que nunca hemos estado peor, no conocen la historia de este país.
Pero no hablaré de eso, quiero contarles de lo maravilloso que fue posarse sobre una piedra redonda a la mitad del foro y hablar y ser escuchado hasta el último rincón de la galería y, como magia, salir de ese círculo y no ser escuchado más (me suena ahora a una alegoría del poder o de algún club)
El teatro de Epidauro constituye una de las expresiones de grandeza del cultura, una historia material sobreviviente a siglos de depredación en el mundo, pues se construyó por Policleto, en el siglo IV antes de Cristo.
Las imágenes son de ensueño.
Estar ahí, sentarse en sus gradas, soñar con la historia, con la vida, es pensar que lo mejor de todo es estar en este mundo, el soñar con lo que hemos tenido, lo bueno y lo malo, y de cómo nos hemos construido y reconstruido.
El futuro se construye con sueños, pero hay que materializarlos. Esa noche, al regresar a Atenas y bailar en el barrio de la Plaka, a los pies de la Acrópolis, cercano a los dioses, soñé muchas cosas, no las recuerdo ahora, pero estoy seguro que tienen que ver con mi vida actual.
Es un año por venir, es un mundo que se renueva. Eso haré, como cada año.
Con Posada, feliz año
El tiempo, nuestro tiempo, se rige por un calendario que siempre está presente para que sepamos cuándo pasa (o cuándo debe pasar) algún o algunos sucesos de nuestra vida.
Hoy es noche vieja y mañana será Año Nuevo. Y como cada fin de ciclo, haremos rituales, prometeremos, ofreceremos, cambiaremos, pero todo seguirá igual.
Por lo menos unos días, sino es que siempre.
Decía el poeta Antonio Machado
Todo pasa y todo queda
pero lo nuestro es pasar
pasar haciendo caminos
caminos sobre la mar.
Que los años por venir les sean leves.
No se azoten tanto, hagan lo que tengan que hacer, pero haganlo.
Y con la tambora de Posada, les deseo de verdad el mejor de los años por venir.
miércoles, 28 de diciembre de 2016
El PRI no es el problema de México
Apenas había transcurrido medio año de la toma de posesión de Vicente Fox, cuando estuve una semana en varias universidades de Bogotá, en un encuentro entre intelectuales mexicanos y colombianos en torno a la transición en México.
Bien recuerdo que en aquel entonces Lorenzo Meyer, entre otros, se vanagloriaba del cambio de país gracias a que teníamos un nuevo presidente surgido de las filas de la oposición.
Desde entonces, yo planteaba que eso no era real, que el PRI no se había ido ni se iría jamás mientras la sociedad continuara permeada de esa visión política.
El PRI no es un partido político, es una forma de vida.
Recién había vivido tres años de experiencia en el gobierno perredista desde puestos de gobierno de dirección de área y había observado la estructura construida por el PRI, heredada a quien llegara, pero además la manera priista de comportamiento de los "nuevos gobernantes".
Lo que es peor, la mirada de los ciudadanos a esperar el mesías, el que llegara a resolverle todo mientras ellos permanecían ajenos a la política, a los partidos y todo lo que significa compromiso.
El sistema político mexicano ha creado una suerte de telaraña que nos mantiene atrapados, esperando un bichito para comer mientras los dueños de la casa donde se encuentran las telarañas se quedan con todo.
Leo en muchos sitios afirmaciones de que todo lo que pasa hoy es por haber permitido que el PRI volviera al poder cuando, insisto, nunca se fue; leo que no voten por el PRI en el 2018 para que las cosas cambien; leo acerca de los candidatos milagro, los mesías que resolverán todo mientras la sociedad sigue como el chinito, sólo milando.
El PRI puede irse en el 18 y puede llegar el PAN o PRIeta o hasta el PRD o algún "independiente", pero las cosas seguirán igual, mientras la sociedad siga atrapada en la telaraña, inmovilizada por si misma esperando el milagro, viendo como pasa la vida, comportándose como le dijeron y felicitaron a una quinceañera a quien escribieron en su cuaderno: eres muy linda, nunca cambies.
No, el problema no se llama PRI, se llama sistema político mexicano, construcción partidista y alejamiento de la sociedad a la política.
Mientras ello no cambie, seguiremos con sabor a PRI.
Bien recuerdo que en aquel entonces Lorenzo Meyer, entre otros, se vanagloriaba del cambio de país gracias a que teníamos un nuevo presidente surgido de las filas de la oposición.
Desde entonces, yo planteaba que eso no era real, que el PRI no se había ido ni se iría jamás mientras la sociedad continuara permeada de esa visión política.
El PRI no es un partido político, es una forma de vida.
Recién había vivido tres años de experiencia en el gobierno perredista desde puestos de gobierno de dirección de área y había observado la estructura construida por el PRI, heredada a quien llegara, pero además la manera priista de comportamiento de los "nuevos gobernantes".
Lo que es peor, la mirada de los ciudadanos a esperar el mesías, el que llegara a resolverle todo mientras ellos permanecían ajenos a la política, a los partidos y todo lo que significa compromiso.
El sistema político mexicano ha creado una suerte de telaraña que nos mantiene atrapados, esperando un bichito para comer mientras los dueños de la casa donde se encuentran las telarañas se quedan con todo.
Leo en muchos sitios afirmaciones de que todo lo que pasa hoy es por haber permitido que el PRI volviera al poder cuando, insisto, nunca se fue; leo que no voten por el PRI en el 2018 para que las cosas cambien; leo acerca de los candidatos milagro, los mesías que resolverán todo mientras la sociedad sigue como el chinito, sólo milando.
El PRI puede irse en el 18 y puede llegar el PAN o PRIeta o hasta el PRD o algún "independiente", pero las cosas seguirán igual, mientras la sociedad siga atrapada en la telaraña, inmovilizada por si misma esperando el milagro, viendo como pasa la vida, comportándose como le dijeron y felicitaron a una quinceañera a quien escribieron en su cuaderno: eres muy linda, nunca cambies.
No, el problema no se llama PRI, se llama sistema político mexicano, construcción partidista y alejamiento de la sociedad a la política.
Mientras ello no cambie, seguiremos con sabor a PRI.
domingo, 25 de diciembre de 2016
Tarjeta navideña de Naranjo
Para documentar el optimismo.
Sugerencia de tarjeta navideña hecha por Naranjo, en 1969, y publicada en La Garrapata. El azote de los bueyes
sábado, 24 de diciembre de 2016
Extraña y mágica Navidad en el Cairo
Sucedió hace miles de años, o tal vez menos, sólo ¿cuarenta?
Era un obrero sindicalista a quien habían despedido por organizar una huelga en una fábrica de dulces y chocolates.
Terminaba la licenciatura en historia y la empresa, adquirida por una transnacional, decidió cerrar sus puertas y despedirnos a todos.
Por suerte, y para evitar conflictos, nos dio un porcentaje extra al denunciar ante el otrora combativo Unomásuno.
Había visto en mi facultad, en Filosofía y Letras, la existencia de un curso vivo de arte a Italia-Egipto-Grecia. Sueño imposible, sueño burgués, jaja.
Ante el despido, y ante el peligro de aburguesamiento por la liquidación, opté por el curso.
Fue una de las grandes decisiones que he tomado.
Empezó así una nueva vida.
El goce por el conocimiento aumentó y las ganas de viajar, conocer el mundo, se volvió una obsesión.
Esa navidad, en 1990, fue única. Desde cualquier parte del hotel se miraban las pirámides.
No hubo ponche ni piñatas ni peregrinos.
Sólo estaba yo, solo, un día 24 de diciembre a las 18 hrs. escuchando los cantos musulmanes y mirando caer el sol frente a las pirámides.
Hoy sigo viviendo ese momento. La emoción me embarga y el recuerdo quedó tatuado en piel ya para siempre.
Fue hace mil años, o sólo hace cuatro décadas.
Pero sobre todo, es hoy, en mi memoria, en mi
vida, en lo que soy.
Era un obrero sindicalista a quien habían despedido por organizar una huelga en una fábrica de dulces y chocolates.
Terminaba la licenciatura en historia y la empresa, adquirida por una transnacional, decidió cerrar sus puertas y despedirnos a todos.
Por suerte, y para evitar conflictos, nos dio un porcentaje extra al denunciar ante el otrora combativo Unomásuno.
Había visto en mi facultad, en Filosofía y Letras, la existencia de un curso vivo de arte a Italia-Egipto-Grecia. Sueño imposible, sueño burgués, jaja.
Ante el despido, y ante el peligro de aburguesamiento por la liquidación, opté por el curso.
Fue una de las grandes decisiones que he tomado.
Empezó así una nueva vida.
El goce por el conocimiento aumentó y las ganas de viajar, conocer el mundo, se volvió una obsesión.
Esa navidad, en 1990, fue única. Desde cualquier parte del hotel se miraban las pirámides.
No hubo ponche ni piñatas ni peregrinos.
Sólo estaba yo, solo, un día 24 de diciembre a las 18 hrs. escuchando los cantos musulmanes y mirando caer el sol frente a las pirámides.
Hoy sigo viviendo ese momento. La emoción me embarga y el recuerdo quedó tatuado en piel ya para siempre.
Fue hace mil años, o sólo hace cuatro décadas.
Pero sobre todo, es hoy, en mi memoria, en mi
vida, en lo que soy.
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