viernes, 6 de noviembre de 2015

Más de Freyre

Los artistas como Freyre nunca mueren pues su obra permanece para siempre. La ranita, así era conocido porque siempre firma con un batracio sus obras. 

RAM, un caricaturista oaxaqueño excepcional, un artista vanguardista poco conocido, le hizo uno de los mejores homenajes con este retrato.

Freyre: ocho décadas dibujando a México

Este viernes 6 de noviembre falleció don Rafael Freyre, uno de nuestros gigantes de la caricatura. El 3 de noviembre de 2007 publiqué este artículo en Confabulario. Suplemento cultural de El Universal. Lo recobro como un homenaje a este genial artista.




Rafael Freyre:
 Toda una vida retratando a un país
Agustín Sánchez González
Varias son 
las vertientes
que circundan a la caricatura.

La más obvia es el periodismo, en donde se la ubicado como uno de sus géneros; dentro del campo de las artes visuales, cada vez es mayor su presencia.
   En este sentido, el lenguaje plástico, tan comúnmente certero, nos muestra un metalenguaje que contiene varias aristas: es una crónica que interpreta el momento histórico, estético y social; pero va más allá, al mirar con frialdad la cotidianidad, es una reflexión, un análisis profundo que nos permite leer la realidad, cual si fuera un ensayo.

Las crónicas que leemos visualmente, es una fotografía del momento, una microhistoria, una historia de lo inmediato, que es base y sustento para el análisis histórico. Visto así, no resulta extraño que en los últimos años han sido galardonados un importante grupo de humoristas gráficos, como también suele llamársele.
No es fácil tener calidad en la caricatura. No todos los que ejercen como tal tiene la trascendencia ni la calidad para permanecer en la historia. Son pocos los elegidos, uno de ellos se ha ido hoy: Rafael Freyre.
Se puede decir que Freyre nació con un lápiz en la mano.  Su presencia en los medios de comunicación se remonta a 1931, cuando comenzó a publicar en El Dictamen, del puerto jarocho.

Pocos artistas pueden vanagloriarse de participar en tan diversos medios con una soltura propia de un genio. Rafael Freyre pertenece a esa minoría de hombres cuya obra ha sido plasmada lo mismo en periódicos y revistas, que en la televisión. Es, además, el decano de TODOS  los medios de comunicación.

Ni las canicas ni los trompos le divertían más que tomar su lápiz e ilustrar a los personajes con los que se encontraba a diario. La mirada de niño travieso lo ha acompañado toda su vida. Su mirada, ha mostrado el acontecer diario.
Con su lápiz generó miles de imágenes. Tal vez resulte imposible calcular el número de obras realizadas por Freyre pues como prácticamente todos los caricaturistas nunca llevó un inventario, ni le importó, ni le era posible.


Seguramente muchas de sus obras quedaban en la mesas de cafés, bares y restaurantes, y muchos otros, se perdieron en las redacciones de periódicos y de revistas; otros más, fueron cartones efímeros, como los que realizó para la televisión en las diversas etapas en las que participó.
En la geografía del humorismo mexicano, el estado de Veracruz lleva medalla de oro. Justamente, Rafael Freyre nació en el puerto jarocho, el 13 de noviembre de 1917. Artista precoz, comenzó a publicar apenas tenía trece años. No tenía quince cuando ganó el Premio Pro Bellas Artes de estado natal.

Autodidacta, llegó a la ciudad de México con la idea de ingresar a la Academia de San Carlos, pero la calidad innata que mostraba en su trabajo hizo que muy pronto estuviera trabajando y nunca llegara a la academia, empero, auto critico, buscó en los diarios del pasado, respuesta y enseñanza. En la Hemeroteca Nacional miró La Orquesta, La Tarántula y Multicolor, entre otras.
Justamente en esta última, conoció la obra de Ernesto García Cabral de quien habría de convertirse, a pesar de la diferencia de edades, en su amigo y maestro entrañable.
La obra de Freyre ha pasado por un sinfín de publicaciones, desde periódicos como Excélsior, donde realizó una columna con Carlos Denegri, hasta El Sol de México, cuyo cabezal es de su autoría. Aquí se uniría al cronista Salvador Novo para que escribiera una prosa rimada que acompañara a su cartón.

México al Día, Hoy, Don Timorato, Excélsior, Jueves de Excélsior, Ultimas Noticias, Revista de revistas, Siempre! y Ja-já, son otras de las publicaciones entre las que ha participado. En 1945 fue contratado por The National Editor Asociation, de los Estados Unidos.
Fue uno de los pioneros de la televisión mexicana, al realizar, junto con Cabral, Alberto Isaac y Ernesto Guasp, Duelo de dibujantes, en 1953. Años más tarde, participó en el Noticiero cultural, de Canal 22, así como en 24 horas.

La obra de Freyre, es vasta; su estilo, no tiene parangón en nuestra historia. Su trayectoria, durante todo el siglo XX, es un enlace con el siglo XIX y un puente en el XXI. Su propio sobrenombre, proviene de Ranilla, un personaje de historieta y así quedó la Ranita.
Freyre es hoy reconocido, pero su presencia ha sido hace tiempo aprobada mediante las publicaciones y exposiciones presentadas desde hace tres décadas; en 1966 el INBA le rindió un primer homenaje y su obra fue presentada en el Salón de la Plástica.

Freyre, con su lápiz ha dibujado a un país de caricatura y su obra es parte ya, de nuestra historia gráfica.



Paco Ibáñez
























En 1999, con motivo del 60 aniversario del exilio español, Paco Ibáñez vino a México. Tuve la suerte de estar con él toda una mañana, llevarlo a pasear por la ciudad, meternos en una trajinera en Xochimilco y decirle lo que le había escrito y que mi amigo Roura había publicado esa mañana en la esplendida sección cultural de El Financiero.

Palabras para Paco
 Agustín Sánchez González

Eran los años setenta cuando, adoles­cente aún, me hallaba en la trinchera del sindicalismo independiente a través de la lucha dentro de una izquierda acosada y sin muchas vías.
Entonces, buscaba respuestas para la vida.
En aquellos tiempos, una amiga me prestó un disco doble de Paco Ibá­ñez. Se trataba de una grabación en vivo en el Olympia de París. 
Ese disco me cambió la vida; gracias a él, conocí la mejor poesía española: Luis de Góngo­ra, Federico García Lorca, Gabriel Celaya, Rafael Alberti, todos, todos los poetas que me hicieron encontrar una forma de ver el mundo, de encontrarse con el placer.


Lo escuché una y otra vez. Logré gra­barlo; hasta la fecha conservo el caset y a menudo lo escucho.

Pero además de oír las canciones, co­mencé a buscar a los autores que canta­ba Paco. Pronto la casa se llenó de los li­bros de poetas como Luis Cernuda, José Agustín Goytisolo, León Felipe, Francisco de Quevedo, Antonio Machado y más y más que me llenaron de gozo el corazón.

Luego Serrat completó el panorama: Antonio Machado, de nuevo, León Feli­pe, Miguel Hernández, Rafael Alberti.
Este vínculo con la poesía me condu­jo, necesariamente, a la literatura. Leí Don Quijote de la Mancha, La vida del Buscón y demás obras clásicas.
El otro nexo fue el cine. Por esos años murió Francisco Franco; yo tenía veinte años, estudiaba historia en la Fa­cultad de Filosofía y Letras, y seguía las cintas de la época del destape.
En esa escuela tomé un curso con el doctor Wenceslao Roces, una institu­ción del marxismo que yo abrazaba por esos días.

Años más tarde me acercaría al Ateneo Español, donde tengo buenos y entrañables amigos; asumí a un grupo de abuelos queridos con los que colaboré muchos años como vocal de prensa y con los que compartí la historia viva de muje­res y hombres que dejaron la vieja España para llegar a la antigua Nueva España, a México, un país que les debe mucho.
Desde el ateneo obtuve una visión completa de lo que ha sido el exilio. Participé como jurado del concurso del testimonio sobre el exilio y conocí a mucha gente que estudiaba este fenó­meno o, mejor aún, que lo habían vivi­do sin rencores y con un gran amor a México, como Leonor Sarmiento, Pepe Puche o Pepe Sacristán.

En 1993 conocí España. Viajaba en un tren nocturno de París a Madrid, al­go me hizo despertar, un haz de luz que se colaba por la cortina del tren.

Estuve despierto hasta que la claridad del día me permitió ver la campiña española. No dormí más. Las imágenes de Bu­ñuel, Saura y demás estaban presentes, latentes. Era como una película que co­nocía; es más, que añoraba.

Caminé Madrid, Sevilla, Córdoba, Granada y Barcelona, recordando siem­pre a Paco Ibáñez, a los poetas que me regaló, a la vida que me mostró. "Nun­ca entré en Granada" y yo estaba ahí con Eleonora; junto al Guadalquivir, de nuevo evoqué a Ibáñez y le recité "Pala­bras para Julia", de Goytisolo. Recordé, también, a los "caínes sempiternos" al ver una placa de agradecimiento a quie­nes acabaron con el comunismo.
Recor­dé a todos aquellos que se llevaron la canción y la trajeron a México.


Hoy Paco está aquí. Hace veinticin­co años que no venía; hace un cuarto de siglo estuvo en Bellas Artes y ahora can­tará en la calle, en el Parque México. 



Hoy tendré la posibilidad de abrazarlo, de regalarle estas líneas y agradecerle el mundo que me mostró. Me enseñó a conocer mucho de los que ahora conozco, a disfrutar y, sobre todo, a vivir la poesía.


miércoles, 4 de noviembre de 2015

La mariguana y Posada




En 1903, en  El Periquillo Sarniento. Periódico mitotero, moronguista, revoltoso y de buen humor, José Guadalupe Posada dibujó cuatro viñetas que narran la historia de Romancito que debido al consumo de la mariguana se violentó y asesinó a "su amor fogoso". ¡Zun, zun, de la mariguana! se llamó a esta historia de un hombre que, en el último cuadro, recibe su castigo en la cárcel.

Todo esto viene a cuento por el histórico fallo de la Suprema Corte de la Nación que ha hecho un gran trabajo, debatiendo, discutiendo, cuestionando, algo que en un país de ayatolas hace mucho, muchísima falta pues los intolerantes aparecen por todas partes y este país necesita gente que discuta, que discrepe.

Posada, por todas partes, como suelo decir a menudo.

martes, 3 de noviembre de 2015

95 años de David Carrillo



Este estupendo caricaturista tuvo un gran homenaje en su tierra, en el Museo de Historia Mexicana de Monterrey, uno de los museos más hermosos de México.

 Una magna exposición y una conferencia que impartí fue un breve homenaje para este genial artista nacido en Villaldama, Nuevo León municipio que, con gran ingratitud, no lo ha reconocido (espero que no haya otra piel sensible que se moleste por comentar esto)

Estos son algunos de los materiales de este  homenaje a este gran artista nacido en 1920.




Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...