jueves, 12 de marzo de 2015

El cartón de septiembre de 2013. Santiago R de la Vega




EL CARTÓN DEL MES


En julio de 1913, cinco meses después del golpe de Estado a Francisco I. Madero, muchos países habían reconocido al gobierno de Victoriano Huerta, pero no Estados Unidos. El presidente Woodrow Wilson, quien había tomado posesión de su cargo el 4 de marzo de ese año, pocas semanas después de la Decena Trágica, sustituyó al embajador Henry Lane Wilson por considerarlo partidario de Huerta y hasta cómplice de la muerte de Madero. Incluso envió una comisión especial para investigar el caso, pero Francisco León de la Barra, secretario de Relaciones Exteriores, se opuso si antes no se reconocía a Huerta (Alicia Mayer, “Wilson y la diplomacia norteamericana en México”, 1989).
Santiago R. de la Vega, un espléndido caricaturista originario de Monterrey, dirigía en 1913 la revista “Multicolor”, una de las publicaciones emblemáticas de la caricatura mexicana, que había sido una piedra en el zapato del maderismo. En este cartón impreso en la portada de la revista, De la Vega muestra a un típico sombrerudo retando al Tío Sam y gritando que no podrá con México. En esa época Multicolor se había asociado al huertismo, rompiendo con la idea de que la mejor caricatura es siempre antigubernamental.

Agustín Sánchez González; El cartón del mes, Relatos e Historias en México 61.

Santiago Hernández: de Niño Héroe a caricaturista genial

La Jornada Semanal, 8 de octubre de 2008

Santiago Hernández:
de Niño Héroe a caricaturista genial

Agustín Sánchez González


Como casi nunca ha sucedido con los
caricaturistas en la historia, la muerte de Santiago Hernández tuvo un gran impacto informativo; fue noticia, inclusive, en la primera plana de El Imparcial que señaló: “Desde niño se enseñó a defender a la patria”, lo cual resulta sorprendente, pues Hernández fue un crítico político como pocos y, en cambio, este diario era vocero del porfirismo.

También La Patria le dio ocho columnas: “Muerte de un veterano. El último superviviente de los defensores de Chapultepec”; en ese mismo tenor informaban otros periódicos como El Chisme.
Curiosamente, la prensa de su época destacó su historia, pero habrían de pasar muchas décadas para que alguien escribiera sobre su vida y obra, pues también, como la mayoría de los grandes caricaturistas, su biografía apenas se conoce.
En 1954, el grabador Erasto Cortés, uno de los pocos artistas que mantuvo una preocupación por escribir sobre sus colegas, publicó el 1 de agosto de 1954 en El Nacional, un artículo llamado “Santiago Hernández. Gran litógrafo mexicano.” Entonces señaló: “Muy poco se ha escrito sobre este extraordinario litógrafo.”

Es curioso, pues a pesar de la reivindicación de muchos de nuestros artistas, su vida sigue siendo un misterio no obstante las decenas de imágenes que aún existen, y que ahora en una feliz coincidencia pueden apreciarse en el Museo Erasto Cortés, en Puebla, dentro de la exposición Caricatura mexicana del sigloXIXuna colección perteneciente a la Fundación de Arte y Música Multicultural de Northridge (MCMAFN), con sede en California, Estados Unidos, donde podrán verse también obras de Constantino Escalante, Jesús Alamilla y Alejandro Casarín, entre otros.
Santiago Hernández, nacido el 25 de julio de 1832, desde niño tuvo una intensa actividad social, destacando su presencia a los trece años en el ataque y toma del convento de San Francisco, y al año siguiente participando en la defensa del Castillo de Chapultepec ante los invasores estadunidenses.

La nota necrológica sólo destaca la parte militar y heroica, minimizando y olvidando otro aspecto fundamental para su vida: su gran calidad estética que lo llevó a convertirse en uno de los más importantes caricaturistas de nuestro país. “Más tarde cambió la milicia por el lápiz, y como caricaturista colaboró en diversos periódicos de aquella época.”
Su obra comenzó a destacar cuando pintó al óleo los retratos de los Niños Héroes; autodidacta, a la muerte de su padre comenzó a ganarse la vida pintando cuadros, naturalezas muertas, retratos a lápiz e impartiendo clases.
El México caótico que le tocó vivir lo llevó a luchar en diversos frentes, criticando a los conservadores aliados a las potencias imperialistas, pero también a los liberales, con una honestidad combativa ajena a la complacencia política y al dogmatismo tan imperante aún en nuestros días. Ni siquiera Benito Juárez, a quien rendía gran admiración, se salvó de críticas terribles cuando cometió errores o cuando Hernández pensó que Juárez se equivocaba.
Tenemos dos ejemplos; en uno Juárez se asoma al Espejo de la conciencia pública, realizado luego de que el gobierno juarista promulgó las bases orgánicas que le otorgaban poderes extraordinarios. En el espejo está un Santa Anna con nariz de payaso y con un pendón señalando la séptima base. Ese es sería el futuro, señala Santiago Hernández con su cartón: terminar pareciéndose al dictador.
Hernández, al contrario de la mayoría de los caricaturistas, jamás subordinó su simpatía política a la crítica sin tregua, todo lo contrario: cada error político era cuestionado, inclusive de una manera radical.
En Las horas en palacio, Hernández dibuja a un inusual presidente y su gran salario, donde se cuenta cómo pasan las horas Juárez y su gabinete.
Ello no significó jamás que Santiago Hernández fuera un antijuarista, todo lo contrario, ya que no solamente defendió a la patria con el lápiz, pues llegó a tomar las armas ya como adulto al ser perseguido por las huestes de Maximiliano. Entonces se suma a las tropas del guerrillero Nicolás Romero hasta que puede volver a usar su lápiz, en 1865.
Sus dones artísticos fueron intensos; Erasto Cortés señala que “como caricaturista muestra el contenido de su vasta imaginación, ligada a un profundo conocimiento de la litografía. Utilizó la caricatura como arma eficiente para ironizar acertadamente, con alegre expresión convertida en lenguaje de grandes alcances”.
Para Alfredo Guati no hay duda de que Santiago Hernández es el más importante caricaturista mexicano. Sus trabajos claman con urgencia un estudio serio de su vida y obra.
En 1868 Constantino Escalante sufrió un grave accidente y muere; entonces Hernández lo sustituye en La Orquesta, y en ese momento se puede mirar su consolidación como caricaturista, aunque ya desde 1862 había participado en La Pluma Roja La Jácara.
Además de las anteriores, tuvo una presencia importante en innumerables periódicos, como El Palo de Ciego, La Máscara, El Espectro, Juan Diego, Rascatripas, La Pluma Roja, El Ahuizote, El Hijo del Ahuizote, entre otros.
Asociado a Hesiquio Iriarte, Hernández ilustró muchas de las obras escritas por Vicente Riva Palacio, como El libro rojo, Monja, Casada, Virgen y mártir, Martín Garatuza, Piratas del Golfo, Memorias de un impostor, Los ceros, etcétera; también ilustró otras obras importantes, como Historia del ferrocarril mexicano Hombres ilustres mexicanos, El Episcopado mexicano.
No existe un inventario de su obra; es una pena que genios como este hombre esperen el registro y la creación de una biografía que nos permita entender mejor una época tan compleja como la que le tocó vivir.
Imágenes cortesía de la Fundación de Arte y Música 


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martes, 10 de marzo de 2015

Si con Layín te ofendo

Quienes quieren seguir viendo en los políticos la responsabilidad de todos nuestros males, no conocen este hermoso país.


Acabo de leer un reportaje de Nayarit en línea que informa una noticia genial, para este país globero: Si hoy hubieran elecciones en Nayarit, según una encuesta de estos días, ganaría Layín.

Lean la nota:


"contra cualquier pronóstico, establece que al día de hoy el gran favorito para ser gobernador de Nayarit no es del PRI, ni del PAN, ni del PRD. El rey de las encuestas se llama Hilario Ramírez Villanueva, el famoso Layín que consiguió por segunda ocasión la alcaldía de San Blas como candidato independiente. La exposición mediática que logró Layín en su reciente campaña lo mantiene en los cuernos de la luna, por lo cual no es difícil imaginar el fenómeno político en que se convertiría si anunciara su candidatura independiente por la gubernatura de Nayarit. Prácticamente estaríamos ante la reencarnación política de Vicente Fox, lo cual genera nerviosismo en todos los frentes políticos del Nayar. De acuerdo con esta encuesta Layín está en el primer lugar de las preferencias con el 22%"



Mientras no entendamos el masoquismo de un país en donde las bajan los calzones a los ciudadanos (y si son ciudadanas, mejor) y emitan un razonable voto por ese machín que, a ese paso, será el futuro presidente de este tragicómico país.

Por cierto, este prohombre del país, después de levantar la falda, ahora regala planchas a las mujeres en su día.

Si hace unos años en un libro de chistes había puesto como epigrafe:

Dios mio,
si con el PRI
te ofendo
cada sexenio me sales debiendo

Ahora, claro está, podemos decir:

Dios mio,
si con Layín 
te ofendo
cada sexenio me sales debiendo.


 http://nayaritenlinea.mx/2015/02/18/san-blas-tenemos-un-problema

lunes, 9 de marzo de 2015

Cartón del mes

El cartón de marzo que puede disfrutar en la revista Relatos e Historias de México. ¿Habrá muchos cambios en la forma de legislar del siglo XIX hasta nuestros días?





domingo, 8 de marzo de 2015

Las moneras llegaron ya

La Jornada Semanal,   domingo 13 de julio del 2003        núm. 436
 Agustín Sánchez González
Las moneras llegaron ya...
No son todas. 
La historia de la exposición, que ahora se convierte en libro, comenzó hace más de un año. El encuentro, el descubrimiento, el hallazgo fue sumamente lento. Ya en el Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana, publicado en 1997, había registrado siete mujeres caricaturistas. Sin embargo, esta cifra fue aumentando paulatinamente, conforme pasaba el tiempo. De siete llegué a sumar quince, al decidir realizar una exposición que se iba posponiendo. Lo ideal hubiera sido conformar la exposición con todas, pero las dificultades fueron enormes; por ello, siguiendo un patrón de asamblea, fueron descartándose moneras.
Palmira Garza

Les cuento de las quince y cómo llegué a cinco: el rastreo comenzó al revisar el clásico libro La caricatura en México, de Rafael Carrasco Puente, donde se menciona a Emma Best (1895-?) como "la mujer que más caricaturas ha publicado". Sin embargo, no existe mayor información. Por algún artículo de José Juan Tablada, supe que estuvo casada con el caricaturista Enciso. Recientemente descubrí que es autora de los libros de cuentos La perla azul (1937) y 12 cuentos (1938), mismos que firmó como Emma Best de Enciso.
En su libro Un siglo de caricatura en México, Rius señala a Palmira Garza (1937) como "la única mujer caricaturista que ejerce en México".
En 1998, el investigador Tomás Zurián presentó una exposición de caricaturas de Nahui Ollin (1893-1978), en el Museo Mural Diego Rivera. Carmen Mondragón, que era su nombre real, fue famosa por su pintura naïf y, hay que decirlo, por sus escándalos y amores. 
Un ejemplar de aniversario de La Garrapata, en su tercera época, mostró a la monera Alicia (1949), veracruzana, que también colaboró en Unomásuno. No hubo mayores datos. Hace poco localicé a la editora de la revista, Alicia Yolanda Reyes, quien me señaló: "La chica que dibujó alguna vez en La Garrapata, llegó, dejó sus cosas y no apareció más."
Guadalupe Rosas
Las demás, contemporáneas, fueron más fáciles de localizar: a Guadalupe Rosas (1965) la conocí en El Universal hace unos doce años. Es miembro de la smc, fue directora del Museo de la Caricatura y ha colaborado en diversos medios de comunicación.
Landy (1966), Patricia Aguilar Palafox, ha realizado su trabajo en Villahermosa, Tabasco. En 1990 obtuvo el Premio Estatal de Periodismo; en 1993 publicóNo es cosa de risa.
Pego (1967), Cecilia Pego, comenzó a colaborar en el Diario de Ciudad Juárez y más tarde regresó a la Ciudad de México, donde participó en La Jornada. Es autora de Box Populi y de Sardonia y su perro Chamuco. Actualmente está dedicada a la pintura.
Jotavé (1972), Jazmín Velasco, comenzó a trabajar en Paréntesis, de Guadalajara; durante mucho tiempo publicó en Unomásuno. Desde hace tiempo se dedica a la historieta. Es autora de un libro excepcional: La línea de Steinberg.
En agosto de 1996, El Chamuco convocó al Primer Concurso Nacional de Moneras. En enero de 1997 señalaba que "durante tres meses y medio... llegó la fabulosa cantidad de una participante". Sin embargo, según la revista, en el último mes llegaron decenas de caricaturas, historietas y cartones. Justo en ese número aparecieron cartones de Luzbel, Érika Martínez, Bibi Ayala y Cintia Bolio.
En los siguientes números desaparecieron todas. Sólo Cintia Bolio (1969) volvió aparecer en el número de marzo, convirtiéndose, de hecho, en la única monera que continuó en la revista. 
He sabido de otras historias, como la de una chica llamada Cristina, que también conocí en los tiempos en que ambos colaborábamos en El Universal, entre 1988 y 1990; Alma Ontiveros, hija del caricaturista Alfonso Ontiveros, destacada en una pequeña nota por el caricaturista Tuno, en su revista Quién es en... carikatura y, finalmente, de Jesusa Rodríguez, de quien Raquel Tibol lamentó el que "no desarrollara ese talento", tras presentar unas tiras cómicas en la Bienal de Nuevas Tendencias, en 1977.
Sin embargo, en pleno 2003, de este grupo de mujeres, prácticamente la única monera en activo es Cintia Bolio, cuyo trabajo puede disfrutarse en Milenio Diario, Milenio Monterrey y en el suplemento Doble Jornada, de La Jornada.
La exposición Las moneras llegaron ya es el resultado de más de un año de trabajo. En ella participan cinco moneras. En estricto orden alfabético: Cintia Bolio, Guadalupe Rosas, Jotavé, Palmira y Pego.
La característica común de nuestro quinteto fue su presencia más o menos continua en la prensa, tanto del interior del país (tal es el caso de Pego), como en la prensa nacional, las otras cuatro.
En este sentido, Landy debería figurar también, pero se perdió de vista hace tiempo. La buscamos sin éxito. El caricaturista Pedro Sol estuvo en mayo de 2003 en Villahermosa, Tabasco, y tampoco logró conectarla. De las otras moneras que alguna vez publicaron en diarios, desde hace mucho tiempo nadie sabe nada.
La localización del quinteto fue un poco complicada. Palmira vive hace mucho tiempo en Cuernavaca, retirada de la caricatura. Jotavé estudia Multimedia en Londres, pero Lupita Rosas tenía su correo electrónico. Pego hace varios años se dedica a la pintura y a impartir clases de acuarela; gracias a Arturo García, buen amigo de La Jornada, logré su encuentro; a Cintia Bolio bastó con mandarle un mensaje electrónico para que, gustosa, aceptara colaborar, y Lupita es miembro de la smc y, como ya mencioné, siempre hemos estado más o menos cerca.
En esta historia no podía faltar el detalle chusco. En la revista Vértigo comencé a ver cartones firmados por Teta, que supuse mujer. Le escribí un correo "invitándola" a participar en la exposición, pero resultó que Teta era un caballero...
¿Qué tienen en común las cinco mujeres que conforman esta asamblea de moneras? Sin duda, a todas les preocupa el problema de género. Algunas de ellas militan (Cintia) o han militado (Pego) en el campo del feminismo. Ambas, además, han realizado una caricatura política crítica, sarcástica, irónica. Durante una década, Pego se dedicó a la caricatura y la historieta que, junto a sus estudios de ingeniería civil, la condujeron a otro tipo de creación estética: la pintura. Ya sin las presiones que exige la prensa, Pego vive encerrada manejando volúmenes y colores de manera excepcional.
Jotavé solía hacer cartón político hace diez años hasta que, en sus propias palabras, "después de cinco años me di cuenta de que la política me aburría mortalmente. Además nunca logré entender nada, ni quién era quién, y además me deprimía mucho tener que leer las noticias y tratar de sacar algo divertido... muy mal. Así que me moví hacia la industria de libros infantiles." En sus venas, sin duda, tiene tinta, pues su padre fue monero (Joaquín Velasco).
Es en el género de la historieta donde Palmira se mueve en un medio natural. Formada por Gabriel Vargas, sus primeros trabajos son parte de La familia Burrón. Más tarde incursiona en diversos medios, con personajes característicos a quienes no les hace falta la nariz para respirar. Ha hecho tantas tiras que podría cubrir toda la ciudad con ellas. Lamentablemente, hace doce años dejó los monos.
Lupita Rosas ha tenido una presencia importante como ilustradora en los medios. En 2001 ganó el Premio de Ilustración y aunque no suele hacer cartón político, cuando lo hace, impacta sobremanera. Ella es prácticamente la única del quinteto que tiene formación académica, incluso a nivel posgrado, en artes plásticas, y sus trazos dan cuenta de ello.
Cintia Bolio jamás oculta su militancia feminista pero siempre va más allá. Una característica importante es que desde sus primeros cartones ya tenía un estilo estético propio, cuyas variaciones a lo largo de estos cinco años como profesional, han mejorado excepcionalmente.
Esta exposición intenta dar respuesta a una pregunta que me suelen hacer, cada vez que hablaba de caricatura, ya en conferencias, cursos o personalmente. ¿Por qué no hay mujeres caricaturistas?
Aquí están cinco, ahora podré afirmar, aunque difícilmente contestaría las razones y no estoy tan seguro de que sea vital responder. Hay quien señala que, simplemente, no les interesa. Hace un par de meses, en marzo de 2003, en el sitio de internet Humoralia.com se discutió, durante varias semanas, el tema "¿Por qué no hay muchas mujeres humoristas?" Pensé que ello me resolvería el problema al que me enfrenté con este tema. No fue así. Simplemente, quedé perplejo ante las respuestas. Una cosa me llamó la atención: la coincidencia de varias mujeres, en el sentido de preguntarse: ¿será que las mujeres no toman en serio el dibujo humorístico?
Al respecto, Lupita Rosas me escribió: "El hombre maneja diferente el humor, al género femenino nos cuesta dominarlo, quizá somos más crudas. Creo que la ironía y el humor se encuentran cargados de masculinidad; el manejo del lenguaje visual, el hecho en sí de exagerar los rasgos... Me parece que el lenguaje de la mujer es el oral, somos más dispersas en nuestra manera de percibir y por lo tanto de trasmitir la idea, y la caricatura es muy concreta."
En cuanto a otras mujeres que han trabajado el humor, me parece que esta es la ocasión adecuada para rendir un homenaje a la periodista y escritora Magdalena Mondragón, quien escribió Los presidentes me dan risa, en una edición de autora y que fue censurado en pleno gobierno de Miguel Alemán. Años después publicó México pelado... ¡pero sabroso! (1973).
¿Por qué no hay mujeres caricaturistas? Termino este texto con la pregunta que convocó a esta asamblea de moneras. Hay quien dice que las mujeres no tienen sentido del humor, lo cual puede ser una buena provocación. Empero, la respuesta pierde sentido cuando uno mira la excelencia de sus cartones. Esta mirada de mujer, este lápiz cargado de ironía, de belleza, de incertidumbre, de dudas, de críticas y, sobre todo, de una visión distinta de la vida...o son todas. 
La historia de la exposición, que ahora se convierte en libro, comenzó hace más de un año. El encuentro, el descubrimiento, el hallazgo fue sumamente lento. Ya en el Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana, publicado en 1997, había registrado siete mujeres caricaturistas. Sin embargo, esta cifra fue aumentando paulatinamente, conforme pasaba el tiempo. De siete llegué a sumar quince, al decidir realizar una exposición que se iba posponiendo. Lo ideal hubiera sido conformar la exposición con todas, pero las dificultades fueron enormes; por ello, siguiendo un patrón de asamblea, fueron descartándose moneras.
Les cuento de las quince y cómo llegué a cinco: el rastreo comenzó al revisar el clásico libro La caricatura en México, de Rafael Carrasco Puente, donde se menciona a Emma Best (1895-?) como "la mujer que más caricaturas ha publicado". Sin embargo, no existe mayor información. Por algún artículo de José Juan Tablada, supe que estuvo casada con el caricaturista Enciso. Recientemente descubrí que es autora de los libros de cuentos La perla azul (1937) y 12 cuentos (1938), mismos que firmó como Emma Best de Enciso.
En su libro Un siglo de caricatura en México, Rius señala a Palmira Garza (1937) como "la única mujer caricaturista que ejerce en México".
En 1998, el investigador Tomás Zurián presentó una exposición de caricaturas de Nahui Ollin (1893-1978), en el Museo Mural Diego Rivera. Carmen Mondragón, que era su nombre real, fue famosa por su pintura naïf y, hay que decirlo, por sus escándalos y amores. 
Un ejemplar de aniversario de La Garrapata, en su tercera época, mostró a la monera Alicia (1949), veracruzana, que también colaboró en Unomásuno. No hubo mayores datos. Hace poco localicé a la editora de la revista, Alicia Yolanda Reyes, quien me señaló: "La chica que dibujó alguna vez en La Garrapata, llegó, dejó sus cosas y no apareció más."
Las demás, contemporáneas, fueron más fáciles de localizar: a Guadalupe Rosas (1965) la conocí en El Universal hace unos doce años. Es miembro de la smc, fue directora del Museo de la Caricatura y ha colaborado en diversos medios de comunicación.
Landy (1966), Patricia Aguilar Palafox, ha realizado su trabajo en Villahermosa, Tabasco. En 1990 obtuvo el Premio Estatal de Periodismo; en 1993 publicó No es cosa de risa.
Pego (1967), Cecilia Pego, comenzó a colaborar en el Diario de Ciudad Juárez y más tarde regresó a la Ciudad de México, donde participó en La Jornada. Es autora de Box Populiy de Sardonia y su perro Chamuco. Actualmente está dedicada a la pintura.
Jotavé (1972), Jazmín Velasco, comenzó a trabajar en Paréntesis, de Guadalajara; durante mucho tiempo publicó en Unomásuno. Desde hace tiempo se dedica a la historieta. Es autora de un libro excepcional: La línea de Steinberg.
En agosto de 1996, El Chamuco convocó al Primer Concurso Nacional de Moneras. En enero de 1997 señalaba que "durante tres meses y medio... llegó la fabulosa cantidad de una participante". Sin embargo, según la revista, en el último mes llegaron decenas de caricaturas, historietas y cartones. Justo en ese número aparecieron cartones de Luzbel, Érika Martínez, Bibi Ayala y Cintia Bolio.
En los siguientes números desaparecieron todas. Sólo Cintia Bolio (1969) volvió aparecer en el número de marzo, convirtiéndose, de hecho, en la única monera que continuó en la revista. 
He sabido de otras historias, como la de una chica llamada Cristina, que también conocí en los tiempos en que ambos colaborábamos en El Universal, entre 1988 y 1990; Alma Ontiveros, hija del caricaturista Alfonso Ontiveros, destacada en una pequeña nota por el caricaturista Tuno, en su revista Quién es en... carikatura y, finalmente, de Jesusa Rodríguez, de quien Raquel Tibol lamentó el que "no desarrollara ese talento", tras presentar unas tiras cómicas en la Bienal de Nuevas Tendencias, en 1977.
Sin embargo, en pleno 2003, de este grupo de mujeres, prácticamente la única monera en activo es Cintia Bolio, cuyo trabajo puede disfrutarse en Milenio Diario, Milenio Monterreyy en el suplemento Doble Jornada, de La Jornada.
La exposición Las moneras llegaron ya es el resultado de más de un año de trabajo. En ella participan cinco moneras. En estricto orden alfabético: Cintia Bolio, Guadalupe Rosas, Jotavé, Palmira y Pego.
La característica común de nuestro quinteto fue su presencia más o menos continua en la prensa, tanto del interior del país (tal es el caso de Pego), como en la prensa nacional, las otras cuatro.
En este sentido, Landy debería figurar también, pero se perdió de vista hace tiempo. La buscamos sin éxito. El caricaturista Pedro Sol estuvo en mayo de 2003 en Villahermosa, Tabasco, y tampoco logró conectarla. De las otras moneras que alguna vez publicaron en diarios, desde hace mucho tiempo nadie sabe nada.
La localización del quinteto fue un poco complicada. Palmira vive hace mucho tiempo en Cuernavaca, retirada de la caricatura. Jotavé estudia Multimedia en Londres, pero Lupita Rosas tenía su correo electrónico. Pego hace varios años se dedica a la pintura y a impartir clases de acuarela; gracias a Arturo García, buen amigo de La Jornada, logré su encuentro; a Cintia Bolio bastó con mandarle un mensaje electrónico para que, gustosa, aceptara colaborar, y Lupita es miembro de la smc y, como ya mencioné, siempre hemos estado más o menos cerca.
En esta historia no podía faltar el detalle chusco. En la revista Vértigo comencé a ver cartones firmados por Teta, que supuse mujer. Le escribí un correo "invitándola" a participar en la exposición, pero resultó que Teta era un caballero...
¿Qué tienen en común las cinco mujeres que conforman esta asamblea de moneras? Sin duda, a todas les preocupa el problema de género. Algunas de ellas militan (Cintia) o han militado (Pego) en el campo del feminismo. Ambas, además, han realizado una caricatura política crítica, sarcástica, irónica. Durante una década, Pego se dedicó a la caricatura y la historieta que, junto a sus estudios de ingeniería civil, la condujeron a otro tipo de creación estética: la pintura. Ya sin las presiones que exige la prensa, Pego vive encerrada manejando volúmenes y colores de manera excepcional.
Jotavé solía hacer cartón político hace diez años hasta que, en sus propias palabras, "después de cinco años me di cuenta de que la política me aburría mortalmente. Además nunca logré entender nada, ni quién era quién, y además me deprimía mucho tener que leer las noticias y tratar de sacar algo divertido... muy mal. Así que me moví hacia la industria de libros infantiles." En sus venas, sin duda, tiene tinta, pues su padre fue monero (Joaquín Velasco).
Es en el género de la historieta donde Palmira se mueve en un medio natural. Formada por Gabriel Vargas, sus primeros trabajos son parte de La familia Burrón. Más tarde incursiona en diversos medios, con personajes característicos a quienes no les hace falta la nariz para respirar. Ha hecho tantas tiras que podría cubrir toda la ciudad con ellas. Lamentablemente, hace doce años dejó los monos.
Lupita Rosas ha tenido una presencia importante como ilustradora en los medios. En 2001 ganó el Premio de Ilustración y aunque no suele hacer cartón político, cuando lo hace, impacta sobremanera. Ella es prácticamente la única del quinteto que tiene formación académica, incluso a nivel posgrado, en artes plásticas, y sus trazos dan cuenta de ello.
Cintia Bolio jamás oculta su militancia feminista pero siempre va más allá. Una característica importante es que desde sus primeros cartones ya tenía un estilo estético propio, cuyas variaciones a lo largo de estos cinco años como profesional, han mejorado excepcionalmente.
Esta exposición intenta dar respuesta a una pregunta que me suelen hacer, cada vez que hablaba de caricatura, ya en conferencias, cursos o personalmente. ¿Por qué no hay mujeres caricaturistas?
Aquí están cinco, ahora podré afirmar, aunque difícilmente contestaría las razones y no estoy tan seguro de que sea vital responder. Hay quien señala que, simplemente, no les interesa. Hace un par de meses, en marzo de 2003, en el sitio de internet Humoralia.com se discutió, durante varias semanas, el tema "¿Por qué no hay muchas mujeres humoristas?" Pensé que ello me resolvería el problema al que me enfrenté con este tema. No fue así. Simplemente, quedé perplejo ante las respuestas. Una cosa me llamó la atención: la coincidencia de varias mujeres, en el sentido de preguntarse: ¿será que las mujeres no toman en serio el dibujo humorístico?
Al respecto, Lupita Rosas me escribió: "El hombre maneja diferente el humor, al género femenino nos cuesta dominarlo, quizá somos más crudas. Creo que la ironía y el humor se encuentran cargados de masculinidad; el manejo del lenguaje visual, el hecho en sí de exagerar los rasgos... Me parece que el lenguaje de la mujer es el oral, somos más dispersas en nuestra manera de percibir y por lo tanto de trasmitir la idea, y la caricatura es muy concreta."
En cuanto a otras mujeres que han trabajado el humor, me parece que esta es la ocasión adecuada para rendir un homenaje a la periodista y escritora Magdalena Mondragón, quien escribió Los presidentes me dan risa, en una edición de autora y que fue censurado en pleno gobierno de Miguel Alemán. Años después publicó México pelado... ¡pero sabroso! (1973).
¿Por qué no hay mujeres caricaturistas? Termino este texto con la pregunta que convocó a esta asamblea de moneras. Hay quien dice que las mujeres no tienen sentido del humor, lo cual puede ser una buena provocación. Empero, la respuesta pierde sentido cuando uno mira la excelencia de sus cartones. Esta mirada de mujer, este lápiz cargado de ironía, de belleza, de incertidumbre, de dudas, de críticas y, sobre todo, de una visión distinta de la vida...
 

Mujeres caricaturistas 1

Hace doce largos años que realicé la primera exposición dedicada a las caricaturistas mexicanas.

El Museo de la Caricatura recibió la obra de cinco mujeres: Palmira Garza, Cecilia Pego, Jotave, Guadalupe Rosas y Cintia Bolio.


Nunca en nuestra historia se había realizado un trabajo así.


La exposición fue todo un éxito, la repercusión en la prensa fue inusitada: El Universal, por ejemplo, le dio la primera plana de la primera sección, además de dos planas en la sección cultural; La Jornada publicó el ensayo que había publicado en el libro y realizó un amplio reportaje en el suplemento Triple Jornada; Reforma y Milenio dieron amplios espacios.



Además de ello, el Instituto de la Mujeres del Distrito Federal apoyó con la publicación del libro que, inclusive, fue presentado en Alcalá de Henares, en España.

Dado el enorme éxito que tuvo esa primera muestra, cuatro años después, la Secretaría de Cultura del GDF, a instancias del IMDF me pidió hacer una segunda edición del libro y, dado que habían aparecido un par de caricaturistas más, lo reeditamos el título  Siete Moneras  y se presentó en la Feria Internacional del Libro de la Ciudad de México.


Para entonces, empezaba a preparara lo que sería la primera muestra internacional de mujeres caricaturistas, con una visión que tendría criterios históricos y estéticos. Se llamaría Mujer que sabe reír y nunca pudo llevarse a cabo, por un lado, gracias al boicot de algunas mujeres dedicadas a este oficio y por otro, no tenía ninguna intención de pelearme.


La experiencia fue fatal. Casi casi fui linchado por una mexicana (que fruta vendía, jajaj) y con el eco de un par de caricaturistas de sendos países, y hasta Rius le entró a la descalificación (a pesar del apoyo de la entonces presidenta de la Federación de Caricaturistas del Mundo (FECO)


La segunda ingrata experiencia fue la stalinista actitud de una de las caricaturistas mexicanas que, sintiéndose víctima del pecado neoliberal, siempre ha dicho que nadie la había hecho caso en México hasta que fue publicada en España... sólo que ello sucedió cuatro años después de esta muestra y de la publicación de estos libros y de que, además, nosotros la recomendamos para que viajara a Alcalá. 

En fin, como dijo una caricaturista, las mujeres siempre se quejan de que los varones no las valoran y cuando uno de ellos empieza a trabajar en torno a ello, es descalificado.

viernes, 6 de marzo de 2015

Más de Guerrero Edwrds

La obra de Guerrero Edwards estuvo presente durante varias décadas en la prensa mexicana. Desde El Universal, donde ganó un concurso, pasando por la revista Fantoche, una de las grandes publicaciones de humor en México, donde compartió páginas con el Chamaco Covarrubias o con Alfredo Zalce, dirigido por el Chango Ernesto García Cabral de quien, por cierto, recibió un sabio consejo cuando apenas empezaba su obra:  "copia mis dibujos, trabaja mucho y después encontrarás tu propia forma”. Y así fue, el pachuqueño Gerrero encontró su camino.
Fue en Excélsior donde publicó  la mayor parte de su obra. Estos son algunos de sus trabajos.



Fantoche, el personaje que representaba a la revista de ese nombre


El humor negro, siempre

Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...