sábado, 31 de enero de 2015

La prehistoria de la Familia Burrón. Laberinto de Milenio


La prehistoria de La Familia Burrón

En 1948 llegó La Familia Burrón y con ella empezó y terminó la época de oro del cómic nacional.




Gabriel Vargas
Gabriel Vargas (Especial)
Ciudad de México
Durante las seis décadas en que apareció La Familia Burrón la obra anterior de Gabriel Vargas fue olvidada; él mismo llegó a lamentar el desconocimiento de su trabajo previo a la vida de Doña Borola Tacuche y su parentela.
La razón fue que las aventuras de los Burrón se mantuvieron en el gusto de la sociedad mexicana. De hecho, la revista, que llegó a tirar 500 mil ejemplares, es la publicación más longeva del mundo: comenzó en 1948 y el último número, el 1616, apareció el 26 de agosto de 2009. Es, también, una expresión de culto a la que escritores como Alfonso Reyes, Sergio Pitol, Carlos Monsiváis, Juan Villoro y Hugo Gutiérrez Vega le han rendido pleitesía.
Pitol, Premio Cervantes de Literatura, se sentía orgulloso de la influencia del humorista gráfico: “Mi deuda con Gabriel Vargas es inmensa. Mi sentido de la parodia, los juegos con el absurdo me vienen de él y no de Gógol o Gombrowicz, como me encantaría presumir. ¿Quién es Gabriel Vargas?, preguntará alguno. Bueno, es un fabuloso cartonista, uno de cuyos cómics, quizás el más famoso, se llamó La Familia Burrón”.A Carlos Monsiváis le debemos, sin duda, haber colocado en la palestra un sinfín de temas de la cultura popular, uno de ellos la caricatura. (Por cierto, Monsiváis pudo aparecer en un número de la historieta, tras insistirle a Vargas para que lo dibujara).El poeta Hugo Gutiérrez Vega dedicó una excepcional “Oda a Borola Tacuche”.
Decenas de entrevistas y cientos de notas periodísticas conforman una vasta hemerografía pero, a pesar de todo, llama la atención los exiguos estudios en torno a Vargas (solo existe una tesis en la UNAM) y la escasa bibliografía sobre su vida y su obra. La caricatura en general no es algo que interese a la Academia, inmersa en la solemnidad y alejada, con mucho, de la cultura popular.

Una vida en la vida mexicana
Gabriel Vargas Bernal nació en Tulancingo, Hidalgo, el 5 de febrero de 1915. A partir de los cuatro años vivió en la Ciudad de México. “Soy absolutamente citadino. Nací en Tulancingo pero llegué aquí a los cuatro años. Si hubiera un lugar más grande que el DF, ahí estaría”, le contó a Carolina Velázquez en una charla publicada en El Financiero.Sus primeros años transcurrieron en el Centro Histórico, en la calle de Moneda, a un costado de Palacio Nacional, a media cuadra de donde vivió José Guadalupe Posada.
Vargas nació con el lápiz en la mano. Desde niño tuvo la febril y obsesiva idea de ser dibujante, de ser artista. A pesar de que apenas estudió la primaria, fue un hombre muy culto, gracias a que su madre le inculcó el amor por los libros. Fue dibujante a pesar de ella, que no quería que se convirtiera en un “pintamonos”; incluso, le prohibió dibujar. El veto terminó cuando el niño Gabriel estuvo a punto de provocar una quemazón mientras dibujaba debajo de la cama iluminado por una vela. Estaba tan concentrado que no se dio cuenta que el colchón ardía.

Un antes para un después
Casi podría asegurar que no existe en el mundo un caricaturista con una carrera profesional tan larga. Alabado desde niño, en 1928 Gabriel Vargas realizó un dibujo que obtuvo un premio en un concurso mundial en Osaka y que se ha perdido. De igual manera, difícilmente conoceremos las obras infantiles que expuso en Sevilla o en Puebla. Dos años después, hizo un dibujo de gran calidad —Construcción de la Catedral de México—,del cual se conserva una copia fotográfica ya que regaló el original al director de la escuela y se extravió.
Una de las desgracias de la caricatura se finca en la desaparición de los dibujos originales y las propias publicaciones. En el caso de Gabriel Vargas, casi no existen archivos de buena parte de su obra anterior a la última etapa de La Familia Burrónpublicada por la editorial GyG (Guadalupe y Gabriel), fundada con su esposa, la escritora y periodista Guadalupe Appendini.
La maestra Appendini comenzó a recopilar la obra de Gabriel Vargas, de tal suerte que la serie que publicó GyG es la más completa. Mejor aún: doña Guadalupe se dio a la tarea de localizar los trabajos anteriores, recuperarlos y digitalizarlos. Uno de sus primeros rescates fue una obra desconocida hasta hace poco, “El día del tránsito”, de 1930, encontrada como un rollo en la antigua Casa del Maestro. Una copia de ella se exhibió por primera vez en el Museo de la Caricatura de la Ciudad de México, el 18 de marzo de 2004. “El día del tránsito” muestra el afán por retratarlo todo. Vargas captó un desfile de más de 5 mil personas que trascurría a lo largo de Avenida Juárez. Realizada en tinta china, es una larga tira que mide 60 centímetros de ancho por 160 de largo. Impresiona la enorme cantidad de personas retratadas, así como las posiciones y actitudes de cada una de ellas. La obra posterior pude entenderse mejor una vez que conocemos este trabajo excepcional.
La carrera de Gabriel Vargas arrancó en 1931, cuando ingresó al grupo editorial Excélsior. Colaboró en Jueves de Excélsior y en Revista de Revistas con viñetas, dibujo publicitario, caricatura personal... Le tocó convivir con los más geniales caricaturistas mexicanos: Ernesto García Cabral, Mariano Martínez, Ángel Zamarripa (FaCha), Cadena M. y Andrés Audiffred.

Precocidad artística
Uno de los primeros artículos que se publicaron en torno a la obra de Gabriel Vargas apareció en Jueves de Excélsior, “Un notable caso de precocidad artística”, que reprodujo los dos dibujos antes señalados. El artículo hace un recuento de su obra previa. Una parte “fue remitida a una exposición en Sevilla”, mientras que la otra formó parte de una exposición de alumnos de primaria en Puebla. Fue una nota premonitoria pues se hablaba de Gabriel Vargas como un “admirable chiquillo, que se anuncia como un formidable dibujante humorístico”. Contundente, el periodista auguró: “Será un excelente caricaturista”.
Tal vez el primer dibujo que publicó apareció el 31 de diciembre de 1931: un grupo de personas en La Corregidora. Bien puede tratarse de una chica que iba a la escuela de costura que tenía ese nombre o de la calle que quedaba a una cuadra de su casa. Fue hasta julio de 1932 cuando comenzó a publicar regularmente. Hay por ahí un dibujo sobre la huelga de tranviarios y algunas ilustraciones con firma y sin ella.
En 1933, ejecutó en Revista de Revistas una serie humorística con sentido moral: Lo que usted siempre verá. Lo que usted nunca verá. El dibujo es muy rígido, con poco movimiento. Desde entonces estuvo presente en las dos revistas de Excélsior. Ya empezaba a mostrar las escenas de vida cotidiana que tanta fama le dieron.
Poco después, Vargas hizo varias portadas en gouache para Revista de Revistas y el semanario Excélsior, caricaturas de personajes de la farándula, viñetas y dibujos que ilustraban cuentos, leyendas, artículos y reportajes para las secciones del diario, aun la deportiva. Así conoció a Ignacio Herrerías, “El Chamaco”, un reportero a quien ayudó en la edición del suplemento Mujeres y deportes y que al poco tiempo inició una nueva aventura en Novedades, adonde invitó al joven Vargas.
La primera historieta de la que tenemos noticia fue una biografía de Pancho Villa, publicada en 1936, y que Vargas nunca mencionaba en sus entrevistas. Es probable que tomara el encargo debido a la simpatía que Herrerías sentía por Villa, pues su padre fue uno de los primeros reporteros que lo entrevistó para Tiempo, en 1911.
Más tarde vino La vida de Jesús, una obra desaparecida de todas las hemerotecas nacionales. Aunque Gabriel Vargas era parco al hablar de política, fue perseguido durante el cardenismo, acusado de hacer proselitismo religioso. Le contó a Elena Poniatowska: “Me metieron a un cuartito donde había una cama toda desvencijada, rota, los sillones estaban agujerados. Así estuve todo el día, me mandaban tipos patibularios, fueron como tres o cuatro en todo el día. Ya a las siete de la noche yo estaba desesperado, cada uno que entraba me preguntaba: ‘¿Tienes madre, tienes papá, tienes hermanas, tienes hermanos, quiénes son, cómo se llaman?’ Ya sentía que la cabeza me tronaba, estaba muy asustado. De repente oí afuera la voz del señor Herrerías: ‘¡Que usted es un fulano de tal!’ ”. La aventura terminó con una notita que decía: “Por causas de fuerza mayor se suspende La vida de Jesús”.
Casi al mismo tiempo que La vida de Jesús, durante seis meses aparecióFranck piernas muertas en Jueves de Excélsior y, una semana después de concluir, Virola y PiolitaFranck respondía a los temas de nota roja que empezaban a tener éxito. Es muy probable que haya sido escrita por él mismo utilizando un acrónimo, pues en 1940, cuando se transforma enFrank. El rey del hampa, ya firmaba todos sus trabajos.
Virola y Piolita es considerada su primera historieta de humor, con argumentos y dibujos de su completa autoría. A lo largo de casi cuatro años, mostró lo que fue una de sus mayores cualidades: el uso de palabras y giros provenientes del habla popular (“mano”, “chirona”, “sesera”, “pasar báscula”). Aunque la historia no transcurre en la ciudad, los personajes ya delinean rasgos urbanos. Virola, Piolita, Sacabuche y Tafité hicieron las delicias de los lectores al enfrentarse a situaciones estrafalarias en lugares “exóticos”, como África, con caníbales que persiguen a los héroes, o el viejo Oeste, a la usanza de los westerns.
Impresiona la capacidad de trabajo de Vargas. Tenía menos de 25 años cuando creaba, casi al mismo tiempo, Virola y Piolita, La vida de Jesús, viñetas y dibujos para campañas de publicidad y El caballero rojo. Colaboraba en Excélsior y en Novedades.
Alguna vez le preguntaron a Vargas cuántos números de La Familia Burrónse publicaron: “¡Uyyyy! Han de haber salido miles. Ya ni me acuerdo. ¿Se imagina en cuarenta años lo que hice? Durante dieciocho años trabajé una página diaria en El Sol de México: media página en el matutino y media en el vespertino. Después, en Excélsior, durante doce o trece años hice Sopa de perico y una bola de cosas que ya ni me acuerdo. Además, cientos de historietas pequeñas”.
El caballero rojo fue una historieta de aventuras escrita y dibujada en su totalidad por Vargas. Apareció un par de años en las páginas de Jueves de Excélsior y llegó a su fin en los días en que ya estaba en marcha la Segunda Guerra Mundial.
La siguiente historieta de gran éxito fue Sherlock Holmes, también imposible de hallar en las hemerotecas.
Una de las series estelares, que Vargas firmó con el seudónimo de Velo, fue los Episodios de la guerra en España, para Novedades:una tira de cuadros ilustrando notas periodísticas que tuvo un gran impacto debido al apoyo que Cárdenas dio a la República Española.
En 1940, en Pepín, apareció Purita Vaca, el nombre de la heroína, aunque la verdadera estrella era Máxima Moraleja, un personaje tan simpático como Cuataneta, la sirvienta de Jilemón, o la misma Borola Tacuche.
Hay que hablar también de Los Superchiflados, que animaron las páginas de Paquito. Se trata de una curiosa historieta en la que los protagonistas son animales actuando como humanos. Hay un actor, parecido al Pato Donald, que surge al lado de Pipiole, un personaje casi surrealista, al igual que el Cuaco Pollo, quien sobrevive en algunos capítulos de La Familia Burrón.
Otra serie interesante fue Los del doce, que transcurre en una vecindad, quizá la misma que habitaron los Burrón. La protagonista, Gudelia, a quien apodan “Fleco de burro”, mantiene a su hijo al lado del padre, Leontino Buchaca. Era dibujada por Héctor Macedo.
El mayor éxito hasta antes de los Burrón fue Los Superlocos, que nacieron en 1942, también en las páginas de Pepín. Causó un enorme impacto por el retrato de los caciques que, lejos de desaparecer, continuaban haciendo de las suyas. Jilemón Metralla y Bomba, el protagonista, es la imagen justa de esos dictadores regionales como lo serían también otros caciques de la serie: El Güen Caperuzo, Pancho Lopes, Briagoberto Memelas o Juanón Teporochas. Jilemón es uno de los símbolos universales del cómic, un héroe–antihéroe fundamental que debe rescatarse. Carlos Monsiváis reiteró infinidad de veces la necesidad de reeditar Los Superlocos, pues representa el momento más importante de la historieta mexicana.
En 1948 llegó La Familia Burrón con ella empezó y   terminó la época de oro del cómic nacional.

Centenario de Gabriel Vargas




viernes, 30 de enero de 2015


Centenario de Gabriel Vargas

Con este ensayo que recupera sus 
primeros trazos como dibujante y
 sus incursiones de arranque en el 
mundo festivo de la historieta, 
recordamos a Gabriel Vargas, 
el padre de Borola Tacuche y don 
Regino, quien nació el 5 de febrero 
de 1915 bajo el signo de un planeta 
sonriente.


viernes, 30 de enero de 2015

Posada para los niños españoles

Uno de los atractivos que tuvo la exposición
Posada: fantasías, calaveras y vida cotidiana, que se presentó en la sala de exposiciones de la embajada de México en España, fue la inclusión de talleres y vistas guiadas para los niños, además de la impresión de un juego de la Oca en un tamaño gigante para que los niños españoles visitantes  jugaran de la misma manera que lo hacían los niños mexicanos (y españoles pues es un juego popular en la península)



Estas son algunas imágenes que dan fe de ese trabajo del que me siento muy orgulloso pues Posada es cada vez más universal.


Que bueno fue recibir el apoyo de instituciones como el Centro de Estudios Mexicanos de la UNAM, en España y del Instituto de México en España, entre otras más.


 

jueves, 29 de enero de 2015

Sigue la exposición de Posada en Madrid, hasta el 6 de febrero

Debido a la gran afluencia de visitantes, continúa en Madrid la muestra Posada, fantasís, calaveras y vida cotidiana. La podrá visitar hasta el 6 de febrero. Entrada libre




El Instituto de México en España, el Centro de Estudios Mexicanos UNAM-España y el

Instituto Quevedo del Humor


le invitan a la exposición

POSADA

Fantasías, calaveras y vida cotidiana



Instituto de México



Carrera de San Jerónimo, 46,


exposición abierta hasta al 6 de febrero de 2015
horario: de 10:00 a 14:00 horas, y de 16:00 a 20:00
de lunes a viernes
La muestra se encuentra dividida en once núcleos temáticos: los primeros años del artista; sus ilustraciones de cuentos infantiles, los juegos que ilustraba, las fantasías y los horrores; las imágenes religiosas, las tragedias, lo chusco y cómico, la vida cotidiana, los personajes, las fiestas y, finalmente, sus famosas calaveras.
La exposición se completará con diversos talleres de estampación y grabado dirigidos al público infantil.

En palabras del comisario de la exposición, Agustín Sánchez González, quien durante más de quince años ha realizado una profunda investigación alrededor de Posada, “se pretende destacar que la fama e inmortalidad de este artista
 radica en que su obra estaba presente en todos los ámbitos de la vida cotidiana,
 que fue el gran ilustrador de lo mexicano y que su obra sentó las bases del arte
 mexicano contemporáneo”.

José Guadalupe Posada (Aguascalientes, 1852 - Ciudad de México, 1913) fue 
un cronista excepcional de la historia cotidiana de México entre finales del 
siglo XIX y principios del XX. Por medio de sus dibujos y viñetas, el autor,
 admirado profundamente por el muralista Diego Rivera (“Tan grande como Goya, 
fue un creador de una riqueza inagotable. Ninguno lo imitará, ninguno lo definirá. Su
 obra es la obra de arte por excelencia”), captó la marginalidad, la tragedia, la risa, 
la fe o la muerte, para transmitir una imagen de la cultura mexicana que aún 
hoy está presente en los artistas de las generaciones más recientes.

De familia muy humilde, José Guadalupe Posada tuvo, desde muy pequeño,
 una clara afición por el dibujo. Su hermano Cirilo lo animó a apuntarse, siendo 
todavía un niño, a la Academia Municipal de Artes y Oficios de Aguascalientes. 
Con quince años ya era considerado un artista, y enseguida comenzó a 
colaborar en la revista El Jicote. Con 19 años creó la primera de sus famosas
 calaveras, y tras mudarse a León (México), diversificó su producción: trabajó 
en publicidad diseñando etiquetas de puros, cigarros o cerillas, y también realizó
 estampas religiosas.

Posteriormente, se trasladó a la ciudad de México, ya como un artista de prestigio,
 conocido como ilustrador de periódicos y revistas, y allí comenzó a trabajar con el
 impresor comercial Antonio Vanegas Arroyo, casa impresora que hoy en día
 conserva el mayor número de sus trabajos, y en cuyo taller Posada elaboró 
miles de ilustraciones sobre los acontecimientos y sucesos del México de
 la época: catástrofes, milagros, crímenes, escándalos… Y si bien Posada 
no fue un retratista político en sentido estricto, hizo caricaturas en torno a 
acontecimientos políticos de su tiempo, a favor y en contra de Porfirio Díaz,
 a favor y en contra de la Revolución.

Felicidades a HERAS





























                        




 El maestro Enrique Heras llega a sus primeros 73 y se merece un gran aplauso por su brillante obra durante más de medio siglo de andar haciendo monos.

Estas son las páginas dedicadas a Heras en mi libro Tesoros del Registro Civil, una investigación que recogió las actas  registradas en el Registro Civil tanto de nacimiento, matrimonio y defunción, según fuera el caso.

Con su acta de nacimiento queda claro el día que nació.

Es un pequeño homenaje a este maestro de la caricatura.


lunes, 26 de enero de 2015

Posada en el Panteón de Dolores

Como mucha gente sabe, los restos de José Guadalupe Posada yacen perdidos en el Panteón Civil de Dolores, alejados, de nuevo, de los reflectores existentes en la Rotonda de los Personajes Ilustres. 
A Posada no le toca nada, no obstante que su luz brilla mucho más que algunos de ellos que están ahí por una cuestión política o de momento y no por su contribución a nuestro país.
Faltan muchos grandes personajes en la Rotonda, pero hay otro, además de Posada, cuya ausencia pesa una eternidad: Sor Juana Inés de la Cruz.
El Panteón Civil de Dolores se encuentra al poniente de la ciudad, pegado al Bosque de Chapultepec y cuenta con un grupo de personalidades preocupadas por la historia y conservación del mismo. Les transcribo un boletín que enviaron:

Amigos Protectores del Panteón civil Dolores, A.C., se constituyó como Sociedad civil
no lucrativa, para llevar a cabo acciones para proteger, conservar y poner en valor el Panteón de Dolores; difundir sus valores históricos tanto materiales como inmateriales; promover su Declaratoria  como Monumento Histórico y Patrimonial; que se declare Museo de Sitio; la restauración tanto de sus monumentos funerarios más relevantes, como de sus elementos urbanos; impulsar que se efectúen recorridos culturales dentro del mismo; organizar Congresos, Seminarios, Cursos, Talleres, Coloquios, Foros y toda clase de eventos culturales. Y, entre otras cosas, colaborar con las autoridades federales, estatales y municipales en actividades tendientes a la protección y difusión del patrimonio arquitectónico, histórico y cultural de la ciudad de México y en especial del Panteón.

El año pasado donamos un atril con el objetivo de dar a conocer los valores del Panteón, de sus monumentos y de sus personajes, por medio de cédulas informativas, que estamos cambiando periódicamente.

En esta ocasión colocaremos la cédula referente al ilustre grabador José Guadalupe Posada, debido a que el 20 de enero cumplió 102 años de haber fallecido y sus restos se encuentran perdidos en este Panteón.


Tendremos el honor de que Agustín Sánchez González, investigador del INBA, autor de innumerables libros y textos sobre Posada, así como curador de importantes exposiciones del grabador, realice una breve semblanza.

Este miércoles estaré con ellos, hablando de Posada y de su portentosa vida. Los espero, a las 10 de la mañana



domingo, 25 de enero de 2015

Las placas de la casa de Posada en la calle de Moneda


Foto de Leticia López


De visita con Posada, en una de las siete casas en que vivió en la ciudad de México, ubicada en la calle de Moneda y la más conocida gracias a una de las dos únicas fotografías que se le conocen















Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...