jueves, 3 de julio de 2014

IV. Mis libros. El general en La Bombilla

Si algo me sedujo Alvaro Obregón fue su sentido del humor. Fue un tipo capaz de burlarse de si mismo, con una socarronería y un humor negro digno de todo buen mexicano.

Después de terminar el libro de Fidel Velázquez, que se hermanaba con Obregón por el poder, el humor y el amor al poder, traté de seguir explicando el nacimiento del autoritarismo contemporáneo, el nacimiento del PRI. 

Por primera vez busqué mezclar humor, política, nota roja y caricatura en un mismo libro y, me parece, lo logré. Jaime Aljure fue, de nuevo, el visionario editor que encontró en el texto el éxito. Tres ediciones en Espejo de México y una en Booket, son la mejor muestra de ello.

El General en la Bombilla, parafraseo de El general en su laberinto, de García Márquez, fue calificado como la mejor crónica nacional, por Revista de revistas, y tuvo un impacto mediático enorme. Hasta en Playboy aparecí (vestido, eh, no se amontonen)

Tuvo críticas muy elogiosas:


“¿Novela de no ficción? ¿Cúmulo de interrogantes más que de certezas? ¿Puntos suspensivos para interpretaciones e indagaciones posteriores? Sí, y mucho más, es el libro El General en la Bombilla… un texto, que aun con sus errores estructurales, resulta un documento incontrastable… Avanzado o nostálgico, Agustín Sánchez González es, qué duda cabe, un hombre de proyectos de su tiempo que son, a su vez, ventana hacia el pasado y puerta del presente, en esa casa de rincones entrañables, es cierto, pero también llena de polvo y telarañas, que es la historia de nuestro país…”.
Andrés Ruiz, “El General en la Bombilla”, Reforma. El Angel, 27 de febrero de 1994.

  
“Si se mira con detalle, El General en la Bombilla ofrece –por lo menos- dos cuestiones de interés: la primera de ellas es el haber conseguido –gracias a una narración casi cinematográfica donde la edición juega un papel fundamental- el reunir las voces de una buena parte de los involucrados y los afectados por el magnicidio. En las páginas de Agustín Sánchez González desfilan los argumentos de León Toral, la Madre Conchita, Calles, Morones, Topete, los cómicos de la época y los del propio Obregón; con lo cual, el libro se convierte en un crisol de las actitudes asumidas durante un momento crucial, y por ello, la nueva crónica posee virtudes inéditas: ser un caleidoscopio donde conviven tirios y troyanos, el negarse la posibilidad de hallarse a los culpables y el plantearse solamente el interés por mirar hacia un asesinato esperado casi por todos… Así, en tanto no es posible descubrir el verdadero culpable, Agustín Sánchez González opta por recuperar el torbellino de actitudes, la crónica de una muerte anunciada y los efectos del magnicidio, con lo cual nos ofrece una visión inédita del asesinato…”
José Luis Trueba Lara, El Nacional, 21 de noviembre de 1993.
  
“Lo de las canciones corresponde al libro El General en la Bombilla, de Agustín Sánchez González. Sin duda, espléndida crónica. Lección de una herida en el tiempo. Nuestras son, a la vez, la herida y sus canciones.”
Juan María Alponte, “La vieja Dama en Consejo de Familia con la Nación”, Excélsior, 2 de febrero de 1995.


“La historia se nos echó encima: ya sean los excelentes panoramas y las biografías de Guillermo Sheridan (Los contemporáneos ayer, Un corazón adicto) y Fabienne Bradu (Antonieta), la ficción histórica de Eusebio Rubalcaba (Músico de cortesanas) o la reconstrucción con recursos literarios de Agustín Sánchez González (El General en la Bombilla) por citar lo que tengo a la vista, ahí una generación ha probado sus armas narrativas, sus inquietudes de investigación; la literatura histórica es nuestro Nuevo Periodismo”.
Gustavo García, “Archipiélago de nostalgias”, El Financiero, 28 de julio de 1994.

“La obra del historiador Agustín Sánchez González, El General en la Bombilla (Planeta), crónica seminovelada del asesinato de Alvaro Obregón allá por el rumbo de San Ángel… Sánchez González bucea minuciosamente en infinidad de datos y fuentes documentales y llega a la misma conclusión que la historia más crítica del momento: no hay elementos suficientes para probar que hubo un complot… con todo, el libro se va muy sabroso, sobretodo por sus continuos cambios espacio-temporales y su sensación generalizada que se está leyendo los flashbacks de una novela policíaca moderna…”.
Salvador Quiauhtlazollin, Mira, Vol. 4, No. 200, 10 de enero de 1994.

“El rumor de una conspiración de alto nivel y de una libre asociación de actores en un drama escandaloso, hace de este texto una pieza fundamental en la construcción de la memoria histórica de la revolución y de sus componentes populistas. En un calificativo, estamos ante un libro básico…”
Marcia Trejo Silva, Revista de revistas, No. 4748, 17 de enero de 1994.


 “La microhistoria dentro de la Historia, así con mayúsculas, es manejada por Agustín Sánchez González de manera espléndida de tal manera que recoge desde los apuntes pictóricos de José de León Toral, hasta las palabras  dichas en la intimidad de las celdas, pasando por el menú que el general Obregón comería ese día 17 de julio de 1928…”.
Fernando Allier, “Muerte de Obregón, crónica de poder y misterio”, Excélsior, 13 de diciembre de 1993.

“El General en la Bombilla, es un ejercicio documental en torno a la frustrada búsqueda democrática de los mexicanos. Esto es lo que le da actualidad a una crónica que ofrece en grandes trazos escenas de un momento en el que la Revolución Mexicana pasaba de la lucha facciosa a la pelea, lucha sorda de la política partidista”.

Alfonso Maya Nava, “No invocarás a la democracia en vano”, El Universal, 4 de diciembre de 1993.

El libro termina así, con estas conclusiones: "El crimen perpetrado al general Alvaro Obregón, como todo asesinato político, tiene muchas aristas. En este libro presento un mosaico de opiniones y anécdotas.
  Más allá de todo ello queda un hecho claro: el asesinato de un ex-Presidente de la República que fue capaz de modificar la ley en uno de los conceptos, la no reelección, que dieron vida  al movimiento armado de 1910.

  El criminal fue aprehendido in fraganti. La pregunta que se hacía, y se sigue haciendo, es: ¿quién estaba detrás de José de León Toral?"

La edición en Booket, en diciembre de 2008
Un hecho le dio vigencia (y aumento considerablemente las ventas) el libro apareció en octubre de 1993, unos meses después, el 23 de marzo de 1994, fue asesinado Luis Donaldo Colosio. 

Había muchas similitudes, una de ellas: eran sonorenses ambos. Recuerdo que declaré que con la muerte de Obregón nació el PRI y con la de Colosio, se acababa.

Esto es la mejor muestra que el análisis histórico, a quemarropa, literalmente, suele fallar.


El cartón del mes.

Este es el cartón que aparece este mes en la revista Relatos e Historias de México, una de las publicaciones de divulgación histórica más importantes del mundo.
Cada mes, recobro una caricatura del siglo XIX, en la d ejulio de 2014 se ve a Porfirio Díaz haciendo malabares para dejar en el poder a su compadre, Manuel González.

Las lluvias según Posada


Las lluvias de junio en la capital. 

Un cartón de junio de 1908. Espléndido dibujo con símbolos que identifican a San Pedro: el gallo y las llaves del cielo. 

Mis libros. Pedro Infante

Amorcito Corazón.

No lo enumero pues nunca apareció a pesar de que sigue siendo citado en artículos "Publicaciones resguardan verdades y mitos sobre Pedro Infante", La Crónica, 14 de abril de 2007 (http://www.cronica.com.mx/notas/2007/295717.htm); al igual que en el sitio http://www.pedroinfanteonline.com/tag/amorcito-corazon/

Va una historia de un libro que existió y nunca se publicó. 

Recién terminé el libro de Fidel Velázquez fui a ver una obra de teatro de Germán Castillo: Ahí viene Pedro Infante, y recordé la tarde en que mi madre me llevó en brazo al entierro de Pedrito. Bueno, nunca lo recordé pero sé que así fue.

Es anoche empezó el libro que muy pronto, cuando apenas llevaba unos pocos capítulos, fue contratado por la editorial Casa de las Imágenes que pretendía innovar el mundo editorial mexicano; contrató a Azul Morris para el diseño, a Poncho Morales para la curaduría del libro, Elena Poniatowska escribió el prólogo. 

Sería el hit del momento, sin duda.

El libro fue entregado a mediados de 1991, con el título En el aire, pero el editor lo modificó por el famoso Amorcito corazón.

Sería un libro a todo lujo, con decenas de fotografías, muchas de ellas ineditas. De inmediato la prensa busco exclusivas, sobre todo por que en aquellos años prácticamente no existían libros sobre Pedro y, supongo, después de mi éxito con Fidel, se buscaba algo nuevo.

Pasaban los meses y el libro no aparecía. 


La Poniatowska publicó en El Financiero, el prólogo (sin mencionarme y sin anotar que era el prólogo); y a mi me entrevistó Carlos Martínez Rentería por el libro y la nota apareció en El Universal, al poco tiempo después de que había publicado, un fragmento del libro, dividido en 5 entregas entre el 22 y el 26 de abril de 1992.

Y el libro...
Y los editores...

Nada, no pasó nada, nunca supe más. Los editores desaparecieron. Por suerte, me pagaron muy buenos anticipos pero el dinero no es la vida, me hubiera gustado ver el libro.

Hace un par de años me buscó el nieto de Pedro Infante pues un vendedor de viejo le había vendido la maqueta con el libro y su mamá, Lupita Infante,  estaba encantada con mi texto y el tratamiento que di a esa historia pues, me dijo, "es el mejor libro que he leído sobre  mi papá". 

Hubo intentos por publicarlo por parte de Jaime Jiménez Pons que me trajo a vuelta y vuelta sin resolver nada hasta que me cansé y el libro... pues quedó para la anécdota.

Por aquel entonces, en un tianguis de mi amada colonia Portales me encontré a la secretaria de la editorial quien me regresó el manuscrito (hay que decir que entonces que lo escribí en un híbrido entre máquina de escribir y computadora, un procesador de textos que usaba unos discos que hoy nadie podría leer).

Así quedó mi Amorcito corazón, en una copia engargolada.

miércoles, 2 de julio de 2014

IV Mis libros. Fidel. Una historia de poder (segunda parte)


Me llena de satisfacción contar que un libro mio se imprimiera tantas veces; en mayo y octubre de 1991, en marzo y  noviembre de 1992. Cuatroediciones, veinte mil ejemplares.

Monsiváis comentó el libro, la nota de El Nacional, señaló: "en el texto los grandes personajes históricos se suceden como en una novela de Agata Cristhy (sic); Fidel se va quitando a sus enemigos uno a uno con asombrosa facilidad".; Carlos Martínez Rentería publicó en El UNiversal un texto titulado "De aquí a la eternidad. Fidel ya tiene quien lo describa". Fui citado por la agencia AFP, por Raúl Trejo Delabre; me entrevistaron Elda Maceda, de El Universal; Arturo Trejo Villafuerte lo comentó en Sábado, y Pablo Espinoza escribió la nota para La Jornada: "Intenté un libro jocoso, donde se pudiese sonreír ante la desgracia de tener un personaje así".


Hubo muchas entrevistas más, que sería largo describirlas acá. En el tomo VIII del Diccionario de Escritores Mexicanos, hay una buena compilación de ellos.


Además, Miguel Ángel Granados Chapa cuando publicó su libro El siglo de Fidel (Pangea, 1996) Escribió en el prólogo: "Como todos los libros que no acuden a la investigación directa..., este es un tributario de muchos otros, como los volúmenes de la serie la Clase obrera en la Historia de México o la biografía escrita por Agustín Sánchez González".


Como señalé, se vendieron más de 20 mil ejemplares de ese título, años después de la crisis, Editorial Planeta dejó de publicar esa colección, "Espejo de México", y sacó de su catálogo muchos títulos, entre ellos mi libro que, no obstante, resucitó años después.



De derecha a izquierda, Paty Masón, Samuel León, Monsi  y yo. La calvita de abajo es de mi  maestro Arturo Azuela

IV Mis libros. Fidel. Una historia de poder

Tras abandonar las clases en el CCH y el trabajo de difusión cultural, a finales de los años ochenta me concentré en uno de mis proyectos soñados: escribir crónica histórica. 

Quería hacer libros para leerse, ajenos a las publicaciones que sólo se encuentran en las academias.

 Había escrito la tesina: Corrientes sindicales en la formación de la CTM. 1936-1937, con la que obtuve mención honorífica y me titulé como licenciando en historia. Esa fue la base para escribir un libro que tuvo una gran resonancia: Fidel. Una historia de poder.
En una de tantas manifestaciones de la época, le platiqué sobre el libro a Federico Campbell y me comentó que Jaime Aljure, estaba buscando un libro así. 

Me dio el teléfono, Aljure me recibió casi de inmediato. Dejé el manuscrito el jueves y el lunes ya estaba listo el contrato. 

Vaya sorpresa. No sólo eso, me dio un jugoso anticipo, nueve millones de pesos de entonces (hoy serían nueve mil pesos) y el libro apareció en la colección Espejo de México, al lado de autores admirados como José Agustín, Cristina Pacheco y Paco Taibo I.

El libro tuvo un gran impacto de inmediato. Carlos Monsiváis, a quien no conocía personalmente, accedió a presentarlo y aunque todo el mundo dudaba de su asistencia (Carlos Por si váis, le decían) fue a la Casa de la Cultura Jesús Reyes Heroles y junto con Samuel León, en una sala abarrotada, presentaron el libro en junio de 1991.



Tuve innumerables entrevista sobre el libro tanto en la prensa escrita como en la radio y hasta en la televisión, con Nino Canún. Fue sorprendente, además, el número de ediciones que salieron y la rapidez con que se vendió. Más de veinte mil ejemplares surgieron de ese libro.
El fenómeno tenía una razón de ser: era la primera ocasión que se  trataba un tema que parecía tan cotidiano pero al que nadie había tratado. Personaje fundamental para entender el autoritarismo priista, creo que por eso fue su éxito.

La Catrina nació en Tepito, Agustín Sánchez González



Escrito por Índice Politíco en . Publicado en Cultura y Espectáculos




Más allá de la Catrina…
CIUDAD DE MÉXICO, 18 de noviembre (Quadratín México).- “La Catrina”, inmortal personaje de José Guadalupe Posada (1852-1913) que ha sobrevivido en la cultura popular mexicana, posiblemente fue realizado en Tepito, señaló hoy aquí el periodista e investigador Agustín Sánchez González (1956).
Entrevistado previo al paseo literario titulado “La ciudad de Don Lupe. Más allá de la Catrina. Imprentas, periódicos y casas donde vivió”, Sánchez considerado uno de los especialistas más importantes en la vida y obra del grabador hidrocálido, refirió que la “Calavera Garbancera”, bautizada así por el muralista Diego Rivera, se piensa fue creada en el llamado “Barrio Bravo”.
Dijo que en la Avenida de la Paz número 6, lo que hoy es Jesús Carranza, casi esquina con Granaditas, donde se encontraba una vecindad, hoy un complejo habitacional, Posada dibujó su obra cumbre, el grabado de La Catrina.
“Parece ser que fue ahí, pues fue de las últimas obras que realizó en ese lugar, pues murió en Tepito en enero de 1913”, detalló.
Acompañado por un grupo de personas y a propósito del centenario luctuoso de este artista popular, visitaron los lugares donde habitó este cronista gráfico en la Ciudad de México, desde que llegó a los 36 años de edad, en el año 1888, hasta 1913, año en que murió.
Se visitaron las distintas casas donde habitó, la vivienda donde murió en Tepito, pasando por las casas en donde estaban las imprentas y periódicos donde trabajó.
Es un recorrido por las diversas casas que he ido descubriendo a lo largo de casi 20 años de investigar a Posada. Por lo general se hablaba de la casa que está en la calle de Moneda y donde hoy se encuentra el Palacio de la Autonomía.
Según González, ahí, hubo una vecindad que Justo Sierra derrumbó en 1910 y ahí más tarde se creó la Universidad.
Enseguida se trasladaron a la calle de Moneda No. 5, hoy convertida en una tienda de accesorios y “chácharas”, entre Santa Inés y Correo Mayor. El recorrido continúo en la calle de El Carmen número 6, hoy también convertida en una tienda de accesorios de belleza.
Más tarde, se trasladaron a la calle Del Carmen 47, hoy un café de chinos y lugar en donde los grabadores Ángel Zamarripa y Erasmo Cortes, mandaron a poner una modesta placa de cemento en la que aseguraban que Posada había muerto en dicho lugar, lo cual es falso, a decir del propio González.
El recorrido entró en la recta final cuando se trasladaron hasta la calle de Nicaragua, entre Brasil y Perú, lugar donde murió su hijo, Juan Sabino, a los 17.
“Aquí tuvo su taller e hizo muchos de los carteles que hoy resguarda el Archivo Histórico del Distrito Federal”, señaló.
El paseo concluyo en el barrio de Tepito, en avenida de la Paz número 6, lo que hoy es Jesús Carranza, casi esquina con Granaditas, lugar donde dijo, murió el artista.
Para Sánchez, la idea de este paseo, es insistir en las facetas desconocidas de Posada, en tratar de desmitificarlo un poco en el sentido de su propia grandeza, en descubrirlo antes de que se convirtiera en un mito, cuando se le conocía simplemente como don Lupe, señor que hacía sus dibujos por doquier.

Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...